domingo, 4 de noviembre de 2012

Proceso de descolonización: Independencia de Oriente Medio y África



INDEPENDENCIA DE ORIENTE MEDIO Y ÁFRICA

Disolución del imperio colonial inglés
La nueva política inglesa estaba dispuesta a otorgar progresivamente la independencia política de las diversas naciones que constituían sus colonias, pero manteniendo el control económico de dichas zonas. La reconstrucción de las principales potencias europeas tras los desastres de la guerra hacía imprescindible la captación de mercados para revivir la industria y el comercio. En ese sentido, y con un nuevo orden mundial donde el poder estaba en los Estados Unidos y la Unión Soviética, la descolonización resultaba un golpe muy duro, y era necesario minimizar, manteniendo el control  económico.

El fin del colonialismo en el mundo árabe
Al término de la guerra Gran Bretaña fue la potencia más activa en el empeño de reestructurar sus relaciones con los países de Oriente Medio. Desde los primeros meses de 1945 dio pruebas constantes de su voluntad de establecer un nuevo orden colonial, apoyándose en los poderes locales.
La red de los compromisos políticos y los condicionamientos económicos británicos pasaba a través de una estrecha alianza con las dinastías árabes.
Los principales puntos de apoyo para esta política eran los dos Estados gobernados por los hachemitas, Irak y Transjordania: Irak estaba todavía supeditado al tratado de 1932, renovado en 1943, que concedía bases militares a Gran Bretaña contemplando una alianza con ésta por 25 años. Y Transjordania, independiente en 1946, mantenía lazos aún más estrechos: su ejército estaba bajo las órdenes de oficiales ingleses y un tratado de alianza, igualmente por 25 años, sancionaba las buenas relaciones entre ambos países. La posición de Gran Bretaña en Arabia estaba reforzada por su presencia directa en Aden y Kuwait, así como por el dominio que ejercía sobre Arabia Saudí, país organizado todavía en una sociedad de tipo feudal.
Para controlar estos Estados, Londres se había mostrado partidario de la unidad del mundo árabe. El movimiento panarabista tenía sus orígenes en la historia, en la comunidad de lengua, tradiciones, estructuras económicas, políticas y sociales basadas en el Corán. 
Ya durante la Primera Guerra mundial los ingleses habían apoyado la causa de la unidad árabe contra la opresión turca; y en 1945 favorecieron el nacimiento de la liga árabe, entre Egipto, Siria, Irak, Arabia Saudí, Libano, Transjordania y Yemen, que tenía por objeto liberar a los pueblos del África del Norte y promover el desarrollo económico del mundo árabe. La nueva organización desarrolló su actividad sobre todo en la ONU, donde planteó el problema de la presencia francesa en Siria y en el Líbano y con el apoyo de Londres y Washington obtuvo la completa independencia de estos dos países.
El desmoronamiento del colonialismo inglés en Oriente Medio comenzó a partir de Egipto, donde la descepción por el resultado de la guerra contra Israel revigorizaba las pasiones nacionalistas.

Mapa Oriente Medio


La independencia egipcia prometida tras el fin de la Primera Guerra Mundial, se convirtió -al igual que en el proceso indio- en una independencia nominal, ya que el gobierno británico no estaba dispuesto a dejar de intervenir por el control económico, especialmente por su interés en el Canal de Suez que facilitaba la ruta interoceánica hacia la India.

Los sucesivos gobiernos fracasaron en su intento de lograr concesiones de los británicos; y el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial suspendió la negociación política y provocó inflación, y disensiones entre los partidos.
En 1948, Egipto y otra serie de estados árabes entraron en guerra con el recién creado Estado de Israel . La responsabilidad de la derrota bélica recayó sobre el gobierno y el ejército se volvió contra el rey Faruk I, hijo de Fuad, que no mostraba dotes para la tarea de gobierno y evidenciaba una notoria despreocupación por el bienestar y la moralidad pública. En 1952, un grupo de oficiales llevó a cabo un golpe de Estado que derrocó al rey. En 1953, se proclamó la República de Egipto con Gamal Abdel Nasser a la cabeza.
Siguió muy de cerca la descolonización de la llamada Costa de Oro, que fue decisiva para los países africanos situados al sur del Sahara. En 1951 y en 1956 se celebraron elecciones generales en la Costa de Oro y en ambos consiguió triunfar el Partido de la Convención del Pueblo, partidario de la independencia, cuya figura más destacada era Kwame N'Krumah, quien quedó al frente del primer gobierno de mayoría negra de toda el África colonial.

En marzo de 1957, fue proclamada con toda solemnidad la independencia de la Costa de Oro, país que se llamaría Ghana en lo sucesivo. Aunque N'Krumah fue reelegido en 1965, fue derribado del poder en febrero de 1966 por un golpe de estado militar, aprovechando su ausencia del país, y sustituído por un gobierno más complaciente hacia los norteamericanos y las potencias occidentales.
 En 1960 le correspondió el turno a Nigeria, el país más poblado del continente africano, que se transformó en estado independiente en el marco de la Commonwealth (asociación de diversas entidades políticas que, de forma voluntaria, ofrecen una simbólica o real fidelidad a la Corona británica).
Se constituyó una federación que integraba multitud de tribus distintas y hostiles.
Desde los primeros días de la independencia, las rivalidades étnicas y las diferencias políticas y religiosas pusieron en peligro la unidad de la Federación. En 1962 se produjo una importante crisis política en la región Occidental, dominada por el Grupo de Acción de la Etnia Yoruba. Este partido, que había constituido el principal bloque de oposición a la coalición gubernamental, se dividió durante ese año. Su dirigente parlamentario, que había mostrado temores ante una conspiración federal para romper el poder del partido, fue acusado de traición en 1963 y sentenciado a diez años de prisión. Mientras tanto, como resultado del referéndum que tuvo lugar a mediados de 1963 en dos distritos de la región Occidental, donde la mayoría estaba formada por pueblos de otras etnias, se formó la nueva región del Medio Oeste.
Los altercados y la corrupción política, que impacientaban cada vez más a los jóvenes oficiales del Ejército (rebelión de los ibo), culminaron en un golpe de Estado en enero de 1966 que costó la vida al primer ministro Baleka y a dos primeros ministros regionales; el general Johnson Aguiyi-Ironsi estableció un gobierno militar y abolió el sistema federal. En julio oficiales del norte encabezaron la reacción y mataron a Ironsi. Su sucesor, el general Yakubu Gowon, restableció la federación. Durante este periodo muchos ibo que vivían en el norte murieron o tuvieron que buscar refugio lejos de su tierra natal, en el este.
Las relaciones entre el gobierno federal y los ibo siguieron empeorando; en mayo de 1967 el gobierno federal anunció su intención de dividir la región Oriental en tres estados, que dejarían a los ibo sin acceso al mar y les cortaría la ruta a las ricas zonas petrolíferas de la región. Fue entonces cuando la región Oriental se separó y se proclamó independiente como Biafra. En julio se inició una guerra que duró dos años y medio antes de que la resistencia de Biafra fuera superada en enero de 1970.
Este fenómeno puede repetirse en unos u otros de los nuevos estados africanos, debido a que las fronteras actuales de los mismos no corresponden a auténticas nacionalidades, sino a los límites que trazaran las potencias colonialistas en su reparto de África durante el siglo XIX. Otra razón que se repite tiene que ver con la lucha de influencias entre las fuerzas coloniales, apoyadas en determinados estados o países, explotando rivalidades internas. Muchas guerras y golpes de estado han sido alimentadas y sostenidas por compañías mineras y de explotaciones petrolíferas dirigidas por antiguos jefes de las tropas coloniales, integradas por aventureros blancos, que mantienen a las antiguas colonias en perpetua inquietud y hacen fácil presa entre los ambiciosos jefecillos locales.
Los casos de Katanga y de Biafra fueron los más llamativos por la gran importancia de los intereses internacionales en juego (minas y pozos petrolíferos) y por el mucho dinero invertido por los mismos.
En aquellos momentos se aceleraba el ritmo de las independencias africanas: en ese mismo año de 1960, la Somalia inglesa se fusionó con el antiguo territorio homónimo, antes colonia italiana, constituyendo la República de Somalia; en 1961 alcanzaron su soberanía Sierra Leona y Tanganika; en 1962, Uganda, y en 1963, Zanzibar, isla que se federó con Tanganika al año siguiente adoptando ambos países el nombre conjunto de Tanzania.
El problema de Kenia fue más difícil de resolver. De 1952 a 1956, la sociedad secreta de los "mau mau" había desencadenado una campaña terrorista, protestando por el hecho de que sólo los blancos fueran propietarios de las mejores tierras en las altas mesetas del África oriental. La represión organizada por los británicos fue dura y rigurosa, pero liquidada la rebelión indígena, Inglaterra buscó una conciliación que dio paso, en primer lugar, a un gobierno multirracial y, en 1963, a la independencia del país.
 En 1964, se disolvió la Federación de Nyassalandia, formándose el estado independiente de Malawi, la antigua Rhodesia del Norte, que adoptó el nombre de Zambia, y de la Rhodesia del Sur, que conservó un gobierno blanco, impuso la discriminación racial y rompió los lazos con Inglaterra desde 1965. En ese mismo año, le fue concedida la independencia a Gambia; en 1966, la obtuvieron Botswana y Lesotho y, en 1968, el pequeño país de Swaziland, estos tres últimos enclavados en el África meridional.
 Independencia del África francesa
Del mismo modo que Gran Bretaña, Francia de la posguerra admitió el carácter irreversible de la emancipación de sus colonias africanas, aunque confiaba adaptarla a una política asimiladora.
La constitución francesa de octubre de 1946 afirmaba que "Francia integra, con los pueblos de ultramar, la Unión Francesa, fundada en la igualdad de derechos y deberes, sin distinción de raza o de religión" y en junio de 1956 se concedió el derecho a voto a todos los ciudadanos mayores de edad, blancos y negros, en sistema de colegio electoral único.
Todo ello resultaba muy vago y teórico, y la reacción de la mayoría de los dirigentes africanos fue muy diferente a la esperada en París. Reunidos en un congreso que tuvo lugar en Bamako (1957), dichos dirigentes proclamaron que "la independencia de los pueblos es un derecho inalienable, que les permite disponer de los atributos de su soberanía, al servicio de los interereses de las masas populares".
El general De Gaulle, jefe del gobierno francés en mayo de 1958 y presidente de la República en enero de 1959,se percató de la situación, y declaró en Brazzaville, en agosto de 1958, que los países dependientes de Francia definieran su independencia a través de un referéndum. Celebrado éste, sólo la Guinea francesa eligió la independencia absoluta (setiembre de 1958). Los demás países se limitaron a solicitar la autonomía en el seno de la Comunidad Francesa, lo que les permitía beneficiarse de la asistencia económica, técnica y financiera de la metrópoli. Esta fase de transición fue breve, pues el propio De Gaulle modificó el estatuto de dicha Comunidad y promovió una nueva apertura de los africanos a la independencia.
Se produjo entonces la carrera hacia la emancipación de catorce países que, en 1960 y en pocos meses, adquirieron la independencia plena: en enero, Camerún; en abril, Togo; en junio, Madagascar; en agosto, Dahomey, Niger, Costa de Marfil, Chad, República Centroafricana, Alto Volta, Congo (ex francés), Gabón y Senegal; en setiembre Malí, y en noviembre, Mauritania.
Esta "balcanización" del África Occidental y Ecuatorial aflojó los lazos de la Comunidad Francesa progresivamente, y el empirismo ganó la partida a la pura teoría jurídica.

El caso de Argelia
Los franceses, sin embargo, fueron mucho más reacios a conceder la independencia a sus posesiones norafricanas, en especial a Argelia.
La política llevada adelante desde París con respecto a dichos países era de evidente contención caundo no de represión manifiesta. Cabe señalar que la situación no era la misma al sur del Sahara. En Argelia residía un millón de franceses y en Marruecos y Túnez medio millón más de europeos.
Entre 1952 y 1956 se desencadenó en África del Norte el ciclo infernal del terrorismo y la represión. Triunfaron al fin los nacionalistas tunecinos del Neo-Destur y los marroquíes del Istiglal, consiguiendo ambos países la independencia en marzo de 1956. En abril de ese mismo año, España renunciaba a su zona de protectorado marroquí, excepto las plazas de Cuta y Melilla.
 El caso de Argelia fue distinto. En la primavera de 1956, es decir, en el preciso momento en que marroquíes y tunecinos lograban su emancipación, Francia mantenía una lucha desigual en tierras argelinas, donde 200.000 soldados franceses se oponían a sólo 15.000 rebeldes fellaghs. El número de divisiones enviadas desde la metrópoli no cesó de aumentar, pero la rebelión contaba con apoyos cada vez más activos, de parte de la población, y de la ayuda más o menos encubierta de Marruecos y Túnez.
El gobierno francés vacilaba ante una opinión pública hondamente dividida, dando unas veces la impresión de decidirse a negociar, y pareciendo otras, dispuesto a proseguir la guerra hasta el último extremo. En 1958, el general Salan -responsable del mantenimiento del orden en Argelia- de acuerdo con los jefes del ejército de África, promovió una insurrección (13 al 15 de mayo), y creó en Argel un Comité de Seguridad Pública. El 24 de mayo, los generales "comprometidos" de Argel desembarcaban en Córcega un grupo expedicionario de paracaidistas. Parecía inminente la guerra civil en Francia. El 29 de mayo de 1958, el general De Gaulle asumía la jefatura del gobierno francés; este hombre, que llegara al poder a favor de la insurrección de los franceses extremistas de Argelia, fue precisamente quien, en 1959 y 1960, desautorizaba a estos mismos grupos de la llamada "Argelia francesa". En abril de 1961 estalló el putsch de los generales -Salan, Jouhaud, Zeller y Chaulle- que fracasó a los tres días. Entonces, consecuente con su programa, De Gaulle entabló negociaciones con los nacionalistas de Argelia, y en junio de 1962, tras la firma de los acuerdos, aceptaba la independencia de este país, que pasó a ser gobernada por el Frente de Liberación Nacional, de tendencia socialista, volcada hacia el bloque soviético, y con una actitud hostil hacia Israel por solidadridad con los demás países árabes.

 


"La Batalla de Argelia" es una película de ficción, encomendada por el 1er gobierno independiente argelino al director italiano Gillo Pontecorvo. Está contada como si se tratase de un documental, con la participación de actores no profesionales e incluso con participantes de la guerra de liberación.

El caso del Congo belga
En el Congo, la colonización belga había centrado sus esfuerzos en el desarrollo económico del país, pero sin preocuparse en formar universitarios ni técnicos entre la población indígena; por otra parte, entre la opinión pública de la metrópoli predominaba la creencia de que bastaba con conceder a los nacionalistas congoleños una menguada participación en las gestiones administrativas del país.
En agosto de 1958, en la comisión belga de estudios del problema congoleño no participaba ni un solo africano. Los dirigentes nativos, entre los que destacaba Patricio Lumumba, criticaron severamente este unilateral paternalismo político, que provocó las sangrientas asonadas en Leopoldville a comienzos de enero de 1959. Pocos días después, el gobierno belga decidió estudiar la fórmula de concesión de independencia, a un país que paradógicamente ostentaba el título de Estado Libre del Congo.
Los incidentes se multiplicaron y, en enero de 1960, el gobierno belga acordó la independencia congoleña para junio del mismo año, tras la elección de una Cámara Legislativa. Reunida ésta, en junio de 1960, se aprobaba una moción de confianza a favor de Lumumba, que constituyó el primer gobierno congoleño auténtico en el país.
La recién estrenada independencia derivó en trágicos sucesos.
Entre los naturales del país se acentuó la sospecha de que incluso aquella independencia meramente "oficial" se les escapaba, y la hostilidad hacia los blancos desembocó en episodios sangrientos sucesivos. Los belgas seguían desempeñando un papel decisivo en la rica provincia de Katanga, que se proclamó independiente, en julio de 1960, bajo la dirección de Moisés Tshombé, protegido por fuerzas belgas y tropas mercenarias.
En febrero de 1961, era asesinado Patricio Lumumba en circunstancias poco claras, lo que provocó una oleada de indignación en la opinión pública mundial.
Intervinieron en el Congo las tropas de las Naciones Unidas que, con diversa fortuna, lograron reducir al fin a los secesionistas katangueños, no sin que ello costara también la vida al propio secretario de la ONU, Dag Hammarskjold, en un extraño accidente de aviación, tan enigmático como el anterior asesinato de Lumumba.
Ocultos y turbios poderes siguieron rigiendo la vida politico económica del Congo. Después de un breve período de gobierno del propio Tshombé, que hubo de fugarse del país, un militar de fortuna, Mobutu, gobernó el Congo en régimen dictatorial desde 1965.

 Angola, antigua colonia portuguesa, que aparentemente había logrado su independencia recién en 1975, sufrió durante años luchas intestinas de sectores apoyados por fuerzas extranjeras (capitalistas vs comunistas). En el caso de Mozambique se dio una lucha de liberación similar a la de los demás países africanos, y fue también en 1975 que logró independizarse de Portugal.

 Los últimos reductos del racismo blanco
La discriminación racial se aplicó con extremo rigor en los países de "gobierno blanco" del África meridional: Rhodesia y la Unión Sudafricana.
Las características de este sistema opresivo han sido disimuladas bajo la excusa de la lucha por la supervivencia. En Rhodesia, la proporción demográfica entre negros y blancos era de 20 a 1; en la Unión Sudafricana, de 6 de raza negra por cada blanco, aproximadamente.
Durante la década 1955-1965, los rhodesianos blancos y la Unión Sudafricana se esforzaron en ahondar la brecha de su política cada vez más divergente con relación a la bastante indecisa del gobierno laborista inglés, prosiguiendo al mismo tiempo la radicalizacióm de sus sistemas de apartheid y de discriminación racial, lo cual les ha granjeado el repudio de la opinión pública en casi todo el mundo.


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