1982.
La grave crisis económica empujó a la Junta Militar argentina a un conflicto
bélico con Gran Bretaña por la recuperación de las Islas Malvinas. El intento
de obtener el apoyo de la población tras una sentida reivindicación provocó,
tras la derrota, la caída estrepitosa del régimen militar.
Guerra de las Malvinas
La
guerra de las Malvinas constituyó el conflicto bélico que enfrentó a Gran
Bretaña y a Argentina por la soberanía de las islas Malvinas en 1982.
La guerra
de las Malvinas remontaba sus causas a una disputa anglo-española que tuvo lugar
en el siglo XVIII por la titularidad de dichas islas, a la que siguió un
intento de colonización por parte de Argentina, para hacer constar sus derechos
sobre las antiguas posesiones de España. En 1833, Gran Bretaña reafirmó su
soberanía y expulsó a la población argentina de las islas.
En
1981, cuando se acercaba el 150 aniversario de esta expulsión, una nueva Junta
Militar argentina presidida por Leopoldo Fortunato Galtieri, que obligó a
dimitir a Roberto Viola, dio máxima prioridad a la recuperación de las
Malvinas.
La Junta Militar instalada en el poder desde el año
1976 estaba viviendo el peor momento económico desde el golpe de estado. La
apertura hacia las importaciones había liquidado un tercio del aparato
productivo, el salario real se redujo a la mitad, la desocupación empujó a la
emigración, e incluso los sectores ganaderos se vieron perjudicados por la
transferencia de recursos hacia el
sector financiero. La deuda externa trepó a cuarenta millones de dólares, de
los cuales aproximadamente quince millones correspondían a compra de armamento
. A partir de 1980, paralelamente a la crisis internacional, se produjo el
derrumbe de bancos y sociedades financieras.
El
general Leopoldo Galtieri, como comandante en jefe del ejército, había acordado
en Estados Unidos la participación de militares argentinos en la intervención
estadounidense en Centroamérica. Creyendo que ello le aseguraría el respaldo
incondicional del presidente
Ronald Reagan, Galtieri resolvió conjurar la crisis interna
recuperando las islas Malvinas.
No
existían indicios que hicieran pensar que el gobierno británico estuviera
especialmente interesado en conservar la colonia: la población no llegaba a los
2.000 habitantes y su crecimiento decrecía poco a poco, al igual que lo hacía
la economía local, que dependía de la exportación de lana, y estaba dominada
por la
Falkland Island Company (FIC, Compañía de las Islas
Malvinas). Sin embargo, los isleños se resistían a cualquier tipo de cesión de
soberanía a Argentina.
La Junta Militar argentina decidió llevar a cabo
una ofensiva diplomática intensiva e inflexible que, en caso necesario,
culminaría en una acción militar en otoño de 1982.
El
error de Galtieri se puso en evidencia en la votación adversa en el Consejo de
Seguridad de la ONU, en la reacción británica y en el apoyo de Reagan a su
aliado de la OTAN.
En
marzo de 1982, algunos chatarreros argentinos llegaron a Georgia del Sur, isla
británica al sureste del archipiélago de las Malvinas.
El
gobierno británico de la primera ministra Margaret Thatcher se enfrentó a una
grave crisis política, que provocó la dimisión inmediata del ministro de
Asuntos Exteriores, lord Carrington.
Margaret Thatcher decidió la
"liberación" de las islas. Rápidamente se reunió un importante
destacamento de fuerzas, formado por dos portaaviones y unos 28.000 hombres.
Cuando este destacamento inició su viaje de 8.000 millas hasta el
Atlántico Sur, se produjo una intensa actividad diplomática por parte del
secretario de Estado (ministro de Asuntos Exteriores) de Estados Unidos,
Alexander Haig, el cual trató de convencer a Argentina de que tenía más
posibilidades de alcanzar su objetivo aceptando entablar negociaciones
diplomáticas, pero al fracasar en sus esfuerzos, el 30 de abril anunció
formalmente el apoyo estadounidense a Gran Bretaña. La Comunidad Europea
por su parte, decidió el embargo a las exportaciones argentinas.
A
pesar de que la acción provenía del gobierno de facto, en Argentina el
patriotismo se extendió a todo
el país y despertó la adhesión de América Latina hacia ese
empuje contra el viejo colonialismo europeo.
El
25 de abril, las fuerzas británicas reconquistaron Georgia del Sur.
A comienzos
de mayo, tras el despliegue del grueso de sus fuerzas en la zona, los aviones
de la RAF (Fuerza Aéreas Reales británicas) comenzaron a atacar las posiciones
argentinas, en especial la pista de aterrizaje de Port Stanley (Puerto Argentino).
No se logró expulsar a las fuerzas aéreas y navales argentinas, pero el
submarino nuclear británico Conqueror provocó el hundimiento del crucero
argentino General Belgrano, falleciendo 360 hombres. A continuación, un misil
Exocet lanzado por la aviación argentina, hundió a un destructor británico, el
HMS Sheffield.
Los
británicos se prepararon para un desembarco anfibio en la Gran Malvina (una de
las mayores islas del archipiélago), una operación militar bastante difícil.
Fuerzas especiales reconocieron la isla para determinar las posiciones de las
tropas argentinas e identificar los lugares más apropiados para el desembarco.
Mientras tanto, la actividad diplomática continuaba, primero a iniciativa del
gobierno peruano y, después, del secretario general de Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar.
Una vez más, el gobierno argentino se negó a contemplar la posibilidad de una
retirada militar si no se le garantizaba que las negociaciones directas
desembocarían en una transmisión de soberanía.
El 21 de mayo, unos días después
de que concluyeran los esfuerzos de Naciones Unidas, sin que se produjera
ningún avance, las tropas británicas desembarcaron en San Carlos (en la Gran Malvina). El
desembarco se llevó a cabo con éxito, pero durante los días siguientes no
cesaron los ataques aéreos contra los buques británicos que trataban de
desembarcar suministros en tierra. Fueron hundidos tres buques de guerra y un
mercante, el Atlantic Conveyor, varios helicópteros se perdieron y numerosos
aviones argentinos fueron derribados.
El
principal combate en tierra, después del desembarco, se produjo el 28 de mayo,
cuando un contingente británico formado por 600 hombres derrotó a una
guarnición argentina mayor en número en Goose Green (en Malvina del Sur), tras
un duro enfrentamiento. Los británicos avanzaron hacia la principal guarnición
argentina que estaba situada en la capital, Port Stanley (Puerto Argentino), y
el 8 de junio se produjo su mayor desastre, cuando el buque de transporte, Sir
Galahad, fue destruido por aviones argentinos en Port Fitzroy.
Poco
a poco, mediante ataques combinados de artillería e infantería para acabar con
la intermitente y mal equipada resistencia argentina, los británicos tomaron
las tierras altas que rodean Port Stanley (Puerto Argentino). El 14 de junio,
la guarnición argentina, a las órdenes del general Menéndez, se rindió.
En
la OEA, 17 países reconocieron los derechos argentinos sobre las Malvinas y
condenaron a Washington por su apoyo a la agresión extracontinental, violatorio
del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).
La Junta Militar que controlaba el poder en
Argentina dimitió poco después de la derrota. Convocó
a elecciones generales para el 30 de octubre de 1983, y designó al general
Reynaldo Bignone para ejercer la presidencia hasta la entrega del gobierno. Las
islas fueron fortificadas por los británicos, manteniendo su carácter de
colonia, aunque a sus habitantes se les concedió la plena ciudadanía británica.
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