Literatura estadounidense
Con
el siglo XX tuvo lugar la revolución de las comunicaciones -cine, radio y,
posteriormente, televisión-, por lo que los libros supusieron una fuente
secundaria de diversión e ilustración. La sociedad estadounidense se hizo más
móvil y homogénea, y la estética regionalista, la moda dominante del siglo XIX,
fue decayendo, excepto en varios escritores sureños.
El
brillo y los excesos de la 'edad del jazz' terminaron con el catastrófico
hundimiento de la Bolsa en 1929 que dio origen a la 'década airada' de los años
treinta.
Se produjeron numerosas novelas neo-naturalistas y de protesta social
inspiradas por los rigores de la Gran Depresión. Desde 1930 a 1950, los
novelistas Zora Neale Hurston y Arna Bontemps se ocuparon de modo realista de
los aspectos sociales de su época. Las obras de John Steinbeck, como
"Viñas de la ira" (1939) expresan desesperación.
La lucha de clases
es el tema que sirve de base a la obra más importante del prolífico John
O'Hara, la novela Cita en Samarra (1934). Dos trilogías monumentales,
"Studs Lonigan" (1932-1935), de James Thomas Farrell, y
"USA" (1930-1936), de John Dos Passos, están dominadas por la
amargura y la ira. La intensidad de Thomas Wolfe en "El ángel que nos mira"
(1929), expresa el tormento personal, así como un optimismo místico sobre
Estados Unidos.
La intrincada narrativa de las novelas de William Faulkner de
este periodo: "El ruido y la furia" (1929), "Santuario" (1931) y "El villorrio"
(1940), combinan una oscura violencia y humor con su visión de la sociedad
trágicamente convulsionada del sur posterior a la Guerra Civil.
Al
mismo tiempo, los escritores estadounidenses empezaron a ejercer una influencia
importante en la literatura mundial. Las formas literarias de este periodo
fueron extremadamente variadas, y los autores de teatro, poesía y narrativa
realizaron experimentos técnicos radicales.
Entre
los escritores más importantes de esta generación podemos citar a Ernest
Hemingway, y -fundamentalmente- a William Faulkner.
William
Faulkner, (1897-1962), es uno de los novelistas estadounidenses más importantes
de este siglo, famoso por sus cerca de veinte novelas en las que retrata el
conflicto trágico entre el viejo y el nuevo sur de su país.
En
1924 publicó por su cuenta "El fauno de mármol", un libro de poemas
poco originales. Al año siguiente viajó a Nueva Orleans donde trabajó como
periodista y conoció al escritor de cuentos estadounidense Sherwood Anderson,
que lo convenció para que escribiera acerca de la gente y los lugares que
conocía mejor y lo ayudó a encontrar un editor para su primera novela, "La
paga de los soldados" (1926).
De
esta relación Faulkner hablará años más tarde:
"Aprendí de él más cosas
(...) Aprendí que, para ser escritor, uno debe ser lo que es, lo que ha nacido
para ser; que para ser un norteamericano y un escritor, no hay que rendirse
necesariamente a cualquier imagen convencional norteamericana como la dolorosa
Indiana y Ohio (alude a los cuentos de Winesburg) o los mataderos de Sandburg o
la rana de Twain. Era preciso recordar lo que se es, solamente. 'Tiene que
haber un punto de partida; después se empieza a aprender', me dijo. 'No importa
el lugar, recuérdelo nomás y no se avergüence de él. Porque un punto de partida
determinado es tan importante como cualquier otro. Usted es un muchacho del
campo; lo único que conoce es ese trozo del Mississippi del que ha salido.
También eso sirve. También eso es Estados Unidos; intente extirparlo, pequeño y
desconocido como es, y todo se viene abajo, como cuando se quita un ladrillo de
una pared.
-No
en una pared revocada, dije yo.
-Sí,
pero Estados Unidos no está revocado. Todavía lo están construyendo. Por eso un
hombre con tinta en las venas a veces debe seguir moviéndose por todas partes,
desplazarse y escuchar y mirar y aprender. Por eso personas ignorantes y sin
instrucción como usted y yo no sólo tienen una oportunidad de escribir, sino
que deben escribir. (...) Nunca será del todo ajustado, pero siempre queda otra
oportunidad, siempre hay más tinta y más papel, y nuevas cosas para entender y
contar. (...)"
Sobre
la base de este consejo, Faulkner comenzó a escribir y a crear su propio
universo personal.
Después
de un breve viaje por Europa volvió a casa y comenzó a escribir su serie de
novelas barrocas e inquietantes, ambientadas en el condado ficticio de
Yoknapatawpha, que en lengua indígena significa "el agua corre lentamente
a través de la tierra llana"; habitándolo con sus propios antepasados,
indios, negros, oscuros ermitaños provincianos y blancos pobres.
La
primera de estas novelas, "Banderas en el polvo" (1929) -considerada
como una de las mejores hasta por el propio escritor- fue rechazada por las
casas editoriales aduciendo razones de extensión, carencia de argumento
convincente y no progresión en la historia de los personajes. Finalmente fue
aceptada con la condición de que se hicieran recortes drásticos.
"Sartoris" como pasó a llamarse, perdió un cuarto del original,
incluyendo el título. Faulkner aceptó la lógica de la máquina editorial y se
limitó a guardar los restos.
A
"Sartoris" le siguió "El sonido y la furia", novela que
confirmó su madurez como escritor. Se casó con el amor de su infancia, Estelle
Oldham, decidiendo establecer su casa y fijar su residencia literaria en el
pequeño pueblo de Oxford. Aunque sus libros recibieron buenas críticas, sólo se
vendió bien "Santuario" (1931). A pesar del sensacionalismo y
brutalidad de la novela -que gira en torno a un gangster durante la ley seca,
un impotente sexual inspirado en un modelo real, que rapta a una estudiante y a
la que acaba alojando en un prostíbulo de Memphis, el Santuario del título- su
tema es la corrupción y la fuerza demoledora de la desilusión. Gracias al
éxito del libro encontró trabajo, bastante más lucrativo, como guionista de
Hollywood. Esto compensó el escaso rendimiento de sus novelas, y le permitió
darse un respiro para escribirlas.
Sus
novelas son de modo indiscutible grandes relatos (el Mal, la Traición, el
Destino, el Hombre, la Tierra) en un momento de supuesta caída de los grandes
relatos.
Su
obra, a primera vista, grave y densa, resulta apasionante a medida que el
lector se interna en ella.
Para crear una atmósfera determinada, sus frases
complejas y enrevesadas se alargan durante más de una página y, jugando con el
tiempo de la narración, ensambla relatos, experimenta con múltiples narradores
e interrumpe el discurso narrativo con divagantes monólogos interiores.
En
1946, el crítico Malcolm Cowley, preocupado porque Faulkner era poco conocido y
apreciado, publicó "The portable Faulkner", libro que reúne extractos
de sus novelas en una secuencia cronológica, dando a la saga de Yoknapatawpha
una nueva claridad y poniendo así el genio del escritor al alcance de una nueva
generación de lectores.
Esta
novela casi experimental creó escuela y las letras hispoamericanas se vieron
profundamente influenciadas desde un punto de vista formal, como puede
descubrirse entre otros en la obra del argentino-chileno Manuel Rojas, los
mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes y el uruguayo Juan Carlos Onetti.
El
hecho de que tras la Guerra Civil española cayera la censura sobre Faulkner,
hizo que su obra -que había empezado a traducirse en 1930- tardara en
publicarse de nuevo, pero aun así, muchos escritores tanto en el exilio como en
España reflejan su influencia como Luis Martín Santos y, por supuesto, Juan
Benet.
Las
obras de Faulkner, que habían permanecido durante un largo tiempo lejos de las
imprentas, comenzaron a reeditarse y empezó a considerársele no ya como una
curiosidad regional sino como un gigante literario cuya mejor escritura iba
mucho más allá de las tribulaciones y conflictos de su tierra natal.
Sus
logros fueron reconocidos internacionalmente en 1949 al concedérsele el Premio
Nobel de Literatura. Continuó escribiendo, tanto novelas como cuentos, hasta su
muerte en Oxford, el 6 de julio de 1962. Entre sus obras principales se
encuentran "Mientras agonizo" (1930), "Luz de agosto" (1932), "¡Absalon, Absalon!"
(1936), "Los invictos" (1938), "El villorrio" (1940), "Desciende Moisés" (1942), "Intruso en el polvo" (1948), "Una fábula" (1954, Premio Pulitzer de 1955), "La
ciudad" (1957), "La mansión" (1959) y "Los rateros" (1962), también ganadora de un
Premio Pulitzer.
Ernest
Hemingway (1899-1961)
Novelista estadounidense cuyo estilo se caracteriza por
los diálogos nítidos y lacónicos y por la descripción emocional sugerida. Su
vida y su obra ejercieron una gran influencia en los escritores estadounidenses
de la época. Muchas de sus obras están consideradas como clásicos de la
literatura en lengua inglesa.
Hemingway
nació el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Illinois, en cuyo instituto estudió.
Trabajó como reportero del Kansas City Star, pero a los pocos meses se alistó
como voluntario para conducir ambulancias en Italia durante la Primera Guerra
Mundial. Más tarde fue transferido al ejército italiano resultando herido de
gravedad.
Después de la guerra fue corresponsal del Toronto Star hasta que se
marchó a vivir a París, donde los escritores exiliados Ezra Pound y Gertrude
Stein le animaron a escribir obras literarias. A partir de 1927 pasó largas
temporadas en Key West, Florida, en España y en África. Volvió a España,
durante la Guerra Civil, como corresponsal de guerra, cargo que también
desempeñó en la Segunda Guerra Mundial. Más tarde fue reportero del primer
Ejército de Estados Unidos. Aunque no era soldado, participó en varias
batallas. Después de la guerra, Hemingway se estableció en Cuba, cerca de La
Habana, y en 1958 en Ketchum, Idaho.
Hemingway
utilizó sus experiencias de pescador, cazador y aficionado a las corridas de
toros en sus obras. Su vida aventurera le llevó varias veces a las puertas de
la muerte: en la Guerra Civil española cuando estallaron bombas en la
habitación de su hotel, en la Segunda Guerra Mundial al chocar con un taxi
durante los apagones de guerra, y en 1954 cuando su avión se estrelló en
África. Murió en Ketchum el 2 de julio de 1961, disparándose un tiro con una
escopeta.
Hemingway
describe en sus primeros libros la vida de dos tipos de personas. Por un lado,
hombres y mujeres despojados por la Segunda Guerra Mundial de su fe en los
valores morales en los que antes creían, y que viven despreciando todo de forma
cínica excepto sus propias necesidades afectivas. Y por otro, hombres de
carácter simple y emociones primitivas, como los boxeadores profesionales y los
toreros, de los que describe sus valientes y a menudo inútiles batallas contra
las circunstancias.
Entre sus primeras obras se encuentran los libros de
cuentos "Tres relatos y diez poemas" (1923), su primer libro "En
nuestro tiempo" (1924), relatos que reflejan su juventud, "Hombres
sin mujeres" (1927), libro que incluía el cuento 'Los asesinos', notable
por su descripción de una muerte inminente, y "El que gana no se lleva
nada" (1933), libro de relatos en los que describe las desgracias de los
europeos.
La novela que le dio la fama, "Fiesta" (1926), narra la
historia de un grupo de estadounidenses y británicos que vagan sin rumbo fijo
por Francia y España, miembros de la llamada generación perdida del periodo
posterior a la Primera Guerra Mundial.
En 1929 publicó su segunda novela
importante, "Adiós a las armas", conmovedora historia de amor entre un oficial estadounidense del
servicio de ambulancias y una enfermera inglesa que se desarrolla en Italia durante
la guerra.
Hemingway
había explorado temas como la impotencia y el fracaso, pero al final de la
década de 1930 empezó a poner de manifiesto su preocupación por los problemas
sociales. Tanto su novela "Tener y no tener" (1937) como su obra de
teatro "La quinta columna" (1938), condenan duramente las injusticias
políticas y económicas.
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