En
los primeros años de posguerra, paralelamente a la producción inglesa
documentalista cobró un gran impulso la ficción en los estudios de la empresa Ealing.
La empresa Ealing impulsó una línea de comedia
apoyada en la paradoja, el ingenio y el absurdo con películas como "Cuando
la vida sonríe" de Frank Launder (1950).
Un estilo de comedia que el cine británico practicó con
niveles de particular brillo en los que habitualmente una situación absurda era
conducida con impecable lógica interna hasta obtener resultados hilarantes.
Con
brillantes libretos y un elenco de primera línea encabezado por el inefable
Alec Guinness, se lanzaron películas muy recordables como "Los ocho
sentenciados"(1949), "Padre Brown, detective"(1953) ambas de
Robert Hamer, y "El quinteto de la muerte" (1955) de Alexander Mackendrick,
entre otras.
Comedias
o no, las películas de la Ealing eran inequívocamente británicas:
"Frieda" (1947), de Basil Dearden, analizaba la noción británica de
la 'culpa de la guerra', mientras que "El farol azul" (1950) fue la
primera película en presentar al policía inglés (bobby) más como asistente
social que representante de la
ley. Sin embargo, la Ealing estaba como la Inglaterra que a
menudo representaba en sus producciones: cansada, agotada por la guerra y sus
privaciones, y tuvo que cerrar en 1959.
El cambio llegó desde el teatro
El cambio llegó desde el teatro
El cine inglés era aburrido para la
mayoría del público, y la nueva inspiración llegaría del teatro, que estrenaba
obras nuevas y a menudo polémicas. Su modelo fue "Mirando hacia atrás con
ira" (1956), de John Osborne, que acuñó la expresión 'jóvenes airados',
que englobaba al propio Osborne, a Tony Richardson, Karel Reisz y Lindsay
Anderson.
A través de su movimiento, el "free cinema" (cine libre), estos jóvenes autores clamaban por la independencia artística de un cine inglés menos anclado en los valores tradicionales y los triunfos pasados, que se ocupara más de las preocupaciones y aspiraciones contemporáneas.
A través de su movimiento, el "free cinema" (cine libre), estos jóvenes autores clamaban por la independencia artística de un cine inglés menos anclado en los valores tradicionales y los triunfos pasados, que se ocupara más de las preocupaciones y aspiraciones contemporáneas.
El
Free cinema se encuadra dentro de una estética contestataria, crítica para con
su sociedad puritana y clasista; plantea las inadaptaciones sociales que
ocasiona la vida en las grandes ciudades industriales y la soledad del hombre
contemporáneo en ellas.
Aunque el modelo del free cinema era la nouvelle vague, sus cineastas estaban más preocupados desde el punto de vista temático con un mayor compromiso social que con el espíritu de cambio y sentido de autodescubrimiento desde el punto de vista formal.
En ese sentido podría decirse que el Free Cinema bebió desde una fuente más tradicional, la Remus, de John y James Woolf Remus, quienes produjeron "Un lugar en la cumbre"(1959), de Jack Clayton, a partir de la novela de John Braine, y que, marcó el inicio de una serie de películas realistas cuyos argumentos analizaban los problemas de la clase trabajadora inglesa.
Aunque el modelo del free cinema era la nouvelle vague, sus cineastas estaban más preocupados desde el punto de vista temático con un mayor compromiso social que con el espíritu de cambio y sentido de autodescubrimiento desde el punto de vista formal.
En ese sentido podría decirse que el Free Cinema bebió desde una fuente más tradicional, la Remus, de John y James Woolf Remus, quienes produjeron "Un lugar en la cumbre"(1959), de Jack Clayton, a partir de la novela de John Braine, y que, marcó el inicio de una serie de películas realistas cuyos argumentos analizaban los problemas de la clase trabajadora inglesa.
Osborne,
Alan Sillitoe, David Storey, y otros escritores suministraron la base literaria
para un cambio radical en la producción independiente
(las productoras Woodfall, Bryanston e Independente Artist, que harían
películas como "Mirando hacia atrás con ira", (1959); "Un sabor
a miel", (Tony Richardson, 1961); "Sábado noche, domingo mañana",
(Karel Reisz, 1960); y "El ingenuo salvaje", (Lindsay Anderson,
1963). La última sería un fracaso comercial y la Rank Corporation,
que la distribuía, volvió la espalda a la financiación de estos 'dramas de
fregadero'.
Esta nueva vitalidad, que Lindsay Anderson y sus colegas representaron, tomaría un nuevo rumbo en los años sesenta, bajo el influjo de la cultura joven y su énfasis en la moda y la música pop.
El Reino Unido, con sus ventajas financieras para los
productores, se convirtió en un foco de atracción para la producción
cinematográfica internacional.
Los actores y actrices británicos e irlandeses, como Julie Christie, Albert Finney, Glenda Jackson, Richard Harris, Peter O'Toole, Alec Guiness o Vanessa Redgrave se hicieron muy populares.
En este sentido, el cine británico ha venido siendo un punto
intermedio entre la industria comercial de Hollywood y el cine europeo de calidad, como
muestra alguna co-producción británica, por ejemplo
"Blow-up" (1966) de Michelángelo Antonioni o "Perdidos en la noche" de John Schlesinger.Los actores y actrices británicos e irlandeses, como Julie Christie, Albert Finney, Glenda Jackson, Richard Harris, Peter O'Toole, Alec Guiness o Vanessa Redgrave se hicieron muy populares.
En "Blow up", obra basada en un relato del esritor argentino Julio Cortázar, el director italiano Michelangelo Antonioni mostró los años sesenta londinenses como una distracción comercialmente manipulada para ocultar los problemas políticos sin resolver que afrontaba el país.
Otro ejemplo es el del director inglés John Schlesinger que rodó en Nueva York "Perdidos en la noche" (1969), un mordaz relato de la decadencia del sueño americano. Estas dos películas, por ejemplo, se distribuyeron en los Estados Unidos superando los circuitos de las salas de arte y ensayo, llegando al gran público con enorme éxito.
Esta visión del Reino Unido era compartida por Joseph
Losey, expatriado estadounidense (perseguido por la 'caza de brujas'
maccarthysta), el director norteamericano "más británico", y quizás el mayor exponente que dio el cine inglés de esta generación. Un maestro del cine.
En un estilizado análisis "El sirviente" (1963),
"Modesty Blaise, superagente femenino" (1966) y "Accidente"
(1967), asumía un punto de vista despectivo en su obsesión por mostrar las
clases sociales y el sexo.
Entre otros directores estadounidenses, Richard Lester,
que había dirigido la película jazz-pop "Son los negocios, papá"
(1962), daría un paso importante en su trayectoria con "¡Qué noche la de aquel
día!" (1964) y "Help!" (1965), dos comedias, protagonizadas por
los Beatles.
En 1964, Roger Corman dirigió, también en el Reino Unido, dos de
sus películas de terror más admiradas, "La máscara de la muerte
roja", y "La tumba de Ligeia".
Aparte de Losey, el gran impacto desde Estados Unidos
vendría de la mano de Stanley Kubrick con "2001: Una odisea en el
espacio" (1968), y "La naranja mecánica" (1971), que
introdujeron procedimientos técnicos entonces desconocidos en el Reino Unido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario