domingo, 23 de septiembre de 2012

La crisis del 29


Tras la Primera Guerra Mundial, cuando los gobiernos comienzan a reorganizar sus economías, ocurre lo peor. En Estados Unidos de América -con una prosperidad sin parangón- cae la Bolsa de Nueva York, y el mundo entero entra en crisis. 

Europa entre las dos guerras. Tendencias económicas y sociales


El cambio más sorprendente que se produjo en la economía mundial en los años siguientes a la Primera Guerra Mundial fue el descenso de la participación europea en el comercio internacional.
El comercio mundial antes de 1914 se fundaba en el intercambio de artículos manufacturados europeos por productos no elaborados de otros continentes: alimentos y materias primas. Hasta 1914, el crecimiento económico europeo tendió a un aumento de la demanda de materias primas, lo cual permitió un mayor estímulo y desarrollo de la industria europea.
Con la Primera Guerra Mundial, esa carrera se corta y se subvierten los términos; la dificultad de colocar manufacturas y la necesidad de comprar productos de primera necesidad estimula en muchos países el nacimiento de la industria, y un aumento en la exportación fundamentalmente de productos agrícolas.
Las exportaciones europeas, que entre los años 1909 y 1913 cubrían el 30% de la exportación mundial, pasaron -entre 1925 y 1938- a cubrir el 25% de la misma.
En América Latina, por ejemplo, se produjo un importante crecimiento fabril y agrícola, que no fue generado por una política planificada hacia el desarrollo nacional, sino que surgió del propio sistema agro-exportador, para dar respuesta al desequilibrio provocado por la caída del comercio exterior.
Finalizada la guerra, los países europeos se encontraron con que algunos de sus mercados tradicionales estaban menos dispuestos que antes a aceptar sus productos, mientras que los países productores de materias primas se encontraron con un descenso de precios de sus propias exportaciones, especialmente alimentos, a medida que la agricultura europea se restablecía.
.El aumento de la competencia fundamentalmente estadounidense tuvo lugar durante la guerra, pero continuó después de la misma.
En Estados Unidos, los industriales norteamericanos habían desarrollado nuevas técnicas de producción, especialmente la producción en serie, y nuevos tipos de productos, de tal manera que la producción de los Estados Unidos no sólo aumentaba en su totalidad, sino que la demanda de sus exportaciones crecía más que proporcionalmente. El ejemplo más claro es el de la industria automovilística; en 1929 los Estados Unidos exportaban tres veces más automóviles particulares y vehículos comerciales que Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia juntas.
En 1929, la exportación de maquinaria estadounidense era dos veces y media superior a la de 1913, mientras que las exportaciones de Europa occidental sólo habían crecido una quinta parte más o menos.
Sin embargo, Estados Unidos no desempeñaba en la economía mundial el mismo papel que los países occidentales europeos antes de 1914, ya que eran ampliamente autosuficientes en alimentos, y relativamente autosuficientes en materias primas, y estaban protegidos por aranceles muy elevados.
Tras la guerra, los países europeos aplicaron diversas políticas tendientes a restablecer sus economías, y tras algunas interrupciones y períodos de inflación, se dio un progreso constante hasta los inicios de la Segunda Guerra Mundial.
"Jueves negro" El crack del '29
De todas las fluctuaciones económicas que se dieron en esta época, la más importante fue, sin duda, la que comenzó en Estados Unidos en 1929.
La prosperidad sin parangón que comenzó en los años 20 fue seguida de un brusco descenso. Entre 1921 y 1929, el producto nacional bruto aumentó de 62.500 a 93.600 millones de dólares en precios constantes.
En 1927, tras un periodo de fuertes inversiones en el extranjero y con una economía creciente, los financieros estadounidenses que operaban en Wall Street se centraron en el mercado interior.
A medida que compraban valores nacionales aumentaban los precios de las acciones y los títulos de valores estadounidenses. Cuanto más compraban, mayor era la subida de los precios, lo que atraía a un mayor número de inversores.
A mediados de 1929 nueve millones de estadounidenses (de una población de 122 millones) habían invertido sus ahorros en el mercado de valores. Muchos de estos inversionistas habían colocado todos sus ahorros en la Bolsa. Se crearon nuevas empresas con fines especulativos y, debido a la fe ciega que se tenía en la capacidad del mercado para crear rendimientos espectaculares, sus acciones aumentaron de precio con rapidez.
Con el tiempo algunos financieros pensaron que tal vez fuera más rentable invertir en otros activos fuera de la Bolsa, por lo que empezaron a vender sus activos bursátiles.
Se inició un fuerte movimiento vendedor. El 23 de octubre se vendieron seis millones de acciones, a precios cada vez menores. Al día siguiente, el denominado "jueves negro", se vendió el doble.
El lunes se vendieron nueve millones de acciones; el precio de éstas había caído en más de 14.000 millones de dólares en menos de una semana. El "martes negro" colapsó la Bolsa; el precio de las acciones de las mayores empresas, como General Electric o Woolworth, también cayó.
Ese día se vendieron más de 16 millones de acciones, con una pérdida de valor superior a los 10.000 millones de dólares.
Lo ocurrido en Wall Street se reprodujo de una forma vertiginosa en las demás bolsas de Estados Unidos, desde Chicago hasta San Francisco.
Cuando los precios de las acciones se desmoronaron en Wall Street en 1929, los bancos estadounidenses empezaron a exigir el pago de los préstamos que habían concedido a otros países, al igual que a personas individuales que no podían devolverlos.
Al mismo tiempo, aquellas personas que tenían depositado el dinero en los bancos perdieron la confianza y empezaron a retirarlo. Al no tener dinero para devolver los depósitos, muchos bancos empezaron a quebrar.
La escasez de dinero implicaba que había menos dinero para invertir en las industrias y menos dinero para comprar productos agrícolas e industriales. Estas causas de la contracción de la demanda se vieron reforzadas y prolongadas por la crisis agrícola que contribuyó ampliamente a la crisis bancaria. Los precios agrícolas, que habían permanecido bajos en los últimos años de la década de los veinte, con la crisis industrial se desplomaron. Los agricultores, generalmente endeudados, tenían dificultades para pagar los intereses o se veían forzados a la bancarrota total. El resultado fue una serie de quiebras bancarias, principalmente de bancos locales, que condujo a una falta de confianza cada vez más generalizada y que, en marzo de 1933, amenazaba con arruinar incluso a los bancos más importantes, hasta que una legislación de urgencia consiguió evitar el peligro.
"La Gran Depresión" iniciada en octubre de 1929, y que se prolongó durante los primeros años de 1930, se extendió geográficamente desde Estados Unidos al resto del mundo capitalista.
Aunque muchos analistas pensaron al principio que se trataba de un ajuste pasajero del mercado, el crack de Wall Street marcó el inicio de la "Gran Depresión" de la década de 1930, sentando las bases para la adopción del programa del New Deal por Franklin D. Roosevelt en 1933.
La crisis provocó grandes tasas de desempleo y desocupación: catorce millones de personas en Estados Unidos, seis en Alemania y tres en el Reino Unido. En Australia la tasa de desempleo era incluso mayor que en Estados Unidos y el Reino Unido juntos. Se estima que la quinta parte de la población británica vivía por debajo del umbral de pobreza a mediados de la década de los años 30. La hiperinflacción se apoderó de la economía alemana, no pudiendo pagar las enormes reparaciones de guerra impuestas tras la Primera Guerra Mundial. En otros países los conflictos sociales iban en aumento.
En América Latina se produjo una violenta reducción de las exportaciones y, como consecuencia, hizo caer también las importaciones, incidiendo de forma muy negativa en economías pujantes como la argentina, la mexicana o la brasileña.
La elección en Estados Unidos para presidente a Franklin D. Roosevelt y el establecimiento del New Deal en 1932 permitió recuperar la confianza en Estados Unidos y marcó el principio del fin de la Depresión. Sin embargo, en Alemania, la desaparición de la financiación exterior, a principios de la década de 1930, y el consiguiente aumento de las dificultades económicas, dieron lugar a la aparición del nazismo y el ascenso al poder de Adolf Hitler. En otros países, aparecieron grupos políticos de tendencia fascista o totalitaria que acabaron por triunfar amparados relativamente en la estela de la Gran Depresión.
En muchos países la Gran Depresión provocó un cambio en las actitudes políticas y en la actuación de los gobiernos a favor de medidas promotoras del estado del bienestar. Pero la Gran Depresión también creó las condiciones para que estallara la Segunda Guerra Mundial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te gusta el fútbol, entrá aquí: