jueves, 7 de noviembre de 2013

1990-1991. La guerra del Golfo Pérsico



1990. A través de la televisión, los espectadores de todo el mundo asisten en vivo y en directo a un conflicto que aún no se ha resuelto: La Guerra del Golfo Pérsico. Pese a su despliegue tecnológico, similar a fuegos de artificio, causó innumerables pérdidas humanas entre la población civil.


La guerra del Golfo Pérsico constituyó el enfrentamiento militar librado principalmente entre Irak y el bloque aliado de países con Estados Unidos a la cabeza, durante enero y febrero de 1991. La crisis se inició el 2 de agosto de 1990, cuando Irak, liderado por el presidente Saddam Hussein, invadió y anexionó el emirato de Kuwait.

El 25 de julio de 1990, la embajadora estadounidense en Irak, April Glaspie, se entrevistó con Saddam Hussein, y le aseguró que a la administración Bush le interesaba mantener las buenas relaciones con Irak, sin inmiscuirse en los conflictos interárabes como los problemas fronterizos con Kuwait.


Saddam Hussein interpretó estas palabras como "luz verde" para proseguir con sus planes, y apenas una semana después, el 2 de agosto de 1990, los tanques iraquíes cruzaron la frontera sur, y en un par de horas ocuparon Kuwait. El emir huyó del país casi sin ofrecer resistencia, al igual que miles de conciudadanos.
Desde el punto de vista estadounidense, la intervención estaba directamente relacionada con la estrategia de seguridad nacional en cuyo informe remitido al Congreso en marzo de 1990 expresa: "en la nueva era anticipamos que nuestra potencia militar seguirá siendo un elemento básico del equilibrio mundial, pero menos prominente y de distintas maneras. Creemos que las mayores probabilidades de intervención de nuestras fuerzas no implicarán a la URSS sino al Tercer Mundo (...) "a fin de reforzar los puestos de vanguardia o proyectar nuestro poder en zonas donde no tenemos presencia permanente, sobre todo el Oriente Medio, debido a la dependencia del mundo libre respecto al petróleo de esa región clave (...)"
La invasión no fue sorpresa, pues hacía ya varios meses que las relaciones estaban tensas. Yasser Arafat había mantenido una serie de conversaciones con sus dos principales aliados, enfrentados por discrepancias sobre el ritmo de bombeo del petróleo de los yacimientos que se extienden bajo la frontera de ambos países.
El líder palestino viajó intensamente entre Kuwait y Bagdad en la inútil búsqueda de una fórmula que conciliara a sus dos principales aliados en el conflicto palestino con Israel.
El consejo de Seguridad de las Naciones Unidas exigió de inmediato y por unanimidad la retirada iraquí, boicoteando comercial, militar y financieramente a Irak. Navíos de guerra norteamericanos y europeos comenzaron a hacer efectivo el bloqueo interceptando cargueros con destino a Irak. Irak respondió impidiendo la salida de extranjeros de su territorio y se anexó Kuwait como provincia, medida que el Consejo de Seguridad, por unanimidad, declaró "nula y sin validez alguna".
En los meses siguientes, siempre por iniciativa de Estados Unidos, el Consejo endureció sus posiciones y el 29 de noviembre autorizó la utilización de la fuerza si Irak no se retiraba de Kuwait antes del 15 de enero de 1991. Cuba y Yemen votaron en contra. China se abstuvo.
Irak prometió retirarse de Kuwait y cumplir las resoluciones del Consejo si Israel también las cumplía y se retiraba de los territorios palestinos ocupados en 1967.
El "vínculo" entre ambas crisis del Oriente Medio fue rechazado por los Estados Unidos.
Irak indicó que no exigía una retirada israelí, sino apenas la convocatoria de una conferencia internacional para discutir todos los problemas de la región. Francia y la Unión Soviética intentaron mediar en base a esta idea, pero sin éxito.
Estados Unidos organiza entonces una fuerza anti-iraquí que despliega 500.000 efectivos en la región con tropas de Arabia Saudita, Gran Bretaña, Egipto, Siria, Bangladesh, Pakistán, Canadá, Marruecos, Italia, Australia, Senegal, España, Niger, Holanda, Bélgica, Argentina, Grecia y Checoslovaquia.
El 16 de enero de 1991 comenzaron los bombardeos que durante seis semanas descargaron sobre Irak diez veces más fuerza explosiva que la usada contra Japón en los 14 meses de la Segunda Guerra Mundial, contando también las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Puentes, carreteras y torres de agua fueron contabilizados como "blancos militares significativos". El American Friends Service Committe (cuáqueros) estima que murieron 135.000 civiles iraquíes (60% de ellos niños) y 150.000 soldados. Las bajas de los aliados no llegaron a 100.
En respuesta a los bombardeos Irak lanzó unos setenta misiles SCUD sobre Israel y Arabia Saudita, que causaron daños, muertes y heridos civiles y militares, pero no lograron el objetivo de provocar la entrada de Israel en la guerra y un consiguiente realineamiento de las fuerzas árabes.
Cuando el inicio de la ofensiva terrestre era inminente, la Unión Soviética inició una mediación de último momento y logró el compromiso iraquí de retirarse incondicionalmente de Kuwait. No obstante, el 23 de febrero los tanques aliados iniciaron la marcha hacia el norte. El ejército iraquí intentó replegarse en orden a su territorio, sin ofrecer resistencia y la liberación de Kuwait se concretó en pocas horas. Las fuerzas norteamericanas penetraron en territorio iraquí intentando cercar a las tropas de élite, cortar su retirada e impedir su reorganización. La guerra recién terminó el 28 de febrero, cuando Irak aceptó las condiciones impuestas por el vencedor: obediencia explícita a todas las resoluciones de la ONU, incluyendo el pago de indemnizaciones por daños y perjuicios a Kuwait.
La guerra costó a Estados Unidos 43 mil millones de dólares. Los aliados de Estados Unidos, inclusive Alemania y Japón, que no enviaron tropas, habían prometido
contribuciones al esfuerzo militar por valor de 50 mil millones de dólares. El precio del petróleo subió durante la guerra, y ello perjudicó las economías de diversos países del Tercer Mundo.
El presidente Bush declaró en el Congreso de Estados Unidos, al iniciarse la fase final de la guerra, que ésta constituía "la oportunidad de forzar un nuevo orden mundial, un orden en que el imperio del derecho, y no la ley de la jungla, gobierne la conducta de las naciones".
Pese a la victoria militar de Estados Unidos y sus aliados, Saddam Hussein no fue derrotado políticamente.
Irak sufrió el bloqueo económico y constantes ataques de la aviación norteamericana y británica durante 13 años, fecha en que finalmente Saddam Hussein fue derrocado.
Las estadísticas oficiales de la época culpaban al embargo económico de un millón y medio de muertes. Los funcionarios de la ONU en Bagdad concuerdan en que los sistemas de electricidad, agua y saneamiento quedaron en ruinas, llevando a la situación de transmisión de enfermedades contagiosas.
El gobierno del presidente Hussein -quien, con 20 años en el poder en ese momento, era una de las administraciones más longevas de la historia moderna del Medio Oriente-- decía que hacía todo lo posible para aliviar el sufrimiento de su pueblo. Pero también insistía en que las penurias económicas no lo llevarían a aceptar condiciones que cosnideraba humillantes. "La revolución continuará su lucha contra los intentos imperialistas regionales e internacionales por derrumbarla", dijo el diario Thawra.
Después de los cuatro días de bombardeos contra blancos iraquíes, en diciembre de 1998, Washington dijo estar dispuesto a apoyar un cambio de gobierno en Iraq. El presidente Bill Clinton respaldó una iniciativa que provee 97 millones de dólares en ayuda militar para los grupos opositores en Iraq.
Iraq rechazó una resolución auspiciada por los británicos, que propone suspender las sanciones a las exportaciones iraquíes, como el petróleo, si Bagdad ofrece más información respecto de su supuesto programa de armas de destrucción masiva. Iraq dice que ya no le interesa ninguna propuesta que no suponga el levantamiento de todas las sanciones.
Los análisis indican que los ataques y embargos, lejos de disminuir la popularidad del gobierno, la han acrecentado. "Sí, el embargo está dañando al pueblo. Pero la mayoría de los iraquíes creen que occidente los ha transformado en víctimas de sus propios intereses políticos", dijo un diplomático en Bagdad.
Los ataques a Irak continuaron ya iniciado el siglo XXI, y en 2006 Sadam Hussein fue asesinado en la horca en Estados Unidos. 
Quedó demostrado que Irak no ocultaba armas químicas, pero ese ya no era tema. El antíquísimo país del Tigris y el Eufrates fue destruído y saqueado.

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