martes, 2 de octubre de 2012

1928. Descubrimiento de la penicilina

El bacteriólogo británico Alexander Fleming descubre las propiedades de la penicilina. Enfermedades que hasta ese momento significaban la muerte, comienzan a tener solución.

La Penicilina es un antibiótico (del griego, anti, 'contra'; bios, 'vida') derivado del moho u hongo Penicillium notatum.
Las propiedades de este antibiótico fueron descubiertas en 1928 por el bacteriólogo Alexander Fleming, pero transcurrieron otros diez años hasta que pudo ser concentrada y estudiada gracias al trabajo del bioquímico británico Ernst Boris Chain, del patólogo también británico Howard Walter Florey (barón Florey), y de otros científicos.
El descubrimiento de la penicilina por parte de Fleming tuvo lugar accidentalmente en el curso de sus investigaciones sobre la gripe. Al observar que un moho que contaminaba una de sus placas de cultivo había destruido la bacteria cultivada en ella, sentó las bases para el desarrollo de la terapia con penicilina.
Fleming fue nombrado Sir en 1944, y en 1945 compartió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina con los científicos británicos Howard Walter Florey y Ernst Boris Chain por sus contribuciones al desarrollo de la penicilina.
 La penicilina actúa matando a las bacterias e inhibiendo su crecimiento. Sólo puede destruir a los organismos que están creciendo y multiplicándose, no a los que se encuentran en estado latente. Es muy efectiva contra un amplio espectro de microorganismos responsables de diversas enfermedades, como los neumococos, los estreptococos, los gonococos, los meningococos, el clostridium causante del tétanos y la espiroqueta responsable de la sífilis.
Este fármaco ha sido utilizado con éxito para tratar ciertos procesos mortales antes de la era antibiótica, como la endocarditis bacteriana subaguda, la septicemia, la gangrena gaseosa, la gonorrea y la escarlatina.
Las complicaciones tras la administración de penicilina o sus derivados no son frecuentes, pero si pueden ser graves, como en el caso de las reacciones anafilácticas, la manifestación más grave de la reacción alérgica a la penicilina. Las reacciones alérgicas son cruzadas para toda esta familia de fármacos (si aparecen tras la administración de uno de ellos, también aparecerán con el resto del grupo); y son mucho más graves tras la administración intravenosa que tras la toma oral. La sensibilización a la penicilina se pone de manifiesto mediante pruebas cutáneas de detección; las personas alérgicas a la penicilina deben llevar alguna identificación para evitar que se les administre este medicamento u otros de la familia.
Pese a la eficacia de la penicilina en el tratamiento de muchas enfermedades, las infecciones producidas por determinadas cepas de estafilococo no se curaban debido a que el microorganismo produce una enzima, la penicilinasa, capaz de destruir el antibiótico. Hay además otros microorganismos como los enterococos y muchos bacilos gram-negativos, responsables de infecciones respiratorias y del tracto urinario, que son intrínsecamente resistentes a la acción de la penicilina. La manipulación bioquímica en laboratorio de un precursor biológico de la penicilina, extraído de cultivos bacterianos, permitió elaborar las llamadas penicilinas semisintéticas. De éstas, las más importantes son la meticilina y la ampicilina.
La meticilina es muy eficaz contra los estafilococos productores de penicilinasa, y la ampicilina actúa contra todos los microorganismos sensibles a la acción de la penicilina, y además contra los enterococos y la mayor parte de los bacilos gram-negativos.
Cuando empezó a utilizarse la penicilina, se administraba en pequeñas dosis cada tres horas. Hoy hay preparados como la penicilina G benzatina con los que se pueden conseguir niveles adecuados de antibiótico hasta cuatro semanas después de una única inyección intramuscular. Estos preparados de acción prolongada son de los más adecuados para el tratamiento de la sífilis y de la faringitis estreptocócica.
El problema de las resistencias bacterianas a la penicilina ha ido en aumento con el transcurso de los años, y ha hecho necesaria la búsqueda de antibióticos alternativos, o el incremento de la dosis para conseguir el mismo efecto.

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