Diciembre 1922. Un nuevo estado se
crea en el mapa mundial.
Como resultado de la revolución
rusa de 1917, se constituye la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas:
estado federal plurinacional, de signo comunista.
Introducción
La Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas,
constituída como tal en diciembre de 1922, constituyó el Estado federal
plurinacional, formado por pueblos europeos y asiáticos, creado como resultado
de la Revolución Rusa de noviembre de 1917.
La
historia de la URSS comienza cronológicamente el 25 de octubre de 1917, cuando
la Revolución Rusa culminó con la conquista del poder por el Congreso de los
Soviets de toda Rusia, dirigido por el partido bolchevique.
Tras
autoproclamarse depositario de la autoridad gubernamental, el Congreso promulgó
inmediatamente una serie de decretos por los que Rusia dejaba de combatir en la
Primera Guerra Mundial, era
nacionalizada toda la tierra y se constituía el Consejo de Comisarios del
Pueblo que actuaría como primer Gobierno Obrero y Campesino del
mundo, y estuvo presidido por Vladimir I. Lenin.
El
15 de noviembre de 1917 los soviets garantizaron el derecho a la igualdad y a
la autodeterminación de todas las numerosas nacionalidades que habitaban el
territorio del antiguo Imperio Ruso. La primera nación en sacar provecho de
esta situación fue Finlandia, donde se estableció un gobierno nacional; además
le fue reconocida la independencia del dominio ruso.
En
otro de sus primeros decretos, el gobierno soviético proclamó la separación
Iglesia-Estado. Aunque se garantizaba la libertad religiosa individual, el
Estado declaró su aconfesionalidad.
Las
ideas fundamentales de estos y otros decretos quedaron recogidas en la
Constitución de 1918, que proclamó la República Socialista Soviética Federada
de Rusia.
El
curso de la revolución rusa en medio de la Primera Guerra Mundial habían dejado
al país en una situación crítica. El objetivo de Lenin consistía en afianzar e
imponer el nuevo sistema económico y político en todo el país. Por tal motivo
se hacía imperioso terminar la guerra.
Las
negociaciones de paz con Alemania se iniciaron en diciembre de 1917. Los
términos de la paz presentados por los alemanes en la Paz de Brest-Litovsk eran
inaceptables, por lo cual las negociaciones quedaron rotas en febrero de 1918.
Sin embargo una nueva ofensiva alemana llevó a los dirigentes soviéticos a
reanudar las conversaciones y a principios de marzo se concluyó el tratado.
Según sus términos, la República Socialista Soviética Federada de Rusia tuvo
que ceder Ucrania, Polonia y los estados bálticos. El gobierno soviético
también fue obligado a pagar unas elevadas indemnizaciones a Alemania.
Lenin
consideraba esencial para la causa soviética la firma del tratado, a pesar de
su dureza, porque daría el tiempo necesario para consolidar el régimen recién
constituido. Además, el líder bolchevique creía inminente la extensión de la
revolución soviética a otros países europeos. Aunque esas revoluciones
estallaron posteriormente en algunos países, especialmente en Alemania y
Hungría, fracasaron en su intento por hacerse con el poder, por lo que el
gobierno soviético fue el único en proclamar como objetivo el establecimiento
de un Estado socialista.
La
firma de la Paz de Brest-Litovsk produjo una escisión en el seno del Gobierno
soviético.
El Partido Socialista Revolucionario, que había estado colaborando
con los bolcheviques, declaró que el tratado constituía una traición a la causa
de la Revolución y abandonó el gobierno. Confiando en sus tradicionales métodos
de lucha política, miembros de dicho partido asesinaron al embajador alemán con
la vana esperanza de provocar nuevamente el comienzo de las hostilidades.
También llevaron a cabo atentados contra algunos líderes bolcheviques. Lenin
fue seriamente herido por uno de estos actos terroristas, lo que provocaría su
prematuro fallecimiento. Como respuesta, los bolcheviques iniciaron el llamado
Terror Rojo, con la supresión del Partido Socialista Revolucionario y la ejecución
de numerosos opositores políticos. Otros partidos y facciones minoritarias
fueron igualmente eliminados por los bolcheviques. De este modo la República
Socialista Soviética Federada de Rusia se convirtió en un Estado con régimen de
partido único, el Partido Comunista Ruso (Bolchevique), nombre que adoptó el
Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) en marzo de 1918.
Contrarrevolución e intervención
extranjera
Aún
no finalizada la Primera Guerra Mundial, las fuerzas contrarias a la revolución
con la ayuda de las potencias aliadas (Inglaterra, Francia, Estados Unidos,
Japón) intentaron derribar al gobierno bolchevique.
En
Siberia, un Ejército compuesto por 45.000 antiguos prisioneros de guerra
checos, que habían sido armados por el gobierno zarista para combatir a los
alemanes, inició una ofensiva contra las autoridades soviéticas. Múrmansk y
Arjanguelsk, las principales ciudades del extremo septentrional de Rusia,
fueron ocupadas por tropas aliadas. El Ejército japonés ocupó Vladivostok y una
fuerza expedicionaria estadounidense desembarcó en esta ciudad. Los alemanes
invadieron la Rusia Blanca (una región más o menos equivalente a la actual
Bielorrusia), Ucrania y el Cáucaso. En el otoño de 1918 el almirante Alexandr
Vasílievich Kolchak, al mando de un ejército contrarrevolucionario, se proclamó
comandante supremo de Rusia y estableció su capital en Omsk (Siberia).
A
comienzos de 1919 el Ejército Blanco dirigido por el general Anton I. Denikin
lanzó desde Ucrania una ofensiva contra las tropas soviéticas, mientras que
otro, dirigido por el general Nikolái N. Yudiénich avanzó hacia Petrogrado. A
pesar de los reveses iniciales, los bolcheviques lograron repeler estos ataques
a comienzos de 1920. En abril de ese año, el Ejército polaco lanzó un nuevo
ataque con ayuda de tropas bielorrusas bajo el mando de Piotr Wrangel. Dos
meses más tarde las tropas soviéticas, reorganizadas por el comisario
(ministro) de Guerra León Trotski iniciaron la contraofensiva. La guerra con
Polonia finalizó con la firma en 1921 del Tratado de Riga por el que
determinadas áreas occidentales de la Rusia Blanca y de Ucrania pasaban al
control de Polonia.
Tras
la expulsión de las tropas de ocupación japonesas de Siberia oriental a finales
de 1922, la Guerra Civil llegó a su fin. El régimen soviético no estaría ya en
peligro inmediato durante largo tiempo. Los bolcheviques derrotaron a las
tropas extranjeras y a las fuerzas contrarrevolucionarias rusas gracias a su
determinación, organización y buen mando, en especial de Lenin y de Trotski.
El
denominado "comunismo de guerra", política aplicada por los bolcheviques durante
el conflicto civil, supuso la rápida nacionalización de la industria y de los
medios de transporte y la confiscación de todos los suministros y equipos
necesarios para la actividad bélica, lo que arruinó por completo la economía
del país.
Cuando cesaron las hostilidades y quedó consolidado el régimen
soviético, el gobierno tuvo que hacer frente a la necesidad de restaurar la
economía. Trotski y otros dirigentes preferían mantener esta rígida política de
guerra para continuar la evolución hacia el comunismo. Lenin optó por reducir
la gravosa economía de guerra impuesta a los agricultores, con el objetivo de
estimular la producción agraria, y mitigar los controles sobre la industria y
el comercio para permitir la creación de pequeñas empresas que lograran
aumentar la producción. La denominada Nueva Política Económica (NEP) de Lenin
fue adoptada en 1922 por el Partido Comunista Ruso.
Hacia 1922 la URSS estaba conformada por los estados de: Rusia, Transcaucasia, Ucrania y Bielorrusia.
La época de Stalin
La
prematura muerte de Lenin en 1924 desencadenó una dura lucha por el poder. Los
principales antagonistas fueron Trotski y Iósiv Stalin, entonces secretario
general del partido, los cuales se proclamaban legítimos herederos de Lenin.
Gracias al control sobre el aparato del partido Stalin logró obtener el apoyo
de la mayoría del Partido Comunista y consolidar así su poder. En noviembre de
1927, tras un referéndum interno, el partido repudió por completo las ideas
políticas de Trotski que fue expulsado de aquél y tuvo que exiliarse.
Ya
en diciembre de 1922, Lenin, presintiendo su muerte, y preocupado por la
sucesión en el poder y la unidad del partido, escribe una carta al Congreso.
Al
definir a Stalin, Lenin decribía: "El camarada Stalin, llegado a
Secretario General, ha concentrado en sus manos un poder inmenso, y no estoy
seguro de que siempre sepa utilizarlo con la suficiente prudencia... Stalin es
demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en
las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo
de Secretario General. Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de
pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se
diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos sólo por una ventaja,
a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los
camaradas, menos caprichoso, etc."
En
1929 Stalin fue reconocido como máximo dirigente del partido y del país. A
partir de ese momento se comenzó a gestar el culto a la personalidad de Stalin,
generándose en ciertos ámbitos la identificación de las victorias del
socialismo a la personalidad del dirigente. En el Congreso del Partido
Comunista del año 1934, en medio del discenso, se acuerda que el partido debía guiarse por las conclusiones y tesis
del informe de Stalin.
A
partir de ese momento, inició la serie de purgas que caracterizarían sus 25
años de mandato, y que afectaron en primer lugar a sus antiguos aliados durante
la pugna con Trotski. Esos dirigentes, especialmente Nikolái Ivánovich Bujarin
y Alexéi Ivánovich Ríkov, fueron expulsados de los más altos órganos del
partido.
Desde
entonces, Stalin sólo confió en su control del partido y de la policía y en los
compañeros que él había elevado al poder. Entre estos destacaron Viacheslav
Molótov, Valerian Vladímirovich Kuibishev, Grigori K. Ordzhonikidze y Kliment
Efrémovich Voroshílov.
Fundación de la
URSS
Durante
la década de 1920 se produjeron cambios radicales en la administración gubernamental
y se lograron notables mejoras en la economía nacional y en las relaciones
internacionales. En diciembre de 1922, y previa aprobación de los respectivos
Congresos de los Soviets, la República Socialista Soviética Federada de Rusia
(RSFSR) y las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Transcaucasia, Ucrania y
Bielorrusia, formaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, entidad
que surgió como tal en este momento.
La
Constitución de 1924, presentada en enero de ese año, reorganizaba los territorios
bajo control soviético en torno al nuevo estado. Aunque se garantizaba un
cierto grado de autonomía a cada una de sus repúblicas integrantes, el gobierno
soviético central mantenía un rígido control sobre relaciones exteriores,
defensa y planificación económica. Durante los años siguientes, la República
Transcaucásica quedó dividida en las Repúblicas Socialistas Soviéticas de
Georgia, Armenia y de Azerbaiyán.
La
creación de las repúblicas de Kazajstán y de Asia central fue resultado de su
separación de la RSFSR (Rusia). A su vez, la República de Asia central se dividió en
las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y
de Kirguizistán.
En
1924 las grandes potencias mundiales, que intentaron en un principio aislar al
régimen soviético, ya habían establecido relaciones diplomáticas con éste y la
URSS comenzó a participar en las conferencias internacionales. Estados Unidos
fue, de todas las grandes potencias, la última en reconocer formalmente al
gobierno soviético, lo que sucedió durante el mandato del presidente Franklin
D. Roosevelt.
La transformación
económica
Hacia
1927 la Nueva Política Económica trazada por Lenin, bajo la cual se permitió un
cierto capitalismo, había generado la suficiente recuperación económica como
para retomar el camino hacia el socialismo, de acuerdo con los objetivos a
largo plazo de los soviéticos. Por ello, en 1928 se inició un período de
economía planificada, dirigida desde el Comité de Planificación Estatal
(GOSPLAN, creado en 1921) con la puesta en práctica del primero de los planes
quinquenales aplicados por Stalin.
Los objetivos básicos de estos planes eran
transformar a la URSS de un país agrícola en una potencia industrializada,
llevar a cabo la completa colectivización de la agricultura y transformar la
naturaleza profunda de la sociedad.
La gran purga
A
mediados de la década de 1930, la política soviética estuvo caracterizada por
las drásticas purgas, tanto en el seno del Partido Comunista como en el del
gobierno, de todos los elementos supuestamente opuestos a la política
estalinista. Las purgas se iniciaron en 1929 y alcanzaron su punto más
virulento en diciembre de 1934 tras el asesinato de Serguéi M. Kírov, un leal
partidario de Stalin.
Entre
los años 1935 y 1939 Stalin ya había desplazado a todos sus opositores de los
cargos de poder. Muchos fueron encarcelados, deportados a Siberia o ejecutados.
De hecho, entre 1934 y 1938 dos tercios de los miembros que tenía el Comité
Central del Partido Comunista en 1934, fueron sentenciados a muerte y ejecutados.
De la misma forma, entre 1936 y 1938, más de la mitad de los oficiales
superiores del ejército fueron purgados.
En
una serie de espectaculares juicios celebrados en Moscú entre 1936 y 1938,
varios altos dirigentes del partido, incluidos Grígori Zinóviev, Bujarin y
Ríkov fueron acusados, condenados y ejecutados por su supuesta participación en
una conspiración con Alemania y Japón para derribar al régimen soviético.
Idénticos cargos se hicieron en otro juicio, de carácter secreto, contra
algunos oficiales del Ejército Rojo, entre los que se encontraba el mariscal
Mijaíl Nikoláievich Tujachevski, que también fueron ejecutados. Los denominados
Procesos de Moscú suscitaron críticas en todo el mundo hacia el régimen
soviético, que quedó seriamente debilitado por esas numerosas ejecuciones.
Política exterior -
Hacia la Segunda Guerra Mundial
Para llevar adelante sus planes de industrialización, la
URSS necesitaba la paz. Es así entonces, que entre 1927 y 1932, despliega una
política internacional a favor del desarme general. En esa época se había
intensificado la carrera armamentista, marcando la pauta las potencias
vencedoras de la Primera Guerra Mundial.
La discusión acerca del desarme, total o gradual, se
extendió en el tiempo, paralelamente al surgimiento de focos de guerra y el
ascenso del nazismo en Alemania.
En
el Extremo Oriente, Japón ocupó Manchuria en 1931 y las fricciones entre las
tropas de ocupación japonesas y las soviéticas, estacionadas a lo largo de la
frontera con dicho territorio, se hicieron cada vez más frecuentes. En 1938 los
esporádicos choques armados derivaron en una seria guerra fronteriza. Al mismo
tiempo, el ascenso de Hitler al poder en Alemania en 1933, y su política
expansionista y anticomunista, supusieron una amenaza mayor para la seguridad
soviética.
Buscando
establecer alianzas con otras potencias, especialmente con Francia y Gran
Bretaña, la URSS ingresó en la Sociedad de Naciones en 1934.
Durante los cinco
años siguientes el comisario soviético de Asuntos Exteriores Maksim M. Litvinov
solicitó repetidamente a los miembros de esta organización la adopción de
medidas conjuntas contra las sucesivas agresiones de las potencias fascistas.
La URSS intentó también obtener apoyo para la que llamó "política de
seguridad colectiva", consistente en promover la formación en países
extranjeros de los llamados gobiernos de Frente Popular. Esta política exigía
la colaboración de los grupos políticos comunistas, socialistas y centristas
para hacer frente a los movimientos fascistas.
La
situación internacional se agrava: en 1935, la Italia fascista ataca a Etiopía;
en el verano de 1936, Italia y Alemania comienzan la intervención conjunta en
España y firman el acuerdo político militar del llamado "eje
Roma-Berlín" que luego se amplía a Japón.
La
política de Inglaterra, Francia y Estados Unidos, de convivencia con la Italia
fascista y la Alemania nazi, no se oponía a una expansión hacia Europa
Oriental.
En
el verano de 1938 se originó una grave crisis cuando el gobierno alemán exigió
del gobierno de Checoslovaquia la cesión de los Sudetes, una zona fronteriza
con una minoría de población alemana. La URSS anunció su intención de ayudar a
los checoslovacos en su resistencia contra tales pretensiones y pidió que
Francia y Gran Bretaña ofrecieran una ayuda similar. Los gobiernos francés y
británico, por el contrario, aceptaron las garantías ofrecidas por Hitler en el
sentido de que con esta demanda Alemania ponía punto final a sus
reivindicaciones territoriales. El resultado de la tibia postura adoptada por
Francia y Gran Bretaña fue el Pacto de Munich, firmado en setiembre de 1938,
que aseguraba la cesión de los territorios en litigio a Alemania. La firma de
este pacto significó el fracaso de la política de seguridad colectiva
soviética. En marzo de 1939 tropas alemanas, a través de los Sudetes,
penetraron en Checoslovaquia y tomaron rápidamente el pleno control del
territorio.
El
17 de abril de 1939, el gobierno soviético intenta nuevamente crear un frente
de potencias pacíficas y la firma de un pacto de ayuda mutua; la propuesta
preveía garantías de independencia a todos los estados lindantes con la Unión
Soviética, desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro. Inglaterra y Francia
aceptan las negociaciones, pero no asumen ningún compromiso en el caso de una
agresión alemana en dirección oriental.
Ocupado
en una guerra fronteriza contra Japón en el Extremo Oriente y alarmado ante los
progresos alemanes en Occidente, el gobierno soviético temía verse envuelto en
una guerra a dos frentes.
Debido
a ello la Unión Soviética inició negociaciones secretas con Alemania para
establecer un pacto de no-agresión entre ambos estados, en tanto que
continuaban las conversaciones iniciadas anteriormente con Francia y Gran
Bretaña para firmar una alianza contra Alemania.
En
agosto de 1939 se anunció de forma repentina la firma del pacto de no-agresión
entre Alemania y la URSS. Este acuerdo (conocido como Pacto Germano-soviético,
o también Pacto Ribbentrop-Molótov, por ser esos los nombres de sus dos
principales negociadores). El 1 de setiembre, la invasión alemana de Polonia
llevó a Francia y Gran Bretaña a declarar la guerra a Alemania. Así comenzó la Segunda Guerra Mundial.
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