Torres de la ciudad satélite. México. Luis Barragán |
La
arquitectura contemporánea se consolidó en Latinoamérica gracias al apoyo de Le
Corbusier a dos jóvenes arquitectos brasileños: Lucio Costa y Oscar Niemeyer,
y al resto del grupo de artistas que comenzaron a finales de la década de 1920 a reivindicar la
renovación de los estilos historicistas.
Entre los pioneros destacaron los
también brasileños Gregorio Warchanchik y Alfonso Reidy y el uruguayo Julio Vilamajó.
Después de la
Segunda Guerra Mundial fueron apareciendo otras figuras importantes,
especialmente en México, donde los principios del movimiento se combinaron con
el carácter colonial y con las reivindicaciones precolombinas. Entre los
mejores arquitectos mexicanos cabe destacar a Luis Barragán, Juan O’Gorman y Pedro Ramírez Vázquez,
líderes de una primera generación que ha consolidado la arquitectura contemporánea
en ese país. Otros arquitectos destacados del último medio siglo han sido el
venezolano Carlos Raúl Villanueva, el colombiano Rogelio Salmona y el uruguayo Eladio Dieste.
Carlos Raúl Villanueva |
Eladio Dieste
(1917-2000), un ingeniero de origen uruguayo mundialmente conocido por la
denominada cerámica armada.
Ante la necesidad de
construir con bajos costos Dieste toma el ladrillo, material económico en su
producción, y crea con el superficies livianas y resistentes que incluso pueden
tener formas curvas, y que son lo que el denominó cerámica armada.
Este sistema
constructivo consigue diseñar finas láminas a partir de la combinación de
ladrillo, hierro y un poco de mortero, que se construyen sobre un encofrado
móvil.
En
el panorama artístico latinoamericano cabe destacar la arquitectura desarrollada en México a partir de la
segunda década del siglo XX.
Es
una arquitectura personal y característica, que ha depurado algunas de las
variables del movimiento moderno -la plástica lineal de los volúmenes, los
grandes ventanales longitudinales o el funcionalismo extremo, sin caer en la
alternativa del lenguaje neocolonial y californiano.
José Villagrán García marca la primera etapa definida de
la arquitectura mexicana desde sus planteamientos racionalistas y
anti-academicistas de los años 20.
Su Granja Sanitaria (1925) se considera el
comienzo de la modernidad en México, mientras que su edificio para la Facultad
de Arquitectura en la ciudad universitaria de México, D.F. (1952) es la
culminación del predominio creativo de la función-programa, subordinando las
resultantes formales. En colaboración con Enrique del Moral proyectó, entre
otros, el edificio
de oficinas de Condesa (1950, México), el hotel de la Alameda y el María Isabel
(1963).
Por
otro lado, la impronta del muralismo se encuentra en algunas obras de Mario
Pani, cuya tendencia formalista inició un estilo cuyos rasgos se aprecian en la Escuela Normal para
Maestros en México, D.F., que cuenta con murales de José Clemente Orozco y
esculturas de Ortiz Monasterio.
Enrique
Yáñez reafirmó la integración de
arquitectura y naturaleza en el proyecto para su casa, donde se relacionan los
espacios abiertos y cerrados con patios-jardines interiores y juegos de masas y
vacíos. Yáñez puede considerarse uno de los pioneros de la arquitectura
funcionalista mexicana, entre la que destaca su edificio de oficinas para el
Sindicato de Electricistas en México, D.F. (1940).
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