lunes, 9 de diciembre de 2013

1998. Conflicto indo-paquistaní

En la década de los años '90 se intensifica el conflicto entre India y Pakistán por el dominio del estratégico territorio de Cachemira. Muchos pobladores locales, sin embargo, reclaman su autodeterminación. La amenaza  de uso de armas nucleares acrecienta el peligro en la región.

¿Hacia una nueva guerra indio-paquistaní?

La disuasión nuclear no ha impedido una nueva escalada en el conflicto indo-paquistaní por el control de Cachemira. Tres meses después de la histórica Cumbre de Lahore para la Paz y la Reconciliación, India y Paquistán han vuelto a bombardearse en su frontera de Cachemira. Por primera vez en veintisiete años, India ha utilizado su Fuerza Aérea en estas escaramuzas iniciales, y más de cien soldados indios han muerto ya en las operaciones terrestres.



Los medios de comunicación presentan el conflicto militar en Cachemira como un simple problema de fronteras entre la India y Paquistán, ignorando las aspiraciones y la lucha continuada de los pueblos de Cachemira para ejercer su derecho a la autodeterminación.

Rodeado por China, India, Paquistán, Afganistán y Rusia, Cachemira es un territorio estratégico en una parte del mundo especialmente delicada.
La mayoría del agua de los ríos que fertilizan Paquistán tienen su origen en Cachemira. China, además de ser una potencia nuclear, ocupa también una parte del territorio y ha apoyado permanentemente a Paquistán en su confrontación con la India tras la guerra chino-india de 1962. Estados Unidos. también ha apoyado usualmente a Paquistán.


Las clases dominantes de Paquistán y la India reconocieron inmediatamente la importancia estratégica de Cachemira en 1947 tras la descolonización británica.

Paquistán, creado en nombre de la religión islámica, tenía como objetivo proveer una zona exclusiva de explotación a la burguesía musulmana, en oposición a sus competidores hindúes que controlaron el resto del subcontinente. Con la excusa de que el 80% de la población de Cachemira era musulmana, Paquistán invadió el territorio en 1947. En
respuesta, el Maharaja feudal hindú que gobernaba el territorio bajo el Imperio británico, unió Cachemira a la India en busca de protección.

La guerra de 1948 dividió el territorio en partes iguales. Hubo nuevas guerras en 1965, en 1971 y en 1972 se trazó la actual linea de control, que ha provocado desde entonces innumerables discusiones, la militarización del territorio y continuos choques armados.

Tras negar al pueblo de Cachemira el derecho a la autodeterminación en 1949, la ONU ha considerado que se trataba de un asunto bilateral entre la India y Paquistán, que nunca han

querido sentarse a la mesa de negociaciones.


La población de Cachemira ha estado dividida sobre su futuro. Un sector, en nombre de la religión musulmana, ha apoyado una unificación con Paquistán, encontrando en los servicios de inteligencia paquistaníes su principal aliado. Pero a pesar de ello, otros sectores importantes han seguido apoyando la aspiración al derecho de autodeterminación, en especial la Unión de Estudiantes de Jammu y Cachemira. Pero cualquier lucha por la democracia se ha encontrado con la represión brutal de las fuerzas fundamentalistas islámicas que han establecido un régimen de terror armado que ha empujado fuera del territorio bajo control paquistaní a unos 300.000 hindúes y a más de 400.000 musulmanes.

Aunque la India dice que el conflicto está restringido a su lado de la "línea de control", como se llama la frontera provisional que divide a Cachemira entre ambos Estados, Paquistán ha denunciado que en repetidas ocasiones las bombas han caído en su lado del territorio.

Ambos Estados se acusan de romper la letra y el espíritu de la Declaración de Lahore del pasado 21 de febrero de 1998 y del Acuerdo de Simla firmado después de la guerra de Bangladesh en 1971. Ambos países reclaman la soberanía sobre el conjunto de Jammu y Cachemira, y viven una constante tensión temiendo la capacidad militar y la política exterior de la otra parte.

El actual conflicto estalló cuando el Ejército Indio detectó la presencia de infiltrados armados en el lado indio de la línea de control. Paquistán afirma que se trata de guerrillas mujaheedines cachemires que luchan por la independencia del único Estado de mayoría musulmana de la India.

Estas infiltraciones han sido casi rutinarias en los últimos años, especialmente en primavera, cuando se derriten las nieves. Ambos países han intercambiado en más de 350 ocasiones fuego de artillería en los últimos seis meses, tras las explosiones nucleares de prueba de mayo de 1998.

La novedad en el caso actual es el relativamente importante número de guerrilleros que ha cruzado la línea de control y que fuentes indias estiman entre unos mil y mil quinientos hombres, así como el éxito que han tenido en una operación que les ha permitido establecer una cabeza de puente siete kilómetros en el interior del territorio indio. La guerrilla ha establecido una serie de campos de base, relativamente bien equipados en una zona de unos quince kilómetros cuadrados. Aparentemente, las operaciones rutinarias del Ejército indio no han podido desalojar a los combatientes musulmanes. Según el Ejército indio es la primera vez en cincuenta años que las guerrillas musulmanas han conseguido establecer el control permanente sobre una zona de territorio indio.

El Ministro de Interior indio, Advani, ha declarado que entre los infiltrados se encuentran tropas regulares paquistaníes y mercenarios. La India no habría tenido otra opción que utilizar su aviación para cortar las líneas de aprovisionamiento de los guerrilleros y evitar que se hagan fuertes en la zona. Cualquier retraso de estas operaciones hubiera alentado a Paquistán a hacer más firme su apoyo. India también argumenta que el establecimiento permanente de esta cabeza de puente cambiaría en su contra en la práctica la línea de control, amenazando el eje de comunicaciones estratégico entre Srinagar y Leh, permitiendo nuevas infiltraciones de guerrillas musulmanas.

En ausencia de información verificable, todo parece indicar que el Ejército indio no ha sido capaz de desalojar a los guerrilleros musulmanes y que tras fuertes bajas habría decidido utilizar su aviación. Los ataques aéreos están a cargo de helicópteros de ataque y de reactores Mig 21 y Mig 27, con los más modernos Mig 29 asegurando cobertura aérea. Estos ataques añaden un elemento de rapidez a la confrontación militar e implica el riesgo de violaciones de frontera por parte de la Fuerza Aérea india, además de los inevitables errores en los objetivos de bombardeo.

La línea de control carece de cualquier tipo de identificación sobre el terreno, lo que aumenta las posibilidades de errores estratégicos y de operaciones de represalia alegando que se realizan en el propio territorio. Los errores estratégicos han sido un elemento constante en el conflicto indo-paquistaní. En 1965, el general paquistaní Ayub Kahn, pensó que bastaba con lanzar paracaidistas en Cachemira para iniciar una revuelta popular contra la India. Lo que ocurrió fue que estalló una cruel guerra que Paquistán perdió.

En 1986-87 y de nuevo en 1990, la India llevó a cabo ejercicios militares que sirvieron para convencer a los generales paquistaníes de un inminente ataque. En 1990, el Gobierno de Paquistán situó una fila de camiones en la planta de enriquecimiento de uranio de Kahuta, para demostrar su voluntad de escalar el conflicto hasta un enfrentamiento nuclear.

La actual confrontación plantea una serie de cuestiones: si el Ejército paquistaní está implicado, ello despierta dudas tanto sobre la viabilidad como la buena fe de los Acuerdos alcanzados en Lahore y la capacidad del Gobierno de Nawaz Sharif de mantener bajo su control a un Ejercito todopoderoso y árbitro final de las decisiones políticas en Paquistán.

Por otra parte, si lo que la India afirma es falso, la duda debe recaer sobre la transparencia del sistema democrático que la India se enorgullece de poseer. Pero esta transparencia ha sido muy opaca en el caso de Cachemira, sin acceso de la prensa y sin medios independientes para verificar las declaraciones oficiales.

Los acuerdos de Lahore no son en realidad un sistema serio de control de armamentos y medidas de buena fe. Son más bien una serie de declaraciones de buenas intenciones para mejorar las relaciones bilaterales e introducir una serie de elementos limitados de transparencia. La India y Paquistán no han acordado medidas bilaterales para reducir el peligro de guerra nuclear, sino solamente unas ambiguas medidas nacionales para reducir accidentes o el uso no autorizado de las armas nucleares bajo su control respectivo. Acordaron también mantener las respectivas moratorias unilaterales para la conducción de pruebas nucleares, a menos que una de las partes decida que acontecimientos extraordinarios amenazan sus supremos intereses.

El momento escogido por la India para utilizar su aviación puede ser reflejo de las tentaciones que acosan al Gobierno provisional de Vajpayee (que ha perdido la confianza del Parlamento) y que intenta sobrevivir utilizando todo tipo de maniobras contra sus oponentes políticos. La coalición gobernante se encuentra en abierta crisis y el principal partido de la Oposición, el Congreso, se encuentra en ascenso tras la designación por segunda vez de Sonia Ghandi como su Presidente. (Sonia Ghandi había dimitido recientemente después que parlamentarios de su propio partido afirmaron que sus orígenes italianos la descalificaban como posible dirigente del país).

El Congreso, y otros partidos de Oposición han criticado al gobierno por su gestión del conflicto y se han negado a dejarse arrastrar por la petición de unidad nacional incondicional. En Paquistán el Gobierno Sharif ha reprimidido sin contemplaciones tanto a periodistas críticos como a ONGs y grupos de mujeres mientras intenta justificar su corrupción e incompetencia apelando a la lucha por el Islam.

Pero sobre todo, el actual conflicto pone de manifiesto la falsedad del argumento según el cual la nuclearización del subcontinente permitiría introducir estabilidad y madurez en las relaciones indo-paquistaníes, reduciendo el peligro de guerras convencionales. En realidad, la nuclearización ha creado más inseguridad.

La negación de los derechos de los pueblos de Cachemira comenzó en enero de 1949, cuando las Naciones Unidas aceptaron la enmienda paquistaní a la Resolución de agosto de 1948 que reafirmaba el principio: el pueblo de Cachemira determinara su futuro. La enmienda de 1949 limita esa elección a escoger entre la India y Paquistán.

Ambos países han mantenido su ocupación de diferentes sectores de Cachemira por la fuerza desde 1947. Desde 1989, la presión de guerrillas fundamentalistas islámicas tras la guerra de Afganistán, ha supuesto una oleada de asesinatos, violaciones y terror sistemático en la región. Las pruebas nucleares de India y Paquistán a su vez han contribuido a escalar el conflicto con un nuevo horizonte a su vez más mortal, todo ello a pesar del Tratado de No Proliferación Nuclear impulsado por las cinco grandes potencias nucleares

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