lunes, 29 de abril de 2013

El cine japonés después de 1945.



En 1951, el director de cine japonés Akira Kurosawa, con "Rashomon", ganó el gran premio del Festival internacional de Venecia, dando a conocer el potente cine de su país al público occidental.


Eso sucedía, paradógicamente, después de años en que maestros japoneses del cine como Yazuhiro Ozu, hubieran sido la fuente de inspiración para los cineastas occidentales.
De hecho, el propio Kurosawa fue plagiado por la industria de Hollywood en dos ocasiones, con "Los siete samurais" (1954), de la que los estadounidenses hacen "Los siete magníficos", de John Sturges, seis años después, y con "El mercenario" (1961), de la que parte Sergio Leone para hacer sus spaghetti westerns.
Las películas de Kenji Mizoguchi y de Teinosuke Kinugasa eran dramas hermosamente producidos con una fotografía bella y caracterizada por un original empleo del color.
"Cuentos de la luna pálida" (1953), de Mizoguchi, sobre leyendas japonesas del siglo XVI, y "La puerta del infierno" (1954), de Kinugasa, sobre un cuento medieval de honor familiar, destacaron como trabajos de una gran madurez artística, profundidad filosófica e impacto visual.


Sin embargo, del cine japonés, pese a su calidad y solidez industrial, han llegado a occidente pocas obras, exceptuando las de Kurosawa como "Trono de sangre" (1957), adaptación de Macbeth y "Dersu Uzala" (1975). Y más recientemente la vertiente japonesa del cine de terror, de la que también la industria norteamericana ha realizado varios remakes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te gusta el fútbol, entrá aquí: