La revolución rusa constituye el conjunto de acontecimientos que tuvieron lugar en la Rusia imperial
y culminaron en 1917 con la proclamación de un Estado soviético, denominado
desde 1922 Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), hasta su disolución en 1991.
El
término "Revolución Rusa" hace referencia a las dos revoluciones que
triunfaron en 1917. La primera, que comenzó con la rebelión ocurrida entre el 8 y el 12 de marzo de 1917
derrocó a la monarquía autocrática imperial; suele ser denominada
"Revolución de febrero". La segunda, que se inició con una
insurrección armada el 6
y 7 de noviembre (24 y 25 de octubre del calendario juliano que se usaba en la Rusia imperial), fue organizada por el partido
bolchevique en contra del Gobierno Provisional instaurado tras la primera fase revolucionaria
y operó una transformación en las relaciones económicas, políticas y sociales
de la sociedad rusa; se denomina "Revolución Bolchevique" o
"Revolución de Octubre".
Antecedentes
Las
reformas emprendidas por el zar Alejandro II (1855-1881) habían generado una
corriente en favor del cambio constitucional.
Los
gobiernos locales eran considerados como el embrión de un gobierno
parlamentario y la liberalización en materia legal estimuló la elaboración de
una legislación también a escala nacional. La abolición de la servidumbre
promovió el deseo y la necesidad de una reforma agraria de mayor alcance; con
el nuevo plan de educación instituido por el zar, que permitió el acceso de los
jóvenes que no pertenecían a la nobleza a la enseñanza secundaria y las
universidades, surgió un gran colectivo de estudiantes que se convertirían en
la vanguardia revolucionaria.
El
primer paso fue la organización de un partido que protagonizara el proceso de
lucha; en 1898, en Minsk, quedó fundado el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso
(POSDR) que en su II Congreso (1903) ya contaba con dos facciones enfrentadas:
mencheviques y bolcheviques.
En
marzo de 1917 se celebró una manifestación en Petrogrado (en la actualidad, San
Petersburgo), con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se convirtió en
una protesta contra la escasez de alimentos a la que se unieron tropas
amotinadas; el gobierno no consiguió restablecer el orden y el poder quedó en
manos de un gobierno provisional formado por los miembros más destacados de la
Duma estatal. El zar Nicolás II, que no contaba con el apoyo de ninguna fuerza,
abdicó. Su hijo quedó excluido de la sucesión debido a su frágil salud, y el
hermano del zar, el gran duque Miguel, declinó la corona salvo que ésta le
fuera ofrecida por la
Asamblea Constituyente recién reunida. Dado que esto no fue
posible, la dinastía de los Romanov, después de tres siglos de reinado en
Rusia, fue derrocada.
El Gobierno Provisional y el Soviet de Petrogrado
El
gobierno provisional aplicó inmediatamente diversas reformas liberales y abolió
el cuerpo de policía, sustituyéndolo por una milicia popular.
La
libertad de expresión permitió a los socialistas proclamar su
oposición a la primera guerra mundial y reclamar una paz democrática sin reparaciones ni
anexiones. Imperaba una atmósfera de júbilo y reconciliación que afectaba
incluso al partido más beligerante, el bolchevique, cuyos líderes regresaron de
su exilio en Siberia para dirigir la política de la organización en ausencia de
su verdadero jefe, Lenin, que se encontraba aún en Suiza. Liev Kámenev y Iósiv
Stalin, redactores del periódico bolchevique "Pravda" (La Verdad),
siguieron la línea general mantenida por el Soviet de Diputados de Obreros y
Soldados de Petrogrado, y reclamaron apoyo para el nuevo régimen siempre y cuando
su política no entrara en conflicto con los fines de la revolución. A la
formación del Soviet de Petrogrado siguió la de otros muchos en distintas
ciudades rusas, con lo que en Rusia quedó establecido lo que la historiografía
posterior definiría como "doble poder": el Gobierno Provisional y los
Soviets.
El
16 de abril de 1917, Lenin consiguió llegar a Petrogrado. Tras su
llegada, Lenin expuso las llamadas "Tesis de Abril",en las que declaró que los bolcheviques
no apoyarían al Gobierno Provisional, y pidió la confraternización de los
soldados de los diversos estados en el frente para poner fin a la guerra
imperialista e iniciar la revolución a escala internacional. Su partido repudió
estas tácticas inicialmente alegando que desembocarían en un aislacionismo
suicida para los bolcheviques; sin embargo, al cabo de un mes, Lenin les había
persuadido de que la única forma de que triunfara la revolución socialista era
que Rusia abandonara la lucha en Europa y los bolcheviques se mantuvieran
independientes, evitando alianzas con otros partidos, especialmente con la
mayoría menchevique del Soviet de Petrogrado.
Mientras
el gobierno intentaba seguir fiel a su política de continuar la guerra hasta su
conclusión satisfactoria y mantener sus pactos con las potencias aliadas
-actitud que le supuso el desprecio del pueblo, que le consideraba el heredero
político del zar-, los bolcheviques continuaban su campaña derrotista en defensa de la
fraternización.
En
esos momentos, había cuatro ministros socialistas en el gobierno, lo cual sirvió
únicamente para moderar las críticas y la oposición del Soviet. Sin embargo,
Lenin continuó reclamando "todo el poder para los Soviets", a la vez
que atacaba a los socialistas que habían sido seducidos por el poder.
El
Gobierno Provisional, incapaz de solucionar los problemas internos y anhelando poner
fin a sus compromisos con los aliados occidentales, lanzó una ofensiva a
finales de julio que fracasó y provocó la desorganización del Ejército.
Parecía
que la propaganda bolchevique estaba justificada y los soldados, en palabras de
Lenin, "votaron con los pies" cuando desertaron del frente. La
situación en Petrogrado era tal que el Congreso de Soviets se vio obligado a
reclamar la abolición de la Duma y la convocatoria de una Asamblea
Constituyente para el 30 de setiembre. La gran influencia de los bolcheviques
quedó demostrada en una manifestación organizada por el Soviet, a la que
acudieron 400.000 trabajadores de Petrogrado, y a la que siguió una marcha
armada de 500.000 trabajadores, soldados y tropas procedentes de la fortaleza
insular de Kronstadt los días 16, 17 y 18 de julio.
El aumento del poder de los bolcheviques
Mientras
Lenin y su partido atacaban al gobierno por su lamentable administración en
todos los campos, un ansia de revanchismo se había apoderado de los oficiales
del Ejército, liderados por su comandante en jefe, el general Lavr Kornílov. El
lema "democracia soviética" impedía a los oficiales cumplir con su
deber militar tanto en el frente como en la retaguardia, y la ola de
indignación se materializó en un plan de acción. Kornílov apremió a Kerenski,
que se había convertido en primer ministro el 20 de julio, para que le
permitiera dirigirse a la capital con una división de tropas leales, eliminar a
la oposición e implantar una dictadura militar. Kerenski accedió en un
principio, pero revocó la orden más tarde ante el temor de ser él mismo uno de
los objetivos de Kornílov. Éste ignoró la anulación de la orden y avanzó hacia la capital. Kerenski
mandó que fuera arrestado y solicitó al Soviet y los bolcheviques, a los que
suministró armas, que defendieran Petrogrado. Mientras tanto, los soldados y
trabajadores que habían de hacer frente a las tropas de Kornílov consiguieron
convencerlas de que no avanzaran, con lo que concluyó el golpe de Estado.
Sin
embargo, estos acontecimientos tuvieron dos importantes consecuencias: la
acción del gobierno fue considerada como una traición por el cuerpo de
oficiales, por lo que el gabinete de Kerenski perdió prácticamente todo el apoyo
militar, mientras que sus más acérrimos enemigos, los bolcheviques, tenían a su
disposición en esos momentos a 40.000 soldados disciplinados y armados, la Guardia Roja.
Lenin comenzó a preparar la campaña
para llevar a cabo una rebelión armada.
Desde
su refugio finés, envió numerosos artículos al diario Pravda y dirigió diversas
cartas al comité del partido bolchevique; había llegado el momento de que el
Soviet se hiciera con el poder. A pesar del fervor con el que había alentado a
sus seguidores, Lenin no estaba seguro de que la revolución pudiera triunfar ni
de que ésta fuera acogida favorablemente en todo el país. Fue Trotski, entonces
presidente del Soviet de Petrogrado, quien encontró la solución: tras formar el
Comité Militar Revolucionario, convenció a Lenin de que hiciera coincidir el
alzamiento con el II Congreso de los Soviets, convocado para el 7 de noviembre, y declarara que
el poder había sido transferido a los Soviets de Diputados de Obreros, Soldados
y Campesinos.
En
la noche del 6 de noviembre, la
Guardia Roja ocupó los emplazamientos claves de la capital y
tomó el Palacio de Invierno, en donde fueron arrestados los ministros del
Gobierno Provisional (Kerenski consiguió escapar). Al día siguiente, Trotski
anunció, según lo previsto, el traspaso del poder a los Soviets.
El nuevo gobierno
El
Congreso de los Soviets de toda Rusia se reservó para sí el poder supremo en la
nueva estructura gubernamental. El cumplimiento de las decisiones aprobadas en
el Congreso se encargó al Soviet de Comisarios del Pueblo, que constituía el
primer Gobierno Obrero y Campesino, y tenía un carácter provisional hasta que
fuese convocada una Asamblea Constituyente. Su autoridad estaba supeditada al
Congreso de los Soviets y a
su Comité Ejecutivo Central. Cada uno de los comisarios
presidía una comisión, el equivalente de los ministerios de otros regímenes.
Lenin fue elegido presidente del primer "Sovnarkom", gabinete en el
que también ingresaron Trotski (como comisario del pueblo
-ministro- para las Relaciones
Exteriores) y Stalin (comisario del pueblo
para las Nacionalidades).
Los
Decretos sobre la Paz (para iniciar rápidamente negociaciones que condujeran a
la misma) y sobre la Tierra (nacionalización de ésta y abolición de los grandes
latifundios sin indemnización), adoptados por el II Congreso de Soviets de toda
Rusia antes de su disolución, recibieron un amplio apoyo por parte del nuevo
gobierno, y fueron decisivas a la hora de garantizar la victoria de los
bolcheviques en otras ciudades y provincias. El 15 de noviembre, el Consejo de
Comisarios del Pueblo proclamó, mediante la Declaración de los Derechos de los
Pueblos de Rusia, el derecho a la autodeterminación de éstos, sobre la base de
la plena igualdad y soberanía, lo que abría la posibilidad de que las nacionalidades
que habían sido integradas por la fuerza en el Imperio zarista pudieran
separarse voluntariamente; no obstante, esta cámara expresó su confianza en que
los trabajadores de los distintos pueblos nacionales decidieran permanecer en
Rusia.
Se
nacionalizaron los bancos y se concedió el control de la producción a los
trabajadores. La industria se fue nacionalizando gradualmente.
La Asamblea Constituyente, que se reunió en Petrogrado en
enero de 1918, y en la que los bolcheviques eran una pequeña
minoría, fue disuelta por el nuevo gobierno, alegándose que, en tanto que
representaba la fase burguesa de la revolución por haber sido convocada por el
Gobierno Provisional, debía ser sustituida por una auténtica institución
revolucionaria, como sucedió de hecho cuando en su lugar fue reunido el III
Congreso de Soviets de toda Rusia, que aprobó la Declaración de los Derechos
del Pueblo Trabajador y Explotado, como preámbulo de la Constitución por la que
quedó proclamada la República Soviética Federativa Socialista de
Rusia (RSFSR).
La guerra civil
Una
vez que los bolcheviques se hicieron con el control, el nuevo gobierno puso fin
a la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial a través de la
firma de la Paz de Brest-Litovsk el
3 de marzo de 1918. De acuerdo con lo establecido en este
tratado, los rusos se vieron obligados a entregar los estados bálticos,
Finlandia, Polonia y Ucrania.
El
pueblo se indignó por la pérdida de estos territorios, y la oposición al
partido bolchevique provocó una guerra civil que se inició en 1918 y concluyó
en 1920. El gobierno de Lenin, establecido en Moscú -la nueva capital-, adoptó
medidas para eliminar a sus rivales políticos. Aunque el campesinado no era
seguidor de los comunistas, decidió apoyarles ante el temor de que una victoria
de los "blancos" (zaristas) acarreara la restauración de la monarquía. El Ejército
Blanco, desorganizado y con escasos apoyos, fue derrotado en 1920 por el
Ejército Rojo.
Lenin y el Partido Comunista
Ruso (nombre que recibió en 1918 la formación política integrada por los
bolcheviques del antiguo POSDR) se hicieron con el control del país. En 1921,
Lenin estableció la
Nueva Política Económica para fortalecer al nuevo Estado,
empobrecido tras siete años de desórdenes y declive económico. El 30 de
diciembre de 1922 los territorios étnicos del antiguo Imperio Ruso se unieron
en lo que se constituyó oficialmente como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
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