martes, 29 de octubre de 2013

1985 - 1991. Crisis comunista: demolición del muro de Berlín, reunificación alemana y desmoronamiento de la Unión Soviética



Las drásticas reformas iniciadas por Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética generaron una reacción en cadena que provocó la demolición del muro de Berlin, la reunificación alemana, la aparición del pluripartidismo en Europa Oriental y el desmoronamiento de la propia Unión Soviética. 

La Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas feneció a causa de convulsiones eslavas tres semanas antes de cumplir 69 años.
La URSS, establecida formalmente el 30 de diciembre de 1922 tras cinco años de revolución bolchevique y guerra civil, heredó del derrocado imperio zarista las fronteras que, desde Europa Oriental hasta el estrecho de Bering y Vladivostok, y desde el Mar Ártico hasta el paralelo 45 en Asia central, incluían múltiples nacionalidades y religiones en un sexto de la superficie del planeta.
Los drásticos cambios económicos iniciados por Mijail Gorbachov en la década de 1980 desataron fuerzas en pro de transformaciones en el país y reavivaron el tema de la autonomía de las nacionalidades, provocando cambios similares en el resto del este europeo.

La distensión con Occidente
En la década de 1970 la URSS llevó a cabo una activa política internacional respaldada por un creciente poderío militar, pero también se inclinó hacia la distensión con Occidente y en especial con Estados Unidos.
En mayo de 1972 el presidente Nixon visitó la URSS. Los acuerdos entre ambas potencias abarcaron diversos temas: la cooperación en investigación médica, la limitación de armamento, la protección del medioambiente, ciencia y tecnología, la exploración espacial y las medidas tendientes a evitar los incidentes marítimos. A estos programas de colaboración le siguieron la condonación por parte estadounidense de la deuda soviética por los préstamos y arriendos de la Segunda Guerra Mundial, un pacto comercial de tres años y una serie de programas de intercambios culturales.
Los esfuerzos para lograr un nuevo tratado de limitación de armas estratégicas, después de 1975, fueron obstaculizados por la represión de los disidentes en la URSS y en Europa del Este, por la participación soviética en Angola y en otros estados africanos y por el continuo apoyo a la causa árabe contra Israel.
A pesar de esos focos de tensión, los negociadores soviéticos y estadounidenses alcanzaron un acuerdo que se materializó en el nuevo tratado SALT en mayo de 1979. 
Un mes más tarde Brezhnev se reunía con el presidente de Estados Unidos Jimmy Carter en Viena para la firma formal. Sin embargo, la intervención del Ejército soviético en Afganistán en diciembre de ese año, hizo que el Congreso de Estados Unidos no ratificara dicho acuerdo. 
Las relaciones entre Estados Unidos y la URSS empeoraron al iniciarse la década de 1980. Estados Unidos condenó el papel desempeñado por la URSS en la represión de la disidencia en Polonia y por el derribo, en setiembre de 1983, de un avión civil de las líneas aéreas coreanas en el espacio aéreo soviético.
Después de la muerte de Brezhnev (1982), los gobiernos de Yuri Andropov y Konstantín Chernenko fueron virtuales interregnos antes de consagrarse el irresistible ascenso de una nueva generación renovadora encarnada por Mijaíl Gorbachov.
La era de Gorbachov: Glasnost y perestroika
Tras consolidar su poder al modificar la composición del Politburó, Gorbachov inició una campaña con el objetivo de reformar la sociedad soviética.

Sus planes exigían la perestroika (en ruso, reestructuración) de la economía nacional y una glasnost (en ruso, 'transparencia') en la vida política y cultural.

En el congreso del PCUS celebrado a finales de junio de 1988, Gorbachov propuso una serie de reformas constitucionales que trasladarían el poder del partido a una asamblea legislativa elegida por sufragio universal, reducirían el papel del partido en la gestión económica y aumentarían considerablemente los poderes presidenciales.

Tres meses después, Andréi A. Gromiko abandonó su cargo de jefe del Estado (que desempeñaba desde 1985) y Gorbachov le sucedió en el puesto.

En marzo de 1989 el pueblo soviético participó en las primeras elecciones libres celebradas desde 1917 y eligió un renovado Congreso de Diputados del Pueblo. Este Congreso, convocado en mayo, constituyó el Soviet Supremo y eligió a Gorbachov presidente para un mandato de cinco años.


Dos trágicos sucesos, el grave accidente ocurrido en abril de 1986 en la central nuclear de Chernobyl, que causó serios daños al medioambiente y reveló grandes deficiencias en el programa nuclear soviético, y el terremoto de Armenia en diciembre de 1988, que provocó más de 25.000 muertos y dejó al menos a 400.000 personas sin hogar, obstaculizaron el proceso de reforma de la economía nacional preconizado por Gorbachov.
Todavía en 1988, Gorbachov aseveraba a una importante publicación norteamericana que era un comunista convencido en el triunfo eventual de los reajustes que salvarían el régimen.

La reforma económica, que consistía en la apertura al capital extranjero y el retorno al libre mercado, aceleró el proceso de transformaciones y produjo una reacción en cadena que ni el propio inspirador había calculado: de 1989 en adelante, esa reacción provocó la reunificación alemana, la demolición del muro de Berlin, la aparición del pluripartidismo en las naciones satélite de europa Oriental y la desintegración del mosaico de nacionalidades que formaban la propia Unión Soviética.
Iniciativas en política exterior
En abril de 1988 se llegó a un acuerdo para la retirada de las tropas soviéticas que ocupaban Afganistán.
Las estadísticas oficiales publicadas en mayo indicaban que habían muerto 13.310 soldados y 35.478 resultaron heridos durante la guerra. La retirada finalizó en febrero de 1989. En octubre los dirigentes soviéticos reconocieron que la intervención en ese país había "violado las normas de comportamiento correcto".
Entre 1985 y 1991 Gorbachov celebró diversas reuniones en la cumbre con los presidentes estadounidenses Ronald Reagan y George Bush.
En el encuentro de Reykjavík (Islandia) con Reagan, en octubre de 1986, los dos líderes intercambiaron audaces propuestas de reducción de armas, pero las negociaciones se rompieron a causa de la demanda soviética de la limitación de las investigaciones y pruebas de la Iniciativa de Defensa Estratégica. Los dos presidentes firmaron un acuerdo en diciembre de 1987 por el que se eliminaban los misiles de alcance medio y algunos tipos de los de corto alcance. En mayo de 1990 Gorbachov y Bush firmaron un tratado que ponía fin a la producción de armas químicas y reducía los arsenales de este tipo de armas. En julio de 1991 ambos mandatarios volvieron a firmar otro acuerdo por el que se recortaban sustancialmente las armas nucleares estratégicas.
Las iniciativas de Gorbachov en otros aspectos de política internacional fueron igualmente sorprendentes.
En diciembre de 1988 anunció en la Asamblea General de las Naciones Unidas la reducción unilateral de armas convencionales, en especial en Europa del Este y en la frontera chino-soviética.
Durante su visita a Pekín en mayo de 1989, China y la URSS acordaron reanudar unas relaciones normales tras treinta años de conflicto.
En un encuentro con el papa Juan Pablo II, celebrado en Roma, Gorbachov prometió garantizar la libertad religiosa en la URSS. La URSS y el Vaticano acordaron establecer relaciones diplomáticas. Las relaciones con Israel también mejoraron notablemente, al flexibilizar las restricciones de migración a los judíos rusos. Al crecer la tensión en el golfo Pérsico desde agosto de 1990, la URSS apoyó en general la política, encabezada por Estados Unidos, de utilizar la presión económica y militar para forzar la retirada iraquí de Kuwait.
La desintegración del bloque socialista
Entre las más importantes novedades de la nueva política soviética, destacó la negativa de la URSS a intervenir, a diferencia de épocas pasadas, en Europa del Este entre 1989 y 1991 en el desarrollo de los movimientos reformistas que pusieron fin a los gobiernos comunistas de Polonia, Hungría y Checoslovaquia y que culminaron con la reunificación de Alemania.

El COMECON y el Pacto de Varsovia, dos de las piedras angulares de la política exterior soviética, fueron disueltos. Tampoco el comunismo soviético era inmune a las fuerzas que habían hundido a los regímenes de los países del Este.

En febrero de 1990 y en un proceso de deterioro cada vez mayor de la economía soviética, el Partido Comunista acordó ceder su monopolio político. En marzo, cuando Gorbachov era el presidente ejecutivo del país, grupos insurgentes lograron un significativo ascenso en las elecciones locales. Gorbachov había perdido considerable apoyo entre la población por su política interna. El 11 de marzo Lituania declaró su independencia, desafiando las sanciones impuestas por Moscú.
Los grupos nacionalistas y los movimientos independentistas también actuaron en otras repúblicas y los estallidos de violencia étnica cada vez se hicieron más frecuentes. En noviembre, Gorbachov intentó de nuevo ampliar sus poderes presidenciales para ejecutar sus reformas políticas y económicas.
El sector duro comunista, en el que se encontraban muchos de los altos cargos del gobierno, dieron un golpe de Estado, mantuvieron a Gorbachov bajo arresto domiciliario e intentaron reinstaurar el control centralizado comunista.
En tres días los reformistas encabezados por Boris Yeltsin detuvieron el golpe y comenzaron a desmantelar el aparato del partido.

Con la URSS al borde del colapso, el Congreso de Diputados del Pueblo acordó el 5 de setiembre establecer un gobierno provisional en el que el Consejo de Estado, encabezado por Gorbachov y compuesto por los presidentes de las repúblicas participantes, ejercería poderes de emergencia. Al día siguiente el Consejo reconoció la independencia de Lituania, Estonia y Letonia. La creciente influencia de Yeltsin acabó con la de Gorbachov y el gobierno de la Federación Rusa asumió los poderes que había ejercido el desaparecido gobierno soviético.
El 21 de diciembre de 1991 la URSS dejó formalmente de existir. Once de las doce repúblicas que quedaban, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Ucrania y Uzbekistán acordaron crear la llamada, de forma imprecisa, Comunidad de Estados Independientes (CEI). Gorbachov dimitió el 25 de diciembre y al día siguiente el Parlamento soviético proclamó la disolución de la URSS.
En 1997, tras conversaciones mantenidas entre Yeltsin y el presidente estadounidense Bill Clinton, Rusia pasó a integrar la OTAN, y este hecho significó el final de la guerra fría.

La crisis económica que vive Rusia, país cuyo producto interior bruto (PIB) se ha reducido más de un 50% en seis años y en el que millones de ciudadanos no cobran sus salarios desde hace meses, se materializó en la desesperación de los responsables financieros al anular, por primera vez en su historia, el cambio de rublos a dólares y la declaración, el 27 de agosto de 1998, de la suspensión de operaciones con todo tipo de moneda extranjera. El día 28 el mercado de divisas permaneció clausurado por orden del BCR y, en las jornadas siguientes, la Bolsa de Moscú siguió inmersa en un estado de parálisis, en espera de una solución a la crisis política derivada de la reorganización gubernativa anunciada por el presidente Borís Yeltsin.

La gran crisis económica de la ex Unión Soviética, que incluso llegó a sacudir la economía global, ha estado totalmente jugada a la ayuda estadounidense y a los préstamos del FMI.
Paralelamente a ello, las luchas independentistas de regiones como Chechenia con la represión por parte del gobierno ruso, y las graves denuncias de corrupción y lavado de dólares en Estados Unidos y Europa por parte de altos cargos gubernamentales de Rusia y miembros de la familia Yeltsin por más de 200.000 millones de dólares, no hacen más que profundizar la grave crisis del otrora estado soviético.

Crisis del comunismo en los países del Este
El proceso de reformas y desmembramiento de la URSS, promovió una reacción en cadena en los países de orientación comunista de Europa oriental. En todos ellos, se dio libertad política y se abrió la participación de sectores opositores al régimen comunista, realizándose elecciones democráticas. Con mejor o peor suerte, se inició el camino hacia una economía de libre mercado, se privatizó las empresas públicas, y se reorientó la política exterior comenzando a negociar con los países de Europa occidental y Estados Unidos; y negociando préstamos con el FMI. La mayoría de estos países han pasado a integrar la Unión Europea.

Las luchas por el poder entre las diferentes etnias y nacionalidades con sus diferentes grados de industrialización, antes minimizadas por la estructura de poder comunista, salieron a luz con tal intensidad que muchos de ellos se desmembraron como países, como es el caso de Checoslovaquia (hoy República Checa, y Eslovaquia).

La transición hacia la economía de mercado provocó descontento en las distintas poblaciones debido al aumento de la inflación, el desempleo, la eliminación de antiguas subvenciones y derechos sociales, de las que aún no se ha logrado salir definitivamente.

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