lunes, 2 de diciembre de 2013

1994. El fin del apartheid

1994. La participación, por primera vez en la historia de los negros sudafricanos en un proceso eleccionario, y la victoria de Nelson Mandela, significó el fin del Apartheid y el nacimiento de la democracia en un país donde la injusticia, la violencia y la persecución racial habían sido las características dominantes de la historia sudafricana.

El fin del apartheid
Desde que Sudáfrica se constituyó en país independiente, en 1934, y hasta 1984, la participación política estuvo limitada a menos del 17% de los habitantes.
Una reforma constitucional en 1984, amplió la participación a los asiáticos -fundamentalmente indios- y mestizos.


Los africanos negros, casi dos terceras partes de la población del país, permanecieron excluídos al derecho al voto, como también a una serie de discriminaciones a nivel laboral y social. El poder, monopolizado por la minoría blanca desde tiempos coloniales, se negaba rotundamente a otorgar derechos a la raza que consideraban "inferior".
La recesión económica vivida tras las guerras mundiales, había llevado a grandes conflictos entre los asalariados debido al desempleo. Los blancos pobres, que veían peligrar su trabajo por la mano de obra negra (más barata), y sin posibilidades de acceder a la naciente estructura industrial del país, fueron atraídos por la propaganda ultranacionalista y racista del grupo minoitario blanco en el poder.
La organización política de los africanos negros, el Congreso Nacional Africano (fundado en 1912) liderado por Nelson Mandela y Oliver Tambo, fue reprimida con dureza, y Mandela fue condenado a prisión con cadena perpetua.
La vitalidad del sistema del "apartheid", se vio favorecida por el interés de los grandes capitales estadounidenses y europeos en invertir en la región.
Con la independencia de países como Angola, Mozambique y Zimbabwe, el movimiento del Congreso Nacional Africano (que se encontraba ilegalizado) encontró apoyos más concretos para poder actuar.
A mediados de la década de los años '80, las campañas antirracistas en Estados Unidos y Europa, así como la condena internacional al apartheid comenzó a favorecer el resquebrajamiento de un sistema que encontraba una lucha cada vez más fuerte por parte de la mayoría de la población sudafricana. Esta conflictiva situación empeoró con el tema del servicio militar obligatorio para los blancos, que encontró un fuerte rechazo.
En 1990, De Klerk legalizó  el Congreso Nacional Africano, y tras varios anuncios y postergaciones  fue liberado Mandela, el peso político más célebre y más antiguo tras 27 años de prisión.
Finalmente en 1994, tras las primeras elecciones libres en la historia de Sudáfrica, gana la presidencia el líder Nelson Mandela.
Los comicios marcaron el nacimiento de la democracia en un país donde la injusticia, la violencia y la persecución racial habían sido las características dominantes.
Mandela ganó con el sesenta por ciento de los votos, imponiéndose sobre F. De Clerk, el último hombre del apartheid, que comenzó a ceder terreno comenzando a abolir el segregacionismo, que liberó a Mandela y que compartió junto con él el Premio Nobel de la Paz.

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