Los
procesos más importantes tuvieron lugar en Nuremberg (Alemania), revestidos de
autoridad por dos instrumentos: el Acuerdo de Londres, firmado el 8 de agosto
de 1945 por los representantes de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Unión
Soviética, y la llamada
Ley número 10, promulgada por el Consejo Aliado en Berlín, el
20 de diciembre de 1945.
El
Acuerdo de Londres preveía el establecimiento de un Tribunal Internacional
Militar, compuesto por un juez y otro sustituto de cada uno de los Estados
signatarios, para enjuiciar los crímenes de guerra. Estos fueron clasificados
en tres bloques: crímenes contra la paz, esto es, los que consistían en la
planificación, inicio y desarrollo de la guerra; crímenes de guerra, es decir,
violaciones de las leyes de la guerra, contenidas en la Convención de Viena y
reconocidas por los ejércitos de las naciones civilizadas, y crímenes contra la
humanidad, tales como el exterminio de grupos étnicos o religiosos, así como
otras atrocidades cometidas contra la población civil.
El
18 de octubre de 1945 se fijó la acusación de 24 personas, que incluía una gran
variedad de crímenes y atrocidades tales como la deliberada instigación de
contiendas, el exterminio de grupos raciales y religiosos, asesinatos, malos
tratos, torturas y deportaciones de cientos de miles de habitantes de los
países ocupados por Alemania durante la guerra.
Entre
los acusados figuraban Hermann Wilhelm Göring y Rudolph Hess, líderes del
partido nazi, el diplomático Joachim von Ribbentropp, el fabricante de armas
Gustav Krupp von Bohlen und Halbach, el mariscal de campo Wilhelm Keitel, el
gran almirante Erich Raeder, y otros dieciocho líderes militares y civiles.
Siete organizaciones que formaban parte del Gobierno nazi fueron también acusadas.
Entre ellas estaban las SS, la Gestapo o Policía Secreta, las SA, las SD o
Servicio de Seguridad y el alto mando de las Fuerzas Armadas alemanas.
El
juicio comenzó el 20 de noviembre de 1945. Muchas de las pruebas aportadas
consistieron en documentos militares y diplomáticos que habían llegado a manos
de las potencias aliadas tras la caída del Gobierno alemán.
La
sentencia del Tribunal Internacional Militar fue dictada a comienzos de octubre
de 1946. Una de las conclusiones más importantes fue la de que, conforme al
Acuerdo de Londres, planificar o provocar una guerra es un crimen que atenta
contra los principios del Derecho internacional.
El tribunal rechazó las
argumentaciones de la defensa de que tales actos no estaban definidos con
antelación como crímenes en Derecho internacional, con lo que la condena de los
acusados violaría el principio de no retroactividad de la ley penal. Se rechazó
la argumentación de que parte de los acusados no era responsable de sus actos
porque actuaron por obediencia debida, pues "lo importante no era la
existencia de las órdenes superiores inmorales, sino si la no ejecución de las
mismas era de hecho posible o no."
En
relación con los crímenes de guerra y con los crímenes contra la humanidad, el
tribunal apreció una aplastante evidencia de sistemática violencia, brutalidad
y terrorismo llevados a cabo por el Gobierno alemán en los territorios ocupados
por sus ejércitos. Millones de personas habían sido asesinadas en campos de
concentración, muchos de los cuales estaban equipados con cámaras de gas para
el exterminio de judíos, gitanos y otros miembros de grupos étnicos o
religiosos. Más de cinco millones de personas habían sido deportadas de sus
hogares y tratadas como mano de obra barata o esclava. La mayoría de ellas murieron
por los tratos inhumanos recibidos.
De
las siete organizaciones acusadas, fueron encontradas culpables las SS, la
Gestapo y las SD. De los acusados, 12 fueron condenados a morir ahorcados,
siete fueron condenados a penas de prisión desde 10 años hasta cadena perpetua,
y tres -incluidos el político y diplomático Franz von Papen y el presidente del Banco
Central Alemán Hjalmar Greeley Schacht- fueron absueltos. Los condenados a
muerte fueron ejecutados el 16 de octubre de 1946. Göring se suicidó en la cárcel
poco antes de la hora prevista para su ejecución.
Después
del primer juicio de Nuremberg, se celebraron otros 12 bajo la autoridad de la
Ley 10 del Consejo, y en ellos se enjuiciaron los crímenes cometidos en cada
una de las cuatro zonas de la Alemania ocupada. Hubo 185 acusados. Entre ellos,
los médicos que habían llevado a cabo experimentos sobre enfermos y prisioneros
de los campos de concentración, jueces que habían cometido asesinatos y otros
delitos encubiertos bajo la apariencia de un proceso legal, industriales que
habían participado en el saqueo de los países ocupados y en el programa de mano
de obra forzada. Otros acusados fueron los miembros de las SS que habían
dirigido los campos de concentración, administrado las leyes racistas nazis u organizado
el exterminio de judíos y otros grupos en los territorios del este de Europa;
también altos mandos civiles y militares, así como autoridades policiales del
Tercer Reich. Algunos médicos y líderes de las SS fueron condenados a muerte, y
unos 120 fueron condenados a prisión. Sólo 35 fueron absueltos.
El problema alemán
El momento
culminante de la crisis de identidad alemana correspondió a los Juicios de
Nuremberg, celebrado mientras una multitud de fugitivos del este se esparcía
por el país: millones de alemanes que, arrojados de sus lares tradicionales en
Prusia Oriental, de los territorios situados al otro lado de la línea de los
ríos Oder y Neisse, se refugiaron en las zonas occidentales de ocupación. Los
soviéticos no perdonaban la matanza de más de 10 millones de personas entre su
población civil.
Hacia finales de 1946, la crisis de identidad estaba
ya en trance de superarse.
Los alemanes comenzaron por convencerse de que su
aparente complicidad respecto del régimen nazi debía más bien entenderse como
fidelidad a la patria y reaccionaron contra la tesis de la responsabilidad
global. De ahí el silencio de todo lo sucedido, aduciendo ignorancia de los
hechos. Afloraba de esta manera la nueva conciencia nacional de la Alemania
contemporánea, que aceptaba la realidad de la guerra perdida de modo diferente
que en tiempo de Versalles; pero rechazaba la culpa colectiva y el consiguiente
castigo de la ocupación por tiempo indefinido, la privación de la soberanía, la
parcelación del país y las considerables amputaciones territoriales, que
contradecían el principio de las nacionalidades y la autodeterminación.
Juicios de Tokio y
otros
Otros
juicios por crímenes de guerra fueron celebrados bajo la autoridad
internacional en Tokio. El Tribunal Militar Internacional para el Lejano
Oriente fue constituido por el general Douglas MacArthur, comandante supremo de
las Fuerzas Aliadas, el 19 de enero de 1946, y lo compusieron representantes de
11 países. Muchas decisiones se basaron en argumentos extraídos del Acuerdo de
Londres.
El
juicio de Tokio comenzó el 3 de mayo de 1946, y finalizó el 12 de noviembre de
1948, con decisiones parecidas a las adoptadas en los juicios de Nuremberg. De
los 28 acusados, siete fueron condenados a muerte, y los restantes, excepto dos,
sentenciados a cadena perpetua.
Muchos
otros juicios sobre crímenes de guerra se celebraron en países que habían sido
ocupados por Alemania o Japón durante la Segunda Guerra Mundial.
Además, los tribunales militares de las zonas de ocupación británica y estadounidense
en Alemania juzgaron a los alemanes bajo leyes de guerra. Numerosos procesos de
oficiales militares se celebraron en Filipinas y Australia por tribunales
militares estadounidenses constituidos en suelo japonés. La mayor parte fueron
juicios basados en alegaciones de violación de las leyes de la guerra, y no se
estimaron los crímenes contra la paz ni contra la humanidad que habían
constituido la parte esencial de los juicios de Nuremberg.
Incluso
mucho tiempo después de los juicios celebrados al término de la Segunda Guerra Mundial
fueron llevados ante tribunales criminales de guerra. Es el caso de Adolf Eichmann,
miembro de las SS alemanas y organizador de actividades antisemitas, que fue
capturado en 1960 en Argentina por agentes israelíes, trasladado a Jerusalén,
juzgado y condenado a muerte. Su ejecución tuvo lugar en 1962.
Consecuencias
Los
juicios de Nuremberg y Tokio supusieron un paso de gran importancia en la
evolución del Derecho penal internacional. Su credibilidad habría sido mayor si
los procedimientos no hubieran sido llevados a cabo en exclusiva bajo los
auspicios de los países que habían ganado la guerra, con lo que sólo fueron
juzgados nacionales de Alemania y Japón. Sin embargo, los principios aplicados
en Nuremberg y Tokio han colaborado a robustecer el Derecho internacional y sus
mecanismos.
RECOMENDACIÓN
Una película de ficción interesantísima, que reflexiona sobre la situación de los alemanes tras la guerra es "Alemania Año Cero" de Roberto Rossellini, realizada en 1947.
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