Pocos
acontecimientos ocurridos en Oriente Próximo atrajeron tanto la atención
mundial como lo hizo la Revolución Islámica de Irán. En 1979 el ayatolá Jomeini
funda la primera república islámica en el mundo.
La Revolución
Islámica del Ayatollah Khomeini
Pocos acontecimientos ocurridos en Oriente Próximo
atrajeron tanto la atención mundial como lo hizo la Revolución Islámica de Irán
(1978-1979).
El ayatolláh Khomeini, un anciano clérigo de barba blanca, derrocó
al sha Muhammad Reza Pahlevi, gobernante moderno y estrecho aliado de Estados
Unidos, lo que provocó la creación de la primera república islámica en el
mundo.
Después
de la Segunda Guerra Mundial, y con la caída del imperio colonial británico, se
había generado como en otros lugares de la región, el ascenso de sectores
nacionalistas, que buscaban la independencia económica de sus países. Los
poderosos intereses petroleros internacionales harán fracasar los intentos del
primer ministro Mohammed Mossadegh.
Un
golpe de estado devuelve el poder absoluto al sha Reza Pahlevi.
Éste empleó los
enormes ingresos procedente de la exportación de petróleo para financiar su
Revolución Blanca, un programa de modernización con el objetivo de llevar a un
rápido progreso a Irán.
Pero las reformas beneficiaron a las zonas urbanas y a
la élite y no a los miles de poblados rurales del país. Los opositores a las
reformas del Sha denunciaron que esta dependencia económica, militar y cultural
(a la que se llamó "oxigenación occidental") amenazaba la identidad,
la autonomía y la cultura de Irán.
Los modelos políticos y de desarrollo económico
occidentales, anteriormente ensalzados como símbolos de modernidad, fueron
acusados de provocar la decadencia moral y una crisis espiritual.
El principal
líder de la oposición fue el Ayatollah ('regalo de Dios', título honorífico de
los jefes religiosos shiíes) Ruhollah Khomeini, que dirigió la revolución que
derrocó al sha Muhammad Reza Pahlevi en
1979, y fundó la República islámica, primer estado islámico teocrático del
mundo.
El primer estado islámico teocrático del mundo
Su doctrina se basó en la idea de que el islam es una
forma de vida global que integra política y sociedad; la dependencia del
secularismo occidental originó el fracaso de las sociedades musulmanas por lo
que los musulmanes debían retornar al Corán y al ejemplo de Mahoma, en concreto
volver a regirse por la sharia (ley islámica) y abandonar las leyes
occidentales, y estableciendo que cualquier posible desarrollo debería estar
guiado por los valores islámicos.
Crítico
destacado de la dinastía Pahlevi desde la década de 1930, Khomeini fue
arrestado en 1963 por oponerse a medidas liberalizadoras (como la reforma
agraria y la emancipación de la mujer) y se exilió, primero en Turquía y
después en Irak, donde vivió (1964) en la ciudad santa chiíta de an-Najaf.
Cuando fue expulsado de Irak (1978), encontró refugio en un barrio de París.
Desde allí continuó su campaña contra el régimen del sha Reza Pahlevi y contra
su principal apoyo internacional, Estados Unidos.
Khomeini
realizó grabaciones magnetofónicas que incitaban a la desobediencia
multitudinaria. Éstas fueron introducidas ilegalmente en Irán y emitidas al
pueblo por radios de onda corta. Las manifestaciones comenzaron en las escuelas
secundarias en 1977 y se generalizaron en 1978. El sha debió abandonar el país
en enero de 1979, y Khomeini regresó del exilio, triunfante.
El 11
de febrero las multitudes tomaron el palacio imperial; el primer ministro del
sha renunció y el ejército, dividido, terminó aceptando la nueva realidad.
La
Revolución Islámica, presentándose como una alternativa victoriosa a los
modelos occidentales, capitalista y socialista, despertó entusiasmo, no sólo en
Irán, sino en todo el mundo islámico.
La
revolución islámica eliminó de Irán toda influencia occidental, así como toda
la posible oposición al régimen teocrático shií a través de la prisión, el
exilio y las ejecuciones.
En noviembre de 1979 las relaciones de Khomeini con los
Estados Unidos llegaron a su punto más álgido. El asilo del sha Reza Phalevi en
Estados Unidos, y la negativa de ese país a entregarlo, condujo al asalto de la
embajada estadounidense en Teherán y a la toma de 53 funcionarios
estadounidenses como rehenes.
Esto provocó problemas internos al gobierno de Jimmy
Carter, cuya actitud fue vista por la opinión pública estadounidense como un
acto de debilidad.
Para mejorar su imagen, Carter envió comandos para liberar a los prisioneros, pero
ésta fracasó cuando un helicóptero de rescate se estrelló, provocando la muerte
de ocho soldados.
Esta situación fue la causa por la cual Jimmy Carter
perdió su reelección frente al republicano Ronald Reagan, que emprendió
negociaciones secretas con el gobierno iraní (en ese momento en guerra con
Irak) logrando finalmente la liberación de los rehenes en enero de 1981.
La nueva Constitución de la República Islámica de Irán,
aprobada en diciembre de 1979, le convirtió en el supremo líder político y
religioso de forma vitalicia.
Su régimen apoyó activamente la actuación de
grupos terroristas y la propagación de las creencias radicales fundamentalistas
islámicas. También prolongó la Guerra Irano-Iraquí (1980-1988) esperando derrocar a Saddam Husayn, acordando contra su voluntad el
alto el fuego final.
A pesar del coste económico de su gobierno -con una
inflación de un 28% y un porcentaje de desocupación que rondaba en 1989 el
30%-, Khomeini disfrutó de un considerable apoyo popular dentro de Irán.
Murió el 3 de junio de 1989, y en contra de los
pronósticos de occidente, la desaparición física del Ayatollah Khomeini, no
llevó al país a la inestabilidad. El presidente Jamenei le sucedió en su cargo
de "Guía de la Revolución".
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