Introducción
A
fines de la década de 1930, el fantasma de la guerra no sólo no se había
esfumado, sino por el contrario, parecía resurgir con mayor fuerza.
El
panorama mundial se encontraba suficientemente complicado.
La
Segunda Guerra Mundial -el conflicto militar que comenzó en 1939
como un enfrentamiento bélico europeo de Alemania contra Polonia y la
declaración de guerra por parte de Francia e Inglaterra, y se extendió hasta
afectar a la mayoría de las naciones del planeta- constituyó el mayor conflicto
de la historia en cuanto a los recursos humanos y materiales empleados.
En
total, tomaron parte en esta contienda 61 países con una población de 1.700
millones de personas, esto es, tres cuartas partes de la población mundial, de
las cuales perecieron entre 35 y 45 millones de personas.
El
horror nuevamente se instalaba en la vida de hombres y mujeres del planeta.
Después de ella, el mundo ya no sería el mismo.
El ser humano nuevamente daba
pruebas de su capacidad para lograr su propio exterminio.
La situación
después de la Primera Guerra Mundial
Las causas de la
guerra
El
resultado de la Primera Guerra Mundial fue decepcionante para tres de las
grandes potencias implicadas.
Alemania, la gran derrotada, albergaba un
profundo resentimiento por la pérdida de grandes áreas geográficas y por las
indemnizaciones que debía pagar en función de las reparaciones de guerra
impuestas por el Tratado de Versalles.
Italia, una de las vencedoras, no
recibió suficientes concesiones territoriales para compensar el coste de la
guerra ni para ver cumplidas sus ambiciones.
Japón, que se encontraba también
en el bando aliado vencedor, vio frustrado su deseo de obtener mayores
posesiones en Asia oriental.
Francia,
Gran Bretaña y Estados Unidos alcanzaron, por su parte, los objetivos previstos
en el conflicto iniciado en 1914. Habían logrado que Alemania limitara su
potencial militar a una cifra determinada y reorganizaron Europa y el mundo
según sus intereses. No obstante, los desacuerdos políticos entre Francia y
Gran Bretaña durante el periodo de entreguerras (1918-1939) fueron frecuentes,
y ambos países desconfiaban de su capacidad para mantener la paz.
Estados
Unidos, interesado en su fortalecimiento, inició una política aislacionista.
El fracaso de los
esfuerzos de paz
Durante
la década de 1920 se llevaron a cabo varios intentos para lograr el
establecimiento de una paz duradera. En primer lugar, en 1920 se constituyó la
Sociedad de Naciones, un organismo internacional de arbitraje en el que los
diferentes países podrían dirimir sus disputas. Los poderes de la Sociedad
quedaban limitados a la persuasión y a varios grados de sanciones morales y
económicas que los miembros eran libres de cumplir según su criterio.
En
la Conferencia de Washington (1921-1922), las principales potencias navales
acordaron limitar el número de naves a una proporción establecida. Los Tratados
de Locarno, firmados en esta ciudad suiza en una conferencia celebrada en 1925,
garantizaban las fronteras franco-alemanas e incluían un acuerdo de arbitraje
entre Alemania y Polonia. Durante la celebración del Pacto de París (1928), 63
naciones firmaron el Tratado para la Renuncia a la Guerra, también denominado
Pacto Briand-Kellog, por el que renunciaron a la guerra como instrumento de sus
respectivas políticas nacionales y se comprometieron a resolver los conflictos
internacionales por medios pacíficos. Los países signatarios habían decidido de
antemano no incluir las guerras de autodefensa en esta renuncia a los medios
bélicos.
El ascenso del
fascismo
Uno
de los objetivos de los vencedores de la Primera Guerra Mundial había sido
hacer del mundo un lugar seguro para la democracia en oposición al nuevo
régimen establecido en la Unión Soviética; la Alemania de posguerra (cuyo
régimen es conocido como la República de Weimar) adoptó una Constitución
democrática, al igual que la mayoría de los estados reconstituidos o creados
después de la contienda. Sin embargo, en la década de 1920 proliferaron los
movimientos que propugnaban un régimen basado en el totalitarismo nacionalista
y militarista, conocido por su nombre italiano, fascismo, que prometía
satisfacer las necesidades del pueblo con más eficacia que la democracia y se
presentaba como una defensa segura frente al comunismo. Benito Mussolini estableció en Italia en 1922 la
primera dictadura fascista.
La formación del
Eje
Adolf
Hitler, Führer (líder) del Partido Nacionalsocialista Alemán, impregnó de
racismo su movimiento fascista. Prometió cancelar el Tratado de Versalles y
conseguir un mayor Lebensraum (en alemán, ‘espacio vital’) para el pueblo
alemán, un derecho que merecía, a su juicio, por pertenecer a una raza
superior.
La Gran Depresión que se produjo a comienzos de la década de 1930
afectó profundamente a Alemania. Los partidos moderados no llegaban a ningún
acuerdo con respecto a las posibles soluciones, y un gran número de ciudadanos
depositó su confianza especialmente en los nazis. Hitler
fue nombrado canciller de Alemania en 1933 y se erigió en dictador tras una
serie de maniobras políticas.
Japón
no adoptó un régimen fascista de forma oficial, pero la influyente posición de
las Fuerzas Armadas en el seno del gobierno les permitió imponer un
totalitarismo de características similares. Los militares japoneses se
anticiparon a Hitler a la hora de desmantelar la situación mundial.
Aprovecharon un pequeño enfrentamiento con tropas chinas en las proximidades de
Mukden (actual Shenyang) en 1931 como pretexto para apoderarse de Manchuria, en
donde constituyeron el Estado de Manchukuo en 1932. Asimismo, ocuparon entre 1937
y 1938 los principales puertos de China.
Hitler,
tras denunciar las cláusulas sobre desarme impuestas a Alemania por el Tratado
de Versalles, organizar unas nuevas Fuerzas Aéreas y reimplantar el servicio
militar, puso a prueba su nuevo armamento durante la Guerra Civil española (1936-1939), en la que participó en
defensa de los militares rebeldes junto con las tropas italianas de Mussolini,
que pasaron a apoyar a los insurrectos españoles después de haber conquistado
Etiopía (1935-1936) en un breve conflicto armado.
Los
tratados firmados por Alemania, Italia y Japón (además de otros estados como
Hungría, Rumania y Bulgaria por ejemplo) desde 1936, cuando los dos primeros
países acordaron el primero de ellos, hasta 1941 (cuando Bulgaria se incorporó
a los mismos) dieron como resultado la formación del Eje Roma-Berlín-Tokio.
La agresión alemana
en Europa
Hitler
inició su propia campaña expansionista con la Anschluss (en alemán, ‘anexión’ o
‘unión’) de Austria en marzo de 1938, para la cual no hubo de hacer frente a
ningún impedimento: Italia lo apoyó, y los británicos y franceses, aceptaron
que Hitler alegara que la situación de Austria concernía a la política interior
alemana. Estados Unidos había limitado drásticamente su capacidad para actuar
contra este tipo de agresiones después de haber aprobado una ley de neutralidad
que prohibía el envío de ayuda material a cualquiera de las partes implicadas
en un conflicto internacional.
En
setiembre de 1938, Hitler amenazó con declarar la guerra para anexionarse la
zona de la frontera occidental de Checoslovaquia, los Sudetes, con sus 3,5
millones de ciudadanos de lengua alemana. El primer ministro británico, Arthur
Neville Chamberlain, inició una serie de conversaciones que concluyeron a
finales de mes con el Pacto de Munich, en el que los checoslovacos, instados
por británicos y franceses, renunciaban a los Sudetes a cambio de que Hitler se
comprometiera a no apoderarse de más territorios checos. No obstante, este
acuerdo no tardó en convertirse en un apaciguamiento infructuoso: Hitler
invadió el resto de Checoslovaquia en marzo de 1939.
El
gobierno británico, alarmado por esta nueva agresión y las amenazas proferidas
por Hitler contra Polonia, se comprometió a ayudar a este país en el caso de
que Alemania pusiera en peligro su independencia. Francia también estableció un
tratado de defensa mutua con Polonia.
La
otra vertiente de la política de apaciguamiento tenía como protagonista a la
URSS. Iósiv Stalin, el máximo dirigente soviético, había ofrecido ayuda militar
a Checoslovaquia durante la crisis de 1938, pero su proposición no fue tenida
en consideración por ninguna de las partes del Pacto de Munich. Gran Bretaña y
Francia no establecían ningún compromiso para con el gobierno soviético en caso
de un avance alemán hacia la zona oriental.
Ahora
que existía la amenaza de una guerra, ambos bandos procuraban obtener la
alianza soviética. El Pacto Germano-soviético acordaba un pacto de no-agresión;
existía, no obstante, un protocolo secreto en el que se concedía a Stalin
libertad de acción en Finlandia, Estonia, Letonia y en el este de Polonia y en
Rumania.
Las operaciones
militares
Primera Fase: La
guerra "relámpago"
Esta primera fase, que comenzó con la invasión de los
alemanes a Polonia, concluyó en junio de 1940 con la capitulación de Francia.
Entre setiembre de 1939 y diciembre de 1941, la guerra europea estuvo dominada
por la estrategia alemana de la guerra relámpago.
La intención de Hitler era realizar una serie de
campañas militares cortas pero decisivas. No se trataba de emprender una guerra
total, sino una guerra que no resultara excesivamente antieconómica.
Los recursos militares se componían fundamentalmente de
unidades acorazadas móviles y de infantería motorizada, que actuaban como punta
de lanza de la infantería normal, de movimientos más lentos, que se utilizaba
para consolidar los rápidos avances de las unidades móviles; las fuerzas
aéreas, sobre todo los bombarderos en picado, cumplían el papel de una
artillería sumamente flexible. Las tropas aerotransportadas aumentaban aún más
la flexibilidad táctica.
Los
ejércitos alemanes marcharon sobre Polonia a primeras horas de la mañana del 1
de setiembre de 1939. Los británicos y los franceses declararon la guerra a
Alemania el 3 de setiembre, pero no tenían intención de prestar ayuda a los
polacos.
Los
soviéticos, por su parte, ocupan el sector este de Polonia, y llevan adelante
una serie de pactos y anexiones para asegurar sus fronteras. Los pactos de
no-agresión impuestos por la URSS a los países bálticos le dieron el derecho a
estacionar tropas en dichos territorios.
El
número de tropas de las fuerzas alemanas y polacas era prácticamente similar.
Hitler envió 1,5 millones de soldados y el mariscal polaco Edwar Rydz-Smigly
esperaba reunir 1,8 millones de hombres. Sin embargo los alemanes contaban con
seis divisiones acorazadas y cuatro divisiones motorizadas; los polacos sólo
disponían de una brigada acorazada, una motorizada y algunos batallones de
carros de combate. Las Fuerzas Aéreas alemanas estaban formadas por 1.600
aeronaves de último modelo, mientras que la mitad de los 935 aviones polacos
eran obsoletos.
La guerra relámpago
en Polonia
La
estrategia polaca consistía en una rígida defensa de toda la frontera y preveía
varias semanas de escaramuzas preliminares con los alemanes. No obstante, ambos
cálculos resultaron incorrectos. En la mañana del 1 de setiembre, oleadas de
bombarderos alemanes atacaron las líneas férreas y bloquearon la movilización
polaca. Durante los cuatro días siguientes, dos grupos militares -procedentes
de Prusia Oriental y Silesia respectivamente- abrieron el paso a las unidades
de avance acorazadas que se dirigían con rapidez hacia Varsovia y Brest. En
esto consistía la "blitzkrieg" (en alemán, ‘guerra relámpago’): Desplegar
de forma simultánea fuerzas acorazadas, aviación e infantería para realizar un
movimiento en forma de pinza y envolver al enemigo en un breve espacio de
tiempo.
Los
alemanes rodearon Varsovia entre el 8 y el 10 de setiembre, bloqueando a las
fuerzas polacas al oeste de la capital. El 17 de setiembre, un segundo y más
profundo movimiento envolvente se cerró cerca de Brest. Ese mismo día, el
Ejército Rojo soviético atacó la frontera. Prácticamente toda Polonia había
sido invadida el 20 de setiembre; el 6 de octubre capituló el fuerte de Kock,
último bastión de la resistencia polaca.
Si
los franceses y británicos hubieran lanzado una ofensiva por el oeste, Polonia
habría podido proseguir la lucha, pero la campaña tendría que haber sido
asumida principalmente por los franceses hasta que llegaran suficientes fuerzas
británicas; sin embargo, la estrategia de Francia era eminentemente defensiva y
consistía en defender la Línea Maginot, fuertemente fortificada.
Tras
la fulgurante invasión de Polonia, ninguno de los dos bandos emprendió nuevas
acciones. Los británicos y franceses, un tanto inquietos, comenzaron a elaborar
planes para evitar una nueva guerra mundial. Hitler realizó una oferta de paz
con poca convicción, a la vez que ordenaba a sus generales prepararse para atacar
los Países Bajos y Francia. El Alto Mando Alemán, que no confiaba en poder
repetir en Francia la ofensiva realizada en Polonia, solicitó más tiempo para
conquistar los Países Bajos, Bélgica y la costa francesa del canal de la
Mancha. Salvo en el mar, donde los submarinos alemanes asediaban a las naves
mercantes y la Armada británica había impuesto el bloqueo, fue tan escasa la
actividad en las primeras semanas de octubre que la prensa estadounidense
denominó a esta situación la ‘guerra ficticia’.
La Guerra
Ruso-finesa
A
fines de 1939 el gobierno soviético exigió a Finlandia la cesión del istmo de
Carelia, en la costa finesa del golfo de Finlandia y al noreste de Leningrado,
para poder establecer allí una base naval. El gobierno finlandés rechazó las exigencias
soviéticas lo que originó la no declarada formalmente Guerra Ruso-finesa,
iniciada el 30 de noviembre de 1939 al invadir la URSS el territorio finlandés.
A pesar de una valerosa pero inútil resistencia, los finlandeses fueron
vencidos por las tropas soviéticas, muy superiores en número. La guerra acabó
el 12 de marzo de 1940. Según los acuerdos del tratado de paz, la URSS se hizo
con los territorios del istmo de Carelia y el puerto de Víborg, además de con
otros territorios estratégicos y compensaciones económicas.
La
ofensiva sobre Finlandia realizada por la URSS brindó una oportunidad a los
británicos y franceses.
Éstos
habían centrado su atención desde tiempo atrás en la mina de hierro de la
ciudad sueca de Kiruna, que representaba la principal fuente de este mineral
para Alemania. Durante el verano, la mena era enviada a Alemania a través del
mar Báltico; en invierno, era trasladada al puerto noruego de Narvik -sin hielo
pese a la época- y después embarcada en naves que atravesaban las aguas neutrales
de Noruega. El ferrocarril de Narvik-Kiruna también se unía por el este con los
ferrocarriles fineses; por lo tanto, una fuerza anglo-británica mandada para
ayudar a Finlandia estaría automáticamente en posición de ocupar Narvik y
Kiruna. El problema era conseguir que Noruega y Suecia cooperaran, a lo cual
ambas se negaron.
En
Alemania, el jefe de operaciones navales, el almirante Erich Raeder, apremió a
Hitler para que invadiera Noruega, con lo que quedaría garantizada la seguridad
de los puertos del océano Atlántico, pero el Führer no mostró interés por este
plan hasta finales de enero de 1940.
Las
primeras observaciones sugerían que la mejor forma de invadir Noruega era
realizar desembarcos simultáneos en las ocho ciudades portuarias que se encontraban
entre Narvik y Oslo. Dinamarca, que no representaba ninguna dificultad desde el
punto de vista militar, podría favorecer el desarrollo del plan, puesto que
disponía de aeródromos cercanos a Noruega.
Dinamarca y Noruega
Stalin,
que temía una intervención extranjera, puso fin a la Guerra Ruso-finesa el 8 de
marzo y estableció unos términos que obligaban a Finlandia a entregar ciertos
territorios, pero le permitían conservar su independencia. Los británicos y los
franceses necesitaban entonces encontrar un pretexto para realizar su plan de
invasión de Narvik y Kiruna; decidieron situar minas en las inmediaciones del
puerto de Narvik. Su objetivo era provocar una reacción violenta por parte de
los alemanes, lo que les permitiría pasar al lado noruego y llegar así hasta
Narvik.
Hitler
aprobó el plan de invasión de Noruega y Dinamarca el 2 de abril, y los buques
de guerra se hicieron a la mar el día 7. Dinamarca se rindió inmediatamente, y
los desembarcos de tropas efectuados el día 9 se realizaron con éxito en todos
los puntos previstos salvo en Oslo, que fue ocupado por los alemanes al
atardecer; no obstante, el gobierno noruego, que había decidido luchar, se
trasladó a Elverum. Aunque los noruegos, con la colaboración de 12.000 soldados
británicos y franceses, consiguieron resistir en la zona que se extendía entre
Oslo y Trondheim hasta el 3 de mayo.
La
situación en Narvik era diferente. Allí, 4.600 alemanes luchaban contra 24.600
británicos, franceses y noruegos respaldados por los cañones de la Armada británica.
Los alemanes resistieron en Narvik hasta el 28 de mayo; tuvieron que retroceder
hasta la frontera con Suecia en la primera semana de junio, pero cuando estaban
a punto de rendirse, las derrotas militares sufridas por los aliados en Francia
obligaron a los británicos y franceses a reclamar a las tropas destacadas en
Narvik.
Los Países Bajos
Al
llegar la primavera, Hitler había elaborado un proyecto mejor para la campaña
contra Francia y los Países Bajos. El primer plan consistía en atravesar
Bélgica tal y como se había hecho durante la Primera Guerra Mundial. Sin
embargo, el general Erich von Manstein y algunos de sus asesores le habían
persuadido para que trasladara el grueso de sus tropas al sur de Luxemburgo y
al bosque de las Ardenas, puesto que el enemigo nunca esperaría que se
realizara un ataque desde esta zona. Los carros de combate podrían marchar con
rapidez hacia el noroeste desde las Ardenas después de alcanzar la costa y
derrotar al enemigo en Bélgica; retrocederían y atacarían por el sureste, desde
la retaguardia de los ejércitos franceses situados en la Línea Maginot.
Cuando
comenzó el ataque el 10 de mayo de 1940, ambos bandos disponían aproximadamente
del mismo número de tropas y carros de combate, aunque las fuerzas aéreas
alemanas eran superiores a las de los aliados. No obstante, la ventaja decisiva
de los alemanes consistía en que habían planeado todos sus movimientos
detalladamente. Sus oponentes tuvieron que improvisar una estrategia, debido en
parte a que belgas y neerlandeses se mantuvieron neutrales hasta el último
momento. Además, los británicos y los franceses no estaban preparados para
hacer frente a las fuerzas acorazadas alemanas. Los carros de combate aliados
se dispersaban entre la infantería, mientras que los de los alemanes se
mantenían juntos en un grupo panzer (‘acorazado’).
El
10 de mayo, las tropas aerotransportadas alemanas llegaron a Bélgica y los
Países Bajos para apoderarse de los aeródromos, puentes y la gran fortaleza
belga de Eben-Emael. El Ejército neerlandés se rindió el 14 de mayo, varias
horas después de que los bombarderos destruyeran la zona financiera de
Rotterdam. Ese mismo día, el grueso de las fuerzas alemanas partió de las
Ardenas por la retaguardia de los ejércitos británicos y franceses que apoyaban
a las tropas belgas, en dirección a la costa.
La derrota de
Francia
El
20 de mayo, el grupo panzer tomó la ciudad francesa de Abbeville, situada en la
desembocadura del río Somme, y comenzó a avanzar hacia el norte a lo largo de
la costa. Hacia el 26 de mayo, los británicos y los franceses se vieron
obligados a retroceder hasta una estrecha playa que se encontraba en los
alrededores de Dunkerque. El rey belga, Leopoldo III, capituló al día
siguiente.
La
campaña contra Francia comenzó el 5 de junio. Italia declaró la guerra a
Francia y Gran Bretaña el 10 de junio. La Línea Maginot, que sólo dejaba a
merced del enemigo la frontera con Bélgica, no había sufrido el más mínimo
daño, pero el comandante de las fuerzas francesas, el general Maxime Weygand,
no disponía de ningún medio para proteger París por el norte y el oeste. El 17
de junio, el mariscal Henri Philippe Pétain, nombrado jefe de gobierno el día
anterior solicitó un armisticio, que fue firmado el 25 de junio, en el que se
acordó que Alemania controlaría el norte y la franja atlántica de Francia.
Pétain estableció la capital en Vichy, en la zona no ocupada del sureste.
La batalla de
Inglaterra
En
el verano de 1940, Hitler dominaba Europa desde el noruego cabo Norte hasta los
Pirineos. Su único enemigo activo -Gran Bretaña, gobernada desde mayo por un
nuevo primer ministro, Winston Churchill- juró continuar la lucha.
Los
alemanes confiaban en vencer a los británicos obligándoles a que se rindieran
por falta de suministros. La batalla del Atlántico comenzó en junio de 1940 y
en ella se recurrió a la guerra submarina para cortar el transporte de
suministros británicos. Los alemanes contaban ahora con bases submarinas en
Noruega y Francia. En los primeros momentos del conflicto, disponían únicamente
de 28 submarinos, pero se estaban construyendo muchos más. Los jefes navales
alemanes insistieron en la necesidad de conseguir la supremacía aérea.
El
método más rápido de acabar con los británicos era una invasión, pero esto
implicaba cruzar el canal de la Mancha; Hitler no se arriesgaría a emprender
esta acción a menos que se neutralizara antes a la Royal Air Force (Fuerzas
Aéreas Reales británicas o RAF). Por lo tanto, la batalla de Inglaterra se
desarrolló en el aire, no en las playas. Los alemanes bombardearon puertos,
aeródromos y ciudades británicas durante agosto y parte de setiembre de 1940,
pero los daños causados, si bien graves para la población civil, resultaron
poco decisivos desde el punto de vista militar previsto por los alemanes, por
lo que el 17 de setiembre de 1940, Hitler pospuso la invasión de las islas
Británicas indefinidamente.
Esto
supuso una derrota importante. Significaba que si los Estados Unidos decidía
intervenir en la guerra, las potencias aliadas dispondrían de una inmejorable
base de operaciones desde la cual hacer frente a la Europa hitleriana.
El
próximo objetivo de Hitler era la Unión Soviética. Contra Inglaterra, seguiría
llevando una guerra económica básicamente a través de los bombardeos
(ineficaces) y la actividad de los submarinos, que cumplieron su objetivo.
Los Balcanes y el
norte de África
En
realidad, Hitler había comunicado a sus generales a finales de julio de 1940
que la siguiente ofensiva tendría lugar en la URSS.
El
Führer pensaba que los británicos continuaban combatiendo porque esperaban que
estallara un conflicto entre Alemania y la URSS; una vez que se hubiera
derrotado a los soviéticos y las posiciones británicas en la India y Oriente
Próximo se vieran amenazadas, Gran Bretaña firmaría la paz. Persuadido por sus
asesores militares, Hitler pospuso la ofensiva sobre la Unión Soviética hasta
la primavera para eludir las dificultades climáticas que hubieran supuesto
realizarla durante el invierno.
Mientras
tanto, Mussolini había emprendido en setiembre de 1940 un ataque sin éxito
sobre Egipto "una posición británica" desde la colonia italiana de
Libia y había intentado invadir Grecia un mes después con resultados similares.
En respuesta a esta última operación, los británicos ocuparon los aeródromos de
Creta y Grecia. Para impedir que los aviones británicos tuvieran a su alcance
los campos petrolíferos de Ploiesti (Rumania), Hitler comenzó a preparar una
campaña contra Grecia en noviembre.
A
principios de 1941, las fuerzas británicas obligaron a los italianos a replegarse
sobre Libia, y Hitler envió al general Erwin Rommel en el mes de febrero con
una fuerza con dos divisiones de carros de combate, el Afrika Korps, para
ayudar a sus aliados italianos.
Debido
a que las tropas alemanas necesitaban cruzar Rumania y Hungría para llegar
hasta Grecia y la Unión Soviética, Hitler logró incluir a ambos estados en la
alianza del Eje en noviembre de 1940; Bulgaria se unió en marzo de 1941. Cuando
Yugoslavia se negó a adherirse al Eje, Hitler ordenó la invasión de este país.
Yugoslavia
Las
operaciones alemanas contra Grecia y Yugoslavia dieron comienzo el 6 de abril
de 1941. La principal dificultad del ataque sobre Yugoslavia era conseguir que
un ejército de nueve divisiones procedentes de Alemania y Francia se trasladara
unido hasta el objetivo en menos de nueve días. El 10 de abril se lanzaron
varios ataques sobre Belgrado, que cayó el 13 de abril, y el Ejército yugoslavo
se rindió al día siguiente. Sin embargo, fue más sencillo conquistar este país
que conservarlo, ya que las guerrillas serbias, dirigidas por Draza Mihaílovic,
y los partisanos, liderados por Tito, presentaron batalla durante toda la
guerra.
Grecia
El
Ejército griego, a diferencia del yugoslavo, se movilizó por completo para
defender la Línea de Metaxás, conjunto de fortificaciones al noreste de
Salónica. Mediante un pequeño avance hacia esta ciudad, los alemanes
consiguieron que el 9 de abril se rindiera casi la mitad del Ejército griego.
El Ejército de Grecia, procedente de Albania, quedó cercado en el paso de Metsovón
y se rindió el 22 de abril, mientras que las fuerzas británicas se retiraron
hacia el sur. A continuación, los rápidos ataques de los alemanes -sobre el
istmo de Corinto y el Peloponeso- obligaron a los británicos a realizar una
evacuación que se saldó con la pérdida de 12.000 hombres. A fines de mayo la
isla de Creta quedó en poder de los alemanes.
Mientras
tanto, el general Rommel había lanzado una contraofensiva sobre los británicos
en Libia, expulsándoles del país, excepto en una guarnición aislada en Tobruk,
en abril de 1941.
La expansión de la
guerra
Un
año después de la caída de Francia, la contienda se convirtió en una guerra
mundial. Mientras se llevaban a cabo campañas secundarias en los Balcanes y en
el norte de África así como combates aéreos contra los británicos, Hitler
desplegó el grueso de sus fuerzas hacia el este y formó una coalición con los
países del sureste de Europa (además de Finlandia) para atacar a la URSS.
La invasión alemana
de la URSS
En
la mañana del 22 de junio de 1941, más de 3 millones de soldados alemanes
iniciaron lo que se dio en llamar la gran operación "Barbarroja": la
invasión de la URSS.
La
invasión -situación esperada por el gobierno soviético- había traído consigo la
reorganización de la economía de cara a la guerra, el desmantelaje y traslado
de empresas productivas a las zonas orientales, y el reajuste de las industrias
a las necesidades de la guerra.
El
Ejército soviético contaba con 2,9 millones de soldados en la frontera
occidental y era dos veces superior a los alemanes en carros de combate y diez
veces en aeronaves. Muchos de sus tanques estaban anticuados, pero otros,
concretamente los T-34, eran mucho más sofisticados que los alemanes.
Hacia
octubre el ejército ruso parecía derrumbarse. Concentraciones de divisiones
acorazadas atravesaron las líneas rusas por diversos puntos, dando lugar a
bolsas en las que la infantería realizaba operaciones de limpieza.
El
ejército alemán había llevado adelante quizá la más importante ofensiva de su
historia: unos tres millones de soldados soviéticos habían sido muertos o
hechos prisioneros de guerra. Sin embargo, en el mismo mes las cosas comenzaron
a andar mal cuando la lluvia y el barro empezaron a debilitar las
comunicaciones y la capacidad de combate de las unidades móviles. En diciembre,
el invierno cayó sobre las fuerzas alemanas que no estaban preparadas para
afrontarlo. El Ejército Rojo y los jefes militares que habían sobrevivido, se
vieron reforzados por nuevos reclutamientos en la retaguardia y por tropas de veteranos
provenientes del Lejano Oriente. El 5 de diciembre, los soviéticos
contraatacaron delante de Moscú. Esto supuso el final de la guerra relámpago de
Hitler.
Aunque
en 1942 aún se lograran grandes éxitos en Rusia y en África, y aunque no se
consiguió detener el avance alemán hacia fines de ese año, con las derrotas de
Stalingrado y de El Alamein, en diciembre de 1941, la guerra ya se había
convertido en el tipo de contienda bélica que Hitler había pretendido evitar:
una lucha prolongada cuyo resultado se vería determinado por el potencial
humano y los recursos materiales de los contendientes; la derrota de Alemania
ya era segura, ya que a estos datos se sumaba además la alineación de EE.UU. en
filas enemigas.
El comienzo de la
guerra en el Pacífico
Japón,
ante la aparente inminencia de la derrota soviética en el verano y otoño de
1941, vio una gran ocasión para apoderarse del petróleo y demás recursos del
Sureste asiático y las islas de los alrededores, pero sabía que estas acciones
desatarían una guerra contra Estados Unidos, único país que no estaba en guerra
directa contra Alemania.
El
gobierno estadounidense deseaba detener la expansión japonesa, pero no estaba
seguro de que la opinión pública estuviera dispuesta a llegar a la guerra para
cumplir este objetivo. Acuciados por el embargo de petróleo que sufrían, los
japoneses decidieron lanzar un ataque sobre el Sureste asiático.
Pearl Harbor
Cuando
el general Tojo Hideki fue nombrado primer ministro a mediados de octubre,
decidió que el día 29 de noviembre era la fecha límite para que su país
aceptara un pacto sin guerra. El plazo fijado por Tojo, que se mantenía en
secreto, significaba que la guerra era prácticamente segura.
El
Ejército y la Armada japonesa habían desarrollado una estrategia basada en
realizar ataques rápidos en Birmania, la península Malaya, Indias Orientales y
Filipinas y establecer un cinturón defensivo en la zona central y suroccidental
del Pacífico. Esperaban que Estados Unidos les declarara la guerra, pero no
creían que estuvieran dispuestos a prolongar la contienda durante mucho tiempo.
Su máxima preocupación era la flota estadounidense del Pacífico, establecida en
Pearl Harbor (Hawai).
Pocos
minutos después de la ocho de la mañana del domingo 7 de diciembre de 1941
aeronaves japonesas trasladadas en portaaviones bombardearon Pearl Harbor.
Hundieron cuatro acorazados y causaron daños a cuatro más en un ataque que duró
menos de dos horas. Estados Unidos entró en guerra con Japón el 8 de diciembre;
Alemania e Italia declararon la guerra a Estados Unidos el 11 de diciembre.
Las conquistas
japonesas en Asia y el Pacífico
Antes
de finales de diciembre, las fuerzas japonesas habían conquistado las
posesiones británicas de Hong Kong y las islas Gilbert (en la actualidad
Kiribati) así como las posesiones estadounidenses de Guam y la isla Wake;
Habían invadido las posesiones británicas de Birmania, la península Malaya,
Borneo y la posesión estadounidense de Filipinas. La colonia británica de
Singapur, considerada durante mucho tiempo como una de las fortalezas más
inexpugnables del mundo, cayó en febrero de 1942; los japoneses ocuparon
también las Indias Holandesas y desembarcaron en Nueva Guinea en marzo. Las
fuerzas estadounidenses y filipinas de las islas Batan se rindieron el 9 de abril
y la resistencia filipina puso fin a sus actividades con la capitulación de la
isla de Corregidor el 6 de mayo.
De
acuerdo con los planes de los japoneses, aún les restaba tiempo para plantear
una estrategia defensiva cuando hubieran conquistado la colonia australiana del
norte de Nueva Guinea, el archipiélago Bismarck, las Gilbert y la isla Wake,
objetivo que habían logrado a mediados de marzo. Sin embargo, había sido tal el
éxito de la campaña, que decidieron ampliar su perímetro defensivo hasta abarcar
las islas Aleutianas por el norte, el archipiélago de Midway por el este y
parte de las islas Salomón y la zona meridional de Nueva Guinea por el sur. El
primer paso fue conquistar Port Moresby, situado en el extremo suroriental de
Nueva Guinea, en un ataque realizado por mar. Los estadounidenses, que podían
descifrar los mensajes codificados de los japoneses, situaron una fuerza
expedicionaria naval en esta zona. Tras la batalla del mar de Coral (7 y 8 de
mayo), los japoneses se vieron obligados a abandonar los planes previstos para
Port Moresby.
El cambio de rumbo
de la guerra
En marzo de 1941, la "Ley de Préstamos y
arriendos" concedió al presidente Roosevelt el poder de proporcionar
municiones a otros países sin necesidad de pago: el objeto de esta ley era
permitir la concesión de una ayuda cada vez mayor tanto a Inglaterra como a la
Unión Soviética. A partir de setiembre de 1941, los navíos y aviones
norteamericanos empezaron a proteger los convoyes transatlánticos británicos.
Hitler esperaba todavía derrotar a la URSS en 1942.
Es sorprendente que la guerra durara hasta 1945. Al
hecho de que la guerra total se planteó tardíamente se suma -entre las razones-
que las vías de comunicación aliadas eran largas, (marítimas sobre todo) y
vulnerables a todo tipo de ataques.
Hasta 1942, los ataques alemanes a barcos, especialmente
mediante la acción de los submarinos, amenazaron seriamente el poder de los
aliados y, en ocasiones, enfrentaron a Inglaterra con una derrota inminente.
Alemania, en cambio, tenía a su disposición las excelentes vías terrestres de
Europa, más rápidas y vulnerables solamente a los bombardeos.
La guerra se prolongó también por el empeño alemán de
resistir, fundamentalmente por el temor a los padecimientos que podían serles
infligidos después de la derrota. Los alemanes no esperaban que los soviéticos
se mostraran demasiado compasivos hacia ellos, sobre todo aquellos que estaban
al tanto de la conducta de las tropas alemanas en la conquista de Rusia. Los
aliados occidentales contribuyeron al deseo alemán de resistir. Una de las
formas fue a través de la petición de una "rendición incondicional".
La resistencia alemana podía prolongar la guerra, pero
no ganarla, a menos que Alemania consiguiese inducir a los aliados occidentales
o a la Unión Soviética a firmar la paz por separado.
El
1 de enero de 1942 Estados Unidos, Gran Bretaña, la URSS y otras 23 naciones
firmaron la Declaración de las Naciones Unidas en la que se comprometían a no
pactar la paz por separado.
La elaboración de
la estrategia aliada
La estrategia aliada consistía, simplemente, en aplicar
su superior potencial. La estrategia rusa venía dictada por la geografía,
derrotar a las fuerzas alemanas de tierra que luchaban contra el Ejército Rojo;
desde el comienzo de la campaña en Rusia hasta el final de la guerra, la mayor
parte de las fuerzas alemanas de tierra luchaban en el frente ruso.
La estrategia angloamericana era más flexible. La
decisión más importante se había tomado antes de que los Estados Unidos
entraran en guerra: había que derrotar a Alemania, manteniendo a raya a Japón.
Tras desacuerdos entre ingleses y norteamericanos, finalmente prevaleció la
estrategia británica: se acordó invadir Francia cuando la capacidad alemana de
resistencia hubiera quedado debilitada por operaciones terrestres en otros
lugares, o mediante bombardeos.
Roosevelt estaba impaciente porque las tropas
norteamericanas entraran rápidamente en acción contra Alemania, y como se había
acordado con los británicos el momento para invadir Francia, este deseo sólo
podía realizarse en otro lugar. El resultado fue la invasión de África en
noviembre de 1942. Esto condujo a la invasión de Sicilia en 1943 y, después de
la caída de Mussolini, a la invasión de la península italiana en setiembre.
La resistencia soviética
en Stalingrado
La
URSS atravesó la situación más difícil de la guerra a finales de julio de 1942,
cuando tras la retirada rusa los alemanes estuvieron en condiciones de avanzar
a lo largo del Volga, por detrás de Moscú, y de adentrarse en Caucasia. El 28
de julio, Stalin hizo un llamamiento a sus tropas para que libraran una guerra
patriótica por Rusia. A finales de agosto convocó a sus dos mejores militares,
Zhúkov, que había organizado la contraofensiva de Moscú en diciembre de 1941, y
el general Alexandr M. Vasilevski, jefe del Estado Mayor del Ejército, para
tomar una decisión sobre Stalingrado. Éstos propusieron derrotar al enemigo
bloqueando a sus tropas en la ciudad mientras se reunían los medios para lanzar
un contraataque.
Guadalcanal
El
curso de la guerra era favorable para las potencias del Eje a mediados del
verano de 1942. Stalingrado y los campos petroleros de Caucasia parecían estar
al alcance de Hitler y Rommel se hallaba en una posición propicia para atacar
el canal de Suez. Los japoneses habían ocupado la isla de Guadalcanal y se
dirigían hacia Port Moresby. Sin embargo, seis meses después las potencias del
Eje habían detenido su avance y retrocedían en la URSS, el norte de África y el
suroeste del Pacífico.
La
infantería de Marina de Estados Unidos llegó a Guadalcanal el 7 de agosto de
1942. El desembarco se realizó sin contratiempos, sólo hubo de hacer frente a
una pequeña guarnición japonesa; pero la lucha se complicó a partir de ese
momento. Los japoneses respondían con rapidez y violencia tanto en los combates
navales como aéreos. Mientras las fuerzas estadounidenses combatían contra un
poderoso enemigo bajo un agotador clima tropical, sus navíos de guerra libraron
seis importantes batallas en las aguas que rodeaban la isla entre el 24 de
agosto y el 30 de noviembre. Finalmente, los efectivos de Estados Unidos
comunicaron el 9 de febrero de 1943 la conquista de la isla.
La ofensiva
británico-estadounidense en el norte de África
La
situación comenzó a cambiar en el norte de África el 31 de agosto de 1942
cuando Rommel atacó la línea británica situada al oeste de El-Alamein. El nuevo
comandante británico, el general Bernard Law Montgomery, lanzó una ofensiva el
23 de octubre y forzó la retirada de Rommel; las tropas estadounidenses y británicas
que luchaban a las órdenes del general Dwight David Eisenhower comenzaron a
llegar a Marruecos y Argelia el 8 de noviembre; los estadounidenses se
establecieron en Casablanca y Orán, y los británicos en Argel. Los alemanes
enviaron refuerzos a la ciudad de Túnez y ocuparon toda Francia. Consiguieron
que el V Ejército Acorazado, dirigido por el general Jürgen von Arnim se
presentara a tiempo de frenar a Eisenhower en el oeste de Tunicia hacia
mediados de diciembre. Rommel se adentró en el sureste de Tunicia a principios
de febrero de 1943 y lanzó un ataque contra las tropas estadounidenses el 14 de
febrero, obligándolas a abandonar el paso de Kasserine, una posición vital.
Éste fue su último éxito y no pudo aprovecharlo. Hitler le reclamó en marzo debido
a que las fuerzas de Estados Unidos y Gran Bretaña se aproximaban desde el
oeste y el sur. Los 275.000 hombres que componían las fuerzas alemanas e
italianas quedaron aislados de sus bases de Bizerta y Túnez; finalmente se
rindieron el 13 de mayo.
La victoria
soviética en Stalingrado
Los
alemanes habían avanzado 1.100 km más hacia Leningrado y Caucasia en el
frente oriental. Hitler no disponía de tropas alemanas para cubrir esa
distancia, de manera que tuvo que recurrir a las tropas puestas a su disposición
por sus aliados. Así pues, mientras el VI y IV Ejércitos Acorazados permanecían
inmovilizados en Stalingrado durante setiembre y octubre de 1942, fueron
flanqueados por los ejércitos rumanos que acudieron en su ayuda. Un ejército de
italianos y húngaros comenzó a remontar el río Don rápidamente.
En
la mañana del 19 de noviembre las fuerzas acorazadas soviéticas atacaron a los
rumanos al oeste y el sur de Stalingrado. Se reunieron tres días después en
Kalach, a orillas del río Don, donde rodearon al VI Ejército, casi la mitad del
IV Ejército Acorazado y a varias unidades de rumanos. Hitler ordenó al
comandante del VI Ejército, el general Friedrich von Paulus, resistir y le
prometió mandar suministros por aire; asimismo, envió a Manstein, que en aquella
época era mariscal de campo, para aliviar la presión en esa zona. El transporte
aéreo no pudo hacer llegar a Manstein las 300 toneladas de suministros que
necesitaba cada día, y las fuerzas de la operación de descerco fueron
contenidas a 55 km de las tropas de Manstein a finales de diciembre. El VI
Ejército estaba condenado a menos que intentara atravesar las filas enemigas.
Los soviéticos se internaron en este reducto por tres
frentes en enero de 1943, y Paulus se rindió el 31 de enero. Después de la lucha
de Stalingrado, los alemanes se vieron obligados a retirarse de Caucasia y
retroceder aproximadamente a la línea de la que partieron en la ofensiva del
verano de 1942.
La Conferencia de
Casablanca
Desde
el 14 hasta el 24 de enero de 1943, Roosevelt, Churchill y los miembros de sus
respectivos estados mayores se reunieron en Casablanca con el objetivo de
delinear la estrategia del periodo posterior a la campaña del norte de África.
Los
altos mandos estadounidenses deseaban llevar a cabo la ofensiva a través del
canal de la Mancha. Los británicos, representados por el elocuente Churchill,
defendían las ventajas de concentrarse en los territorios que podían
conseguirse en el Mediterráneo, Sicilia e Italia. Roosevelt apoyó a los
británicos; los militares de Estados Unidos sólo consiguieron (varios meses
después) que no se destinaran más tropas a la zona del Mediterráneo y que se
fueran reuniendo fuerzas en Inglaterra para llevar a cabo el ataque del canal
en 1944. Roosevelt sorprendió también a su alto mando cuando anunció que no se
aceptaría ningún acuerdo que no fuera la rendición incondicional de las
potencias del Eje. El propósito de esta política era tranquilizar a los
soviéticos, que tendrían que esperar al menos otro año para que se abriera un
segundo frente consistente, pero es probable que también fortaleciera la
resistencia del Eje.
Los bombardeos
aéreos sobre Alemania
Los británicos y estadounidenses decidieron en
Casablanca iniciar una ofensiva aérea sobre Alemania como preludio del
pospuesto ataque sobre el canal de la Mancha. En esta ocasión estaban de
acuerdo sobre el momento en el que realizarla, pero no en el método.
No hay duda de que la aviación aliada, utilizada
tácticamente como apoyo directo de las fuerzas de tierra o contra vías de
comunicación situadas tras los frentes de combate, constituyó, sobre todo en
Francia, en 1944, un factor decisivo de la victoria militar de los aliados. Lo
que generó grandes discusiones por estos ataques fue, si los intentos
angloamericanos de debilitar la capacidad bélica alemana bombardeando, sobre
todo en Alemania, una serie de blancos que carecían de relevancia táctica
inmediata, reportaron o no unos beneficios proporcionales al esfuerzo
desarrollado. La controversia se vió agudizada por sus implicaciones morales,
debido a la gran cantidad de bajas en la población civil y en construcciones
que no tenían importancia a nivel estratégico.
La batalla de Kursk
Antes
de que concluyera la lucha en el frente oriental en marzo de 1943, Hitler era
consciente de que no podría iniciar otra campaña en verano y propuso la
creación de una barrera fortificada en este frente, similar a la que se estaba
construyendo en el Atlántico a lo largo de la costa occidental europea. Sin
embargo, la larga retirada del invierno había acortado la línea de batalla lo
suficiente como para que pudiera disponer de dos ejércitos más. Asimismo, dejó
una gran bolsa hacia el oeste, alrededor de la ciudad de Kursk. Hitler no
quería dejar pasar la oportunidad de realizar una nueva maniobra envolvente.
Después
de aguardar durante tres meses a que los nuevos carros de combate abandonaran
la línea de concentración, Hitler inició la lucha en Kursk el 5 de julio; atacó
por el norte y el sur a través del extremo oriental de la bolsa. Zhúkov y
Vasilevski también habían puesto sus miras en Kursk y reforzaron las tropas de
los alrededores de la ciudad. Los rusos y los alemanes libraron hasta el 12 de
julio la mayor batalla de carros de combate de la guerra. Hitler canceló la
operación debido a que los estadounidenses y británicos habían arribado a
Sicilia y era preciso transferir divisiones a esta zona. A partir de este
momento, fueron los soviéticos los que tomaron la iniciativa estratégica en el
este.
La invasión de
Italia
El
10 de julio desembarcaron en Sicilia tres divisiones estadounidenses, una
canadiense y tres británicas. Fueron adentrándose en la isla desde las cabezas
de playa de la costa meridional durante cinco semanas; se enfrentaron a cuatro
divisiones italianas y dos alemanas y vencieron a la última resistencia del Eje
el 17 de agosto. Mientras tanto, Mussolini
había sido expulsado del poder el 25 de julio, y el gobierno italiano inició
una serie de negociaciones que concluyeron con un armisticio firmado en secreto
el 3 de setiembre y hecho público el 8 de ese mes.
El
3 de setiembre, las fuerzas del VIII Ejército británico de Montgomery cruzaron
el estrecho de Messina desde Sicilia y llegaron al extremo sur de la península
italiana. El V Ejército de Estados Unidos, dirigido por el general Mark W. Clark,
desembarcó cerca de Salerno el 9 de setiembre; hacia el 12 de octubre, las
fuerzas británicas y estadounidenses habían establecido una sólida línea a lo
largo del país que se extendía desde el río Volturno, situado al norte de
Nápoles, hasta Termoli, en la costa adriática.
La rendición de los italianos no representó grandes
ventajas militares para los aliados; a finales de año los alemanes les
contuvieron en la Línea Gustav, a unos 100 km al sur de Roma. El
desembarco realizado en Anzio el 22 de enero de 1944 no consiguió debilitar la
Línea Gustav, firmemente asentada en el río Liri y Montecassino.
La campaña de Italia, que duró de setiembre de 1943 a
mayo de 1945, fue uno de los episodios más controvertidos de la estrategia
angloamericana. Muchos norteamericanos la consideraban como una peligrosa
distracción de fuerzas de lo que debía ser el principal esfuerzo aliado en
Francia.
El avance soviético
El
12 de agosto, Hitler ordenó que comenzaran las obras para la construcción de
una barrera en el este, a lo largo del río Narva y los lagos Pskov y Peipus
-detrás del grupo militar del Norte, y de los ríos Desna y Dniéper- detrás de
los Grupos de ejércitos del Centro y el Sur. En la segunda mitad de dicho mes,
la ofensiva soviética se expandió por el sur, a lo largo del río Donets, y por
el norte, adentrándose en el sector del Grupo de ejércitos del Centro.
Hitler
permitió al Grupo de ejércitos del Sur retirarse hasta el río Dniéper el 15 de
setiembre; de lo contrario, lo más probable es que fuera aniquilado. Asimismo,
ordenó a las tropas que destruyeran todo aquello que se encontrara en la zona
oriental del río Dniéper y pudiera ser de alguna utilidad para el enemigo. Esta
política sólo pudo llevarse a cabo parcialmente antes de que los soldados
cruzaran el río a finales de mes; a partir de este momento se aplicó en todos
los territorios cedidos a los soviéticos.
Las
tropas alemanas no encontraron el más mínimo rastro de la barrera oriental al
cruzar el río, y tuvieron que luchar desde el principio contra cinco cabezas de
puente soviéticas. La orilla superior izquierda del río era la mejor línea
defensiva que quedaba en la URSS, y los ejércitos rusos, mandados por Zhúkov y
Vasilevski, lucharon encarnizadamente para impedir que el enemigo se hiciera
fuerte en esta zona. Expandieron las cabezas de puente, cercaron al Ejército
alemán en Crimea durante el mes de octubre, tomaron Kíev el 6 de noviembre y
continuaron la ofensiva en invierno sin interrupciones.
La Conferencia de
Teherán
A
finales de noviembre, Roosevelt y Churchill viajaron a Teherán para mantener su
primer encuentro con Stalin. El presidente y el primer ministro ya habían
aprobado un plan -su nombre en clave era Overlord (‘Jefe Supremo’)- para lanzar
una ofensiva cruzando el canal.
Durante
la Conferencia de Teherán, Churchill objetó que consideraba prioritaria la
situación de Italia y las posibles nuevas campañas en los Balcanes y el sur de
Francia, pero perdió la votación frente a Roosevelt y Stalin. La operación
Overlord fue fijada para mayo de 1944. Una vez concluidas las conversaciones,
el Estado Mayor Conjunto convocó a Eisenhower, que se encontraba en el
Mediterráneo, para asignarle el mando del Cuartel General Supremo de las
Fuerzas Expedicionarias Aliadas (Supreme Headquarters Allied Expeditionary
Forces, SHAEF) con el fin de que organizara y llevara a cabo la invasión a
través del canal.
La
Conferencia de Teherán marcó el apogeo de la alianza entre el Este y el Oeste
en tiempo de guerra.
Los preparativos de
los alemanes para la operación Overlord
Hitler
esperaba una invasión por el noroeste de Europa en la primavera de 1944, y la
recibió como una oportunidad de ganar la guerra. De este modo, podría lanzar a
todas sus fuerzas contra la URSS. En noviembre de 1943 comunicó a sus
comandantes del frente oriental que no recibirían más refuerzos hasta que se
rechazara la invasión.
Los
soviéticos lanzaron una ofensiva en enero de 1944 que levantó el sitio de
Leningrado, y obligaron al Grupo de ejércitos del Norte a retroceder hasta la
línea del río Narva y el lago Peipus.
El
Grupo de ejércitos del Centro controlaba Bielorrusia -la única gran extensión
de territorio soviético que seguía en poder de los alemanes. Las señales de una
concentración de tropas soviéticas junto al grupo militar se multiplicaron en
junio, y el 22 y 23 de junio, cuatro grupos del Ejército soviético -dos de
ellos dirigidos por Zhúkov y otros dos por Vasilevski- los atacaron.
Hacia
el 3 de julio, cuando las fuerzas de avance soviéticas que procedían del
noreste y el sureste se reunieron en Minsk, la capital de Bielorrusia, el Grupo
de ejércitos del Centro había perdido los dos tercios de sus divisiones. Los
frentes de Zhúkov y Vasilevski habían avanzado unos 300 km. en la última
semana. El mando soviético celebró la victoria contra Alemania el 17 de julio
en un desfile que duró un día a través de las calles de Moscú, en el que
participaron 57.000 prisioneros alemanes, entre ellos, 19 generales.
El desembarco de
Normandía
El
6 de junio de 1944, el I Ejército de Estados Unidos, dirigido por el general
Omar Nelson Bradley, y el II Ejército británico, mandado por el general Miles
C. Dempsey, establecieron cabezas de playa en Normandía, la costa francesa del
canal de la Mancha.
La
enorme superioridad aérea de los aliados en el norte de Francia impidió a
Rommel movilizar a sus limitadas reservas. A finales de junio, Eisenhower
disponía de 850.000 hombres y 150.000 vehículos en Normandía.
La conspiración
contra Hitler
En
el mes de julio, un grupo de oficiales y civiles alemanes decidieron que la
eliminación de Hitler era la única posibilidad de poner fin a la guerra antes
de que todo el territorio alemán fuera arrasado. Intentaron asesinarle el 20 de
julio colocando una bomba en su cuartel general de Prusia Oriental. El
artefacto explotó e hirió a algunos oficiales (varios fallecieron), pero Hitler
sólo sufrió heridas leves. A continuación, la Gestapo se encargó de perseguir a
todo sospechoso de haber participado en la denominada conspiración de julio:
Rommel se encontraba en esta lista, y optó por suicidarse.
La liberación de
Francia
El
24 de julio los estadounidenses y los británicos seguían aislados en la cabeza
de playa de Normandía, que había ampliado hasta incluir Saint-Lô y Caen.
Bradley comenzó con la ofensiva al día siguiente lanzando un ataque desde
Saint-Lô. A partir de este momento el frente se expandió rápidamente y
Eisenhower agrupó a sus fuerzas. Montgomery asumió el mando del
II Ejército británico y del I Ejército canadiense. Bradley se puso al
frente del XII Grupo de Ejércitos, que acababa de entrar en acción y estaba
compuesto por el I y III Ejércitos, mandados por los generales Courtney H.
Hodges y George Smith Patton, respectivamente.
Una
vez que los estadounidenses se dirigieron hacia el este la primera semana de
agosto, se formó una bolsa alrededor del V y VII Ejércitos Panzer al oeste de
Falaise. Los alemanes consiguieron mantener la posición hasta el 20 de agosto;
después, se retiraron cruzando el Sena. Los estadounidenses liberaron París el
25 de agosto junto con las fuerzas de la Francia Libre y la Resistencia,
lideradas por Charles de Gaulle.
Mientras
tanto, las tropas estadounidenses y francesas habían llegado a la costa
meridional de Francia (al sur de Marsella) el 15 de agosto, y establecieron
contacto con las fuerzas de Bradley en las proximidades de Dijon la segunda
semana de setiembre.
Los alemanes comenzaron a ser cercados por la Unión
soviética, que avanzaba desde el este, y por las fuerzas aliadas a través de
Italia y Francia.
La Conferencia de
Yalta
En
esos momentos, los ejércitos soviéticos se encontraban en el río Oder, a
60 km. al este de Berlín. Habían aniquilado la línea alemana del Vístula y
se aproximaban a la costa del Báltico, al este de Danzig, en enero de 1945;
hacia el 3 de febrero ya controlaban la zona del Oder. Stalin iba a reunirse
con Roosevelt y Churchill en Yalta (Crimea) desde el 4 al 11 de febrero. En el
transcurso de la Conferencia de Yalta, Stalin aceptó declarar la guerra a Japón
en un plazo de tres meses, que comenzaría a partir de la rendición de Alemania.
El
primer objetivo que debían cumplir todos los ejércitos aliados era alcanzar el
Rin. Para ello, debían cruzar el río Ruhr, cuyo valle había sido inundado por
los alemanes abriendo las presas de la zona. Después de esperar durante dos semanas
a que descendiera el nivel del agua, el IX y el I Ejército de Estados
Unidos atravesaron el río el 23 de febrero.
A
principios de marzo los ejércitos se encontraban muy próximos al Rin. Todos los
puentes estaban destruidos, excepto el de la pequeña ciudad de Remagen, donde
las unidades del I Ejército tomaron el puente ferroviario de Ludendorff el
7 de marzo. El 24 de marzo, fecha en la que Montgomery ordenó a algunos grupos
del II Ejército británico y del IX Ejército estadounidense pasar al otro
lado del río, el I Ejército estadounidense ocupaba una cabeza de puente
situada entre Bonn y Coblenza. El 22 de marzo el III Ejército de Estados
Unidos había capturado otra cabeza de puente al sur de Maguncia. Así pues, se
había atravesado la barrera del río y Eisenhower ordenó a los ejércitos atacar
hacia el este sobre un amplio frente.
Los objetivos
aliados en Alemania
El
I y IX Ejército estadounidenses rodearon el corazón industrial de Alemania, el
Ruhr, el 1 de abril. El II Ejército británico cruzó el Weser, que se
encontraba a medio camino entre el Rin y el Elba, el 5 de abril. El IX Ejército
alcanzó el Elba a la altura de Magdeburgo el 11 de abril, y tomaron una cabeza
de puente en el lado oriental un día después, con lo cual sólo les separaban
120 km de Berlín.
Con
la llegada del IX Ejército al Elba, surgió el problema de la carrera hacia
Berlín. Los británicos, sobre todo Churchill y Montgomery, y algunos
estadounidenses, sostenían que Berlín era el objetivo más importante de
Alemania porque el mundo, y especialmente los alemanes, considerarían a las
fuerzas que tomaran esta ciudad como los verdaderos vencedores de la guerra.
Eisenhower insistía en que su importancia desde el punto de vista militar no
justificaba el posible coste que podría suponer la entrada en Berlín, y que la
unión con los rusos podría realizarse igualmente más al sur, en las
proximidades de Leipzig y Dresde. Además, el general estadounidense consideraba
que los nazis incondicionales se refugiarían en algún reducto en las montañas
de Baviera y, por lo tanto, su intención era dirigir el grueso de las fuerzas
de su país hacia el sur de Alemania.
Mientras
tanto, el frente soviético había permanecido estacionario en el río Oder desde
febrero debido a que sus flancos del norte y del sur se hallaban amenazados y
era preciso despejar la zona. La secuencia de acontecimientos a partir de
febrero de 1945 indica que Stalin no confiaba en que los británicos y los
estadounidenses pudieran atravesar Alemania tan rápido como lo habían hecho,
por lo que asumieron que tendrían un amplio margen de tiempo para llevar a cabo
su conquista del este de Europa antes de dirigirse hacia el centro de Alemania.
Los ejércitos soviéticos se reorganizaron apresuradamente para lanzar una
ofensiva sobre Berlín la primera semana de abril.
Las batallas
finales en Europa
La
última y débil esperanza de Hitler, alentada brevemente por el fallecimiento
del presidente estadounidense Roosevelt el 12 de abril, era que se desatara un
conflicto entre las potencias occidentales y la URSS.
El
V Ejército de Estados Unidos y el VIII Ejército británico lanzaron una
serie de ataques el 14 y el 16 de abril que les llevaron hasta el río Po en una
semana. El avance soviético hacia Berlín comenzó el 16 de abril. El
VII Ejército estadounidense tomó Nuremberg el 20 de abril. Cuatro días
después los soviéticos cerraron el cerco sobre Berlín. Al día siguiente el V
Ejército soviético y el I Ejército estadounidense establecieron contacto
en la ciudad de Torgau, situada en el Elba (al noreste de Leipzig), y Alemania
quedó dividida en dos partes. La resistencia organizada contra los
estadounidenses y los británicos cesó prácticamente la última semana del mes,
pero las tropas alemanas orientadas hacia el este lucharon desesperadamente
para evitar ser apresadas por los soviéticos.
La rendición de
Alemania
Hitler
decidió esperar el desenlace final en Berlín, donde aún podía manipular a los
escasos altos mandos que quedaban. La mayor parte de sus colaboradores
políticos y militares abandonaron la capital para dirigirse hacia el norte y
sur de Alemania, seguramente para no estar al alcance de los soviéticos. Hitler
se suicidó en su búnker de Berlín el 30 de abril. Su último acto oficial
importante fue nombrar al almirante Karl Dönitz como sucesor suyo en la jefatura
del Estado.
La
única opción que le quedaba a Dönitz, que había sido leal a Hitler, era
rendirse. Su representante, el general Alfred Jodl, firmó la rendición
incondicional de todas las Fuerzas Armadas alemanas en el cuartel general de
Eisenhower, establecido en Reims, el 7 de mayo. Las tropas alemanas de Italia
ya se habían rendido (el 2 mayo), al igual que las de los Países Bajos, el
norte de Alemania y Dinamarca (4 de mayo).
Los
gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña declararon el 8 de mayo el Día de la
Victoria en Europa. La rendición incondicional completa entró en vigor un
minuto después de la medianoche, una vez firmado en Berlín un segundo documento
que también suscribió la URSS.
La derrota de Japón
En líneas generales, la estrategia desplegada en la
guerra japonesa fue bastante sencilla. Los japoneses, que habían conseguido
temporalmente la supremacía en aguas del Pacífico al atacar por sorpresa Pearl
Harbor, pudieron ocupar una serie de territorios y crear un imperio en Asia
oriental, económicamente autárquico. En el verano de 1942, los japoneses
controlaban Birmania, Malasia, filipinas, Hong Kong, la casi totalidad de las
Indias orientales holandesas y las islas del Pacífico central, además de las
zonas que ya anteriormente ocupaban en Manchuria, China, Indonesia francesa y
Tailandia.
Los japoneses pensaron que los Estados Unidos
preferirían negociar a enfrentarse con la enorme tarea de expulsar a Japón de
sus territorios.
Estados Unidos, reconquista la supremacía marítima
combinando la utilización de unidades de superficie con el empleo de la
aviación, que podía contar con bases de despegue tanto en tierra como en los
portaaviones de la flota americana.
La situación de Japón era desesperada a comienzos de
1945. La Armada japonesa ya no volvería a operar a pleno rendimiento, pero la
mayor parte del Ejército se encontraba en buenas condiciones y estaba
desplegado en los archipiélagos y en China. Los japoneses dieron una muestra de
lo que aún podía esperarse de sus fuerzas recurriendo a las actividades de los
kamikazes (en japonés, ‘viento divino’), ataques aéreos suicidas, durante los
combates en Luzón (islas Filipinas), Iwo Jima y Okinawa.
La movilidad proporcionada por el dominio del mar
permitió a los norteamericanos evitar las fortalezas situadas en las islas
dominadas por los japoneses y, en vez de reconquistarlas una a una, centrar su
esfuerzo en ocupar una serie de bases que le permitiera cortar las vías de
comunicación japonesas, bloquear Japón y preparar un ataque directo contra el mismo
archipiélago japonés.
La toma de Iwo Jima (febrero-marzo de 1945) y la de
Okinawa (abril-junio de 1945), para las que hubo que vencer una tenaz
resistencia, hicieron inminente la derrota de Japón.
Se elaboraron planes para invadir Kyushu en noviembre de
1945 y Honshu, la principal de las islas japonesas, en marzo de 1946.
Se esperaba que los japoneses harían frente a estas
invasiones con una determinación literalmente suicida (como ya se ha
mencionado) y se contaba con que estas incursiones provocarían, por lo menos,
500.000 bajas entre los norteamericanos.
Las fuerzas aéreas norteamericanas llegan a la decisión
de que podían atacar por sí solas a los japoneses. Estados Unidos tenía que
resarcirse del hecho de no haber conseguido la victoria contra Alemania y de
los escasos resultados de los ataques de precisión llevados a cabo con bombas
de gran potencia explosiva.
La aviación norteamericana llegó a la conclusión de que
los bombardeos en extensión eran la única salida posible, y sus jefes
decidieron que las bombas incendiarias eran la mejor arma para que la
destrucción fuera lo más completa posible.
El 9 de marzo de
1945, Tokio fue incendiado: 261.000 edificios fueron destruídos y 83.793
hombres, mujeres y niños resultaron muertos.
El General Le May, al mando de los bombarderos pesados,
calculó que, si tomaba como blanco las treinta y tres ciudades japonesas más
importantes, acabaría la guerra en octubre.
En aquel momento, se estaba poniendo a punto la primera
arma atómica. Llegó en el preciso momento en que se estaba tratando de
convencer a Japón de que ya había perdido la guerra.
Entre el reducido grupo de científicos y políticos que
conocían la existencia de la bomba, surgieron discusiones para ver de qué
manera se utilizaba ésta para convencer al gobierno japonés de rendirse.
Algunos abogaron por amenazar con utilizarla, otros con hacer una demostración
en una isla desierta; ambas propuestas fueron rechazadas aduciendo que la bomba
podía no estallar, y en eses caso, la moral de los japoneses se acrecentaría. A
pesar del argumento de que si empleaban la bomba los Estados Unidos carecerían
de fuerza moral para pedir el control de la energía nuclear, se decidió arrojar
la bomba sobre una ciudad japonesa aún intacta, para, si funcionaba, demostrar
su poder sin lugar a dudas, y si fallaba, evitar el desprestigio.
El 6 de agosto se arrojó una bomba sobre Hiroshima y el
9 otra sobre Nagasaki.
El gobierno ya había estaba considerando la posibilidad
de llegar a una paz negociada, a la que los jefes militares se oponían
aduciendo que era mejor entablar las negociaciones después de que los
norteamericanos hubieran comenzado la invasión; en este caso (al menos así lo
esperaban) los norteamericanos tendrían que matizar su petición de rendición
incondicional ante las pérdidas que los japoneses pensaban infligir sobre los
invasores. La bomba nuclear vino a reforzar la postura de los políticos
civiles; el emperador y el gobierno japonés (por una estrecha mayoría)
decidieron rendirse, con la condición de que la monarquía fuese respetada.
Los ataque nucleares provocaron según cifras
norteamericanas, 75.000 muertos en Hiroshima y 35.000 en Nagasaki. Los
japoneses estiman que las bajas ascendieron a un total de 240.000 personas.
El ataque a Nagasaki probablemente no estaba justificado
en absoluto. Según la terrible lógica de la guerra estaba justificado: de no
haberse producido Japón probablemente no se hubiera rendido hasta que la
aviación norteamericana hubiera matado a más japoneses, y posiblemente hasta que la invasión norteamericana hubiera causado bajas a las tropas
norteamericanas y japonesas.
La rendición de
Japón
Japón
anunció su rendición el 14 de agosto, aunque no fue totalmente incondicional
debido a que los aliados habían acordado permitir que el país mantuviera a su
emperador. La firma oficial se realizó en la bahía de Tokio a bordo del
acorazado Missouri el 2 de setiembre. La delegación aliada estaba encabezada
por el general MacArthur, que pasó a ser el gobernador militar del Japón
ocupado.
Consecuencias de la
guerra
Las
estadísticas fundamentales de la Segunda Guerra Mundial la convierten en
el mayor conflicto de la historia en cuanto a los recursos humanos y materiales
empleados. En total, tomaron parte en esta contienda 61 países con una
población de 1.700 millones de personas, esto es, tres cuartas partes de la
población mundial.
El
empleo de la bomba atómica puso de manifiesto de que pronto la humanidad sería
capaz de destruirse a sí misma: el mundo contemporáneo había comenzado.
Durante
la Segunda Guerra Mundial, probablemente resultaron muertas de 35 a 45 millones
de personas. Las siguientes cifras son sólo muy aproximadas
Bajas militares
|
Bajas civiles
|
|
Alemania
|
3.500.000
|
700.000
|
Francia
|
250.000
|
350.000
|
Inglaterra
|
326.000
|
62.000
|
URSS
|
6.500.000
|
10.000.000
|
Italia
|
330.000
|
80.000
|
Japón
|
1.200.000
|
260.000
|
Estados Unidos
|
300.000
|
--------------
|
Durante
los años en que duró la guerra se produjeron más muertos entre la población
civil que militares. A los bombardeos aéreos, los trabajos forzados, la resistencia
y la lucha de las guerrillas organizadas para la resistencia, se suma el hambre
y la matanza organizada y planificada por las autoridades alemanas, y
convalidada por los más diversos colaboradores en las diferentes regiones que
ocuparon.
El holocausto, la política de exterminio empleada contra los judíos
especialmente, pero también contra gitanos, comunistas y homosexuales, representa la mayor brutalidad
en la historia de la humanidad. Representó el asesinato de seis millones de
personas (6.000.000).
La
originalidad del nazismo no fue el antisemitismo -del que había abundantes
antecedentes históricos- ni la creencia en pertenecer a una raza superior. La
originalidad estuvo en la aplicación premeditada de un plan de aniquilación y
una industria de la muerte.
Las
deportaciones, los campos de concentración, los guetos fueron instrumentos para
alimentar la propia industria de la
guerra.
Las
víctimas fueron utilizadas como fuerza de trabajo, para experimentaciones
científicas (como las esterilizaciones) y como materia prima, luego de ser
asesinados.
El
gobierno alemán utilizó una serie de eufemismos para referirse cínicamente al
tema. Y está claro que "la solución final" como gustaban llamar a la
culminación de la obra de matanza y asesinato, nunca hubiesen podido llevarla a
cabo tal como la hicieron, sin la colaboración de los más diversos sectores de
la población, empresas y autoridades -no sólo alemanas- de las distintas
regiones que ocuparon.
Estadísticas
económicas
Estados
Unidos fue el país que destinó más dinero a la guerra: el gasto aproximado fue
de 341.000 millones de dólares, incluidos 50.000 millones asignados a préstamos
y arriendos; La segunda nación fue Alemania, que dedicó 272.000 millones de
dólares; le sigue la URSS con 192.000 millones; Gran Bretaña, con 120.000
millones; Italia, con 94.000 millones; y Japón, con 56.000 millones.
No
obstante, a excepción de Estados Unidos y algunos de los aliados menos activos
desde el punto de vista militar, el dinero empleado no se aproxima al verdadero
costo de la guerra. El gobierno soviético calculó que la URSS perdió el 30% de
su riqueza nacional. Las exacciones y el saqueo de los nazis en las naciones
ocupadas son incalculables.
Ocupación y
partición
La
rendición incondicional de Alemania puso fin al III Reich. Los aliados
redujeron Alemania a sus fronteras anteriores al comienzo de la contienda,
desmantelaron sus industrias, y asignaron una gran porción del territorio del
este a Polonia. Se establecieron cuatro zonas de ocupación.
Pero
como las políticas divergían, Alemania fue dividida en dos partes. Gran
Bretaña, Estados Unidos y Francia querían reintegrar a Alemania dentro de las
grandes potencias de Europa Occidental para contener el avance de la URSS. En
1948, unieron sus zonas de ocupación y animaron a los alemanes a formar un
gobierno democrático.
La
URSS, por su parte, creó otro Estado. En 1949, esta polarización de Alemania se
legalizó tras la creación de dos Estados alemanes: la República Federal de Alemania, o Alemania
Occidental y la República Democrática Alemana
o Alemania Oriental.
Los
dirigentes nazis fueron juzgados como criminales de guerra, y un nuevo concepto
acuñó el Derecho Internacional, el concepto ‘crímenes de guerra contra la
humanidad’, resultado de cuya aplicación numerosos dirigentes nazis
responsables del Holocausto fueron condenados, y algunos ejecutados, al
finalizar la contienda por un tribunal de guerra internacional celebrado en
Nuremberg (Alemania).
Por
otra parte, las potencias victoriosas se vieron fuertemente presionadas para
fundar en Palestina una patria permanente para los judíos sobrevivientes, y la
creación del Estado de Israel, tres años después de la derrota alemana.
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