domingo, 4 de marzo de 2012

Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken, Prusia.
Estudió filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, y fue nombrado profesor de filología griega en la Universidad de Basilea a los 24 años. Su delicada salud (estuvo afectado toda su vida por su poca vista y sus constantes jaquecas) le obligó a retirarse en 1889. Al cabo de diez años sufrió una crisis nerviosa de la que nunca se recuperó. Murió en Weimar el 25 de agosto de 1900.
Además de la influencia de la cultura helénica, en particular de las filosofías de Sócrates, Platón y Aristóteles, Nietzsche estuvo influenciado por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, por la teoría de la evolución y por su amistad con el compositor alemán Richard Wagner.
Escritor prolífico, escribió varias obras importantes, entre ellas "El origen de la tragedia" (1872), "Así habló Zaratustra" (1883-1885), "Más allá del bien y del mal" (1886), "La genealogía de la moral" (1887), "El crepúsculo de los dioses" (1888), "El Anticristo" (1888), "Ecce Homo" (1889) y "La voluntad de poder" (1901).

Conceptos fundamentales
Uno de los argumentos fundamentales de Nietzsche era que los valores tradicionales (representados en esencia por el cristianismo) habían perdido su poder en las vidas de las personas, lo que llamaba nihilismo pasivo. Lo expresó en su tajante proclamación "Dios ha muerto".

Estaba convencido que los valores tradicionales representaban una "moralidad esclava", una moralidad creada por personas débiles y resentidas que fomentaban comportamientos como la sumisión y el conformismo porque los valores implícitos en tales conductas servían a sus intereses.
Nietzsche afirmó el imperativo ético de crear valores nuevos que debían reemplazar los tradicionales, y su discusión sobre esta posibilidad evolucionó hasta configurar su retrato del hombre por venir, el ‘superhombre’ (übermensch).
Según Nietzsche, las masas (a quien denominaba "rebaño", "manada" o "muchedumbre") se adaptan a la tradición, mientras su superhombre utópico es seguro, independiente y muy individualista.
El superhombre siente con intensidad, pero sus pasiones están frenadas y reprimidas por la razón. Centrándose en el mundo real, más que en las recompensas del mundo futuro prometidas por las religiones en general, el superhombre afirma la vida, incluso el sufrimiento y el dolor que conlleva la existencia humana.
Su superhombre es un creador de valores, un ejemplo activo de "eticidad maestra" que refleja la fuerza e independencia de alguien que está emancipado de las ataduras de lo humano "envilecido" por la docilidad cristiana, excepto de aquellas que él juzga vitales.
Para Nietzsche todo acto o proyecto humano está motivado por la "voluntad de poder". La voluntad de poder no es tan sólo el poder sobre otros, sino el poder sobre uno mismo, algo que es necesario para la creatividad. Tal capacidad se manifiesta en la autonomía del superhombre, en su creatividad y coraje.
Aunque Nietzsche negó en multitud de oportunidades que ningún superhombre haya surgido todavía, cita a algunas personas que podrían servir como modelos: Sócrates, Jesucristo, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare, Goethe, Julio César y Napoleón.
Al concepto de superhombre se le reprochó a menudo ser el fruto de un intelectual que se desenvuelve en una sociedad de amos y esclavos y ha sido identificado con las filosofías autoritarias. Muchos eruditos niegan esta lectura ideológica y lo atribuyen a una mala interpretación de la obra de Nietzsche.

Influencia
Aclamado poeta, Nietzsche ejerció mucha influencia sobre la literatura alemana, así como sobre la literatura europea y la teología. Sus conceptos han sido discutidos y ampliados por personalidades como los filósofos alemanes Karl Jaspers y Martin Heidegger, el filósofo judío alemán Martin Buber, el teólogo germano-estadounidense Paul Tillich, y los escritores franceses Albert Camus y Jean-Paul Sartre.
El pensamiento de Nietzsche ejerció gran influencia durante gran parte del siglo: la idea del "superhombre" fue utilizada por las ideologías nacionalistas para justificar la existencia de una raza superior; y la proclama de "Dios ha muerto" fue utilizada por teólogos radicales posteriores a la Segunda Guerra Mundial (en especial por los estadounidenses Thomas J. J. Altizer y Paul van Buren) en sus intentos por adecuar el cristianismo a las décadas de 1960 y posteriores.


FRAGMENTOS DE "ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA"
Friedrich Nietzsche
"Tenía Zaratustra treinta años cuando dejó su patria y el lago de su patria  y se marchó a las montañas. Gozó allí de su espíritu y de su soledad, y durante diez años no se cansó de hacerlo. Finalmente, su corazón se transformó, y un día se levantó al amanecer, se encaró con el sol y le dijo:
"¡Oh gran astro! ¿Crees que serías feliz si no tuvieras a alguien a quien iluminar? Hace diez años que subes a mi cueva; si no fuera por mi, por mi águila y por mi serpiente ya te habrías cansado de tu luz y e tu camino. Pero nosotros te esperábamos todas las mañanas, te aligerábamos de lo que a ti te sobra y te bendecíamos por ello. Quiero que sepas que estoy harto de mi sabiduría, como la abeja que ha almacenado emasiada miel, y que necesito manos que me pidan. Quisiera dar y repartir hasta que los sabios que haya entre los hombres vuelvan a alegrarse de su locura, y los pobres, de su riqueza. Para eso he de descender a las profundidades, como haces tú al oscurecer, cuando te hundes por detrás del mar, para llevar tu luz incluso a lo que está más abajo del mundo, ¡atro desbordante de riqueza!
Al igual que tú, he de hundirme en mi ocaso, como dirían los hombres a quienes quiero descender. ¿Bendíceme, pues, ojo impasible, capaz de contemplar sin envidia incluso una felicidad excesiva! ¡Bendice esta copa ansiosa de desbordarse y de derramar su agua dorada para que lleve por doquier el resplandor de tus delicias! ¡Mira esta copa que anhela volver a vaciarse; mira a Zaratustra, que quiere volver a ser hombre!"
Así empezó el ocaso de Zaratustra.
Zaratustra bajo solo de las montañas , sin encontrarse con nadie. Pero al llegar al bosque se cruzó de pronto con un anciano (...) Y el anciano le dijo a Zaratustra: ... '¿qué quieres hacer entre quienes duermen, tú que estás tan despierto?... ¿¿Por qué quieres descender a la tierra desdichado? ¿es que deseas arrastrar tu cuerpo por ti mismo?'
Contestó Zaratustra: 'Es que amo a los hombres'. Y continuó el santo: '¿Y por qué te crees que me retiré yo al bosque y a la soledad? ¿no lo hice acaso porque amaba demasiado a los hombres? Pero ahora es a Dios a quien amo, no a los hombres. Creo que el hombre es algo demasiado imprefecto. (...)
Cuando Zaratustra se quedó a solas se dijo: '¿Será posible? ¡Este santo varón aislado en su bosque no se ha enterado todavía de que Dios ha muerto!' (págs. 11/13)
"El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, una cuerda tendida sobre un abismo. Es peligroso cruzar al otro lado, es peligroso quedarse a medio camino, es peligroso mirar atrás, es peligroso echarse a temblar y es peligroso detenerse. La grandeza del hombre radica en que es un puente y no una meta; lo que hay en él digno de ser amado es que es un tránsito y un ocaso. Yo amo a quienes no saben vivir como no sea hundiéndose en su ocaso, pues ellos son los que cruzan al otro lado. (...) Yo amo a quienes no buscan más allá de las estrellas una razón para hundirse  en su ocaso y sacrificarse, sino que se sacrifican en aras de la tierra para que surja de ella el superhombre. (...) Yo anuncio el rayo y soy como una pesada gota que cae del nubarrón. ¡Y ese rayo se llama superhombre! (pág.15)
"Nuestros mejores enemigos no deben de tener consideraciones con nosotros; ni tampoco los auténticos amigos. De modo que voy a deciros la verdad. ¡Hermanos míos en la guerra! Os amo de corazón, pues soy uno de vosotros. Y también spy vuestro mejor enemigo. De modo que voy a deciros la verdad.
Sé el odio y la envidia que anidan en vuestros corazones. No tenéis la grandeza suficiente como para no saber de odios y de envidias. Tened entonces la grandeza de no avergonzaros de sentir estas cosas. Y ya que no sois capaces de ser santos del conocimiento, sed al menos sus guerreros, que son los precursores y los acompañantes de esa santidad. (...)
... Debéis amar la paz como medio para nuevas guerras; y la paz breve, más que la duradera. No os exhorto a que trabajéis, sino a luchar. (...)
¿Decís qué una causa justa santifica hasta la guerra? Pues yo os digo que la guerra justifica todas las causas. La guerra y el valor han conseguido cosas más importantes que el amor al prójimo. Lo que ha salvado a los que estaban en peligro no ha sido vuestra compasión, sino vuestro arrojo. ¿Preguntáis qué es bueno? Ser valiente es bueno. Que sean las niñas las que digan que bueno es lo bonito y lo que conmueve. Se dice que no tenéis corazón; pero vuestro corazón es auténtico, y me encanta que os avergonzéis de estar llenos, y otros se avergüenzan de estar vacíos. ¿Que sois feos? ¡Pues muy bien! ¡Envolveos entonces, hermanos, con los sublime, que es el manto de la fealdad! Cuando vuestra alma se engrandece, se vuelve también arrogante, y vuestra sublimidad aparece teñida de malicia. Os conozco. La malicia es algo que tienen en común el arrogante y el débil, aunque ninguno entiende al otro. Os conozco. Debéis tener enemigos a quienes odiar, no enenmigos a quienes despreciar. Debéis enorgulleceros de vuestros enemigos; pues, de este modo, los éxitos de vuestros enemigos serán también vuestros éxitos. La rebeldía es lo que caracteriza al esclavo. Vosotros debéis caracterizaros por la obediencia. Hasta cuando mandéis habéis de estar obedeciendo. El buen guerrero debe preferir el "debes" al "quiero" (págs.70,71)
'¡No robarás! ¡No matarás!' en otros tiempos se consideraba que estas palabras eran sagradas y ante ellas la gente se arrodillaba, bajaba la cabeza y se descalzaba. Pero yo os pregunto: ¿es que ha habido alguna vez en el mundo peores ladrones y peores asesinos que estas santas palabras? ¿No es acaso toda vida un robo y un asesinato?¿Y no se asesinó a la propia vida santificando estas palabras? ¿no se estaba predicando la muerte al considerar como santo a todo lo que iba en contra de la vida y a todo lo que la desautorizaba? ¡Hermanos míos, romped las viejas tablas, rompédmelas! (pág.186)
Todo lo pasado me inspira compasión, porque veo que ha sido abandonado: abandonado a la gracia, al espíritu y a la locura de toda generación que llega y explica valorativamente todo lo que fue como un puente tendido hacia ella. Podría darse también el caso de que viniera un gran déspota, un diablo avispado, que, benévola y malévolamente, violentara el pasado hasta convertirlo en un puente tendido hacia él, en un presagio, un heraldo y un canto de gallo... (pág. 186)

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