jueves, 19 de septiembre de 2013

1982. La guerra de las Malvinas. Conflicto bélico entre Argentina y Gran Bretaña.



1982. La grave crisis económica empujó a la Junta Militar argentina a un conflicto bélico con Gran Bretaña por la recuperación de las Islas Malvinas. El intento de obtener el apoyo de la población tras una sentida reivindicación provocó, tras la derrota, la caída estrepitosa del régimen militar.


Guerra de las Malvinas
La guerra de las Malvinas constituyó el conflicto bélico que enfrentó a Gran Bretaña y a Argentina por la soberanía de las islas Malvinas en 1982.
La guerra de las Malvinas remontaba sus causas a una disputa anglo-española que tuvo lugar en el siglo XVIII por la titularidad de dichas islas, a la que siguió un intento de colonización por parte de Argentina, para hacer constar sus derechos sobre las antiguas posesiones de España. En 1833, Gran Bretaña reafirmó su soberanía y expulsó a la población argentina de las islas.
En 1981, cuando se acercaba el 150 aniversario de esta expulsión, una nueva Junta Militar argentina presidida por Leopoldo Fortunato Galtieri, que obligó a dimitir a Roberto Viola, dio máxima prioridad a la recuperación de las Malvinas.
La Junta Militar instalada en el poder desde el año 1976 estaba viviendo el peor momento económico desde el golpe de estado. La apertura hacia las importaciones había liquidado un tercio del aparato productivo, el salario real se redujo a la mitad, la desocupación empujó a la emigración, e incluso los sectores ganaderos se vieron perjudicados por la transferencia  de recursos hacia el sector financiero. La deuda externa trepó a cuarenta millones de dólares, de los cuales aproximadamente quince millones correspondían a compra de armamento . A partir de 1980, paralelamente a la crisis internacional, se produjo el derrumbe de bancos y sociedades financieras.
El general Leopoldo Galtieri, como comandante en jefe del ejército, había acordado en Estados Unidos la participación de militares argentinos en la intervención estadounidense en Centroamérica. Creyendo que ello le aseguraría el respaldo incondicional del presidente Ronald Reagan, Galtieri resolvió conjurar la crisis interna recuperando las islas Malvinas.
No existían indicios que hicieran pensar que el gobierno británico estuviera especialmente interesado en conservar la colonia: la población no llegaba a los 2.000 habitantes y su crecimiento decrecía poco a poco, al igual que lo hacía la economía local, que dependía de la exportación de lana, y estaba dominada por la Falkland Island Company (FIC, Compañía de las Islas Malvinas). Sin embargo, los isleños se resistían a cualquier tipo de cesión de soberanía a Argentina.
La Junta Militar argentina decidió llevar a cabo una ofensiva diplomática intensiva e inflexible que, en caso necesario, culminaría en una acción militar en otoño de 1982.
El error de Galtieri se puso en evidencia en la votación adversa en el Consejo de Seguridad de la ONU, en la reacción británica y en el apoyo de Reagan a su aliado de la OTAN.
En marzo de 1982, algunos chatarreros argentinos llegaron a Georgia del Sur, isla británica al sureste del archipiélago de las Malvinas.
Gran Bretaña sospechó que su objetivo era establecerse allí de forma permanente, por lo que envió un barco patrulla, el HMS Endurance, para desalojar a los trabajadores. Este hecho hizo que el gobierno militar argentino pensara que Londres estaba aprovechando la oportunidad para reforzar su posición en las Malvinas. En vista de la situación, el 26 de marzo de 1982, la Junta Militar argentina decidió iniciar la ofensiva militar y el 2 de abril tuvo lugar la invasión, a la que hizo frente un pequeño destacamento de soldados de infantería de la Marina británica. Al día siguiente, Georgia del Sur también fue tomada por las tropas argentinas.
El gobierno británico de la primera ministra Margaret Thatcher se enfrentó a una grave crisis política, que provocó la dimisión inmediata del ministro de Asuntos Exteriores, lord Carrington.
Margaret Thatcher decidió la "liberación" de las islas. Rápidamente se reunió un importante destacamento de fuerzas, formado por dos portaaviones y unos 28.000 hombres. Cuando este destacamento inició su viaje de 8.000 millas hasta el Atlántico Sur, se produjo una intensa actividad diplomática por parte del secretario de Estado (ministro de Asuntos Exteriores) de Estados Unidos, Alexander Haig, el cual trató de convencer a Argentina de que tenía más posibilidades de alcanzar su objetivo aceptando entablar negociaciones diplomáticas, pero al fracasar en sus esfuerzos, el 30 de abril anunció formalmente el apoyo estadounidense a Gran Bretaña. La Comunidad Europea por su parte, decidió el embargo a las exportaciones argentinas.
A pesar de que la acción provenía del gobierno de facto, en Argentina el patriotismo se extendió a todo el país y despertó la adhesión de América Latina hacia ese empuje contra el viejo colonialismo europeo.
El 25 de abril, las fuerzas británicas reconquistaron Georgia del Sur.
A comienzos de mayo, tras el despliegue del grueso de sus fuerzas en la zona, los aviones de la RAF (Fuerza Aéreas Reales británicas) comenzaron a atacar las posiciones argentinas, en especial la pista de aterrizaje de Port Stanley (Puerto Argentino). No se logró expulsar a las fuerzas aéreas y navales argentinas, pero el submarino nuclear británico Conqueror provocó el hundimiento del crucero argentino General Belgrano, falleciendo 360 hombres. A continuación, un misil Exocet lanzado por la aviación argentina, hundió a un destructor británico, el HMS Sheffield.
Los británicos se prepararon para un desembarco anfibio en la Gran Malvina (una de las mayores islas del archipiélago), una operación militar bastante difícil.
Fuerzas especiales reconocieron la isla para determinar las posiciones de las tropas argentinas e identificar los lugares más apropiados para el desembarco.
Mientras tanto, la actividad diplomática continuaba, primero a iniciativa del gobierno peruano y, después, del secretario general de Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar. Una vez más, el gobierno argentino se negó a contemplar la posibilidad de una retirada militar si no se le garantizaba que las negociaciones directas desembocarían en una transmisión de soberanía.
El 21 de mayo, unos días después de que concluyeran los esfuerzos de Naciones Unidas, sin que se produjera ningún avance, las tropas británicas desembarcaron en San Carlos (en la Gran Malvina). El desembarco se llevó a cabo con éxito, pero durante los días siguientes no cesaron los ataques aéreos contra los buques británicos que trataban de desembarcar suministros en tierra. Fueron hundidos tres buques de guerra y un mercante, el Atlantic Conveyor, varios helicópteros se perdieron y numerosos aviones argentinos fueron derribados.
El principal combate en tierra, después del desembarco, se produjo el 28 de mayo, cuando un contingente británico formado por 600 hombres derrotó a una guarnición argentina mayor en número en Goose Green (en Malvina del Sur), tras un duro enfrentamiento. Los británicos avanzaron hacia la principal guarnición argentina que estaba situada en la capital, Port Stanley (Puerto Argentino), y el 8 de junio se produjo su mayor desastre, cuando el buque de transporte, Sir Galahad, fue destruido por aviones argentinos en Port Fitzroy.
Poco a poco, mediante ataques combinados de artillería e infantería para acabar con la intermitente y mal equipada resistencia argentina, los británicos tomaron las tierras altas que rodean Port Stanley (Puerto Argentino). El 14 de junio, la guarnición argentina, a las órdenes del general Menéndez, se rindió.
En la OEA, 17 países reconocieron los derechos argentinos sobre las Malvinas y condenaron a Washington por su apoyo a la agresión extracontinental, violatorio del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).
La Junta Militar que controlaba el poder en Argentina dimitió poco después de la derrota. Convocó a elecciones generales para el 30 de octubre de 1983, y designó al general Reynaldo Bignone para ejercer la presidencia hasta la entrega del gobierno. Las islas fueron fortificadas por los británicos, manteniendo su carácter de colonia, aunque a sus habitantes se les concedió la plena ciudadanía británica.

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