jueves, 23 de mayo de 2013

Panorama de la literatura europea décadas 50 al 80.



Panorama de la literatura europea
Alemania
El ascenso del nacionalsocialismo con Adolf Hitler la cabeza significó la virtual destrucción de la cultura alemana.
Los nazis impusieron en la literatura un realismo trivial y un fanatismo nacionalista.
Muchos escritores se vieron obligados a abandonar Alemania víctimas de la persecución o porque no querían vivir bajo una dictadura opresiva. Sin embargo, tras el colapso del régimen de Hitler, tuvo lugar una renovación considerable de la literatura alemana. Muchos escritores continuaron su tarea en la novela del siglo XX y en la poesía moderna.
De la nueva generación de novelistas alemanes que empezaron a tener éxito tras la Segunda Guerra Mundial sobresalen Heinrich Böll, ganador del Premio Nobel de Literatura de 1972, Uwe Johnson, Günter Grass y Lenz, miembros del Grupo 47, un grupo de jóvenes y dinámicos escritores comprometidos a liberar la expresión y en desacuerdo con las actitudes complacientes con la guerra.
"Billar a las nueve y media" (1959) de Böll indaga en la historia de Alemania a través de la peripecia de una familia a lo largo del último medio siglo.

Una trilogía semiautobiográfica de Johnson, "Aniversarios" (1970-1973), presenta los problemas morales y políticos en los Estados Unidos de la década de 1960 y en la Alemania de los años treinta.
Gunter Grass


Entre las innovadoras novelas de Grass, que tratan a menudo del conflicto entre la sociedad moderna y sus críticos, se encuentran "El tambor de hojalata" (1959), una desenfadada sátira sobre la Alemania nazi, llevada al cine en 1979;  "El rodaballo" (1976) y "Partos mentales" (1980). Obras en la que mezcla lo fantástico y lo macabro.
Inglaterra
Han aparecido pocas tendencias claramente distinguibles en la narrativa inglesa de después de la Segunda Guerra Mundial, al margen de los llamados jóvenes airados de los años cincuenta y sesenta.

Este grupo incluía a los novelistas Kingsley Amis, John Wain, Alan Sillitoe y John Braine, que atacaron los valores superados que quedaban del período de preguerra.

Iris Murdoch realizó análisis cómicos de la vida contemporánea en sus muchas novelas, empezando por "Bajo la red" (1954), hasta las más recientes: "El príncipe negro" (1973) o "El buen aprendiz" (1986).
Anthony Burgess se hizo famoso por su novela sobre la violencia juvenil, "La naranja mecánica" (1962), y John LeCarré ganó gran popularidad por su ingeniosas y complejas novelas de espionaje, como "El espía que surgió del frío" (1963) o "La casa Rusia" (1989).

William Golding explora el mal del ser humano en la alegórica "El señor de las moscas" (1954), y obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1983.
Durante los años sesenta el realismo social de escritores como Martin Amis, Braine y Alan Sillitoe, con su énfasis en el restrictivo provincianismo inglés, dio paso a influencias más internacionales.

V. S. Pritchett y Doris Lessing, desde posturas muy distintas, se hicieron muy conocidos. Lessing destacó por las novelas donde se ocupa del papel de la mujer en la sociedad actual, como ocurre en "El cuaderno dorado" (1962). Debe subrayarse también el humor negro altamente estilizado de escritores como Angus Wilson y Muriel Spark.
Un autor a destacar en esta época es John Ronald Reuel Tolkien, (1892-1973), especialista en historia medieval, filólogo y escritor fantástico británico de origen sudafricano.
Dio clases de literatura inglesa medieval en la Universidad de Oxford. Los conocimientos que sobre esta materia poseía resultan evidentes en sus obras de carácter épico, que se desarrollan en un mundo fantástico creado por él mismo y llamado "Tierra Media". Escribió El Hobbit (1937) para sus hijos. Su continuación, la trilogía titulada "El señor de los anillos" (1954-1955), es un cuento imaginativo y profundo acerca de la lucha entre las fuerzas del bien y del mal por la posesión de un anillo mágico en un mundo de elfos, hadas y dragones. El Silmarillion (1977), que relata los comienzos mitológicos de la Tierra Media, y Relatos incompletos (1980), que contiene cuentos que no se incluyeron en sus otros libros, fue recopilado y publicado por su hijo, Christopher Tolkien.

 
Tolkien, al igual que otros escritores contemporáneos, inventó un mundo, pero lo que lo destaca de forma sorprendente es el haber creado con tanta especificidad y detalle no sólo un mundo con sus distintas regiones geográficas, climas, y sus respectivos mapas; sino también una variedad de razas y personajes con sus particulares características físicas, psicológicas, e incluso idiomáticas.
En los años sesenta, con los llamados "Jóvenes airados", se inició una nueva fuerza en el teatro inglés. Destacan entre ellos John Osborne, Arnold Wesker, Shelagh Delaney y John Arden, que centraron su atención en las clases trabajadoras, retratando la monotonía, mediocridad e injusticia de sus vidas.

Aunque Harold Pinter y el irlandés Brendan Behan escribieron también obras que se desarrollaban en ambientes de clase trabajadora, se mantienen al margen de los jóvenes airados.

Fuera de cualquier tendencia, el novelista y dramaturgo irlandés Samuel Beckett, que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1969, residente en Francia, escribió obras lacónicas y simbólicas en francés y las tradujo al inglés, como la obra de teatro "Esperando a Godot" (1952) y la novela "Cómo es" (1964).

España
La mayoría de los escritores españoles marcharon al exilio después de la derrota en la Guerra Civil española (1936-1939) y, regresados o no a España, vivieron con ese carácter hasta la muerte de Francisco Franco (1975).

La mayor parte de ellos se afincaron en países hispanoamericanos, aunque también en Estados Unidos (Jorge Guillén, Federico de Onís, Américo Castro, Pedro Salinas), en París (Jorge Semprún), en la Unión Soviética y en otros países.
La actividad de estos exilados fue múltiple: creación literaria, fundación de revistas y editoriales, cátedras universitarias, periodismo, orientación de grupos y renovación de tendencias. Su ámbito lingüístico fue mayoritariamente español, pero hubo también escritores en gallego (Eduardo Blanco Amor, Rafael Dieste, Alfonso Rodríguez Castelao) o en catalán (Josep Carner, Joaquín Xirau).
Entre las revistas literarias y de pensamiento fundadas por exiliados cabe recordar: en México, "Nuestra España", "La España peregrina", "Taller" (dirigida por el mexicano Octavio Paz), "Romance", "Ultramar", "Cuadernos Americanos"; en Argentina, "Pensamiento español", "Correo literario", "Realidad", "Galeuzca"; en Cuba, "Atentamente"; en Colombia, "Espiral"; en Venezuela, "España"; en Chile, "España libre"; en Uruguay, "Temas"; en París, "Libre", "Cuadernos de Ruedo Ibérico".
En materia de editoriales, en México, aparece Séneca y en cierta medida, el Fondo de Cultura Económica; en Cuba, La Verónica; en Argentina, Losada, Sudamericana, Emecé, Santiago Rueda y Bajel.
La lista de escritores emigrados sería interminable, y se han publicado algunos censos y obras de carácter bibliográfico, que recogen algunas listas, casi todas ellas incompletas.
En el exilio republicano estuvieron representantes de todas las formas literarias, corrientes y estilos, de todas las escuelas y tendencias. En poesía, se exiliaron la mayor parte de los componentes de la generación del 27.

También se exiliaron algunos que, sin tomar decidido partido por algún bando en pugna, se alejaron de la España en conflicto: José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala, Gregorio Marañón, Azorín, Pío Baroja. Caso especial es el de Antonio Machado, que permaneció fiel a la República hasta el último momento y encerrado en un campo de concentración, murió en Francia a poco de llegar.
Algunos de estos escritores, aparte de seguir cultivando su memoria personal y colectiva y el recuerdo, intelectivo o apasionado de la patria lejana, produjeron obras de tema americano como Max Aub, Francisco Ayala o Ramón Sender.
Francia
En la década de 1940, bajo el liderazgo del filósofo, dramaturgo y novelista Jean-Paul Sartre, una dimensión negativa y pesimista desarrolló el movimiento filosófico y literario llamado existencialismo.
Jean Paul Sartre

La tesis general -expuesta en "El ser y la nada" (1943) de Sartre- plantea básicamente que la existencia humana es inútil y frustrante, y que el individuo es solamente un cúmulo de experiencias personales.

En sus obras dramáticas "Las moscas" (1943), "A puerta cerrada" (1944), y "Las manos sucias" (1948), Sartre se extendió en temas que ya habían sido tratados antes de la guerra en su libro de cuentos "El muro" (1939).
En su trilogía "Los caminos de la libertad" (1945), intentó mostrar al individuo sin ilusiones y consciente de la necesidad de participar en todas las instancias de la sociedad.

La discípula más acérrima de Sartre fue su compañera de toda la vida Simone de Beauvoir, que escribió, entre otras muchas obras, la novela "Los mandarines" (1954), que trata de un modo encubierto las relaciones personales de algunos de los principales existencialistas franceses. Su obra "La ceremonia del adiós" (1981) es un homenaje a Sartre.
Albert Camus podría haber sido englobado en el existencialismo, particularmente por su obra "Calígula" (1944); aunque en sus dos novelas más importantes, "El extranjero" (1942) y "La peste" (1947), reconoció la conveniencia y la necesidad del esfuerzo humano.
En la década de 1950, dos escuelas de literatura experimental surgieron en Francia.
El teatro del absurdo y el antiteatro cuyo claro ejemplo son las obras del rumano de nacimiento Eugène Ionesco, de Samuel Beckett y de Jean Genet.
La popular "Esperando a Godot" (1948) de Beckett, "Los negros" (1959) y "Los biombos" (1961) de Genet son claros ejemplos de esta escuela, opuesta al análisis psicológico y al contenido ideológico del existencialismo.

A la vez que el antiteatro, surgió la antinovela o nouveau roman (un término aplicado por primera vez por Sartre a una novela de Nathalie Sarraute) que ha llamado mucho la atención, principalmente en las novelas y teorías de Sarraute, Claude Simon, Alain Robbe-Grillet y Michel Butor.

Al igual que los dramaturgos, los nuevos novelistas se oponen a las formas tradicionales de la novela psicológica, enfatizando el mundo puro y objetivo de las cosas.

Las emociones y los sentimientos no se describen como tales; más bien, el lector debe imaginarse como son, siguiendo la relación entre los personajes y a través de los objetos que tocan y ven. La novela de Sarraute "Retrato de un desconocido" (1949) abrió el camino, seguido de obras tales como "¿Los oye usted?" (1972) y anterior a ésta, la de Robbe-Grillet "La celosía" (1957) y la de Butor "La modificación" (1957).

Simon escribe novelas históricas muy densas, utilizando la técnica expresiva del monólogo interior. Su obra más importante es "La ruta de Flandes" (1960).
Una nueva escuela de crítica literaria, el estructuralismo, basada en parte en el trabajo del antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, surgió en Francia a partir de la década de 1960. El máximo exponente de esta escuela fue Roland Barthes. Su obra "Elementos de semiología" (1964) es una introducción a la semiótica; sus "Ensayos críticos" y "Nuevos ensayos críticos" fueron publicados en 1964 y 1972 (respectivamente). La última tendencia crítica es la conocida por desconstrucción, cuyo pionero es el filósofo y crítico Jacques Derrida.

Italia
Después de la Segunda Guerra Mundial, una gran cantidad de autores italianos alcanzaron fama universal.
En el género Poesía, Giuseppe Ungaretti, que ocupa, junto a Eugenio Montale, un lugar preeminente dentro de la literatura europea del siglo XX.

Sus obras, caracterizadas por un impactante uso del vocabulario y por una gran habilidad para crear vívidas imágenes de inusual intensidad lírica, fueron recopiladas en un solo volumen titulado"Vita di un uomo" (1958), que contiene, entre otros, los poemas de los libros "Alegría de naufragios" (1919), "Ocasiones" (1935) y "La tierra prometida" (1945).
Los poemas más importantes de Eugenio Montale, en cambio, se encuentran reunidos en tres volúmenes titulados respectivamente "Huesos de sepia" (1925), "Las ocasiones" (1939) y "El vendaval y otras cosas" (1956). Su lírica, por la que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1975, resulta a veces extremadamente concisa y hermética y contiene una ácida e inteligente crítica de la vida que, en ocasiones, la tiñe de pesimismo.
Salvatore Quasimodo es otro de los poetas destacados de estos años. Sus obras, entre las que se cuentan "Y enseguida anochece" (1942), "Día" (1942), "La vida no es sueño" (1949) e "Il falso e vero verde" (1953), revelan una apasionada y lírica consciencia de la condición trágica de nuestra época. En 1959 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.
A nivel de la narrativa, pocos años después del final de la guerra apareció en Italia un nuevo tipo de realismo ligado, en especial, al cine, que atravesó un período de creatividad antes desconocido, hasta el punto de que empujó a la crítica a acuñar un término nuevo para describirlo: neorrealismo.

Entre las figuras literarias que se adscribieron a ese importante movimiento se encuentran Carlo Levi, que expuso los sufrimientos de los campesinos de sur de Italia en su conocida novela "Cristo se detuvo en Éboli" (1946); Elio Vittorini, autor de "Conversaciones en Sicilia" (1941); y Vasco Pratolini, que escribió "Crónicas de pobres amantes" (1947).

Otras destacadas personalidades de las letras de este período fueron Mario Soldati, conocido por su obra "Cartas de Capri" (1954); el poeta, ensayista y narrador Cesare Pavese, autor de "Entre mujeres solas" (1949); "El diablo entre las colinas" (1949) y "La luna y las hogueras" (1950); y Vitaliano Brancati, agudo crítico de la sociedad siciliana, como dejó patente en "El bello Antonio" (1949).

Hubo, además una novela aclamada unánimemente y que dio origen a la película dirigida por Lucchino Visconti con el mismo título, "El gatopardo". Escrito en 1958 por Giuseppe Tomasi di Lampedusa, se desarrolla en la Sicilia rural, desde el desembarco de las tropas garibaldinas hasta final del siglo XIX.
Alberto Moravia es, quizá, junto a Pirandello, el escritor italiano moderno más conocido.

Autor de novelas y relatos cortos en los que narra situaciones humanas contemporáneas, escribió en una prosa realista, impactante, sobre los dilemas morales de hombres y mujeres atrapados en situaciones complicadas tanto social como emocionalmente. Su obra más conocida es "La campesina" (1957), la historia de una madre y una hija en la Italia desgarrada por la guerra, llevada al cine por Vittorio de Sica e interpretada por Sofía Loren. Otro film exitoso se basó en la novela de Giorgio Bassani, escrita en 1962, "El jardín de los Finzi-Contini", que narra los avatares de una familia judía de Ferrara, ciudad natal del autor, durante los años del fascismo.

Otro de los novelistas más destacables de la postguerra, Dino Buzzatti, escribió textos alegóricos entre los cuales destacan la novela "El desierto de los tártaros" (1940) y la obra teatral "Un caso clínico" (1953). Por otro lado, Elsa Morante, cuya narrativa contiene elementos épicos y místicos, fue la autora de "Mentira y sortilegio" (1948), la vida de una familia del sur de Italia, y de "La historia" (1974), que describe la odisea de una pequeña familia formada por una madre asustada, un muchacho y un niño en la Roma de la Segunda Guerra Mundial. Otra escritora, Natalia Ginzburg, poeta y novelista, se ganó el reconocimiento de la crítica por su sensible aproximación a las mujeres y los niños de la Italia de su tiempo, relegados a papeles preestablecidos dentro de las familias. Entre sus obras destacan "Las palabras de la noche" (1961) y "Léxico familiar" (1967).

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