viernes, 23 de marzo de 2012

El arte en el siglo XX - El fauvismo


Fauvismo


Al contrario de los Impresionistas que ponen la luz natural como origen del color, los Fauvistas intentan producir la luz con el color.
Cuando los Fauvistas hicieron su primera exposición, el crítico Vauxelles para burlarse dijo: "esta sala es un rincón de fieras" (en francés: "les fauves"), de ahí el nombre de la corriente.
El líder del grupo es Henri Matisse (1869-1954).

Lo que más le interesa a esta corriente es la simplificación y el efecto decorativo. Logra ambos olvidando la tercera dimensión, entrelazando partes de diferentes planos en uno solo y usando violentos contrastes de color.


 "La danza" de Henry Matisse (Francia;1869-1954)




Matisse es considerado el gran representante de esta forma del arte en la pintura; en esta obra, Matisse combina la pintura y la danza no sólo como concepto de armonía, sino como objetos pictóricos.



 "Retrato con Línea verde" H. Matisse
Llamado así por la audaz línea que divide el rostro, dándole luminosidad y relieve.
Se basa en la combinación de tonos característicos de los "fauves": amarillo, rojo, azul.



"Composición de Diamante" de Piet Mondrian (Holanda; 1872-1944)
Piet Mondrian estuvo envuelto con la teosofía más que ningún otro de los pioneros del arte abstracto y fue miembro de la Sociedad Teosófica desde 1909.
Mezcló las figuras geométricas para encontrar la forma pura que representara las verdades del universo que él encontró en la Teosofía.
En "Composición de Diamante" crea un diseño puramente geométrico con triángulos y cruces que pulsa con íconos espirituales. El Triángulo en Teosofía representa los tres Grandes Principios: El Espíritu, La Fuerza y La Materia.



"Devoción". Piet Mondrian
Pintado en 1908, describe a una mujer buscando místicas y cósmicas enterezas por mediación de una flor.
"Los Bosques cerca de Osle". Piet Mondrian
Los símbolos de El Hombre y La Mujer convergen el uno al otro en los árboles erectos y el terreno horizontal. Mondrian encaminaba con este trabajo, la llegada del concepto abstracto de la pintura, inspirado por la noción teosofista de la Dualidad a través de naturales y reconocidas formas.



“El Sena en Le Pecq” (1905) – Maurice de Vlaminck
Los paisajes de Vlaminck expresan su extático sentimiento vital que, en rebeldía contra todo pensamiento frío y reflexión tranquila, confiaba en los instintos y en el “élan vital”.

viernes, 9 de marzo de 2012

El arte del siglo XX - I - Impresionismo

El cuestionamiento sobre los principios artísticos iniciado en las últimas décadas del siglo XIX ejerció una influencia decisiva en el siglo XX, provocando una revolución estética en las más diversas áreas, centrada en la búsqueda de nuevas direcciones y principios innovadores.

Introducción 
El cuestionamiento sobre los principios artísticos que se inició en las últimas décadas del siglo XIX tuvo una influencia decisiva en la formación del espíritu crítico propio del siglo XX. Esta revolución estética trajo consigo una sucesión de estilos y movimientos, muchos de ellos de corta duración y la mayoría centrados en la búsqueda de nuevas direcciones y principios innovadores.
Los nuevos movimientos modernistas que comenzarán a desarrollarse en numerosas potencias europeas evidencian la crisis del modelo positivista asentado en el método experimental y objetivo de la ciencia. Reaccionan contra el racionalismo, el progreso científico y la "mecanización sin alma de la cultura", postulando un renacimiento espiritual que conecte al hombre con su verdadera esencia.

Mientras la política oficial de los países europeos encuentra en el continente negro grandes extensiones de tierras y hombres pasibles de ser asimilados a sus normas, la vanguardia artística e intelectual propone una vuelta al "primitivismo", intentando deshacerse de los oxidados parámetros de la cultura europea.

En un ámbito de enrarecimiento político, signado por la rápida militarización de las potencias y la conciencia de que se avecinaba un gran conflicto, la creación artística comienza a resultar incapaz de ocultar los males del mundo. Las vanguardias destruyen las imágenes convencionales y rechazan la función "digestiva" tradicional, evidenciando una nueva visión de la realidad, fragmentadora, inestable y poco tolerada por la óptica racional.

Los movimientos más destacados en estas primeras décadas fueron, entre otros, el impresionismo, el fauvismo, el expresionismo, el cubismo, el futurismo, el constructivismo y el neoplasticismo.


El impresionismo


 

“La Catedral de Rouen” – Claude Monet
El artista francés Claude Monet, considerado el principal pintor del movimiento impresionista del siglo XIX, llevó esta corriente hasta sus límites extremos. En “La Catedral de Rouen” se aboca a las cambiantes apariencias que su arquitectura presentaba al cambiar la luz según las distintas horas del día. En estas variaciones sobre un tema, el punto de partida, el asunto mismo, importa menos que el arte de la variación.






“Tejados rojos” (1877) – Camille Pissarro
Camille Pissarro, el miembro de más edad en la corriente impresionista, adoptó la influencia y los métodos de Monet: una técnica espontánea que sólo confiaba en el

domingo, 4 de marzo de 2012

Albert Einstein

A partir de la simple observación y constatación de hechos cotidianos como el movimiento de los cuerpos y la velocidad, Albert Einstein planteó su Teoría de la Relatividad, elaborando una revolución en la física, y una revisión fundamental de nuestro concepto del mundo.


Albert Einstein nació en Ulm el 14 de marzo de 1879 y pasó su juventud en Munich, donde su familia poseía un pequeño taller de máquinas eléctricas. Ya desde muy joven mostraba una curiosidad excepcional por la naturaleza y una capacidad notable para entender los conceptos matemáticos más complejos. A los doce años ya conocía la geometría de Euclides.
A la edad de 15 años, cuando su familia se trasladó a Milán, Italia, a causa de sucesivos fracasos en los negocios, Einstein abandonó la escuela. Pasó un año con sus padres en Milán y viajó a Suiza, donde terminó los estudios secundarios, e ingresó en el Instituto Politécnico Nacional de Zurich.
Einstein se había sentido fascinado por la obra de Bernstein "El libro Popular de Ciencia natural" que describía en su primera página la increíble velocidad de la electricidad a través de los hilos y de la luz a través del espacio. Él se preguntó que aspecto tendría el mundo si uno pudiese desplazarse sobre una onda de luz. Si uno se desplazaba sobre una onda de luz, era imposible saber que estaba sobre ella: si uno partía sobre la cresta de una onda, permanecería sobre la cresta y perdería toda noción de que aquello era una onda. Cuanto más pensaba Einstein sobre estos temas más inquietantes se hacían.

Durante dos años Einstein trabajó dando clases particulares y de profesor suplente. En 1902 consiguió un trabajo estable como examinador en la Oficina Suiza de Patentes en Berna.
En 1905 se doctoró por la Universidad de Zurich, con una tesis sobre las dimensiones de las moléculas; también publicó tres artículos teóricos de gran valor para el desarrollo de la física del siglo XX. En el primero de ellos, sobre el movimiento browniano, formuló predicciones importantes sobre el movimiento aleatorio de las partículas dentro de un fluido, predicciones que fueron comprobadas en experimentos posteriores. El segundo artículo, sobre el efecto fotoeléctrico, anticipaba una teoría revolucionaria sobre la naturaleza de la luz. Según Einstein, bajo ciertas circunstancias la luz se comportaba como una partícula. También afirmó que la energía que llevaba toda partícula de luz, denominada fotón, era proporcional a la frecuencia de la radiación. Lo representaba con la fórmula E = h, donde E es la energía de la radiación, h una constante universal llamada constante de Planck y es la frecuencia de la radiación. Esta teoría, que planteaba que la energía de los rayos luminosos se transfería en unidades individuales llamadas cuantos, contradecía las teorías anteriores que consideraban que la luz era la manifestación de un proceso continuo. Las tesis de Einstein apenas fueron aceptadas.

Einstein, interesado por comprender la naturaleza de la radiación electromagnética, propugnó el desarrollo de una teoría que fusionara las ondas y partículas de la luz. De nuevo fueron muy pocos los científicos que comprendieron y aceptaron estas ideas.

Teoría especial de la relatividad de Einstein
La tercera publicación de Einstein en 1905, "Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento", formulaba lo que después llegó a conocerse como la teoría especial de la relatividad (o teoría restringida de la relatividad).
Desde los tiempos del matemático y físico inglés Isaac Newton, físicos y químicos habían intentado comprender la naturaleza de la materia y la radiación, y su interacción en algunos modelos unificados del mundo. Existían esencialmente dos hipótesis al respecto:
1)    La hipótesis que sostenía que las leyes mecánicas eran las fundamentales (visión mecánica del mundo)
2)     La hipótesis que afirmaba que eran las leyes eléctricas las fundamentales (visión electromagnética del mundo)

Max Planck

En el campo de la física, a partir de nuevas observaciones tales como las líneas de los espectros luminosos, la coexistencia de dos teorías de la luz, así como la ausencia de una base molecular para la termodinámica, plantearon dudas en cuanto a la validez total de la mecánica newtoniana.
El primer avance en este sentido fue la introducción por parte de Max Planck del concepto de "cuanto" y el desarrollo de la física cuántica.



Introducción histórica
En los siglos XVIII y XIX, la mecánica newtoniana o clásica parecía proporcionar una descripción totalmente precisa de los movimientos de los cuerpos, como por ejemplo el movimiento planetario. Sin embargo, a finales del siglo XIX y principios del XX, ciertos resultados experimentales introdujeron dudas sobre si la teoría newtoniana era completa. Entre las nuevas observaciones figuraban las líneas que aparecen en los espectros luminosos emitidos por gases calentados o sometidos a descargas eléctricas. Según el modelo del átomo desarrollado a comienzos del siglo XX por el físico británico Ernest Rutherford, en el que los electrones cargados negativamente giran en torno a un núcleo positivo, en órbitas dictadas por las leyes del movimiento de Newton, los científicos esperaban que los electrones emitieran luz en una amplia gama de frecuencias, y no en las estrechas bandas de frecuencia que forman las líneas de un espectro.
Otro enigma para los físicos era la coexistencia de dos teorías de la luz: la teoría corpuscular, que explica la luz como una corriente de partículas, y la teoría ondulatoria, que considera la luz como ondas electromagnéticas. Un tercer problema era la ausencia de una base molecular para la termodinámica. En su libro "Principios elementales en mecánica estadística" (1902), el físico estadounidense J. Willard Gibbs reconocía la imposibilidad de elaborar una teoría de acción molecular que englobara los fenómenos de la termodinámica, la radiación y la electricidad tal como se entendían entonces.

Introducción del cuanto de Planck
A principios del siglo XX, los físicos aún no reconocían claramente que éstas y otras dificultades de la física estaban relacionadas entre sí. El primer avance que llevó a la solución de aquellas dificultades fue la introducción por parte de Max Planck (1900) del concepto de cuanto, como resultado de los estudios de la radiación del cuerpo negro realizados por los físicos en los últimos años del siglo XIX (el término ‘cuerpo negro’ se refiere a un cuerpo o superficie ideal que absorbe toda la energía radiante sin reflejar ninguna). Un cuerpo a temperatura alta -al rojo vivo- emite la mayor parte de su radiación en las zonas de baja frecuencia (rojo e infrarrojo); un cuerpo a temperatura más alta -al rojo blanco- emite proporcionalmente más radiación en frecuencias más altas (amarillo, verde o azul). Durante la década de 1890, los físicos llevaron a cabo estudios cuantitativos detallados de esos fenómenos y expresaron sus resultados en una serie de curvas o gráficas. La teoría clásica, o precuántica, predecía un conjunto de curvas radicalmente diferentes de las observadas. Lo que hizo Planck fue diseñar una fórmula matemática que describiera las curvas reales con exactitud; planteando una hipótesis física que pudiera explicar la fórmula. Su hipótesis fue que la energía se radia en unidades pequeñas separadas denominadas cuantos. Avanzando en el desarrollo de esta teoría, descubrió una constante de naturaleza universal que se conoce como la constante de Planck, simbolizada por la letra h. (h = 6,626 × 10-34 julios•segundo)
Esta conclusión fue el primer enunciado de la teoría cuántica. Según Planck, la energía de un cuanto de luz es igual a la frecuencia de la luz multiplicada por una constante.
Desde entonces, la teoría de Planck ha sido verificada experimentalmente en muchas ocasiones, y el desarrollo de ésta ha producido un cambio radical en el concepto que se tiene en física de la luz y de la materia; en la actualidad, se considera que ambas combinan las propiedades de una onda y de una partícula. Así, la constante de Planck se ha vuelto tan importante para la investigación de las partículas de materia como para los cuantos de luz, ahora denominados fotones.
Estos descubrimientos de Planck fueron el nacimiento de un campo totalmente nuevo de la física, conocido como mecánica cuántica y proporcionaron los cimientos para la investigación en campos como el de la energía atómica.
En 1918, Planck -considerado el creador de la teoría cuántica- fue premiado con el Nobel de Física.
En 1930 el físico alemán fue elegido presidente de la Sociedad Kaiser Guillermo para el Progreso de la Ciencia, la principal asociación de científicos alemanes, que después se llamó Sociedad Max Planck. Sus críticas abiertas al régimen nazi que había llegado al poder en Alemania en 1933 le forzaron a abandonar la Sociedad, de la que volvió a ser su presidente al acabar la II Guerra Mundial. Murió en Gotinga el 4 de octubre de 1947.
Entre sus obras más importantes se encuentran "Introducción a la física teórica" (5 volúmenes, 1932-1933) y "Filosofía de la física" (1936).

Aportes de Einstein
Los siguientes avances importantes en la teoría cuántica se debieron a Albert Einstein, que empleó el concepto del cuanto introducido por Planck para explicar determinadas propiedades del efecto fotoeléctrico, un fenómeno experimental en el que una superficie metálica emite electrones cuando incide sobre ella una radiación.
Según la teoría clásica, la energía de los electrones emitidos -medida por la tensión eléctrica que generan- debería ser proporcional a la intensidad de la radiación. Sin embargo, se comprobó que esta energía era independiente de la intensidad -que sólo determinaba el número de electrones emitidos- y dependía exclusivamente de la frecuencia de la radiación. Cuanto mayor es la frecuencia de la radiación incidente, mayor es la energía de los electrones; por debajo de una determinada frecuencia crítica, no se emiten electrones. Einstein explicó estos fenómenos suponiendo que un único cuanto de energía radiante expulsa un único electrón del metal. La energía del cuanto es proporcional a la frecuencia, por lo que la energía del electrón depende de la frecuencia.

El átomo de Bohr
En 1911, Rutherford estableció la existencia del núcleo atómico. A partir de los datos experimentales de la dispersión de partículas alfa por núcleos de átomos de oro, supuso que cada átomo está formado por un núcleo denso y con carga positiva, rodeado por electrones cargados negativamente que giran en torno al núcleo como los planetas alrededor del Sol. La teoría electromagnética clásica desarrollada por el físico británico James Clerk Maxwell predecía inequívocamente que un electrón que girara en torno a un núcleo radiaría continuamente energía electromagnética hasta perder toda su energía, y acabaría cayendo en el núcleo. Por tanto, según la teoría clásica, el átomo descrito por Rutherford sería inestable. Esta dificultad llevó al físico danés Niels Bohr a postular, en 1913, que la teoría clásica no es válida en el interior del átomo y que los electrones se desplazan en órbitas fijas. Cada cambio de órbita de un electrón corresponde a la absorción o emisión de un cuanto de radiación.
La aplicación de la teoría de Bohr a átomos con más de un electrón resultó difícil. Las ecuaciones matemáticas para el siguiente átomo más sencillo, el de helio, fueron resueltas durante la segunda y tercera década del siglo XX, pero los resultados no concordaban exactamente con los datos experimentales. Para átomos más complejos sólo pueden obtenerse soluciones aproximadas de las ecuaciones, y se ajustan sólo parcialmente a las observaciones.

Sigmund Freud

Sigmund Freud nació en Freiberg (actual Príbor, República Checa), el 6 de mayo de 1856 y se educó en la Universidad de Viena. Cuando apenas tenía tres años, su familia, huyendo de los disturbios antisemitas que entonces se producían en Freiberg, se trasladó a Leipzig. Poco tiempo después, la familia se instaló en Viena, donde Freud residió la mayor parte de su vida.

Aunque su ambición desde niño había sido dedicarse al ejercicio del derecho, Freud se decidió a estudiar medicina justo antes de entrar en la Universidad de Viena en 1873. 

Inspirado por las investigaciones científicas del poeta alemán Goethe, sintió un vehemente deseo de estudiar ciencias naturales y de resolver alguno de los retos que en aquel momento afrontaban los investigadores de su tiempo.

Freud comenzó sus investigaciones estudiando el sistema nervioso central de los invertebrados, dedicándose cada vez con mayor intensidad a la neurología y especialmente la psicopatología: el estudio científico de los trastornos mentales.
Durante el periodo de 1895 a 1900, Freud desarrolló muchos de los conceptos posteriormente incorporados tanto a la práctica como a la doctrina psicoanalítica. Comenzó sus estudios sobre la histeria, utilizando la hipnosis como procedimiento catártico. Poco después la reemplazará por la investigación del curso espontáneo de pensamientos del paciente -llamado asociación libre-, como método idóneo para comprender los procesos mentales inconscientes que están en la raíz de los trastornos neuróticos.
Freud propuso seguir el curso de los procesos inconscientes, usando las asociaciones libres del paciente como guía para interpretar los sueños y los lapsus en el lenguaje (además de chistes, actos fallidos, etc).
Mediante el análisis de los sueños llegó a sus teorías sobre la sexualidad infantil y el complejo de Edipo, que explicaría el apego del niño al progenitor del sexo contrario, junto con los sentimientos hostiles hacia el del propio sexo (considerado -en principio- un rival). Estos planteamientos, que hacían hincapié en la base biológica del comportamiento humano -particularmente el sexo y la agresividad-, fueron muy controvertidos.
En estos años, desarrolló también la teoría de la transferencia, proceso por el que las actitudes emocionales, establecidas originalmente hacia las figuras de los padres durante la infancia, son transferidas en la vida adulta a otros personajes (maestros, autoridades, jefes, el propio psicoanalista, etc).

El final de este período viene marcado por la aparición de su obra más importante, "La interpretación de los sueños" (1900 primera edición, que posteriormente el mismo Freud ampliaría). En ella analiza (además de algunos sueños de sus pacientes, amigos, hijos, e incluso de personajes famosos) muchos de sus propios sueños, registrados durante tres años de autoanálisis iniciados en 1897. Este trabajo expone todos los conceptos fundamentales en que se asientan la teoría y la técnica psicoanalítica.

La principal contribución de Freud fue la creación de un enfoque radicalmente nuevo en la comprensión de la personalidad humana, al demostrar la existencia y poder de lo inconsciente. Además, fundó una nueva disciplina médica y formuló procedimientos terapeúticos básicos que, más o menos modificados aún se aplican, en el tratamiento mediante psicoterapia de las neurosis (y, parcialmente, de las psicosis).

Aunque nunca conoció en vida un reconocimiento unánime, y ha sido a menudo cuestionado desde entonces, Freud es indudablemente uno de los grandes pensadores del mundo contemporáneo.
Entre otros de sus trabajos habría que destacar "Psicopatología de la vida cotidiana" (1904), "Tres ensayos para una teoría sexual" (1905), "Tótem y Tabú" (1913), "Más allá del principio del placer" (1920), "Psicología de masas" (1920), "El yo y el ello" (1923), "El malestar en la cultura" (1930), "El porvenir de una ilusión" (1927), "Introducción al psicoanálisis" (1933), y "Moisés y el monoteísmo" (1939).
Tras el comienzo de la I Guerra Mundial, Freud abandonó casi la observación clínica y se concentró en la aplicación de sus teorías a la interpretación psicoanalítica de fenómenos sociales, como la religión, la mitología, el arte, la literatura, el orden social o la propia guerra. Cuando los nazis ocuparon Austria, en 1938, Freud se trasladó con su familia a Londres, donde falleció el 23 de septiembre de 1939.

Conceptos fundamentales
El inconsciente
La primera de las aportaciones de Freud fue el descubrimiento de la existencia de procesos psíquicos inconscientes ordenados según leyes propias, distintas a las que gobiernan la experiencia consciente.

En el ámbito inconsciente, pensamientos y sentimientos que se daban unidos se dividen o desplazan fuera de su contexto original; dos imágenes o ideas dispares pueden ser reunidas (condensadas) en una sola; los pensamientos pueden ser dramatizados formando imágenes, en vez de expresarse como conceptos abstractos, y ciertos objetos pueden ser sustituidos y representados simbólicamente por imágenes de otros, aun cuando el parecido entre el símbolo y lo simbolizado sea vago o explicarse sólo por su coexistencia en momentos alejados del presente. Las leyes de la lógica, básicas en el pensamiento consciente, dejan de ejercer su dominio en el inconsciente.
Comprender cómo funcionan los procesos mentales inconscientes hizo posible la comprensión de fenómenos psíquicos previamente incomprensibles, como los sueños.

A través del análisis de los procesos inconscientes, Freud vio que soñar servía para proteger el sueño (el reposo) del individuo contra los elementos perturbadores procedentes de deseos reprimidos, relacionados con las primeras experiencias del desarrollo que afloran en ese momento a la conciencia. Así, los deseos y pensamientos moralmente inaceptables, (es decir, el contenido latente del sueño), se transforman en una experiencia consciente, aunque no inmediatamente comprensible, a veces absurda, denominada ‘contenido manifiesto’. El conocimiento de estos mecanismos inconscientes permite al analista invertir el proceso de elaboración onírica, por el que el ‘contenido latente’ se transforma en el contenido manifiesto, accediendo, a través de la interpretación de los sueños, a su significado subyacente.

Pulsiones
Una suposición esencial de la teoría freudiana es que los conflictos inconscientes involucran deseos y pulsiones, originadas en las primeras etapas del desarrollo. Al serle desvelados al paciente los conflictos inconscientes mediante el psicoanálisis, su mente adulta puede encontrar soluciones inaccesibles a la mente inmadura del niño que fue. Esta descripción de la función que cumplen las pulsiones básicas en la vida humana es otra de las aportaciones cruciales de la teoría freudiana.

Según su teoría sobre la sexualidad infantil, la sexualidad adulta es el resultado de un complejo proceso de desarrollo que comienza en la infancia, pasa por una serie de etapas ligadas a diferentes funciones y áreas corporales (oral, anal y genital), y se corresponde con distintas fases en la relación del niño con los adultos, especialmente con sus padres. En este desarrollo es esencial el periodo edípico, que transcurre, aproximadamente, entre los 4 y 6 años de edad, momento en el que el niño por primera vez es capaz de establecer un vínculo afectivo con su progenitor del sexo opuesto, semejante a la relación de un adulto con su pareja, con lo que el progenitor del mismo sexo es considerado un rival. La inmadurez psíquica del niño condena al fracaso los deseos infantiles y malogra su primer paso hacia lo adulto. Además, la inmadurez intelectual del niño complica aún más la situación porque le hace temer sus propias fantasías. El grado en el que el niño supere este trauma y en el que estos vínculos, miedos y fantasías pervivan de modo inconsciente, será decisivo en su vida posterior, especialmente en sus relaciones afectivas.

Los conflictos que ocurren en las etapas iniciales del desarrollo no son menos significativos como influencia formativa, porque representan los prototipos iniciales de situaciones sociales tan básicas como la dependencia de otros o la relación con la autoridad. Por eso, en estas primeras etapas de su desarrollo, también será básico en la formación de la personalidad del niño el comportamiento de los padres. Sin embargo, el hecho de que el niño reaccione no sólo ante la realidad objetiva, sino también ante la distorsión fantástica de la realidad, complica significativamente incluso los esfuerzos educativos mejor intencionados.

El ello, el yo y el superyó
El esfuerzo por clarificar el desconcertante número de observaciones interrelacionadas puestas a la luz por la exploración psicoanalítica, condujo al desarrollo de un modelo de estructura del sistema psíquico. Tres sistemas funcionales, o instancias, se distinguen en este modelo: el ello, el yo y el superyó.
La primera instancia se refiere a las tendencias impulsivas (entre ellas las sexuales y las agresivas) que parten del cuerpo y tienen que ver con el deseo en un sentido primario, contrarios a los frutos de la educación y la cultura. Freud llamó a estas tendencias "triebe", que literalmente significa ‘pulsión’ pero que a menudo se traduce con impropiedad como ‘instinto’. Estas pulsiones exigen su inmediata satisfacción, y se experimentan de forma placentera por parte del sujeto, pero desconocen el principio de realidad y se atienen sólo al principio del placer (egoísta, acrítico e irracional).
Cómo conseguir en el mundo real las condiciones de satisfacción de esas pulsiones básicas es tarea de la segunda instancia, el yo, que domina funciones como la percepción, el pensamiento y el control motor, para adaptarse a las condiciones exteriores reales del mundo social y objetivo. Para desempeñar esta función adaptativa, de conservación del individuo, el yo debe ser capaz de posponer la satisfacción de las pulsiones del ello que presionan para su inmediata satisfacción, con lo que se origina la primera tensión. Para defenderse de las pulsiones inaceptables del ello, el yo desarrolla mecanismos psíquicos específicos llamados mecanismos de defensa. Los principales son: la represión -exclusión de las pulsiones de la consciencia, para arrojarlas a lo inconsciente-, la proyección -proceso de adscribir a otros los deseos que no se quieren reconocer en uno mismo- y la formación reactiva -establecimiento de una pauta de comportamiento contraria a una fuerte necesidad inconsciente. Tales mecanismos de defensa se disparan en cuanto la ansiedad señala el peligro de que las pulsiones inaceptables originales puedan reaparecer en la conciencia.
Una pulsión del ello llega a hacerse inadmisible, no sólo como resultado de una necesidad temporal de posponer su satisfacción hasta que las condiciones de la realidad sean más favorables, sino, sobre todo, debido a la prohibición que los otros (originalmente los padres) imponen al individuo. El conjunto de estas demandas y prohibiciones constituye el contenido principal de la tercera instancia, el superyó, cuya función es controlar al yo según las pautas morales impuestas por los padres. Si las demandas del superyó no son atendidas, la persona se sentirá culpable, culpabilidad que también se manifiesta como ansiedad y/o vergüenza.
El superyó, que según la teoría freudiana se origina en el esfuerzo de superar el complejo de Edipo, es parcialmente inconsciente, debido a que tiene una fuerza semejante (aunque de signo opuesto) a la de las pulsiones, y puede dar lugar a sentimientos de culpa que no dependan de ninguna transgresión consciente. El yo, instancia mediadora entre las demandas del ello, las exigencias del superyó y el mundo exterior, puede no tener el poder suficiente para reconciliar estas fuerzas en conflicto. Es más, el yo puede coartarse en su desarrollo al ser atrapado en sus primeros conflictos, denominados fijaciones o complejos, pudiendo volverse hacia modos de funcionamiento primarios en el desarrollo psíquico y hacia modos de satisfacción infantiles. Este proceso se conoce como ‘regresión’. Incapaz de funcionar normalmente, el yo sólo puede mantener su control limitado y su integridad desarrollando síntomas neuróticos, a través de los cuales se expresa la tensión del aparato psíquico.
Ansiedad
El concepto de ansiedad, constituye la piedra angular de la teoría y la práctica psicoanalítica moderna.
La ansiedad está relacionada a un tipo de experiencia que implica una reacción contra ciertas situaciones peligrosas. Estas situaciones de peligro, tal como las describe Freud, son el miedo a ser abandonado, a perder el objeto amado, el miedo a la venganza y al castigo, y la posibilidad de castigo por parte del superyó. En consecuencia, los síntomas, los desórdenes de la personalidad y de los deseos, así como la propia sublimación de las pulsiones, representan diferentes formas de adaptación que el yo intenta con mayor o menor éxito, reconciliando las diferentes fuerzas mentales en conflicto.

Varias escuelas psicoanalíticas han adoptado otras denominaciones para indicar sus diferencias con las teorías freudianas ortodoxas.

Carl Jung
Carl Gustav Jung, uno de los primeros alumnos de Freud, creó un movimiento que designó él mismo como psicología analítica. Como Freud, Jung usa el concepto de libido; sin embargo, rechazaba el carácter exclusivamente sexual de la libido, y consideraba que ésta constituía una energía de carácter universal basada en el conjunto de los instintos y pulsiones creativas que constituyen la fuerza motivadora de la conducta humana.
Según Jung, el inconsciente se compone de dos partes: el inconsciente personal, que contiene el resultado de la experiencia global de un individuo, y el inconsciente colectivo, reserva de la experiencia humana.

En el inconsciente colectivo hay una serie de imágenes esenciales, a las que él denomina arquetipos, comunes a todos los individuos de un país o de un momento histórico concreto. Los arquetipos se constituyen así en unidades de conocimiento intuitivo que normalmente sólo existen en el inconsciente colectivo del individuo, y que se manifiestan en leyendas, obras artísticas, prejuicios sociales... y, por supuesto, en los sueños.
Cuando la mente consciente no contiene imágenes propias, como durante el sueño, o cuando la conciencia es sorprendida por no estar en guardia, los arquetipos empiezan a funcionar.
En su origen, eran modos primitivos de pensamiento que tendían a personificar los procesos naturales en términos mitológicos, como espíritus del bien y del mal, hadas y dragones. La madre y el padre también se establecen como arquetipos básicos.
Otro concepto importante en la teoría de Jung es la existencia de dos tipos básicos distintos de personalidad, actitud mental y función psíquica dominante: la extroversión y la introversión. Cuando la libido y el interés general se vuelven hacia las personas y los objetos del mundo exterior, se dice que la persona en cuestión es extrovertida. Cuando se da la tendencia contraria, y la libido y los intereses se centran en el propio individuo, se habla de personalidad introvertida. En una persona completamente normal esas dos tendencias se alternan, sin que ninguna de ellas predomine sobre la otra, pero la libido suele tener preferencia por una de ellas, por lo que los dos tipos de personalidad son fácilmente reconocibles.
Jung rechazó la distinción freudiana entre el yo y el superyó, pero reconoció una parte diferenciada de la personalidad, con ciertas similitudes con el superyó, a la que denominó "persona" (máscara en griego), que consiste en lo que aparentamos frente a los demás, en oposición a lo que en realidad somos. La "persona" es el rol que los individuos eligen representar en la vida, la impresión global que desean transmitir de sí mismos en el mundo social exterior.

Alfred Adler
Alfred Adler, otro de los discípulos de Freud, se diferenció tanto de éste como de Jung al acentuar la importancia que en la motivación humana tiene el sentimiento de inferioridad, que comienza desde el momento en que el niño es consciente de la existencia de otros más capaces de cuidar de sí mismos y de dominar su entorno.
Desde que aparece el sentimiento de inferioridad, el niño trata de superarlo, debido a lo intolerable que le resulta, ya que puede ocasionar el descontrol de los mecanismos compensatorios organizados por la estructura psíquica, determinando actitudes neuróticas egocéntricas, sobrecompensaciones e, incluso, la huida del mundo real y sus problemas.
Adler hizo hincapié en que los sentimientos de inferioridad nacen de las que él consideraba las tres relaciones más importantes: las que el individuo mantiene con su trabajo, con los amigos y con su objeto amado. El intento de evitar el sentimiento de inferioridad en estas relaciones conduce al individuo a adoptar objetivos vitales poco realistas, que a menudo se manifiestan como una voluntad poco razonable de poder y dominio, que conduce a diversos tipos de comportamiento antisocial, desde la intimidación y la presunción a la tiranía política. Adler creía que el análisis podía fomentar un sentimiento sano y razonable de pertenencia a la comunidad, más constructivo que destructivo.

Otto Rank
Otro discípulo de Freud, Otto Rank, introdujo una nueva teoría de la neurosis, atribuyendo todas las perturbaciones neuróticas al trauma inicial del nacimiento. En sus últimas investigaciones describe el desarrollo individual como una progresión desde la absoluta dependencia de la madre y de la familia a la independencia física, que va unida a la dependencia intelectual del entorno social, llegando finalmente a completarse la emancipación intelectual y afectiva del individuo.

Erich Fromm
Entre las últimas innovaciones a la teoría psicoanalítica que merecen mención podemos citar los aportes del psicoanalista Erich Fromm.
Las teorías de Fromm hacen especial hincapié en la idea de que el individuo y la sociedad no son fuerzas opuestas ni separables, en que la naturaleza de la sociedad viene determinada por su pasado histórico, y en que las necesidades y deseos de las personas están en gran medida determinados por su contexto social.
Como resultado de este punto de vista, Fromm creía que el problema fundamental de la psicología y del psicoanálisis no era resolver los conflictos entre los fijos e inamovibles impulsos instintivos del individuo y las exigentes e inamovibles leyes y normas sociales, sino armonizar y comprender las relaciones entre ambos. Fromm también hizo hincapié en la importancia que tiene para los individuos desarrollar la capacidad de usar plenamente su potencial perceptivo, emocional e intelectual.

El psicoanálisis en el ámbito hispano
En España, la favorable acogida de la obra de Freud propició la rápida asimilación de la corriente psicoanalítica a principios del siglo XX.
Tras la Guerra Civil española, diversos profesionales tuvieron que exiliarse a Latinoamérica, éxodo que se vería compensado a finales de la década de 1970 con la llegada a España de numerosos psicólogos y psicoanalistas, que contribuirían a la consolidación de esta ciencia. En Latinoamérica, el país en el que el psicoanálisis ha tenido una mayor implantación es Argentina, con figuras de la talla de Arminda Aberasturi, introductora de la escuela inglesa de psicoanálisis en su país, y Enrique Pichon-Rivière.
El psicoanálisis ha tenido también una gran difusión en otros países como Chile, México y Venezuela. Destacados psicólogos en el ámbito hispano son también el español de origen cubano Emilio Mira y López o el argentino David Liberman.

Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken, Prusia.
Estudió filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, y fue nombrado profesor de filología griega en la Universidad de Basilea a los 24 años. Su delicada salud (estuvo afectado toda su vida por su poca vista y sus constantes jaquecas) le obligó a retirarse en 1889. Al cabo de diez años sufrió una crisis nerviosa de la que nunca se recuperó. Murió en Weimar el 25 de agosto de 1900.
Además de la influencia de la cultura helénica, en particular de las filosofías de Sócrates, Platón y Aristóteles, Nietzsche estuvo influenciado por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, por la teoría de la evolución y por su amistad con el compositor alemán Richard Wagner.
Escritor prolífico, escribió varias obras importantes, entre ellas "El origen de la tragedia" (1872), "Así habló Zaratustra" (1883-1885), "Más allá del bien y del mal" (1886), "La genealogía de la moral" (1887), "El crepúsculo de los dioses" (1888), "El Anticristo" (1888), "Ecce Homo" (1889) y "La voluntad de poder" (1901).

Conceptos fundamentales
Uno de los argumentos fundamentales de Nietzsche era que los valores tradicionales (representados en esencia por el cristianismo) habían perdido su poder en las vidas de las personas, lo que llamaba nihilismo pasivo. Lo expresó en su tajante proclamación "Dios ha muerto".

"Siglo XX cambalache, problemático y febril"

ENTRESIGLOS

La revolución industrial iniciada en Gran Bretaña en el siglo XVIII y consolidada a fines del siglo XIX, transforma la faz de Europa.
Nuevas estructuras políticas y sociales se crean. El comercio de los diferentes estados que se industrializan debe expandirse; Y a nivel interno, los trabajadores se organizan, toman conciencia de su fuerza, estableciéndose una lucha más intensa por el poder económico y político de los diferentes sectores.
Desde el punto de vista de la historia de las ideas, el positivismo político triunfa con la revolución industrial. Liberales, conservadores y socialistas invocan el poder del hecho, y se refieren, para justificar las más opuestas posiciones, a las lecciones de la ciencia.
En nombre de la ciencia afirma Spencer la eterna validez del liberalismo; en nombre de la ciencia Taine y Renan sientan las bases de un neotradicionalismo; Marx reformula el socialismo utópico por el socialismo científico; y el mismo nacionalismo pasa del idealismo de Mazzini o de Michelet, al choque de los imperialismos.
De alguna manera se podría decir que la segunda mitad del siglo XIX fue la edad del darwinismo. Conceptos tales como el concepto de evolución o el de selección natural fueron abundantemente utilizados para justificar esa "política positiva" por hombres que solo tenían un conocimiento muy superficial de la obra de Darwin.
Así pues, la biología se liga estrechamente con la política, manifestándose también en el arte. En todos los sectores de la opinión se expande una cierta tendencia al fatalismo, o al menos, al dogmatismo. Y surgen las guerras... guerra de Crimea., guerra de Italia, guerra de México, guerra austroprusiana, guerra francoprusiana, guerra de Secesión: el optimismo liberal es sometido a una dura prueba en los 20 años posteriores al medio siglo. La guerra, hasta 1914, sólo desaparecerá de un punto del globo para reaparecer en otro (guerra en los Balcanes, guerra de los Boers, guerra ruso japonesa, guerra hispanoamericana...)
El siglo XX entonces se abre con una rebelión contra el racionalismo.
La confianza en la razón, el progreso, la ciencia, las virtudes del orden y la inteligencia que impregnaban tanto la filosofía escolar de la III República francesa, han cedido su puesto a la exaltación de las fuerzas oscuras, al culto de la vida y el misterio: desprecio por la masa y llamamiento al "superhombre" de Nietzsche.
Las causas son numerosas y complejas:
La conciencia del poder que el gigantesco progreso de las técnicas confiere al hombre, pero también su impotencia para preverlo todo, para organizarlo todo; la conciencia de pertenecer a un mundo en transición, en crisis.
Se produce una revolución así en la técnica, en la economía, en las expresiones artísticas que rompen con el historicismo de finales del siglo XIX. Y eso provoca una búsqueda, en los diferentes planos, de nuevas direcciones y principios innovadores.

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