1980.
El viejo conflicto de fronteras entre Irán e Irak se intensifica y provoca una
cruenta guerra que durará ocho años, y que no se resolverá sino hasta la década
de 1990 con el fin de la Guerra del Golfo Pérsico.
Contexto
El
conflicto entre Irán e Irak por cuestión de fronteras es una herencia de las
disputas entre los imperios persa y otomano. Al independizarse, Irak tenía
soberanía total sobre el canal de Shatt-al-Arab, donde confluyen los ríos
Tigris y Eufrates por un corto trayecto antes de desembocar en el Golfo, único
acceso iraquí al mar.
A
principios del año 1974 se produjeron fuertes combates en el norte de Irak
entre las fuerzas gubernamentales y los nacionalistas kurdos.
Irán, bajo el
mandato del sha Reza Pahlevi, proporcionó armamento y material a los kurdos que
dirigía Mustafa al-Barzani; esta ayuda cesó cuando Irak hizo importantes
concesiones territoriales en la frontera con Irán en 1975 y la revuelta sufrió
un duro golpe.
Con los Acuerdos de Argel, firmados por Reza
Pahlevi y Saddam Hussein (entonces vicepresidente de Irak) las fronteras
terrestres volvieron a ser las de 1914, y la división del Shatt-al-Arab otorgó
a Irán acceso propio para su refinería de Abadán.
La presión que sigue
ejerciendo Irán se comprueba unos años más tarde cuando el Ayatollah Khomeini
debe dejar su exilio iraquí y refugiarse en Francia.
En
1979, al triunfar la revolución islámica en Irán, el Ayatollah Khomeini se
consideró libre del acuerdo firmado por el sha. Los incidentes fronterizos se
multiplicaron, y el movimiento chiíta respaldado por Irán comenzó a perpetrar
atentados contra las autoridades iraquíes.
Ante
esta situación, Irak se sintió libre también del Acuerdo de Argel, y se sintió
con derecho de volver a la frontera anterior de 1975, con la soberanía
exclusiva de Shatt-al-Arab.
Se inicia la guerra
La
guerra comenzó con la invasión de Irán por parte de Irak el 22 de setiembre de
1980.
La creencia del presidente de Irak, Saddam Hussein, de que la potencia
militar de Irán se había debilitado en gran medida por la Revolución islámica
de 1979, resultó errónea.
Aunque
las fuerzas iraquíes obtuvieron éxitos al principio, Irán contuvo a los
invasores, reorganizó sus fuerzas y se lanzó a la ofensiva.
Hacia 1982, las
tropas iraquíes habían sido expulsadas de la mayor parte de Irán.
Las múltiples
exhortaciones de las Naciones Unidas de cese al fuego fueron sistemáticamente
rechazadas por Irán, que continuó la guerra para castigar a Irak.
Entre 1982 y
1987 las fuerzas iraníes organizaron la ofensiva a lo largo de la frontera,
fundamentalmente en el sur, donde el principal objetivo era la conquista de Al
Basra.
Los
ataques iraníes sobre las atrincheradas posiciones iraquíes recordaban a las
tácticas de desgaste de la Primera Guerra Mundial. Irak comenzó entonces a
utilizar gases tóxicos.
Con
la ayuda de grandes donaciones y préstamos de los estados árabes de la región
del golfo Pérsico, y el suministro de armamento (entre otros, de la Unión
Soviética y Francia) Irak resistió impasiblemente, mientras su fuerza aérea
atacaba ciudades iraníes, instalaciones petrolíferas y petroleros en el golfo
Pérsico. Irán tomó represalias contra los estados que apoyaban a Irak.
En
1986, Estados Unidos ingresó al Golfo para proteger el transporte de petróleo a
sus aliados. Irán minó el estrecho de Ormuz y utilizó lanchas rápidas para
realizar esporádicos ataques, pero no pudo evitar el control norteamericano
sobre la navegación de la región.
Hacia
1988 Irán deseaba finalizar la guerra, pero las fuerzas iraquíes reanudaron la
ofensiva y en julio de 1988, Irán aceptó la resolución de paz 598, adoptada por
el Consejo de Seguridad de la ONU el 20 de julio de 1987.
Finalmente se llegó a
la paz el 20 de agosto de 1990, después de la invasión iraquí a Kuwait, durante
la guerra del Golfo Pérsico.
En ese
momento el gobierno de Bagdad accedió a todas las exigencias iraníes, a fin de
asegurarse la neutralidad de este país en su actual conflicto con los Estados
Unidos.
La
Guerra Irano-iraquí causó un millón de muertos (el 60% de ellos iraníes), y
casi dos millones de heridos, además de numerosos gastos materiales, que
dejaron la economía de ambos combatientes en una situación muy precaria.
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