1978. El mundo asiste atónito
a un hecho sin precedentes en medio de la selva de Guyana. 900 personas -hombres, mujeres y niños- fueron
halladas muertas luego de haber ingerido veneno. Era el mayor suicidio
colectivo de la era moderna.
El mundo buscó entonces una
explicación y el fenómeno de las sectas comenzó a ser descubierto por el gran
público, aunque sus raíces se hunden en el siglo pasado.
Aunque de origen mayormente
estadounidense, estos grupos han encontrado en América Latina una zona fértil
para su expansión, provocando la alarma de las iglesias cristianas y en
especial de la católica.
Se caracterizan por tener una
doctrina basada en afirmaciones simples y contundentes, recurren al
sentimentalismo y a fenómenos psicológicos, reunidos en torno a un líder
carismático, profético. En este caso, la secta instalada en Guyana era liderada
por el reverendo Jim Jones.
Su fundamentalismo bíblico
los lleva a un apego literal de la Biblia más o menos manipulado. Esa
interpretación les da un carácter apocalíptico de que el fin del mundo es
inminente.
Mientras ese fin no llega
deben estar vigilantes, lo que supone una larga lista de prohibiciones
variables según las sectas: beber alcohol, fumar, asistir a espectáculos,
cazar, hacer el servicio militar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario