lunes, 29 de abril de 2013

El cine norteamericano de los 60 y 70. Grandes directores. John Cassavetes

El impacto del cine europeo sobre los cineastas estadounidenses y el posterior declive del sistema de los estudios coadyuvaron durante las décadas de 1960 y 1970 al cambio del estilo del cine estadounidense.
A finales de los años sesenta, de los estudios cinematográficos sólo quedaba el nombre, ya que su función original y su propiedad habían sido asumidas por inversores ajenos a la industria. Los nuevos propietarios, las grandes corporaciones audiovisuales, pusieron el acento preferentemente en la producción de películas como una mera inversión de los excedentes de los negocios musicales. Así, los estudios aún funcionaron durante la década de 1960 produciendo adaptaciones de musicales y comedias de Broadway.
En la década de 1968 el fin de la censura permitió a la industria de Hollywood especializarse en películas que mostraban una violencia excesiva y una visión más explícita de las relaciones sexuales.
Con el declive de los grandes estudios surgió una nueva generación de realizadores bajo la influencia de las tendencias europeas y con el deseo de trabajar con diferentes distribuidores, tomando cada película como una unidad por separado.
Muchos de ellos realizaron películas de gran calidad, tanto fuera de la recién descentralizada industria como dentro de sus límites. Algunos de ellos, como Stanley Kubrick, Arthur Penn, Francis Ford Coppola o Martin Scorsese, han tratado en numerosas ocasiones de trabajar con el respaldo de una compañía financiera, buscando la distribución de sus obras a través de un estudio distinto para cada proyecto, o manteniendo una relación relativamente estable con uno de ellos.
Otros directores, como John Cassavetes, han tratado de eludir los canales establecidos, pero eso les ha supuesto que sólo ocasionalmente hayan conseguido un éxito comercial suficientemente amplio como para financiarse sus siguientes proyectos.
Stanley Kubrick produjo durante unos años una serie de obras interesantes: la antibélica "Senderos de gloria" (1957); "Espartaco" (1960), sobre la revuelta de los esclavos romanos;); Lolita (1962) y "Atraco perfecto" (1956), hermosa síntesis del género policíaco, de un fatalismo poético, todas ellas además magistralmente interpretadas. "Teléfono rojo, volamos hacia Moscú" (1964), hasta el desafío técnico de "2001: una odisea del espacio" (1968)
Arthur Penn, más complaciente, con "Bonnie and Clyde" (1967) conmovió a los espectadores de las salas de arte y ensayo y a los aficionados al cine de violencia y de aventuras, y sirvió de punto de partida para el gusto de nuevas generaciones de espectadores que marcaron también Mike Nichols con "El graduado" (1967), o Dennis Hopper con "Buscando mi destino" (1969). Penn continuó con el cine "contracultural" de los sesenta con "El restaurante de Alicia" (1969) y "Pequeño gran hombre" (1973).


John Cassavetes, actor-director independiente, fue uno de los más creativos de su generación.
En 1960 dirigió su primera película, "Sombras", que fue un gran éxito en Europa y le valió ser invitado a Hollywood. Las dos películas que realizó allí fueron tan comprometidas que se vio obligado a empezar a rodar cine independiente, que financiaba con el dinero conseguido en sus interpretaciones, como, por ejemplo, en "Código del hampa" (1964) de Don Siegel, "Doce del patíbulo" (1967) de Robert Aldrich y "La semilla del diablo" (1968) de Roman Polanski.
Al margen de su actuación en estas películas, comenzó a escribir y dirigir una serie de intensos conflictos dramáticos, como "Faces" (1968), que trata de la desintegración de un matrimonio; "Husbands" (1970), en donde tres amigos casados emprenden un viaje tras la muerte de un amigo común; "Así habla el amor" (1971), "Una mujer bajo la influencia" (1974) y "The killing of a chinese bookie" (1976).
En estas películas intervienen a menudo el mismo equipo técnico y los mismos actores -amigos y familiares del director-, como la mujer de Cassavetes (Gena Rowlands), Peter Falk, Ben Gazzara o él mismo.
La obra de Cassavetes, con un pulso urgente y desgarrador, se hunde en un minucioso análisis de las emociones. Tenía un gran respeto por el trabajo de los actores, a los que concedía una gran libertad de acción. Entre sus últimas películas como director cabe citar Opening Night (Noche de estreno, 1978) -una obra maestra-, Gloria (1980), Corrientes de amor (1983) y Big Trouble (1984).
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te gusta el fútbol, entrá aquí: