sábado, 10 de agosto de 2013

1972. Domingo sangriento en Belfast. El conflicto irlandés.


La discriminación contra los católicos irlandeses llegó a extremos con la encarcelación -sin juicio previo- de todo sospechoso de pertenecer al IRA. Estos hechos tendrán su punto más dramático un domingo de enero de 1972 en Belfast: la leyenda del "Bloody Sunday", el domingo sangriento, 

Con este hecho se inicia una década de violencia continua entre los grupos beligerantes.

Introducción

Los orígenes del conflicto
Los enfrentamientos en Irlanda del Norte comenzaron en la década de 1960, pero sus orígenes se remontan hasta el siglo XVI, cuando la reina Isabel I consolidó el dominio de Inglaterra sobre Irlanda en medio de la gran revolución religiosa en Europa.
La Reforma dividió al continente en países católicos y protestantes y añadió el factor religioso a las relaciones entre Irlanda -que permaneció mayoritariamente fiel a la Iglesia de Roma- e Inglaterra, cuya población se convirtió en su mayoría al nuevo credo.
El temor a que Irlanda se aliara con potencias católicas como España y Francia, y que constituyese una grave amenaza para Inglaterra hizo que Isabel I enviara colonos protestantes ingleses y escoceses al Ulster -una provincia histórica irlandesa situada en el extremo noroeste de la isla- en un intento de controlar y pacificar el país. La Reina estableció además unas restricciones para la población católica nativa: la misa se debía celebrar en secreto, el sacerdocio fue prohibido y el derecho a la propiedad de la tierra restringido. Estas discriminaciones no fueron abolidas hasta la Emancipación Católica de 1829.

Las divergencias entre ambas sociedades afloraron durante la Hambruna Irlandesa (1845-1849), causada por la pérdida de la cosecha de patata, alimento básico del país. Aunque la población moría de hambre, se impuso el mantenimiento de las exportaciones de comida a Gran Bretaña. La hambruna dejó a Irlanda diezmada y resentida, y millones de personas tuvieron que emigrar en busca de una vida mejor.
Sin embargo, los más favorecidos por la unión fueron los protestantes de Irlanda del Norte. Además de ser los principales terratenientes, también les pertenecía la zona más industrializada del país y les era muy provechosa la asociación con una de las grandes potencias del mundo. La agricultura estaba más desarrollada en esta región, por lo que los protestantes se vieron menos afectados por la hambruna que los católicos.

A medida que prosperaron los principios democráticos en el Reino Unido y se expandió el sufragio masculino, la idea del autogobierno (Home Rule) ganó terreno. Sus defensores concebían una Irlanda independiente, manteniendo ciertos vínculos con la Corona Británica. 
El autogobierno fue finalmente aprobado en 1912, pero su entrada en vigor fue aplazada por la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
En 1916 un grupo de revolucionarios impacientes organizó una insurrección conocida como el levantamiento de Pascua. Los rebeldes fracasaron en su intento de lograr el apoyo popular, pero la ejecución de sus líderes por parte de las autoridades británicas cambió bruscamente la situación. El nacionalismo radical ganó aún más adeptos cuando Londres intentó establecer el servicio militar obligatorio en Irlanda.

La rebelión tuvo como resultado final la guerra de Independencia irlandesa (1919-1921), y la división de la isla. Irlanda del Norte, formada por seis de los nueve condados del Ulster y dominada por los protestantes, mantuvo fuertes lazos con el Reino Unido. En 1922, el sur, de mayoría católica, se convirtió en el Estado Libre de Irlanda, gobernado desde Dublín.

La hegemonía protestante en Irlanda del Norte supuso una ciudadanía de segunda clase para los católicos, muchos de ellos con dificultades para encontrar trabajo y sin igualdad de derechos políticos.
La década de 1960 transformó los antiguos esquemas. Martin Luther King y el movimiento de derechos civiles de Estados Unidos fueron la inspiración de un levantamiento similar en Irlanda del Norte, que perseguía lograr una igualdad real para todos los ciudadanos, con independencia de su religión.

Hubo grupos de protestantes a favor del movimiento, pero la mayoría lo tomó como una amenaza. Tuvieron lugar enfrentamientos violentos y el ejército británico se vio obligado a intervenir para imponer la paz. En un primer momento, las tropas del Reino Unido fueron bien acogidas por la población católica, pero la situación se deterioró a principios de la década de 1970. En enero de 1972 los soldados mataron a tiros a trece civiles inocentes y desarmados, en el suceso conocido como el "Domingo Sangriento", comenzando una década de violencia continua.

Domingo Sangriento en Belfast
Belfast. 30 de enero de 1972. Aquella tarde de enero, más de 15.000 personas se manifestaron en contra del internment. Esta medida introducida por el Gobierno británico consistía en encarcelar sin juicio a los sospechosos de pertenecer al IRA (Ejército Republicano Irlandés). Centenares de personas fueron internadas, la mayoría de ellas inocentes, debido a la deficiente información y a la escasa coordinación entre policía y Ejército.

La manifestación se inició pacíficamente, aunque la tensión se respiraba en el aire. Un regimiento de paracaidistas, uno de los más duros cuerpos del Ejército británico, había sido enviado a Derry. Parecía un desafío.

De repente, un pequeño grupo de manifestantes apartado del núcleo principal comenzó a lanzar piedras a una barricada tras la que se parapetaban algunos soldados. Estos respondieron con gas, balas de goma y agua a presión. En unos instantes, las calles de Bogside se convirtieron en un caos. La gente corría despavorida entre el ensordecedor ruido de disparos. Pronto la confusión se convirtió en terror. Los cadáveres cubrían el suelo. Los gritos de mujeres y niños quedaban ahogados por el estruendo de balas que retumbaban como cañones.

En 20 minutos, 13 cuerpos sin vida y mas de 30 heridos (uno de ellos moriría meses más tarde). Había nacido la leyenda del Bloody Sunday (Domingo Sangriento).

Para Tony Doherty, el hijo de una de las víctimas, simboliza todo lo que es injusto en esta sociedad y conexión con Gran Bretaña. Demuestra que en veintiseis años nada ha cambiado.

Sin embargo, veintiseis años después el Gobierno británico accede a revisar la matanza del "Bloody Sunday", uno de los episodios más oscuros de su intervención en el Ulster. En efecto, el primer ministro Tony Blair anunció la apertura de una nueva investigación sobre aquel Domingo Sangriento o Bloody Sunday.

La matanza, que ocurrió durante una manifestación ilegal pero pacífica convocada por la Asociación de Derechos Civiles el 30 de enero de 1972, generó violentos disturbios que precipitaron la suspensión de la Asamblea norirlandesa y la imposición del Gobierno directo de Londres.

Edward Heath, entonces primer ministro, encargó una investigación oficial a su canciller de Justicia, Lord Widgery, quien exculpó a los soldados por considerar que habían actuado en defensa propia, aunque nunca pudo demostrar que los manifestantes estuvieran armados. El informe que Widgery elaboró en sólo 11 semanas fue objeto de una viva polémica. Al juez se le acusó de no haber tenido en cuenta más que una docena de testimonios sesgados y, en particular, una advertencia de su Gobierno recordándole que en el Ulster se estaba librando "una guerra tanto militar como propagandística".

A lo largo de los años han emergido pruebas que contradicen radicalmente la versión oficial, como unas conversaciones por radio entre soldados apostados en los muros de Londonderry, en las que en ningún momento se mencionaba que fueran atacados por los manifestantes.

La opción de la lucha armada llevada adelante por el IRA -que se intensificó en la década del sesenta- en las últimas décadas del siglo ha dejado el paso a un alto al fuego y al inicio de las conversaciones de paz.

En 1981 Bobby Sands y otros nueve reclusos del IRA comenzaron una dramática huelga de hambre, para lograr el restablecimiento de su condición de presos políticos. El gobierno británico de Margaret Tatcher se negó y los terroristas murieron. Pero antes de fallecer, Sands fue elegido miembro del Parlamento Británico. A su funeral acudieron más de 100.000 personas. Este hecho convenció a muchos miembros del Sinn Féin -entre ellos a Gerry Adams, entonces joven activista que había pasado un tiempo en la cárcel por su militancia republicana- de que podían obtener un mayor apoyo a través de las urnas que mediante las balas. A principios de la década de 1980 el Sinn Féin se presentó por primera vez a las elecciones y Adams intentó durante todo el decenio dotar al partido de fuerza electoral.

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De interés: 
- el film de ficción "Domingo sangriento", de Paul Greengrass (Irlanda, Reino Unido, 2002), que recrea los dramáticos hechos.
- el excelente film "Hambre" de Steve McQueen (Reino Unido, Irlanda, 2008), sobre esta huelga de hambre de 1981 encabezada por Bobby Sands (interpretado por Michael Fassbender).

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Proceso de paz
En 1990 John Major sustituyó a Margaret Thatcher en el cargo de primer ministro británico y adoptó un punto de vista más pragmático de la situación de Irlanda del Norte.
La elección de Bill Clinton como presidente de Estados Unidos en 1992 tuvo también sus consecuencias. Clinton comenzó a interesarse por la situación de Irlanda durante su estancia en la Universidad de Oxford a finales de la década de 1960 y puso un interés especial por cooperar en la negociación. Entre sus motivaciones políticas existe el hecho de que los irlandeses constituyen el tercer conjunto étnico en importancia numérica de Estados Unidos y forman un poderoso grupo de presión.

Al mismo tiempo, en diciembre de 1993, el primer ministro irlandés Albert Reynolds y Major firmaron la Declaración de Downing Street, un documento clave que permitió el comienzo de las negociaciones de paz. Se reafirmaba el principio del derecho del pueblo de Irlanda -del norte y del sur- a decidir su propio futuro y exigía que todos los grupos que participasen en el proceso respetaran los procedimientos pacíficos. En agosto de 1994 el IRA declaró un alto el fuego por primera vez en su historia.

Sin embargo, todavía quedaban muchos problemas por resolver. El IRA no quería entregar las armas sin que el Sinn Féin hubiese sido admitido en las conversaciones. El proceso de paz se estancó, y el IRA retomó sus acciones violentas. Las idas y venidas en el tema, la desconfianza mutua comenzó lentamente a desplazarse a partir de la victoria aplastante del Partido Laborista de Tony Blair en 1997, dándose un nuevo impulso al proceso de paz.

Las conversaciones establecidas para lograr la paz en Irlanda del Norte concluyeron el 10 de abril de 1998 con un histórico acuerdo que tiene como objetivo reformar las instituciones políticas en este territorio integrado en el Reino Unido, que ocupa el noreste de la isla de Irlanda. Es la oportunidad para poner punto final a tres décadas de violencia entre las comunidades católica y protestante que han convertido a Irlanda del Norte en una tierra desgarrada por el conflicto.

Ocho de los diez partidos políticos de Irlanda del Norte, además de los representantes de la República de Irlanda y del Reino Unido, promotores de las negociaciones, han firmado el pacto de Stormont (nombre del castillo situado en las afueras de Belfast donde se ha ratificado el plan de paz). Según este acuerdo, se creará una nueva Asamblea Autónoma en la que protestantes y católicos compartirán el poder; así, Irlanda del Norte, tras 26 años bajo gobierno directo del Reino Unido, alcanzará un cierto grado de autonomía. También se constituirá un Consejo Norte-Sur que fomente la cooperación entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, se redefinirá el papel de las fuerzas de seguridad, se formará un nuevo consejo británico-irlandés para regular el contacto entre las dos islas y se crearán organismos que controlen el desarme de los grupos paramilitares y la puesta en libertad de presos políticos.

A partir del acuerdo de paz, aprobado en referéndum en el mes de mayo de 1998, se celebró la primera sesión de la Asamblea Autónoma de Irlanda del Norte. con competencia sobre un amplio abanico de materias, incluidas agricultura, sanidad, educación y finanzas.

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