sábado, 10 de noviembre de 2012

1957: El inicio de la era espacial: la carrera espacial - Descubrimientos - La propulsión de cohetes



El sueño de la humanidad de viajar al espacio comienza a transformarse en realidad. A partir de 1957, con el lanzamiento del Sputnik, una nueva era comienza: la era espacial.


La Carrera Espacial
El estudio acerca del origen del Universo, así como su evolución, su estructura a gran escala y su futuro, ha sido una de las interrogantes que más ha concitado el interés del hombre a lo largo de su historia.
La humanidad ha soñado con viajes espaciales miles de años antes de que éstos empezaran a llevarse a cabo. Pruebas de ello las encontramos en los textos babilónicos, alrededor del año 4000 a.C.
Dédalo e Ícaro, antiguos mitos griegos, también representan el deseo universal de volar. 
Ya en el siglo II d.C. el escritor griego Luciano escribió sobre un imaginario viaje a la Luna. 
A principios del siglo XVII, el astrónomo alemán Johannes Kepler escribió una sátira científica de un viaje a la Luna.
El filósofo y escritor francés Voltaire cuenta en su obra Micromegas (1752) los viajes de unos habitantes de Sirio y de Saturno. Y en 1865, el escritor francés Julio Verne describe un viaje espacial en su famosa novela De la Tierra a la Luna.
El sueño del vuelo espacial continuó en el siglo XX, especialmente en los escritos del inglés H. G. Wells, que en 1898 publicó "La guerra de los mundos" y en 1901 "Los primeros hombres en la Luna". En los últimos tiempos la ciencia ficción ha desarrollado nuevas fantasías en torno a los vuelos espaciales.
Primeras teorías
Durante siglos, cuando los viajes espaciales eran tan solo una fantasía, los científicos dedicados a la astronomía, química, matemática, meteorología y física desarrollaron un concepto del Sistema Solar, del universo estelar, de la atmósfera terrestre y del posible entorno espacial.
En los siglos VII y VI a.C. los filósofos griegos Tales de Mileto y Pitágoras se dieron cuenta de que la Tierra era una esfera.
En el siglo III a.C. el astrónomo Aristarco de Samos afirmó que la Tierra giraba alrededor del Sol. Hiparco de Nicea, también griego, recogió datos sobre las estrellas y los movimientos de la Luna en el siglo II a.C. Ptolomeo de Alejandría, en el siglo II, situó la Tierra en el centro del Sistema Solar, en su concepción cósmica, llamada sistema de Ptolomeo.
Descubrimientos científicos
Tuvieron que pasar 1.400 años hasta que el astrónomo polaco Nicolás Copérnico descubrió que los planetas, incluida la Tierra, giraban alrededor del Sol.
Más tarde, en el siglo XVI, el astrónomo danés Tycho Brahe desarrolló las leyes de la rotación de los planetas de Kepler.
Galileo, Edmund Halley, William Herschel y James Jeans fueron otros astrónomos que hicieron importantes contribuciones a la astronomía.
Físicos y matemáticos también ayudaron al desarrollo de la astronomía. En 1654, el físico alemán Otto von Guericke demostró que el vacío podía mantenerse, refutando la antigua teoría de que la naturaleza "aborrecía" el vacío.
Más tarde, en el siglo XVII, Newton formuló las leyes de la gravitación universal y del movimiento. Las leyes de Newton sobre el movimiento establecieron los principios básicos que regulan la propulsión y el movimiento orbital de las modernas naves espaciales.
En el siglo XX, el gran cambio se produce con la exposición de Albert Einstein de su Teoría de la Relatividad. Puesto que el tiempo va más lento a una velocidad cercana a la de la luz, la relatividad especial nos proporciona un medio para alcanzar las estrellas.
Sin embargo, los viajes espaciales sólo fueron posibles cuando se desarrollaron los actuales medios de propulsión de naves espaciales con cohetes dirigidos.

Propulsión por cohetes
Las técnicas de propulsión por cohetes se desarrollaron hace mucho tiempo. 
Antiguamente se usaba pólvora como combustible, de un modo muy parecido a los fuegos artificiales. Se tienen noticias de que en 1232, en China, la ciudad de Kaifeng se defendió de los ataques de los mongoles con la ayuda de cohetes.
Desde el renacimiento hay numerosas referencias al uso de cohetes, unas veces real y otras sólo en proyectos, en las batallas que se libraron en Europa.
Ya en el año 1804 el ejército británico creó un cuerpo equipado con cohetes que podían alcanzar una distancia de unos 1.830 metros.
En Estados Unidos, un profesor de física de la Universidad de Clark, Robert Goddard, fue el pionero en la propulsión por cohetes. Comenzó experimentando con combustibles líquidos para cohetes en la década de 1920, y realizó su primer lanzamiento con éxito el 16 de marzo de 1926.
Durante esa época ya se investigaba en varias partes del mundo sobre cohetes y naves espaciales. Alrededor del año 1890, Herman Ganswindt, un estudiante de derecho de nacionalidad alemana, concibió una nave espacial propulsada con combustible sólido, que demostraba sus avanzados conocimientos sobre el problema de la estabilidad. Konstantin Eduardovich Tsiolkovski, un maestro de escuela ruso, publicó en 1903 "Un Cohete al espacio cósmico", en donde proponía el uso de combustibles líquidos para las naves espaciales.
En 1923, un matemático y físico alemán llamado Herman Oberth, publicó "Los cohetes en el espacio interplanetario". Este libro tuvo su continuación "La posibilidad de llegar a los cuerpos celestes", publicado en 1925 por el arquitecto alemán Walter Hohmann, que contenía los primeros cálculos detallados de las órbitas interplanetarias.
La Segunda Guerra Mundial influyó en el desarrollo de cohetes suborbitales de largo alcance. Estados Unidos, la URSS, Gran Bretaña y Alemania desarrollaron simultáneamente cohetes para usos militares. Los alemanes fueron los que tuvieron más éxito y desarrollaron el V-2 (un cohete de combustible líquido con el que bombardearon Londres) en Peenemünde, un pueblo cerca de la costa báltica.
Al acabar la guerra, Estados Unidos conservó algunos V-2 que emplearon para la investigación de los vuelos verticales. Algunos ingenieros alemanes se trasladaron a la URSS al terminar la guerra, pero los expertos en cohetes acabaron en Estados Unidos, estando entre ellos Walter Dornberger y Wernher von Braun.

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