lunes, 10 de septiembre de 2012

Literatura de entreguerras: literatura estadounidense

Literatura estadounidense
Con el siglo XX tuvo lugar la revolución de las comunicaciones -cine, radio y, posteriormente, televisión-, por lo que los libros supusieron una fuente secundaria de diversión e ilustración. La sociedad estadounidense se hizo más móvil y homogénea, y la estética regionalista, la moda dominante del siglo XIX, fue decayendo, excepto en varios escritores sureños.
El brillo y los excesos de la 'edad del jazz' terminaron con el catastrófico hundimiento de la Bolsa en 1929 que dio origen a la 'década airada' de los años treinta.
Se produjeron numerosas novelas neo-naturalistas y de protesta social inspiradas por los rigores de la Gran Depresión. Desde 1930 a 1950, los novelistas Zora Neale Hurston y Arna Bontemps se ocuparon de modo realista de los aspectos sociales de su época. Las obras de John Steinbeck, como "Viñas de la ira" (1939) expresan desesperación.
La lucha de clases es el tema que sirve de base a la obra más importante del prolífico John O'Hara, la novela Cita en Samarra (1934). Dos trilogías monumentales, "Studs Lonigan" (1932-1935), de James Thomas Farrell, y "USA" (1930-1936), de John Dos Passos, están dominadas por la amargura y la ira. La intensidad de Thomas Wolfe en "El ángel que nos mira" (1929), expresa el tormento personal, así como un optimismo místico sobre Estados Unidos.
La intrincada narrativa de las novelas de William Faulkner de este periodo: "El ruido y la furia" (1929), "Santuario" (1931) y "El villorrio" (1940), combinan una oscura violencia y humor con su visión de la sociedad trágicamente convulsionada del sur posterior a la Guerra Civil.
Al mismo tiempo, los escritores estadounidenses empezaron a ejercer una influencia importante en la literatura mundial. Las formas literarias de este periodo fueron extremadamente variadas, y los autores de teatro, poesía y narrativa realizaron experimentos técnicos radicales.
Entre los escritores más importantes de esta generación podemos citar a Ernest Hemingway, y -fundamentalmente- a William Faulkner.

William Faulkner, (1897-1962), es uno de los novelistas estadounidenses más importantes de este siglo, famoso por sus cerca de veinte novelas en las que retrata el conflicto trágico entre el viejo y el nuevo sur de su país.
En 1924 publicó por su cuenta "El fauno de mármol", un libro de poemas poco originales. Al año siguiente viajó a Nueva Orleans donde trabajó como periodista y conoció al escritor de cuentos estadounidense Sherwood Anderson, que lo convenció para que escribiera acerca de la gente y los lugares que conocía mejor y lo ayudó a encontrar un editor para su primera novela, "La paga de los soldados" (1926).
De esta relación Faulkner hablará años más tarde:
"Aprendí de él más cosas (...) Aprendí que, para ser escritor, uno debe ser lo que es, lo que ha nacido para ser; que para ser un norteamericano y un escritor, no hay que rendirse necesariamente a cualquier imagen convencional norteamericana como la dolorosa Indiana y Ohio (alude a los cuentos de Winesburg) o los mataderos de Sandburg o la rana de Twain. Era preciso recordar lo que se es, solamente. 'Tiene que haber un punto de partida; después se empieza a aprender', me dijo. 'No importa el lugar, recuérdelo nomás y no se avergüence de él. Porque un punto de partida determinado es tan importante como cualquier otro. Usted es un muchacho del campo; lo único que conoce es ese trozo del Mississippi del que ha salido. También eso sirve. También eso es Estados Unidos; intente extirparlo, pequeño y desconocido como es, y todo se viene abajo, como cuando se quita un ladrillo de una pared.
-No en una pared revocada, dije yo.
-Sí, pero Estados Unidos no está revocado. Todavía lo están construyendo. Por eso un hombre con tinta en las venas a veces debe seguir moviéndose por todas partes, desplazarse y escuchar y mirar y aprender. Por eso personas ignorantes y sin instrucción como usted y yo no sólo tienen una oportunidad de escribir, sino que deben escribir. (...) Nunca será del todo ajustado, pero siempre queda otra oportunidad, siempre hay más tinta y más papel, y nuevas cosas para entender y contar. (...)"
Sobre la base de este consejo, Faulkner comenzó a escribir y a crear su propio universo personal.
Después de un breve viaje por Europa volvió a casa y comenzó a escribir su serie de novelas barrocas e inquietantes, ambientadas en el condado ficticio de Yoknapatawpha, que en lengua indígena significa "el agua corre lentamente a través de la tierra llana"; habitándolo con sus propios antepasados, indios, negros, oscuros ermitaños provincianos y  blancos pobres.
La primera de estas novelas, "Banderas en el polvo" (1929) -considerada como una de las mejores hasta por el propio escritor- fue rechazada por las casas editoriales aduciendo razones de extensión, carencia de argumento convincente y no progresión en la historia de los personajes. Finalmente fue aceptada con la condición de que se hicieran recortes drásticos. "Sartoris" como pasó a llamarse, perdió un cuarto del original, incluyendo el título. Faulkner aceptó la lógica de la máquina editorial y se limitó a guardar los restos.
A "Sartoris" le siguió "El sonido y la furia", novela que confirmó su madurez como escritor. Se casó con el amor de su infancia, Estelle Oldham, decidiendo establecer su casa y fijar su residencia literaria en el pequeño pueblo de Oxford. Aunque sus libros recibieron buenas críticas, sólo se vendió bien "Santuario" (1931). A pesar del sensacionalismo y brutalidad de la novela -que gira en torno a un gangster durante la ley seca, un impotente sexual inspirado en un modelo real, que rapta a una estudiante y a la que acaba alojando en un prostíbulo de Memphis, el Santuario del título- su tema es la corrupción y la fuerza demoledora de la desilusión. Gracias al éxito del libro encontró trabajo, bastante más lucrativo, como guionista de Hollywood. Esto compensó el escaso rendimiento de sus novelas, y le permitió darse un respiro para escribirlas.
Sus novelas son de modo indiscutible grandes relatos (el Mal, la Traición, el Destino, el Hombre, la Tierra) en un momento de supuesta caída de los grandes relatos.
Su obra, a primera vista, grave y densa, resulta apasionante a medida que el lector se interna en ella.
Para crear una atmósfera determinada, sus frases complejas y enrevesadas se alargan durante más de una página y, jugando con el tiempo de la narración, ensambla relatos, experimenta con múltiples narradores e interrumpe el discurso narrativo con divagantes monólogos interiores.
En 1946, el crítico Malcolm Cowley, preocupado porque Faulkner era poco conocido y apreciado, publicó "The portable Faulkner", libro que reúne extractos de sus novelas en una secuencia cronológica, dando a la saga de Yoknapatawpha una nueva claridad y poniendo así el genio del escritor al alcance de una nueva generación de lectores.
Esta novela casi experimental creó escuela y las letras hispoamericanas se vieron profundamente influenciadas desde un punto de vista formal, como puede descubrirse entre otros en la obra del argentino-chileno Manuel Rojas, los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes y el uruguayo Juan Carlos Onetti.
El hecho de que tras la Guerra Civil española cayera la censura sobre Faulkner, hizo que su obra -que había empezado a traducirse en 1930- tardara en publicarse de nuevo, pero aun así, muchos escritores tanto en el exilio como en España reflejan su influencia como Luis Martín Santos y, por supuesto, Juan Benet.
Las obras de Faulkner, que habían permanecido durante un largo tiempo lejos de las imprentas, comenzaron a reeditarse y empezó a considerársele no ya como una curiosidad regional sino como un gigante literario cuya mejor escritura iba mucho más allá de las tribulaciones y conflictos de su tierra natal.
Sus logros fueron reconocidos internacionalmente en 1949 al concedérsele el Premio Nobel de Literatura.  Continuó escribiendo, tanto novelas como cuentos, hasta su muerte en Oxford, el 6 de julio de 1962. Entre sus obras principales se encuentran "Mientras agonizo" (1930), "Luz de agosto" (1932), "¡Absalon, Absalon!" (1936), "Los invictos" (1938), "El villorrio" (1940), "Desciende Moisés" (1942), "Intruso en el polvo" (1948), "Una fábula" (1954, Premio Pulitzer de 1955), "La ciudad" (1957), "La mansión" (1959) y "Los rateros" (1962), también ganadora de un Premio Pulitzer.
Ernest Hemingway (1899-1961)
Novelista estadounidense cuyo estilo se caracteriza por los diálogos nítidos y lacónicos y por la descripción emocional sugerida. Su vida y su obra ejercieron una gran influencia en los escritores estadounidenses de la época. Muchas de sus obras están consideradas como clásicos de la literatura en lengua inglesa.
Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Illinois, en cuyo instituto estudió. Trabajó como reportero del Kansas City Star, pero a los pocos meses se alistó como voluntario para conducir ambulancias en Italia durante la Primera Guerra Mundial. Más tarde fue transferido al ejército italiano resultando herido de gravedad.
Después de la guerra fue corresponsal del Toronto Star hasta que se marchó a vivir a París, donde los escritores exiliados Ezra Pound y Gertrude Stein le animaron a escribir obras literarias. A partir de 1927 pasó largas temporadas en Key West, Florida, en España y en África. Volvió a España, durante la Guerra Civil, como corresponsal de guerra, cargo que también desempeñó en la Segunda Guerra Mundial. Más tarde fue reportero del primer Ejército de Estados Unidos. Aunque no era soldado, participó en varias batallas. Después de la guerra, Hemingway se estableció en Cuba, cerca de La Habana, y en 1958 en Ketchum, Idaho.
Hemingway utilizó sus experiencias de pescador, cazador y aficionado a las corridas de toros en sus obras. Su vida aventurera le llevó varias veces a las puertas de la muerte: en la Guerra Civil española cuando estallaron bombas en la habitación de su hotel, en la Segunda Guerra Mundial al chocar con un taxi durante los apagones de guerra, y en 1954 cuando su avión se estrelló en África. Murió en Ketchum el 2 de julio de 1961, disparándose un tiro con una escopeta.
Hemingway describe en sus primeros libros la vida de dos tipos de personas. Por un lado, hombres y mujeres despojados por la Segunda Guerra Mundial de su fe en los valores morales en los que antes creían, y que viven despreciando todo de forma cínica excepto sus propias necesidades afectivas. Y por otro, hombres de carácter simple y emociones primitivas, como los boxeadores profesionales y los toreros, de los que describe sus valientes y a menudo inútiles batallas contra las circunstancias.
Entre sus primeras obras se encuentran los libros de cuentos "Tres relatos y diez poemas" (1923), su primer libro "En nuestro tiempo" (1924), relatos que reflejan su juventud, "Hombres sin mujeres" (1927), libro que incluía el cuento 'Los asesinos', notable por su descripción de una muerte inminente, y "El que gana no se lleva nada" (1933), libro de relatos en los que describe las desgracias de los europeos.
La novela que le dio la fama, "Fiesta" (1926), narra la historia de un grupo de estadounidenses y británicos que vagan sin rumbo fijo por Francia y España, miembros de la llamada generación perdida del periodo posterior a la Primera Guerra Mundial.
En 1929 publicó su segunda novela importante, "Adiós a las armas", conmovedora historia de  amor entre un oficial estadounidense del servicio de ambulancias y una enfermera inglesa que se desarrolla en Italia durante la guerra.
Hemingway había explorado temas como la impotencia y el fracaso, pero al final de la década de 1930 empezó a poner de manifiesto su preocupación por los problemas sociales. Tanto su novela "Tener y no tener" (1937) como su obra de teatro "La quinta columna" (1938), condenan duramente las injusticias políticas y económicas.

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