En 1998
se pone a la venta el mayor descubrimiento médico de la época. El Viagra, una
píldora que acaba con el problema de la impotencia de origen orgánico, es uno
de los primeros pasos hacia una medicina para mejorar la calidad de vida del
ser humano.
El
descubrimiento de la década: el viagra
Una revolución social prometen los
fármacos en este fin de siglo. Viagra, la píldora milagrosa que sana la
disfunción eréctil del pene, es sólo el comienzo.
Es la primera droga de una
serie dirigida a "mejorar la calidad de vida" del ser humano. En
menos de diez años los laboratorios lanzarán al mercado medicamentos para
regular el estado anímico, reducir el estrés, enlentecer el envejecimiento y la
calvicie. El mercado potencial es millonario. Viagra ya ha causado estupor. En
Estados Unidos se vende como pan caliente. Los médicos hablan de "droga
revolucionaria" y parecen estar en lo cierto: la conmoción es evidente.
En todo el mundo, los estudios
previos de pacientes y en paralelo las estimaciones de mercado de consumo
fueron realizadas durante varios meses antes de lanzar el medicamento al
consumo.
Antes de su aprobación el 22 de marzo
por parte de la Food and Drug Administration (FDA), entidad estadounidense para
el control de medicamentos y alimentos, el laboratorio Pfizer llevó a cabo una
evaluación de los efectos del Viagra sobre un corpus de más de 3 000 pacientes
de 18 a 97 años que padecían disfunciones eréctiles en los últimos 5 años. Las
pruebas se desarrollaron durante 6 meses con resultados positivos.
Miles de años antes de que los gurúes
de la ciencia moderna descubrieran píldoras e inyecciones varias, en Egipto,
Grecia, Roma, Persia, India, etc. los hombres acudían a distintas sustancias
con supuestos poderes afrodisíacos con la esperanza de aumentar su vigor sexual
o evitar ese temido fracaso tan antiguo como el hombre mismo: la impotencia.
Según el saber popular, en un plano
doméstico, es posible recurrir a las ostras, espárragos, caviar, apio, habas,
chiles, ajo y chocolate, entre otros comestibles, para "encender el
caldero del amor"; un poco más difícil se vuelve conseguir polvo de cuerno
de rinoceronte, de pene de león, huesos de rana o testículos de toro para
lograr una buena perfomance sexual. Entre los competidores naturales del Viagra
se cuentan: el Ginseng, planta herbácea muy apreciada por los orientales; la
Damiana, planta aromática de cuyas hojas se obtiene un extracto fuertemente
afrodisíaco; la Yohimba, sustancia altamente estimulante obtenida de la corteza
de árboles africanos y plantas amazónicas; la Marapuama, planta que también
produce efectos tónicos y antineurasténicos; la Catuaba, que actúa como
estimulante del sistema nervioso central y combate la impotencia; la
Mandrágora, planta venenosa con un fruto parecido a la manzana y de olor
fétido; el Abrótano, conocido también con el nombre de "perdición de
doncellas", y muchas hierbas más.
Desde el punto de vista científico,
hasta hoy, existía como único tratamiento contra la impotencia una serie de
drogas que por su alto costo o difícil aplicación atendían un reducido universo
de pacientes.
El Viagra es la única medicina vía
oral que ha demostrado hasta ahora una alta eficacia y un bajo porcentaje de
efectos colaterales.
El Viagra no actúa sobre la libido,
el orgasmo o la eyaculación; tampoco cambia la conducta sexual del individuo, a
pesar de que pierda el miedo ante los encuentros sexuales, teñidos hasta ahora
por el miedo a fracasar. La medicación por sí misma estimula psicológicamente
al hombre, pero "no es la píldora mágica". Se sabe que sobre un
porcentaje de personas no tendrá efecto. En las impotencias psicológicas, la
gran mayoría tiene una respuesta adecuada, pero es frente a problemas orgánicas
donde el medicamento actúa.
A nivel internacional, el mayor temor
de los especialistas se centra en un consumo explosivo más allá de los
eventuales pacientes. Esta posibilidad preocupa a los médicos ya que puede
"causar estragos en la vida de los hombres". Por ahora son varios
millones los nuevos y felices consumidores.
El hombre está sometido a la
necesidad de ser viril, potente y a satisfacer las fantasías propias. Esto
implica lograr una erección correcta. Aceptar esta condición sin equívocos
supone una gran presión cultural. Por eso un porcentaje enorme de sujetos con
disfunción eréctil leve o moderada no busca ayuda con los médicos. No se los
permite la autoestima y viven su problema en privado. Pueden pasar años en esta
situación. Debemos tener en cuenta que las consultas vinculadas con la
disfunción sexual se realizan más comúnmente ante un urólogo o un sexólogo.
En el campo psicológico las causas y
consultas más frecuentes son por depresión y ansiedad. Se trata de gente que
vive preocupada, insatisfecha, rinde poco en el trabajo o en el estudio. En el
hombre esto puede derivar en disfunción sexual y la persona puede inhibirse de
hacer el amor por una falta de deseo sexual. En su mayoría, las disfunciones
eréctiles específicamente son leves a moderadas, pocas veces totales. El Viagra
es un medicamento que aparece para solucionar este tipo de disfunciones en
particular. Lo interesante es ver que la expectativa ya creada por el Viagra en
la sociedad muestra algo que estaba encubierto: hay una enorme cantidad de
personas que tienen esperanzas de mejorar su actividad sexual.