El
estilo "Beaux Arts" se
mantuvo hasta la crisis económica de 1929 que paralizó el auge de la
construcción de los años precedentes.
Tanto en los edificios públicos como en
los privados predominaron los estilos georgiano y románico, adaptados hasta en
sus más mínimos detalles a las necesidades del siglo XX.
Arquitectura orgánica
Frank
Lloyd Wright
Otro
maestro de la arquitectura del siglo XX fue el estadounidense Frank Lloyd
Wright (1867-1959).
Wright
acuñó el término de arquitectura orgánica, cuya idea central consiste en que la
construcción debe derivarse directamente del entorno natural.
Desde los inicios
de su carrera rechazó los estilos neoclasicistas y victorianos que imperaban a
finales del siglo XIX.
Siempre se opuso a la imposición de cualquier estilo,
convencido de que la forma de cada edificio debe estar vinculada a
su función, el entorno y los materiales empleados en su construcción. Este
último siempre fue uno de los aspectos donde demostró mayor maestría,
combinando con inteligencia todos los materiales de acuerdo con sus posibilidades
estructurales y estéticas.
Otra
de sus aportaciones fundamentales a la arquitectura moderna fue el dominio de
la planta libre, con la que obtuvo impresionantes espacios que fluyen de un espacio a otro. Este concepto es evidente en las llamadas "casas de la
pradera", entre las que destacan la Martin House en
Buffalo (Nueva York, 1904), la
Coonley House en Riverside (Illinois, 1908) y la Robie House en Chicago
(1909).
Wright
fue el pionero en la utilización de nuevas técnicas constructivas, como los bloques
de hormigón armado prefabricados y las innovaciones en el campo del aire
acondicionado, la iluminación indirecta y los paneles de calefacción.
El Larkin Building en Buffalo (Nueva
York), proyectado en 1904, fue el primer edificio de oficinas en disponer de
aire acondicionado, ventanas dobles, puertas vidrieras y muebles metálicos.
Entre sus innovaciones estructurales destaca el sistema antisísmico
desarrollado en el enorme Hotel Imperial de Tokio: para ganar flexibilidad,
empleó una estructura de voladizos apoyada en unos cimientos que flotan sobre
un lecho de barro. El
edificio se concluyó en 1922 y no sufrió ningún daño en el
terrible terremoto del año siguiente.
Entre
sus obras más emblemáticas se pueden citar la Millard House en
Pasadena (California, 1923), la Kaufmann House o casa de la Cascada en Bear Run
(Pennsylvania, 1937, hoy abierta al público), el Johnson Wax Company
Administration Building en Racine (Wisconsin, 1939), la First Unitarian Church
en Madison (Wisconsin, 1947) y el rascacielos Price Tower de Bartlesville
(Oklahoma, 1953). En 1959 concluyó el edificio helicoidal para el Museo Solomon
Guggenheim en Nueva York.
Bauhaus en Estados Unidos
Un
importante cambio de dirección en la arquitectura de Estados Unidos se produjo
con la llegada a este país hacia 1933 de cierto número de arquitectos alemanes
y austriacos que abandonaron Europa a raíz de la prohibición de la arquitectura
vanguardista por parte de los nazis. Rudolph
Schindler y Richard Neutra en
Los Angeles, Walter Gropius y Marcel Breuer en Cambridge
(Massachusetts), y Ludwig Mies van der
Rohe en Chicago, llevaron a Estados Unidos la expresión de las ideas de
funcionalidad y estructura en el seno de composiciones abstractas asociadas en
principio con la escuela alemana de la Bauhaus, y posteriormente englobadas
bajo el término de International Style.
Mies
entró en el Illinois Institute of Technology de Chicago, donde dirigió el
departamento de arquitectura y acometió la consolidación de una nueva tipología
de rascacielos.
Los elementos comunes del rascacielos -la estructura de acero y
su revestimiento vítreo, es decir, empleo del muro-cortina- supusieron nuevos
retos arquitectónicos para Mies. Sus esfuerzos por resolver estas cuestiones se
manifiestan en el edificio
de apartamentos de Lake Shore Drive
en Chicago (1951) y el edificio Seagram en Nueva York (1958),
proyectado en colaboración con Philip Johnson. En parte de la obra de Mies
subyace un clasicismo que se traduce en el cuidado por las proporciones, la
perfección compositiva y en los detalles y materiales de los acabados,
obteniendo unos elegantes resultados por medio de la supresión de cualquier
elemento historicista.
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