El cine
francés: del cine de 'qualité' a la Nouvelle Vague
Pese a las similitudes de circunstancia, no hubo empero
un neorrealismo francés, y pese a algún ejemplo aislado como "La batalla
del riel" (René Clément,1946), la mayoría de la producción francesa se
volcaría hacia búsquedas de 'qualité' y traslaciones literarias que una
generación posterior objetaría (la generación justamente de la "nouvelle vague").
Un ejemplo de este tipo de cine es "La sinfonía
pastoral" del director Jean Delannoy (1946), donde los temas de la fe, la
tentación y la culpa corren al fondo de una historia extraída de una novela de
André Gide.
Otro director que marcó su estilo fue el poeta y dramaturgo Jean
Cocteau, cuya versatilidad, falta de convencionalismo y enorme producción le
proporcionaron fama internacional. Las películas de Cocteau, en su mayoría
escritas y dirigidas por él, fueron especialmente importantes en la
introducción del surrealismo en el
cine francés. Varias de ellas, especialmente "La bella y
la bestia" (1945), "Orfeo" (1950) y "Los muchachos
terribles" (1929), han llegado a ser consideradas clásicas del cine
moderno.
Otros nuevos realizadores fueron Robert Bresson y
Jacques Tati.
Las historias de redención del primero, desde "Las mujeres
del bosque de Bolonia" (1945), "Diario de un cura rural" (1950),
"Un condenado a muerte se ha fugado" (1956), "El azar de
Baltasar" (1966), entre otras, rezuman una austeridad estilizada y un
rigor que durante más de treinta años distinguirían su trabajo del de otros
cineastas.
"Días de fiesta" (1949) sería el debut de
Jacques Tati en los largometrajes, al que seguirían "Las vacaciones de
monsieur Hulot" (1953), en la que introduce a su personaje cómico
característico, un enloquecido fumador en pipa, que él mismo interpreta en ésta
y en sus siguientes películas. Sus gestos, movimientos y ruidos (sin diálogos),
serían las piedras angulares del arte de Tati que le llevarían a "Mi
tío" (1958), su mayor éxito y "Playtime" (1967), donde hace un
uso innovador de la película en 70 milímetros.
En otro orden de cosas, el éxito de las películas de
Roger Vadim protagonizadas por Brigitte Bardot, de las que "Y dios creó a
la mujer" (1956), fue el primero, mostraron que había un mercado potencial
para las películas dirigidas a los jóvenes espectadores, nuevos y numerosos. El
éxito comercial y la fama internacional de Brigitte Bardot, la catapultó como
el máximo símbolo sexual de la década de los sesenta, compitiendo en gran forma
con el símbolo sexual estadounidense: Marilyn Monroe.
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