miércoles, 5 de septiembre de 2012

Arquitectura contemporánea. Arquitectura orgánica - Bauhaus en USA



El estilo "Beaux Arts" se mantuvo hasta la crisis económica de 1929 que paralizó el auge de la construcción de los años precedentes.
Tanto en los edificios públicos como en los privados predominaron los estilos georgiano y románico, adaptados hasta en sus más mínimos detalles a las necesidades del siglo XX.

Arquitectura orgánica
Frank Lloyd Wright
Otro maestro de la arquitectura del siglo XX fue el estadounidense Frank Lloyd Wright (1867-1959).
Wright acuñó el término de arquitectura orgánica, cuya idea central consiste en que la construcción debe derivarse directamente del entorno natural.
Desde los inicios de su carrera rechazó los estilos neoclasicistas y victorianos que imperaban a finales del siglo XIX.
Siempre se opuso a la imposición de cualquier estilo, convencido de que la forma de cada edificio debe estar vinculada a su función, el entorno y los materiales empleados en su construcción. Este último siempre fue uno de los aspectos donde demostró mayor maestría, combinando con inteligencia todos los materiales de acuerdo con sus posibilidades estructurales y estéticas.
Otra de sus aportaciones fundamentales a la arquitectura moderna fue el dominio de la planta libre, con la que obtuvo impresionantes espacios que fluyen de un espacio a otro. Este concepto es evidente en las llamadas "casas de la pradera", entre las que destacan la Martin House en Buffalo (Nueva York, 1904), la Coonley House en Riverside (Illinois, 1908) y la Robie House en Chicago (1909).
Wright fue el pionero en la utilización de nuevas técnicas constructivas, como los bloques de hormigón armado prefabricados y las innovaciones en el campo del aire acondicionado, la iluminación indirecta y los paneles de calefacción.
El Larkin Building en Buffalo (Nueva York), proyectado en 1904, fue el primer edificio de oficinas en disponer de aire acondicionado, ventanas dobles, puertas vidrieras y muebles metálicos. Entre sus innovaciones estructurales destaca el sistema antisísmico desarrollado en el enorme Hotel Imperial de Tokio: para ganar flexibilidad, empleó una estructura de voladizos apoyada en unos cimientos que flotan sobre un lecho de barro. El edificio se concluyó en 1922 y no sufrió ningún daño en el terrible terremoto del año siguiente.

Entre sus obras más emblemáticas se pueden citar la Millard House en Pasadena (California, 1923), la Kaufmann House o casa de la Cascada en Bear Run (Pennsylvania, 1937, hoy abierta al público), el Johnson Wax Company Administration Building en Racine (Wisconsin, 1939), la First Unitarian Church en Madison (Wisconsin, 1947) y el rascacielos Price Tower de Bartlesville (Oklahoma, 1953). En 1959 concluyó el edificio helicoidal para el Museo Solomon Guggenheim en Nueva York.
Bauhaus en Estados Unidos
Un importante cambio de dirección en la arquitectura de Estados Unidos se produjo con la llegada a este país hacia 1933 de cierto número de arquitectos alemanes y austriacos que abandonaron Europa a raíz de la prohibición de la arquitectura vanguardista por parte de los nazis. Rudolph Schindler y Richard Neutra en Los Angeles, Walter Gropius y Marcel Breuer en Cambridge (Massachusetts), y Ludwig Mies van der Rohe en Chicago, llevaron a Estados Unidos la expresión de las ideas de funcionalidad y estructura en el seno de composiciones abstractas asociadas en principio con la escuela alemana de la Bauhaus, y posteriormente englobadas bajo el término de International Style.
Mies entró en el Illinois Institute of Technology de Chicago, donde dirigió el departamento de arquitectura y acometió la consolidación de una nueva tipología de rascacielos.
Los elementos comunes del rascacielos -la estructura de acero y su revestimiento vítreo, es decir, empleo del muro-cortina- supusieron nuevos retos arquitectónicos para Mies. Sus esfuerzos por resolver estas cuestiones se manifiestan en el edificio de apartamentos de Lake Shore Drive en Chicago (1951) y el edificio Seagram en Nueva York (1958), proyectado en colaboración con Philip Johnson. En parte de la obra de Mies subyace un clasicismo que se traduce en el cuidado por las proporciones, la perfección compositiva y en los detalles y materiales de los acabados, obteniendo unos elegantes resultados por medio de la supresión de cualquier elemento historicista.



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