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lunes, 24 de septiembre de 2012

Sobre Adolf Hitler


Su juventud y sus comienzos en la política
Hitler nació en Braunau am Inn (Austria) el 20 de abril de 1889 y era hijo de un modesto funcionario de aduanas y de una campesina. Fue un estudiante mediocre y jamás llegó a finalizar la enseñanza secundaria. Solicitó el ingreso en la Academia de Bellas Artes de Viena, pero no fue admitido por carecer de talento. Permaneció en esa ciudad hasta 1913, donde vivió gracias a una pensión de orfandad, y más tarde comenzó a obtener algunos ingresos de los cuadros que pintaba. Leía con voracidad obras que alimentaban tanto sus convicciones antisemitas y antidemocráticas como su admiración por el individualismo y el desprecio por las masas.
Hitler se encontraba en Munich cuando comenzó la Primera Guerra Mundial y se alistó como voluntario en el Ejército bávaro. Demostró ser un soldado entregado y valiente, pero la más alta graduación que consiguió fue la de cabo, debido a que sus superiores consideraban que carecía de dotes de mando. Tras la derrota de Alemania en 1918, regresó a Munich y permaneció en el Ejército hasta 1920. Fue nombrado oficial de instrucción y se le asignó la tarea de inmunizar a los soldados a su cargo contra las ideas pacifistas y democráticas. Se unió al Partido Obrero Alemán, de signo nacionalista, en septiembre de 1919, y en abril de 1920 le dedicaba ya todo su tiempo. En esa época, había sido rebautizado como Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo (conocido abreviadamente como partido nazi) y Hitler fue elegido en 1921 su presidente (Führer) con poderes dictatoriales.

Ascenso de Hitler, surgimiento del nazismo y 2ª Guerra Mundial


El resultado de la Primera Guerra Mundial fue decepcionante para la gran potencia derrotada: Alemania. La grave crisis económica y social generada promueve el ascenso de Adolf Hitler y el surgimiento del nazismo.
La situación de Alemania tras la Primera Guerra Mundial
El resultado de la Primera Guerra Mundial fue decepcionante para la gran potencia derrotada: Alemania.
Alemania, que había adoptado un régimen republicano tras la disolución del Imperio al final de la guerra, quedó excluida de las conversaciones que desembocaron en el Tratado de Versalles en 1919.
El desarme y las reparaciones de guerra
Según lo estipulado en el Tratado de Versalles, y siguiéndose en lo básico los Catorce Puntos, o directrices pautadas por el presidente estadounidense, Woodrow Wilson, Alemania tuvo que suprimir el servicio militar obligatorio, reducir su Ejército a 100.000 hombres, desmilitarizar todos los territorios situados en la orilla izquierda del río Rin y los del margen derecho en una franja de 50 km de ancho, dejar de importar, exportar y prácticamente producir material de guerra, limitar sus fuerzas navales a 36 buques de superficie (no se le permitió mantener submarinos) y el personal naval a 15.000, quedándole prohibida la aviación militar.
Alemania también aceptó que el antiguo emperador Guillermo II fuera juzgado por un tribunal internacional bajo la acusación de haber cometido "un delito supremo contra la moralidad internacional", pero el juicio nunca llegó a celebrarse.
Los aliados estaban determinados a recibir compensaciones por sus pérdidas y asegurarse de que su enemigo nunca volvería a constituir una amenaza. Por consiguiente, Alemania perdió Alsacia y Lorena a favor de Francia y Prusia Occidental pasó a Polonia, creándose el corredor de Danzig entre Alemania y Prusia Oriental. También perdió sus colonias y tuvo que ceder sus instalaciones siderúrgicas, líneas ferroviarias y barcos mercantes, así como su fuerza naval, y someterse a la ocupación aliada de Renania durante 15 años.
Los alemanes tuvieron que aceptar la plena responsabilidad como causante de la guerra y, consecuentemente, pagar cuantiosas indemnizaciones en concepto de reparaciones de guerra. Estas últimas provisiones, en particular, causaron rencor entre la población; los alemanes no se consideraron más culpables que otros y no podían pagar todo lo que se les demandó.
Ese profundo resentimiento en la población dio lugar a la aparición de numerosos grupos nacionalistas que demandaban la revisión del tratado, y que servirían de soporte para el ascenso al poder en la década de 1930 del Partido Nacional Socialista.
El Tratado de Versalles, comprensible desde el punto de vista aliado, no aseguró una paz duradera. Alemania ni fue aplastada por completo ni fue reintegrada en la comunidad internacional. En su lugar, al aceptar el Tratado, el nuevo gobierno quedó desacreditado ante sus ciudadanos, lo que paralizó sus oportunidades de éxito.
La República de Weimar
En Weimar en 1919, una asamblea nacional, con mayoría del Partido Socialdemócrata, redactó una Constitución democrática para el nuevo Estado alemán. Pero las expectativas de la República de Weimar se apagaron. Para la mayor parte de los alemanes el gobierno ahondó el estigma de la derrota militar y defendieron la revisión de las condiciones impuestas en el Tratado de Versalles. Además, contaba con la abierta oposición de los militaristas conservadores y los socialistas revolucionarios. Ambos grupos intentaron frecuentemente derrocar al gobierno, como en el putsch de Kapp (1920) y el alzamiento espartaquista en 1920 dirigido por Karl Liebknecht y Rosa de Luxemburgo.
La situación económica hizo empeorar la situación. A causa de que Alemania no podía cumplir con los requerimientos de las reparaciones, Francia invadió el Ruhr en 1923 para explotar las minas de carbón. El gobierno alemán incitó a los trabajadores a resistirse pasivamente, garantizando sus salarios mediante la emisión desmesurada de papel moneda. La inflación resultante acabó con los ahorros, pensiones, seguros y otras formas de ingresos favoreciendo las condiciones para un estallido social que podía destruir los elementos más estables en Alemania.
Ayudado por el Plan Dawes (1924), que revisó la cuantía y modalidad de pago de las reparaciones de guerra y proporcionó préstamos del exterior, el ministro alemán Gustav Stresemann reorganizó el sistema monetario e impulsó la producción industrial.
Durante cinco años Alemania disfrutó de una estabilidad social y prosperidad relativas; en 1926, se incorporó a la Sociedad de Naciones. Sin embargo, la crisis económica mundial de 1929 sumió al país una vez más en el desastre. Millones de desempleados, desilusionados por la democracia capitalista, dirigieron sus esperanzas hacia el Partido Comunista Alemán (KPD) y al Partido Nacionalsocialista (nazi) dirigido por Adolf Hitler.
Adolf Hitler y el III Reich
El ascenso al poder
Hitler, un antiguo cabo del Ejército, odiaba a los aristócratas, los capitalistas, los comunistas y los liberales, así como a los judíos y a todos aquellos que no pertenecieran a la raza aria.
Hitler difundió su doctrina de odio racial y desprecio por la democracia en los numerosos mítines que organizó y, mientras tanto, las organizaciones paramilitares del partido aterrorizaban a sus enemigos políticos. No tardó en convertirse en una figura clave de la política de Baviera gracias a la colaboración de oficiales de alta graduación y empresarios adinerados.
En noviembre de 1923, en un momento de caos político y económico, encabezó una rebelión (putsch) en Munich contra la República de Weimar, en la cual se autoproclamó canciller de un nuevo régimen autoritario. No obstante, el conocido "putsch de Munich" fracasó por falta de apoyo militar.
Hitler fue sentenciado a cinco años de prisión como líder del intento de golpe de Estado, y dedicó los ocho meses de condena que cumplió a redactar su autobiografía: "Mein Kampf" (Mi lucha).
Fue liberado como consecuencia de una amnistía general en diciembre de 1924, y reconstruyó su partido sin que ninguno de los representantes del gobierno al que había intentado derrocar pretendiera impedirlo.
Durante la crisis económica de 1929, muchos alemanes aceptaron su teoría que explicaba la crisis como una conspiración de judíos y comunistas. Hitler consiguió atraer el voto de millones de ciudadanos prometiendo reconstruir una Alemania fuerte, crear más puestos de trabajo y devolver la gloria nacional. La representación del partido nazi en el Reichstag (Parlamento) pasó de 12 diputados en 1928 a 107 en 1930.
El partido continuó creciendo durante los dos años siguientes, aprovechando la situación creada por el aumento del desempleo, el temor al comunismo y la falta de decisión de los rivales políticos del Führer frente a su confianza en sí mismo. Para reforzar su mensaje, las SA (Sturm Abteilung) atacaron a comunistas, judíos y miembros de otros partidos.
En medio de la depresión económica, las elecciones de 1932, hicieron de los nacionalsocialistas el partido con mayor representación en el Reichstag.
En 1933, con el apoyo de elementos de extrema derecha, Hitler fue elegido canciller. Para asegurarse el poder supremo, Hitler convocó nuevas elecciones. Al culpar del incendio del edificio del Reichstag a los comunistas, ilegalizó al KPD. En el nuevo Parlamento los nacionalsocialistas, los nacionalistas y el Partido del Centro Católico aprobaron la Ley de Poderes Especiales permitiendo a Hitler controlar todos los aspectos de la vida alemana, lo que hizo durante cuatro años.
Armado con este poder, Hitler creó el III Reich, como denominó al nuevo Estado alemán. Miembros del partido nazi monopolizaron los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, el Ejército fue controlado y Hitler perpetuó su hegemonía al convertirse en jefe del Estado tras la muerte de Paul von Benckendorff Hindenburg; se redactó un nuevo sistema judicial y se proclamó comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
Se ilegalizaron todos los partidos políticos excepto el nacionalsocialista. Las huelgas se prohibieron y las personas desempleadas eran inscritas en campos de trabajo o se alistaban al Ejército.
En el terreno económico, el III Reich buscó ser económicamente autosuficiente. Se constituyó un ejército profesional y se estableció el reclutamiento obligatorio para todos los ciudadanos alemanes con el fin de llevar a cabo el plan de expansión territorial de Hitler. Se estableció un planificado sistema de propaganda en el que se organizaban gigantescos mítines para galvanizar al público alemán y se controló el sistema educativo.
A través de la organización juvenil del partido, las juventudes hitlerianas, también el adoctrinamiento llegó a los niños. El sistema propagandístico contó con el apoyo de la Gestapo, un cuerpo policial secreto creado para reprimir a la oposición y aislar a los judíos, que operaban sin limitaciones civiles; y las Schutzstaffel (SS), originalmente una guardia personal de Hitler, que se incrementó hasta convertirse en un organismo dotado de una compleja burocracia con poderes militares y policiales.
Algunos alemanes desdeñaron las palabras y actuaciones de Hitler, incluso se opusieron abiertamente al monopolio del poder por los nacionalsocialistas, pero otros muchos aceptaron sus puntos de vista sobre la superioridad de la raza aria y la necesidad de ampliar el territorio alemán.
La política de exterminio
En un principio fueron los judíos quienes sufrieron leyes discriminatorias, privados de la ciudadanía, y excluidos de actividades civiles y profesionales. Se expropiaron y vendieron las empresas judías por debajo de su valor, que pasaron a ser de los no judíos. La noche del 9 de noviembre de 1938, los nacionalsocialistas mataron a más de 90 judíos, destrozaron miles de tiendas e incendiaron sinagogas durante la denominada "Noche de los Cristales rotos". Cientos de miles de judíos huyeron del país.
A comienzos de 1933, el primer campo de concentración nazi se construyó para encarcelar a numerosos grupos de oponentes políticos y otros considerados como elementos antisociales por el régimen nazi: judíos, gitanos, homosexuales, comunistas, disidentes religiosos, testigos de Jehová y prostitutas. Los prisioneros debían realizar trabajos forzosos: cuando no podían trabajar más eran asesinados en cámaras de gas, por medio de inyecciones letales o fusilados. Los enfermos servían para realizar 'experimentos médicos'. Los campos incrementaron en tamaño y número durante la guerra e intensificaron progresivamente su actividad exterminadora, especialmente al final del conflicto, cuando Hitler decidió aplicar a la cuestión judía la llamada 'solución final'.
Cuando Alemania ocupó Polonia en setiembre de 1939, los judíos polacos fueron asesinados o aislados en guetos, donde murieron gran número de ellos a causa del hambre o de enfermedad.
Las conquistas de Francia, Bélgica, Países Bajos, Noruega, Dinamarca, Yugoslavia y Grecia provocaron que cientos de miles de judíos estuvieran bajo el dominio nazi. Al invadir a la Unión Soviética en junio de 1941, el Ejército alemán era seguido por brigadas de la muerte formadas especialmente, las cuales mataron a casi un millón de judíos en el territorio ruso. Se construyeron centros de exterminación para matar a poblaciones enteras: millones de judíos y miles de gitanos y prisioneros soviéticos fueron ejecutados.
Aunque hubo colaboradores en los territorios ocupados que ayudaban a los nazis, la resistencia a su política fue importante. Antes de la ocupación alemana, Bulgaria, Hungría, Finlandia e Italia rechazaron deportar judíos; existía una actividad guerrillera general en los territorios ocupados, y se produjeron levantamientos armados de judíos en Tarnow, Radom, Bedzin, Bialystok y otros lugares, así como en el campo de Sobibor.
En 1943, durante tres semanas, los 65.000 judíos que permanecían en el gueto de Varsovia lucharon contra la policía alemana que intentaba llevar a cabo una redada completa. Hacia el final de la guerra, los judíos muertos ascendían a unos seis millones en lo que se conoció como el holocausto.
Segunda Guerra Mundial
Las amenazas de Hitler pretendían que las potencias europeas revisaran las fronteras de Alemania. Su objetivo de unir a todos los alemanes mediante la conquista de un "espacio vital" no parecía irracional para algunos estadistas, quienes comprendieron que el Tratado de Versalles era demasiado duro para Alemania. Al mismo tiempo, consideraron que las demandas de Hitler no eran lo suficientemente graves como para provocar el estallido de una nueva guerra, por lo que no intervinieron para frenar su política agresiva.
Alemania abandonó la Sociedad de Naciones en 1933 y comenzó a rearmarse en 1935 rompiendo lo pactado; en 1936 volvió a ocupar Renania.
Alemania firmó el Pacto Anti-Komintern con Japón y formó una alianza con la Italia fascista, creando el Eje Roma-Berlín-Tokio. En 1939, declaró la unión con Austria. En Munich, ese mismo año, Gran Bretaña, Francia e Italia accedieron a la demanda de Hitler de ocupar la región de los Sudetes en Checoslovaquia con mayoría de población alemana, bajo la promesa de que Alemania quedaría satisfecha en sus pretensiones territoriales.
Las potencias occidentales, interesadas en la aniquilación del estado comunista, no frenaban la amenaza alemana hacia Europa Oriental.
Por otro lado, el gobierno soviético, ocupado en una guerra fronteriza contra Japón en el Extremo Oriente y alarmado ante los progresos alemanes en Occidente, temía verse envuelto en una guerra a dos frentes.
En marzo de 1939 las tropas alemanas, a través de los Sudetes, penetraron en Checoslovaquia y tomaron rápidamente el pleno control del territorio.
Debido a toda esta situación la Unión Soviética inició negociaciones secretas con Alemania para establecer un pacto de no-agresión entre ambos estados -conocido como Pacto Germano-soviético, o también Pacto Ribbentrop-Molótov-, en tanto que continuaban las conversaciones iniciadas anteriormente con Francia y Gran Bretaña para firmar una alianza contra Alemania. Los dos países ganaban tiempo para armarse cuando llegara el momento.
El 1 de setiembre, la invasión alemana de Polonia llevó a Francia y Gran Bretaña a declarar la guerra a Alemania. Así comenzó la Segunda Guerra Mundial.
La Unión Soviética anticipando la jugada, lleva adelante una serie de pactos y anexiones para asegurar sus fronteras. La ocupación del este de Polonia fue la primera de una serie de anexiones territoriales que afectaron a Estonia, Letonia, Lituania, Carelia, Besarabia y la parte septentrional de Bucovina. Los pactos de no-agresión impuestos por la URSS a los países bálticos le dieron el derecho a estacionar tropas en dichos territorios.
En el verano de 1940, Hitler decretó la preparación de la agresión a la URSS. En octubre del mismo año, los alemanes entraron en Rumania y, luego, en Bulgaria. Tras ocupar Yugoslavia, grandes contingentes de tropas germanas invadieron Grecia, y salieron a su litoral meridional.
Las etapas de la guerra
Durante la fulgurante "guerra relámpago", las divisiones mecanizadas alemanas arrollaron a las mal equipadas tropas polacas, ocupando el oeste de Polonia.
Alentados por el éxito, en 1940 Alemania invadió y ocupó Dinamarca, Noruega, los Países Bajos y Francia, cuyas defensas rápidamente se vinieron abajo; las tropas británicas y francesas fueron evacuadas apresuradamente desde Dunkerque hacia Gran Bretaña. Hitler entonces bloqueó este país con submarinos y bombardeó el territorio británico con su nueva fuerza aérea. Mientras firmó un pacto de ayuda militar de diez años con las otras potencias del Eje, Italia y Japón.
En 1941, para ayudar a las titubeantes fuerzas italianas, envió tropas al norte de África, Grecia y Yugoslavia. Para llevar a cabo su idea de "espacio vital", y a pesar del pacto de no agresión germano-soviético, invadió la Unión Soviética por sorpresa. Como los soviéticos se retiraron hacia el este, los ejércitos alemanes ocuparon la rica Ucrania.
En este momento, Hitler era el dueño del continente europeo.
En 1942, sin embargo, Gran Bretaña todavía resistía y Estados Unidos, que había entrado en la guerra después del ataque japonés a Pearl Harbor, estaba enviando suministros a británicos y soviéticos. Hitler entonces ordenó la movilización total de hombres y recursos. Por toda Europa (en especial los pueblos considerados inferiores, como eslavos y judíos) fueron exterminados o se vieron obligados a trabajar en las industrias de guerra alemanas, mientras que sus países sufrían la requisa de alimentos y materias primas.
En 1943, la situación varió. La ofensiva soviética condujo gradualmente a las tropas alemanas hacia el oeste. Las fuerzas del Eje en África del Norte fueron derrotadas e Italia fue invadida. La misma Alemania, desde 1942, comenzó a ser bombardeada de forma intensiva. Aunque la derrota era inevitable, Hitler rehusó rendirse. El resultado de la guerra se aclaró más cuando los soviéticos avanzaron en forma inexorable y las fuerzas británicas y estadounidenses desembarcaron en Normandía en 1944.
Hitler se suicidó antes de que los tanques soviéticos entraran en abril de 1945 en Berlín.

domingo, 23 de septiembre de 2012

La crisis del 29


Tras la Primera Guerra Mundial, cuando los gobiernos comienzan a reorganizar sus economías, ocurre lo peor. En Estados Unidos de América -con una prosperidad sin parangón- cae la Bolsa de Nueva York, y el mundo entero entra en crisis. 

Europa entre las dos guerras. Tendencias económicas y sociales


El cambio más sorprendente que se produjo en la economía mundial en los años siguientes a la Primera Guerra Mundial fue el descenso de la participación europea en el comercio internacional.
El comercio mundial antes de 1914 se fundaba en el intercambio de artículos manufacturados europeos por productos no elaborados de otros continentes: alimentos y materias primas. Hasta 1914, el crecimiento económico europeo tendió a un aumento de la demanda de materias primas, lo cual permitió un mayor estímulo y desarrollo de la industria europea.
Con la Primera Guerra Mundial, esa carrera se corta y se subvierten los términos; la dificultad de colocar manufacturas y la necesidad de comprar productos de primera necesidad estimula en muchos países el nacimiento de la industria, y un aumento en la exportación fundamentalmente de productos agrícolas.
Las exportaciones europeas, que entre los años 1909 y 1913 cubrían el 30% de la exportación mundial, pasaron -entre 1925 y 1938- a cubrir el 25% de la misma.
En América Latina, por ejemplo, se produjo un importante crecimiento fabril y agrícola, que no fue generado por una política planificada hacia el desarrollo nacional, sino que surgió del propio sistema agro-exportador, para dar respuesta al desequilibrio provocado por la caída del comercio exterior.
Finalizada la guerra, los países europeos se encontraron con que algunos de sus mercados tradicionales estaban menos dispuestos que antes a aceptar sus productos, mientras que los países productores de materias primas se encontraron con un descenso de precios de sus propias exportaciones, especialmente alimentos, a medida que la agricultura europea se restablecía.
.El aumento de la competencia fundamentalmente estadounidense tuvo lugar durante la guerra, pero continuó después de la misma.
En Estados Unidos, los industriales norteamericanos habían desarrollado nuevas técnicas de producción, especialmente la producción en serie, y nuevos tipos de productos, de tal manera que la producción de los Estados Unidos no sólo aumentaba en su totalidad, sino que la demanda de sus exportaciones crecía más que proporcionalmente. El ejemplo más claro es el de la industria automovilística; en 1929 los Estados Unidos exportaban tres veces más automóviles particulares y vehículos comerciales que Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia juntas.
En 1929, la exportación de maquinaria estadounidense era dos veces y media superior a la de 1913, mientras que las exportaciones de Europa occidental sólo habían crecido una quinta parte más o menos.
Sin embargo, Estados Unidos no desempeñaba en la economía mundial el mismo papel que los países occidentales europeos antes de 1914, ya que eran ampliamente autosuficientes en alimentos, y relativamente autosuficientes en materias primas, y estaban protegidos por aranceles muy elevados.
Tras la guerra, los países europeos aplicaron diversas políticas tendientes a restablecer sus economías, y tras algunas interrupciones y períodos de inflación, se dio un progreso constante hasta los inicios de la Segunda Guerra Mundial.
"Jueves negro" El crack del '29
De todas las fluctuaciones económicas que se dieron en esta época, la más importante fue, sin duda, la que comenzó en Estados Unidos en 1929.
La prosperidad sin parangón que comenzó en los años 20 fue seguida de un brusco descenso. Entre 1921 y 1929, el producto nacional bruto aumentó de 62.500 a 93.600 millones de dólares en precios constantes.
En 1927, tras un periodo de fuertes inversiones en el extranjero y con una economía creciente, los financieros estadounidenses que operaban en Wall Street se centraron en el mercado interior.
A medida que compraban valores nacionales aumentaban los precios de las acciones y los títulos de valores estadounidenses. Cuanto más compraban, mayor era la subida de los precios, lo que atraía a un mayor número de inversores.
A mediados de 1929 nueve millones de estadounidenses (de una población de 122 millones) habían invertido sus ahorros en el mercado de valores. Muchos de estos inversionistas habían colocado todos sus ahorros en la Bolsa. Se crearon nuevas empresas con fines especulativos y, debido a la fe ciega que se tenía en la capacidad del mercado para crear rendimientos espectaculares, sus acciones aumentaron de precio con rapidez.
Con el tiempo algunos financieros pensaron que tal vez fuera más rentable invertir en otros activos fuera de la Bolsa, por lo que empezaron a vender sus activos bursátiles.
Se inició un fuerte movimiento vendedor. El 23 de octubre se vendieron seis millones de acciones, a precios cada vez menores. Al día siguiente, el denominado "jueves negro", se vendió el doble.
El lunes se vendieron nueve millones de acciones; el precio de éstas había caído en más de 14.000 millones de dólares en menos de una semana. El "martes negro" colapsó la Bolsa; el precio de las acciones de las mayores empresas, como General Electric o Woolworth, también cayó.
Ese día se vendieron más de 16 millones de acciones, con una pérdida de valor superior a los 10.000 millones de dólares.
Lo ocurrido en Wall Street se reprodujo de una forma vertiginosa en las demás bolsas de Estados Unidos, desde Chicago hasta San Francisco.
Cuando los precios de las acciones se desmoronaron en Wall Street en 1929, los bancos estadounidenses empezaron a exigir el pago de los préstamos que habían concedido a otros países, al igual que a personas individuales que no podían devolverlos.
Al mismo tiempo, aquellas personas que tenían depositado el dinero en los bancos perdieron la confianza y empezaron a retirarlo. Al no tener dinero para devolver los depósitos, muchos bancos empezaron a quebrar.
La escasez de dinero implicaba que había menos dinero para invertir en las industrias y menos dinero para comprar productos agrícolas e industriales. Estas causas de la contracción de la demanda se vieron reforzadas y prolongadas por la crisis agrícola que contribuyó ampliamente a la crisis bancaria. Los precios agrícolas, que habían permanecido bajos en los últimos años de la década de los veinte, con la crisis industrial se desplomaron. Los agricultores, generalmente endeudados, tenían dificultades para pagar los intereses o se veían forzados a la bancarrota total. El resultado fue una serie de quiebras bancarias, principalmente de bancos locales, que condujo a una falta de confianza cada vez más generalizada y que, en marzo de 1933, amenazaba con arruinar incluso a los bancos más importantes, hasta que una legislación de urgencia consiguió evitar el peligro.
"La Gran Depresión" iniciada en octubre de 1929, y que se prolongó durante los primeros años de 1930, se extendió geográficamente desde Estados Unidos al resto del mundo capitalista.
Aunque muchos analistas pensaron al principio que se trataba de un ajuste pasajero del mercado, el crack de Wall Street marcó el inicio de la "Gran Depresión" de la década de 1930, sentando las bases para la adopción del programa del New Deal por Franklin D. Roosevelt en 1933.
La crisis provocó grandes tasas de desempleo y desocupación: catorce millones de personas en Estados Unidos, seis en Alemania y tres en el Reino Unido. En Australia la tasa de desempleo era incluso mayor que en Estados Unidos y el Reino Unido juntos. Se estima que la quinta parte de la población británica vivía por debajo del umbral de pobreza a mediados de la década de los años 30. La hiperinflacción se apoderó de la economía alemana, no pudiendo pagar las enormes reparaciones de guerra impuestas tras la Primera Guerra Mundial. En otros países los conflictos sociales iban en aumento.
En América Latina se produjo una violenta reducción de las exportaciones y, como consecuencia, hizo caer también las importaciones, incidiendo de forma muy negativa en economías pujantes como la argentina, la mexicana o la brasileña.
La elección en Estados Unidos para presidente a Franklin D. Roosevelt y el establecimiento del New Deal en 1932 permitió recuperar la confianza en Estados Unidos y marcó el principio del fin de la Depresión. Sin embargo, en Alemania, la desaparición de la financiación exterior, a principios de la década de 1930, y el consiguiente aumento de las dificultades económicas, dieron lugar a la aparición del nazismo y el ascenso al poder de Adolf Hitler. En otros países, aparecieron grupos políticos de tendencia fascista o totalitaria que acabaron por triunfar amparados relativamente en la estela de la Gran Depresión.
En muchos países la Gran Depresión provocó un cambio en las actitudes políticas y en la actuación de los gobiernos a favor de medidas promotoras del estado del bienestar. Pero la Gran Depresión también creó las condiciones para que estallara la Segunda Guerra Mundial.

El fascismo en otros países


El régimen de Mussolini facilitó el modelo de fascismo característico de las décadas de 1920 y 1930. La Gran Depresión y el fracaso de los gobiernos democráticos al abordar las consecuentes dificultades económicas y el desempleo masivo, alimentaron la aparición de movimientos fascistas en todo el mundo. Sin embargo, el fascismo en los otros países se diferenciaba en ciertos aspectos de la modalidad italiana.
El nacionalsocialismo alemán era más racista; en Rumania, el fascismo se alió con la Iglesia ortodoxa en vez de con la Iglesia católica romana. En España, el grupo fascista radical Falange Española fue originariamente hostil a la Iglesia católica romana, aunque después, bajo la dirección del dictador Francisco Franco, se unió a elementos reaccionarios y pro-católicos.
El gobierno autoritario militar de Japón se parecía mucho al de la Alemania nazi. Dirigido por los militares ensalzaba las virtudes guerreras tradicionales y una devoción absoluta al emperador divino. Al igual que sus correligionarios alemanes, los japoneses lanzaron una fanática ofensiva hacia la expansión a través de conquistas militares.
En Francia el fascismo estaba dividido en varios movimientos. Mientras que en la mayoría de los casos el fascismo prosperó en países que estaban atrasados en el plano económico o marcados por fuertes tradiciones políticas autoritarias, el fascismo galo avanzó en una de las democracias europeas más consolidadas. En 1934 unas 370.000 personas pertenecían a las diferentes organizaciones fascistas francesas, tales como Jeunesses Patriotes (Juventudes Patrióticas), Solidarité Française (Solidaridad Francesa), Croix de Feu (Cruz de Fuego), Action Française (Acción Francesa) y Francistes (Francistas). Más de 100.000 de entre ellos se congregaban en París.
En Gran Bretaña, la Unión de Fascistas Británicos, de Oswald Mosley, disfrutó de un breve apogeo de publicidad desde su formación en 1932 hasta su colapso definitivo en 1936 cuando se prohibieron los uniformes paramilitares, pero tuvo poco apoyo público. Del mismo modo, el fascismo belga tuvo su punto álgido en la primera mitad de la década de 1930 y se reanimó por poco tiempo bajo la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. En Noruega, el fascismo atrajo a algunos simpatizantes notables como Vidkun Quisling y el premio Nobel de Literatura Knut Hamsun, pero del mismo modo necesitó de la ocupación alemana para disfrutar de algún poder político.
El fascismo disfrutó de un mayor éxito en el periodo de entreguerras en los países del este y del sur de Europa. En Austria Engelbert Dollfuss, canciller desde 1932, disolvió la República austriaca y dirigió un régimen proto-fascista en alianza con Mussolini hasta que fue asesinado en 1934 por militantes nacionalsocialistas que pretendían la unión con la Alemania nazi. El régimen personal que estableció Miklós Horthy en Hungría, en 1920, precedió en realidad a Mussolini en Italia como la primera dictadura nacionalista de entreguerras pero Horthy no era totalmente un fascista y los fascistas húngaros sólo consiguieron el poder bajo la ocupación alemana, de 1944 a 1945.
En Rumania, un fuerte antisemitismo inspiró un violento movimiento llamado la Guardia de Hierro, que convulsionó la política del país desde la década de 1920 hasta su aniquilación por el Ejército rumano bajo Ion Antonescu durante la contienda civil que siguió a la abdicación del rey Carol II en 1940.
Los fuertes antagonismos culturales y religiosos en Croacia y Bosnia llevaron a la creación de la Ustacha - un grupo fascista católico que, bajo los auspicios del Eje, llevó a cabo terribles pogromos de judíos y serbios ortodoxos desde 1941 hasta 1945.
El régimen dictatorial impuesto por António de Oliveira Salazar en Portugal en 1932 poseía notables características fascistas, sin exhibir el totalitarismo extremo del nazismo o de movimientos de otros lugares.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

1939. Primer fármaco antibacteriano



1939. El bacteriólogo y patólogo alemán Gerhard Domagk es galardonado con el Premio Nobel por el descubrimiento del primer fármaco antibacteriano. Sin embargo, tuvo que rechazarlo por orden del gobierno de Hitler.

Gerhard Domagk (1895-1964),demostró en 1932, los efectos antibacterianos de una sulfonamida, llamada prontosil, en ratones con infecciones de estreptococos.
El prontosil es un tinte azoico sintético, también conocido como sulfamidocrisoidina. Se ha demostrado que la droga se disocia en el organismo liberando un radical sulfonamida, que es el que tiene el efecto antibacteriano buscado.
Domagk fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1939, pero no pudo recibirlo hasta 1947, dado que Hitler había prohibido a los ciudadanos alemanes aceptarlo. Tras la Segunda Guerra Mundial, Domagk continuó con sus trabajos de quimioterapia, introdujo el uso de la tiosemicarbazona en el tratamiento de la tuberculosis, y también realizó trabajos en el campo de la quimioterapia contra el cáncer.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Literatura de entreguerras: literatura alemana e inglesa



La mayor parte de los movimientos que se dieron a nivel de la pintura y la escultura, tuvieron también su expresión en la literatura de entreguerras. Citamos aquí algunos ejemplos que por el momento histórico o por su repercusión ejercieron una influencia decisiva en las generaciones posteriores.

Literatura alemana
Las actitudes antibelicistas después de la Primera Guerra Mundial encontraron expresión en las obras de Ernst Toller, Fritz von Unruh y otros.
Georg Kaiser, en su inmensa producción dramática, fue un especialista en el diálogo epigramático, que resultaba muy apropiado para la naturaleza abstracta y simbólica de sus personajes. Carl Zuckmayer, quizás el dramaturgo más popular de su generación, se hizo especialmente famoso por sus vivaces caracterizaciones. Entre sus obras más conocidas están el drama "El capitán de Köpenick" (1931) y el guión para "El ángel azul" (1930), el film de Josef von Sternberg.
El movimiento expresionista produjo algunos poetas de gran originalidad. Su tema central era la crisis de los valores individuales y colectivos, como aparece en los poemas de Georg Trakl, llenos de nostalgia y soledad; o los de Georg Heym, que expresaban la desesperación ante la miseria y la soledad de la vida urbana. Franz Werfel, escritor austriaco, el poeta más importante del expresionismo, escribió sobre su nostalgia de una armonía entre los hombres y la naturaleza.
Los más importantes novelistas alemanes -Thomas Mann, Hermann Hesse y Franz Kafka-, mantuvieron su línea de crítica y desesperación ante la situación de resquebrajamiento y desintegración de la vieja Europa.
Thomas Mann, ácido opositor al nacionalsocialismo, abandonó Alemania en 1933, y varios de los cuatro volúmenes de "José y sus hermanos" (1933-1944) los acabó en el exilio. Su desesperación ante el destino de Alemania y su preocupación por el artista creador están elocuentemente retratados en "Doctor Faustus" (1947), un estudio de la vida cultural alemana durante el apogeo del nacionalsocialismo.
El conflicto entre el artista radical, como lo concebía Nietzsche, y una sociedad cada vez más materialista y militarista alcanzó su fase extrema durante la década de los años treinta. El ascenso del nacionalsocialismo y el gobierno totalitario de Adolf Hitler destruyeron virtualmente la cultura alemana.
Los nazis impusieron en la literatura un realismo trivial y un fanatismo nacionalista. Muchos escritores se vieron obligados a abandonar Alemania víctimas de la persecución o porque no querían vivir bajo una dictadura opresiva. Durante este periodo la única literatura alemana significativa fue producida por escritores exiliados de su país natal entre ellos, por ejemplo, Thomas Mann y la poetisa sueco-alemana Nelly Sachs, coganadora del Premio Nobel de Literatura en 1966, que vivió en el exilio desde 1940 y continuó escribiendo en alemán. "Oh, las chimeneas", su poema más famoso, es un emotivo testimonio de la tragedia de los judíos bajo el nazismo.

Literatura inglesa
Entre los novelistas y autores de relatos, Aldous Huxley es uno de los que expresan mejor la sensación de desesperanza del periodo posterior a la Primera Guerra Mundial en "Contrapunto" (1928), una novela escrita con una técnica que supone una ruptura con respecto a las narraciones realistas previas.
Mucho más experimentales y heterodoxas fueron las novelas del irlandés James Joyce. En su novela "Ulises" (1922) se centra en los sucesos de un solo día y los relaciona con patrones temáticos basados en la mitología griega.
Stephen Dedalus observó a través de la vidriera en forma de tela de araña cómo los dedos del lapidario comprobaban una cadena desgastada por el tiempo. El polvo ensuciaba la vidriera y los estuches formando una tela de araña. El polvo oscurecía los laboriosos dedos con sus uñas de buitre. El polvo dormía en desgastados aros de bronce y plata, rombos de cinabrio, sobre rubíes, rocas leprosas y oscuras como el vino.

Todas nacidas en la oscura y agusanada tierra, frías chispas de fuego, malvadas luces brillando en la oscuridad. Donde los arcángeles caídos arrojaron las estrellas de sus frentes. Embarrados hocicos de cerdo, manos, raíz y raíz, las agarran y se las sacan.


En "Finnegans Wake" (1939), Joyce va más allá creando todo un vocabulario nuevo a partir de elementos de muchos idiomas para crear una narración de asuntos domésticos entrelazada con muchos mitos y tradiciones. De algunos de estos experimentos participan las novelas de Virginia Woolf, cuyas "Mrs Dalloway" (1925) y "Al faro" (1927) expresan la complejidad y evanescencia de la vida experimentada a cada momento. Ivy Compton-Burnett atrajo a menos lectores con sus originales disecciones de las relaciones familiares, narradas casi siempre con escuetos diálogos, como ocurre con "Hermanos y hermanas" (1929) y "Padres e hijas" (1941).
De la siguiente generación de poetas, identificados con la conciencia popular y las agitaciones sociales de los años treinta, los más conocidos son W. H. Auden, Stephen Spender y C. Day Lewis. El experimentalismo continuó en la poesía de metáforas exuberantes del escritor galés Dylan Thomas, cuyo amor casi de carácter místico por la vida y su comprensión de la muerte quedan expuestos en algunos de los poemas más hermosos de mediados de siglo.

IN MY CRAFT OR SULLEN ART (EN MI OFICIO U HOSCO ARTE)
Dylan Thomas
In my craft or sullen art
Exercised in the still night
When only the moon rages
And the lovers lie abed 
With all their griefs in their arms,
I labour by singing light
Not for ambition or bread
Or the strut and trade of charms
On the ivory stages
But for the common wages
Of their most secret heart
Not for the proud man apart
From the raging moon I write
On these spindrift pages
Nor for the towering dead
With their nightingales and psalms
But for the lovers, their arms
Round the griefs of the ages,
Who pay no praise or wages

Nor heed my craft or art.

En mi oficio u hosco arte
ejercido en la noche en calma
cuando sólo rabia la luna
y los amantes descansan
con sus penas en los brazos,
trabajo a la luz cantora
no por ambición ni pan
lucimiento o simpatías
en los escenarios de marfil
sino por el común salario
de su recóndito corazón
No para los soberbios aparte
de la rabiosa luna escribo
en estas páginas rociadas
por las espumas del mar
ni para los encumbrados muertos
con sus ruiseñores y salmos
sino para los amantes, sus brazos
abarcando las penas de los siglos,
que no elogian ni pagan ni
hacen caso de mi oficio o arte.



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