El
asesinato del archiduque Francisco
Fernando de Habsburgo, cometido en Sarajevo el 28 de junio de
1914, transformó la controversia localizada en el Imperio Austro-Húngaro y
Serbia, en el primer enfrentamiento
armado a escala mundial.
Inicios del conflicto
El
conflicto militar que comenzó el 28 de julio de 1914 como un enfrentamiento
localizado en el Imperio Austro-Húngaro y Serbia se transformó en un
enfrentamiento armado a escala europea cuando se extendió a Rusia el 1 de agosto de
1914, y finalmente pasó a ser una guerra mundial, en la que participaron 32
naciones.
Veintiocho
de ellas, denominadas ‘aliadas’ o ‘potencias asociadas’ entre las que se
encontraban Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos, lucharon
contra la coalición de los llamados Imperios Centrales, integrada por Alemania,
Austria-Hungría, el Imperio Otomano y Bulgaria.
La
causa inmediata del inicio de las hostilidades entre Austria-Hungría y Serbia
fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero del trono
austro-húngaro, cometido en Sarajevo (Bosnia, entonces parte del Imperio
Austro-Húngaro; en la actualidad Bosnia) el 28 de junio de
1914 por el nacionalista serbio Gavrilo Princip. No obstante, las causas
profundas del conflicto remiten a la historia europea del siglo XIX,
concretamente a las tendencias económicas y políticas que imperaron en Europa
desde 1871, año en el fue fundado y emergió como gran potencia el II Imperio
Alemán.
Las causas de la guerra
Los
verdaderos factores que desencadenaron la Primera Guerra Mundial fueron la
rivalidad económica y política entre las distintas naciones y el proceso de
militarización y de vertiginosa carrera armamentística que caracterizó a la
sociedad internacional durante el último tercio del siglo XIX, a partir de la
creación de dos sistemas de alianzas enfrentadas. A dichos elementos se sumó el
intenso espíritu nacionalista que se extendió por Europa a lo largo del siglo
XIX y comienzos del XX.
El nacionalismo
La Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas habían
difundido por la mayor parte del continente europeo el concepto de democracia,
extendiéndose así la idea de que las poblaciones que compartían un origen
étnico, una lengua y unos mismos ideales políticos tenían derecho a formar
estados independientes. Sin embargo, el principio de la autodeterminación
nacional fue totalmente ignorado por las fuerzas dinásticas y reaccionarias que
decidieron el destino de los asuntos europeos en el Congreso de Viena (1815).
Muchos
de los pueblos que deseaban su autonomía quedaron sometidos a dinastías locales
o a otras naciones. Por ejemplo, los estados alemanes, integrados en la Confederación Germánica,
quedaron divididos en numerosos ducados, principados y reinos de acuerdo con
los términos del Congreso de Viena; Italia también fue repartida en varias
unidades políticas, algunas de las cuales estaban bajo control extranjero; los
belgas, flamencos y franceses de los Países Bajos austriacos quedaron
supeditados al dominio holandés por decisión del Congreso.
Las
revoluciones y los fuertes movimientos nacionalistas del siglo XIX consiguieron
anular gran parte de las imposiciones reaccionarias acordadas en Viena. Bélgica
obtuvo la independencia de los Países Bajos en 1830; la unificación de Italia
fue culminada en 1861, y la
de Alemania en 1871. Sin embargo, los conflictos
nacionalistas seguían sin resolverse en otras áreas de Europa a comienzos del
siglo XX, lo que provocó tensiones en las regiones implicadas y entre diversas
naciones europeas. Una de las más importantes corrientes nacionalistas, el
paneslavismo, desempeñó un papel fundamental en los acontecimientos que
precedieron a la guerra.
El imperialismo
El
espíritu nacionalista también se puso de manifiesto en el terreno económico. La Revolución Industrial,
iniciada en Gran Bretaña a finales del siglo XVIII, en Francia a comienzos del
XIX y en Alemania a partir de 1870, provocó un gran incremento de productos
manufacturados, por lo que estos países se vieron obligados a buscar nuevos
mercados en el exterior.
El área en la que se desarrolló principalmente la
política europea de expansión económica fue África, donde los respectivos
intereses coloniales entraron en conflicto con cierta frecuencia. La rivalidad
económica por el dominio del territorio africano entre Francia, Alemania y Gran
Bretaña estuvo a punto, desde 1898 hasta 1914, de provocar una guerra en Europa
en varias ocasiones.
Como
consecuencia de estas tensiones, las naciones europeas adoptaron medidas tanto
en política interior como exterior entre 1871 y 1914 que, a su vez, aumentaron
el peligro de un conflicto; mantuvieron numerosos ejércitos permanentes, que
ampliaban constantemente mediante reclutamientos realizados en tiempo de paz, y
construyeron naves de guerra de mayor tamaño.
Gran Bretaña, influida por el
desarrollo de la Armada alemana, que se inició en 1900, y por el curso de la Guerra Ruso-japonesa,
modernizó su flota bajo la dirección del almirante sir John Fisher. El conflicto
bélico que tuvo lugar entre Rusia y Japón había demostrado la eficacia del
armamento naval de largo alcance. Los avances en otras áreas de la tecnología y
organización militar estimularon la constitución de estados mayores capaces de
elaborar planes de movilización y ataque muy precisos, integrados a menudo en
programas que no podían anularse una vez iniciados.
Los
dirigentes de todos los países tomaron conciencia de que los crecientes gastos
de armamento desembocarían con el tiempo en quiebras nacionales o en una
guerra; por este motivo se intentó favorecer el desarme mundial en varias
ocasiones, especialmente en las Conferencias de La Haya de 1899 y 1907. Sin
embargo, la rivalidad internacional había llegado a tal punto que no fue
posible alcanzar ningún acuerdo efectivo para decidir el desarme internacional.
De
forma paralela al proceso armamentístico, los estados europeos establecieron
alianzas con otras potencias para no quedar aisladas en el caso de que estallara una
guerra. Esta actitud generó un fenómeno que, en sí mismo, incrementó
enormemente las posibilidades de un conflicto generalizado: el alineamiento de
las grandes potencias europeas en dos alianzas militares hostiles, la Triple Alianza,
formada por Alemania, Austria-Hungría e Italia, y la Triple Entente,
integrada por Gran Bretaña, Francia y Rusia. Los propios cambios que se
produjeron en el seno de estas asociaciones contribuyeron a crear una atmósfera
de crisis latente por la cual el periodo fue denominado de la ‘paz armada’.
Las crisis anteriores a la guerra (1905-1914)
Al
encontrarse Europa dividida en dos sistemas de alianzas hostiles, cualquier
alteración de la situación política o militar en Europa, África o en cualquier
otro lugar provocaría un incidente internacional.
Desde 1905 hasta 1914 tuvieron lugar varias crisis internacionales y dos guerras locales, y todos ellas estuvieron a punto de desencadenar una guerra general en Europa.
El primer conflicto se produjo en Marruecos, donde Alemania combatió en
1905 y 1906 para apoyar al país en su lucha por la independencia y para evitar
el dominio del área por Francia y España. Francia amenazó a Alemania con
declararle la guerra, pero el incidente se solucionó finalmente en una
conferencia internacional celebrada en Algeciras (España) en 1906.
Los Balcanes
fueron el escenario de un nuevo enfrentamiento en 1908, motivado por la anexión
de Bosnia-Herzegovina por parte de Austria-Hungría. Entre
los distintos tipos de paneslavismo se encontraba el panserbianismo o
movimiento para la creación de una Gran Serbia, uno de cuyos objetivos era que
esta región adquiriera la zona meridional de Bosnia, por lo que los serbios
amenazaron a Austria con declararle la guerra. No se inició ninguna campaña debido a que
los serbios no podían emprender la lucha sin el apoyo de Rusia, y ésta no se
encontraba en condiciones de intervenir en la contienda.
En 1911
estalló una nueva crisis en Marruecos, cuando el gobierno alemán envió un buque
de guerra a Agadir en protesta por los intentos franceses para conseguir la
supremacía en esta zona. Hubo amenazas de guerra por ambas partes, pero el
conflicto se solventó en la Conferencia de Agadir.
Italia, aprovechando la
preocupación de las grandes potencias por la cuestión marroquí, declaró la
guerra al Imperio otomano en 1911, con la esperanza de poder anexionarse la
región de Tripolitania, situada al norte de África. Dado que Alemania se había
visto obligada a
entablar relaciones amistosas con el Imperio otomano a causa
de su política de Drang nach Osten (‘Expansión hacia el Este’), el ataque de
Italia debilitó a la
Triple Alianza y alentó a sus enemigos.
Las Guerras
Balcánicas de 1912-1913 aumentaron el interés de Serbia por obtener el control
de las áreas del Imperio Austro-Húngaro habitadas por pueblos eslavos, agudizó
el recelo del Imperio Austro-Húngaro hacia los serbios y generó en Bulgaria y
el Imperio otomano un deseo de revancha tras su derrota en dichos conflictos.
Alemania, irritada por el hecho de que el Imperio otomano hubiera perdido sus
territorios en Europa como consecuencia del conflicto balcánico, formó un
Ejército más numeroso. Francia respondió con la ampliación del servicio militar
obligatorio de dos a tres años en tiempo de paz. Las demás naciones europeas
siguieron el ejemplo de estas potencias y asignaron en 1913 y 1914 enormes
cantidades al presupuesto destinado a gastos militares.
El
asesinato del archiduque austriaco tuvo una repercusión catastrófica en una
Europa armada y desgarrada por las rivalidades nacionales.
El
gobierno austro-húngaro, que consideraba que el asesinato había sido obra del
movimiento de la Gran
Serbia, decidió suprimir esta agrupación enviando una
expedición militar a Serbia.
El 23 de julio, Austria-Hungría envió un ultimátum a Serbia
que contenía diez condiciones concretas, la mayoría de las cuales estaban
relacionadas con la eliminación de la propaganda antiaustriaca en Serbia. Ésta,
alentada por Gran Bretaña y Rusia, aceptó las exigencias austro-húngaras salvo
dos de ellas el 25 de julio, pero Austria replicó que la respuesta serbia no
era satisfactoria. Los rusos intentaron convencer a Austria para que modificara
los términos exigidos, y declararon que si los austriacos atacaban Serbia,
ellos se movilizarían contra Austria. El ministro de Asuntos Exteriores
británico, sir Edward Grey, primer vizconde Grey de Fallodon, propuso el 26 de
julio que Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia se reunieran en una
conferencia para arbitrar en la disputa austro-serbia, pero Alemania declinó
dicha oferta.
Las declaraciones de guerra
Austria
declaró la guerra a Serbia el
28 de julio, ya fuera porque creía que Rusia no llegaría a unirse a Serbia o
porque estaba dispuesta a
correr el riesgo de un conflicto europeo general con tal de
poner fin al movimiento nacionalista serbio. Rusia respondió movilizándose
contra Austria. Alemania advirtió a Rusia de que si persistía en su actitud le
declararía la guerra, y consiguió que Austria accediera a discutir con Rusia
una posible modificación del ultimátum enviado a los serbios. No obstante,
Alemania insistió en que los rusos retiraran sus tropas inmediatamente. Rusia
se negó a hacerlo y Alemania le declaró la guerra el 1 de agosto.
Los
franceses comenzaron la movilización de sus fuerzas ese mismo día; las tropas
alemanas cruzaron la frontera de Luxemburgo el 2 de agosto y Alemania declaró la guerra a
Francia al día siguiente. El día anterior, el gobierno alemán había informado
al gobierno belga de su intención de marchar sobre Francia cruzando Bélgica, a
fin de evitar que los franceses utilizaran esta ruta para atacar Alemania. Las
autoridades belgas se negaron a
permitir el paso por su territorio de las tropas alemanas y
recurrieron a los países firmantes del Tratado de 1839 -en el que se garantizaba
la neutralidad de Bélgica en el
caso de un conflicto en el que estuvieran implicados Gran
Bretaña, Francia y Alemania- para que se cumpliera lo establecido en dicho
acuerdo. Gran Bretaña, uno de los países signatarios del Tratado de 1839, envió
un ultimátum a Alemania el
4 de agosto en el que se exigía que se respetara la neutralidad de Bélgica;
Alemania rechazó la petición y el gobierno británico le declaró la guerra ese
mismo día. Italia permaneció neutral hasta el 23 de mayo de 1915, cuando rompió
su pacto con la Triple
Alianza para satisfacer sus aspiraciones territoriales y
declaró la guerra a Austria-Hungría. La unidad de los aliados se fortaleció en
septiembre de 1914 a
través del Pacto de Londres, firmado por Francia, Gran Bretaña y Rusia. A medida
que avanzaba la contienda, fueron sumándose al conflicto países como el Imperio
otomano, Japón, Estados Unidos y otras naciones del continente americano.
Japón, que había firmado una alianza con Gran Bretaña en 1902, declaró la
guerra a Alemania el
23 de agosto de 1914, y el 6
de abril de 1917 lo hizo Estados Unidos.
1914-1915: la guerra de trincheras
Las
operaciones militares comenzaron a desarrollarse en Europa en tres frentes: el
occidental o franco-belga, el oriental o ruso y el meridional o serbio.
El
Imperio otomano intervino en noviembre de 1914 como aliado de los Imperios
Centrales, por lo que la lucha se extendió al estrecho de los Dardanelos y a
Mesopotamia.
A finales de 1915 se habían abierto dos nuevos frentes: el
austro-italiano, después de que Italia entrase en la guerra en apoyo del bando
aliado (es decir, el bando enfrentado a los denominados Imperios Centrales) en
mayo de 1915, y el de la frontera griega situada al norte de Salónica, tras
adherirse en octubre de 1915 Bulgaria a la causa de los Imperios Centrales.
El frente occidental
El
plan inicial de la estrategia alemana era derrotar a Francia en el oeste en
poco tiempo, mientras una pequeña parte del Ejército alemán y todas las fuerzas
austro-húngaras contenían la invasión rusa que se esperaba por el este. Se
confiaba en vencer a Francia rápidamente gracias a la estrategia de la ‘guerra
relámpago’ contenida en el Plan Schlieffen, elaborado por el conde Alfred von
Schlieffen, jefe del Estado Mayor alemán desde 1891 hasta 1907.
El
proyecto previsto era el siguiente: las tropas alemanas debían conquistar
Bélgica, rodear a los franceses mediante movimientos veloces y, a continuación,
cambiar de frente y derrotarlos de forma rápida y contundente. Cuando se aplicó
este plan en el otoño de 1914 parecía haber sido un éxito. La veloz incursión
de los alemanes a comienzos de agosto aniquiló al Ejército belga, que abandonó
las plazas fuertes de Lieja y Namur y se refugió en la fortaleza de Amberes.
Las tropas alemanas, que avanzaban a gran velocidad, derrotaron a los franceses
en Charleroi y a la
Fuerza Expedicionaria británica en Mons, lo que provocó la
retirada de Bélgica de toda la línea aliada. Al mismo tiempo, los alemanes
expulsaron a los franceses de Lorena, que había sido invadida, y les obligaron
a retirarse de la frontera de Luxemburgo. Los contingentes británicos y
franceses no tardaron en retroceder hasta el río Marne, pero tres ejércitos
alemanes se dirigieron rápidamente hacia su posición, por lo que tuvieron que
cruzarlo.
La
caída de la capital francesa parecía tan inminente que el gobierno galo se
trasladó a Burdeos. Sin embargo, una vez que los alemanes habían atravesado el
Marne, los franceses, dirigidos por el general Joseph Joffre, rodearon París y
atacaron al I Ejército alemán, bajo las órdenes del general Alexander von Kluck,
situado a la derecha de los tres ejércitos que avanzaban hacia la capital
francesa.
En
la primera batalla del Marne, que se desarrolló desde el 6 hasta el 9 de septiembre, los franceses
consiguieron detener al ejército de Kluck, que se había distanciado de las
otras dos fuerzas alemanas y no pudo recibir refuerzos.
Además, los alemanes
habían perdido una parte de sus tropas el 25 de agosto, cuando el jefe del Estado Mayor alemán, pensando que ya se había
alcanzado la victoria en el frente occidental, envió seis de estas unidades al
oriental. La presión francesa sobre el flanco derecho alemán obligó al ejército
de Kluck a retirarse, y posteriormente todas las fuerzas alemanas retrocedieron
hasta el río Aisne. Los franceses avanzaron e intentaron expulsar a los
alemanes del territorio próximo a dicho río, lo que provocó las batallas del
Aisne, del Somme y la
de Arras. Sin embargo,
no les fue posible desalojar a los alemanes de esta posición y éstos
extendieron sus líneas al norte de Verdún.
Ambos
contendientes intentaron entonces alcanzar el mar del Norte, donde se
encontraban los puertos del canal. Los alemanes no pudieron alcanzarlo debido a
que los belgas habían inundado la región del río Yser. La parte occidental de
las líneas aliadas estaba ocupada por los británicos, que se hallaban ya en
Ypres (situado en el extremo suroccidental de Bélgica) en la carrera hacia el
Canal.
Los
alemanes, después de tomar Amberes el
10 de octubre, intentaron atravesar las posiciones de los
británicos en Bélgica, pero no pudieron cumplir su objetivo tras las
batallas de Flandes.
En diciembre, los aliados lanzaron una serie
de ofensivas a lo largo de todo el frente, desde Niewpoort por el oeste hasta
Verdún en el este, pero no consiguieron conquistas territoriales
significativas.
A
finales de 1914, ambos bandos se encontraban atrincherados en sendas líneas que
se extendían a lo largo de 800 kilómetros, desde Suiza hasta el mar del
Norte. Apenas se produjeron cambios en este frente durante casi tres años.
Las
batallas de Flandes representaron el final de la guerra de movimientos en el
frente occidental.
Desde finales de 1914 hasta casi el final de la contienda,
ésta se convirtió en una guerra de trincheras o de ‘desgaste’. El frente estaba
formado por numerosas líneas paralelas de trincheras comunicadas y protegidas
por alambres de púas y cada bando intentaba atravesar las líneas enemigas
esporádicamente.
El frente oriental
Los
rusos asumieron la ofensiva en el frente oriental desde el comienzo de la
guerra, de acuerdo con los planes de los aliados.
En
agosto de 1914, dos ejércitos rusos se adentraron en Prusia oriental y otros
cuatro ejércitos invadieron la provincia austriaca de Galitzia. Tras una serie
de victorias rusas, la evacuación de Prusia oriental parecía inminente; sin
embargo, las tropas de refuerzo alemanas, dirigidas por el general Paul von
Hindenburg, derrotaron definitivamente a los rusos en la batalla de Tannenberg,
librada del 26 al 30 de agosto de 1914. Los cuatro ejércitos rusos que habían
invadido territorio austriaco avanzaron incesantemente a través de Galitzia;
conquistaron Przemysl y Bucovina, y se encontraban en situación de adentrarse
en Hungría a finales de marzo de 1915. No obstante, una fuerza conjunta
austro-alemana les hizo retirarse de la cordillera de los Cárpatos. En mayo,
los ejércitos austro-alemanes iniciaron una gran ofensiva en la zona central de
Polonia; hacia setiembre de 1915, habían conseguido expulsar a los rusos de
Polonia y Lituania y tomado todas las fortalezas fronterizas de Rusia. Los
rusos abandonaron Galitzia para hacer frente a la ofensiva; cuando ésta cesó,
las líneas rusas se encontraban detrás del río Dvina, entre Riga y Daugavpils,
y los alemanes se dirigieron hacia el río Dniéster.
Aunque
los Imperios Centrales no realizaron ninguna operación decisiva en el frente
oriental entre 1914 y 1915, Rusia había perdido tantos hombres y tal cantidad
de suministros que a partir de ese momento no pudo emprender acciones
importantes.
La guerra en Serbia
Los
austriacos invadieron Serbia en tres ocasiones a lo largo de 1914 y fueron
rechazados en todas ellas. El frente permaneció estabilizado hasta octubre de
1915, fecha en la que tropas británicas y francesas llegaron a Salónica gracias
a un acuerdo establecido con el gobierno de Grecia, que se mantenía neutral;
los aliados se anticiparon así a la entrada en el conflicto de Bulgaria en
apoyo de los Imperios Centrales; su propósito era ayudar a Serbia, que sería el
objetivo del ataque búlgaro.
Cuando Bulgaria declaró la guerra a Serbia el 14 de octubre de
1915, las fuerzas aliadas se internaron en Serbia. Los búlgaros derrotaron al
Ejército serbio y también a los británicos y franceses procedentes de Salónica.
Asimismo, el 6 de
octubre, las tropas austro-alemanas lanzaron un fuerte ataque sobre Serbia desde Austria-Hungría.
A
finales de 1915, los Imperios Centrales habían conquistado toda Serbia; las
tropas serbias supervivientes se refugiaron en Montenegro, Albania y en la isla
griega de Corfú, ocupada por los franceses en enero de 1916. Las tropas
británicas y francesas que se encontraban en Serbia se retiraron a Salónica,
posición en la que permanecieron preparados para nuevas acciones.
El frente otomano
El
Imperio otomano entró en la guerra
el 29 de octubre de 1914, fecha en la que sus naves
colaboraron con las alemanas en el bombardeo naval de los puertos rusos del mar
Negro; Rusia le declaró la guerra oficialmente el 2 de noviembre, y Gran Bretaña y Francia lo
hicieron a su vez el 5
de noviembre.
Los
turcos otomanos comenzaron la invasión de la zona rusa de la cordillera del
Cáucaso en diciembre, pero el escaso territorio que conquistaron se vio
reducido considerablemente en agosto de 1915. No obstante, la presión turca en
esta región había obligado al gobierno ruso a solicitar a comienzos de 1915 que
los británicos llevaran a cabo una maniobra de distracción en el estrecho de
los Dardanelos. En respuesta, la fuerza naval británica bombardeó los fuertes turcos de los Estrechos en
febrero de ese año, y entre abril y agosto se produjeron dos desembarcos de
tropas aliadas en la península de Gallípoli; el primero, efectuado en abril,
fue llevado a cabo por tropas británicas, australianas y francesas; en agosto
acudieron más divisiones británicas. El objetivo de los aliados era conquistar
los Dardanelos; sin embargo, la campaña de Gallípoli resultó un completo
fracaso para las tropas aliadas, que en diciembre de 1915 y enero de 1916 se
retiraron.
Mientras
tanto, las fuerzas británicas de la India derrotaron a los turcos en varias
batallas libradas en el valle de Mesopotamia durante 1914 y 1915,
pero los turcos frenaron el avance de los británicos hacia Bagdad con la
batalla de Ctesifonte y les obligaron a retirarse a Kutal-’Amara en noviembre
de 1915. Las tropas otomanas sitiaron esta ciudad el 7 de diciembre.
El frente italiano
Italia
declaró la guerra a
Austria-Hungría el 23 de mayo de 1915. Los principales
enfrentamientos militares que tuvieron lugar en el frente austro-italiano
durante ese año fueron cuatro batallas libradas entre sus respectivos ejércitos
en el río Isonzo. El objetivo de los ataques italianos era romper las líneas
austriacas y conquistar Trieste.
1916: continúa la situación de estancamiento
El
triunfo obtenido por los alemanes en 1915 al conseguir que los rusos
retrocedieran en Prusia oriental, Galitzia y Polonia les permitió centrar sus
operaciones en el frente occidental para intentar concluir en 1916 la campaña
en esta zona.
El
plan de los alemanes era lanzar un ataque sobre Verdún para conseguir debilitar
a las derrotadas fuerzas de los franceses causando el mayor número de bajas
posible.
El
plan de los aliados en 1916 consistía
en intentar romper las líneas de los alemanes en el oeste mediante una ofensiva
masiva en la región del río Somme.
Los
alemanes iniciaron la batalla de Verdún el 21 de febrero; tras una lucha
encarnizada tomaron varios fuertes pero no lograron conquistar Verdún gracias a la defensa que de esta
ciudad hizo el general Henri Philippe Pétain.
Debido
a las numerosas bajas sufridas, los franceses redujeron su
aporte a la ofensiva aliada del Somme, que comenzó el 1 de julio y se prolongó hasta
mediados de noviembre, y cuya responsabilidad recayó sobre los británicos.
En
la batalla del Somme, los británicos utilizaron por primera vez carros de
combate modernos.
Los aliados lograron restablecer la situación existente antes del ataque alemán.
En el frente oriental, los rusos lanzaron
una ofensiva con el propósito de obligar a los alemanes a trasladar sus tropas de Verdún a la
región del lago Narocz, pero fracasó estrepitosamente.
Los
italianos solicitaron que se llevara a cabo alguna acción para aliviar la
presión de la ofensiva austriaca en la región de Trentino-Alto Adigio; los
rusos, en respuesta a su petición, atacaron a los austriacos en un frente que
se extendía desde el sur de Pinsk hasta Chernovtsi.
Hacia
el mes de setiembre, cuando los numerosos refuerzos alemanes procedentes del
frente occidental detuvieron el avance de los rusos, éstos habían hecho
retroceder unos 65 km
a las tropas austro-alemanas a lo largo de todo el frente y habían capturado
alrededor de 500.000 prisioneros.
Pese
a no conseguir tomar sus principales objetivos, las ciudades de Kovel y Lvov,
el ataque ruso persuadió a Rumania para intervenir en la guerra en apoyo del
bando aliado (27 de agosto de 1916). Rumania lanzó inmediatamente una invasión
sobre la provincia austro-húngara de Transilvania, pero
las fuerzas austro-alemanas expulsaron a los rumanos de la región. Estas
tropas, junto con soldados búlgaros y turcos, invadieron Rumania, que a mediados de enero de 1917 había sido completamente
conquistada, con lo que los Imperios Centrales se habían asegurado importantes
reservas de trigo y petróleo.
La
actividad en el frente italiano se centró en la quinta batalla del
río Isonzo y en la ofensiva austriaca en el Trentino, cuyo objetivo era llegar
hasta la retaguardia de la posición italiana en el Isonzo. Los austriacos
conquistaron un territorio considerable en el Trentino, pero la contraofensiva
de los italianos les permitió recuperar la mayor parte del terreno cedido.
En
los Balcanes, las potencias aliadas interfirieron en la vida política de Grecia alegando que el gobierno griego, dirigido por el rey Constantino
I, favorecía a los Imperios Centrales a pesar de su declarada neutralidad.
La
intervención de los aliados provocó el establecimiento de un gobierno
provisional en Salónica, presidido por Eleuterios Venizelos,
que declaró la guerra a Alemania y Bulgaria el 3 de noviembre. El rey Constantino seguía
ejerciendo el poder en Atenas y gran parte de Grecia, lo que generó conflictos
con los aliados, que recurrieron al bloqueo de Grecia. Gran Bretaña reconoció
oficialmente al gobierno provisional griego el 19 de diciembre.
Se
produjeron dos contiendas en los Balcanes durante 1916. Tras las primeras victorias, los aliados se vieron obligados a
retroceder debido a un fuerte contraataque. Los aliados lanzaron una ofensiva a
gran escala sobre Macedonia a principios de octubre; sus tropas capturaron
Monastir (actual Bitola) y llegaron hasta el
lago Ohrid (situado en la frontera entre Albania y Macedonia) a mediados de
diciembre.
En Mesopotamia, Kutal-’Amara tomada por los turcos, fue reconquistada en 1917 por los británicos. En Arabia,se produce la rebelión del
Hiyaz (en la
actualidad Arabia Saudí) contra el dominio otomano, con apoyo de los británicos.
En
1916, Thomas Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos, país que en esos
momentos era una potencia neutral, intentó que las naciones beligerantes
entablaran negociaciones que condujeran a la paz. Como resultado de
sus esfuerzos, el gobierno alemán comunicó a Estados Unidos en el mes de
diciembre que los Imperios Centrales estaban dispuestos a iniciar las
negociaciones de paz. Cuando Estados Unidos informó de esta noticia a los
aliados, Gran Bretaña rechazó la oferta: Alemania no había establecido
cláusulas concretas para la paz y en esos momentos Rumania acababa de ser
conquistada por los Imperios Centrales. Finalmente, Wilson consiguió que cada uno de
los bandos comunicara sus peticiones concretas, pero éstas resultaron ser
irreconciliables.
1917: la entrada de Estados Unidos y la retirada de
Rusia
La
política de neutralidad estadounidense quedó modificada cuando Alemania anunció
en enero de 1917 que a partir del 1 de febrero recurriría a la guerra submarina sin restricciones contra la
flota británica y todas las embarcaciones que se dirigieran a esta nación. Los
expertos civiles y militares alemanes habían calculado que esta estrategia
provocaría la derrota de Gran Bretaña en seis meses. Estados Unidos ya había
expresado su fuerte oposición a la guerra submarina sin restricciones porque
violaba sus derechos como potencia neutral, e incluso había amenazado a
Alemania con la ruptura de relaciones diplomáticas si se llegaba a aplicar esta
estrategia, de manera que interrumpió sus gestiones en favor de la paz. El 3 de febrero,
Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Alemania; varias naciones
latinoamericanas, entre ellas Perú, Bolivia y Brasil, secundaron esta acción.
Estados Unidos declaró la guerra a Alemania el 6 de abril.
Entre
los ataques que emprendieron los aliados en el frente occidental durante 1917
destaca una batalla en Verdún, en la que los franceses consiguieron recuperar
los territorios que habían perdido en los años anteriores, y la batalla de
Cambrai, en la que los británicos
atacaron con 400 tanques.
Ésta fue la primera acción de la historia militar en
la que se utilizaron carros de combate a gran escala, y pudo haber concluido
con la ruptura de las líneas enemigas de no ser por la falta de reservas de los
atacantes, lo que provocó que los alemanes terminaran reconquistando el
territorio cedido a los británicos.
Durante 1917 la guerra submarina
alemana fracasó en su intento de provocar la rendición de Gran Bretaña mediante
la destrucción de la flota aliada, de la que los británicos dependían para la
obtención de alimentos y suministros. La campaña submarina alemana parecía
eficaz en sus comienzos; hacia finales de 1916 los alemanes hundían
mensualmente alrededor de 300 toneladas de embarcaciones británicas y aliadas
en el Atlántico norte; la cifra ascendió a 875.000 toneladas en el mes de
abril, por lo que los alemanes estaban seguros de conseguir la victoria en
breve. Sin embargo, Gran Bretaña consiguió, desde el verano, restar eficacia a
la estrategia alemana siguiendo varios métodos: adoptó un sistema de convoyes
en el que las flotas mercantes eran protegidas por destructores y
cazasubmarinos, utilizó hidroaviones para detectar a los submarinos y empleó
cargas de profundidad para destruirlos. Al llegar el otoño, los alemanes
comenzaron a perder numerosos submarinos, a pesar de que seguían hundiéndose
una gran cantidad de barcos aliados. A su vez, las naciones aliadas,
especialmente Estados Unidos, construían rápidamente nuevas embarcaciones. El
intento alemán de poner fin al conflicto a través de la guerra submarina había
fracasado.
Este año 1917 venía muy complicado en Rusia: la revolución terminó con el establecimiento de
un gobierno provisional y la abdicación del zar Nicolás II. El
nuevo régimen prosiguió con la guerra con éxito dispar, pero con la asunción de los bolcheviques se decide la retirada de Rusia del conflicto.Los representantes de Rusia, Austria y
Alemania firmaron el armisticio el 15 de diciembre, con lo que cesó la lucha en
el frente oriental.
En el frente italiano los
aliados sufrieron varios reveses contra las fuerzas austríacas.
Los
británicos intentaron conquistar Gaza (Palestina) en dos ocasiones durante 1917. Fue también este año
cuando el coronel británico Thomas Edward Lawrence (más conocido como Lawrence
de Arabia), dirigió la rebelión árabe contra los turcos; tras tomar la ciudad
turca de al-Aqaba, sus tropas llevaron a cabo numerosos asaltos en la
red ferroviaria del Hiyaz durante el resto del año. También vencieron los británicos
en Mesopotamia; conquistaron Bagdad, y avanzadron hasta Ramadi, a orillas del río Éufrates, y Tikrit, a orillas del
Tigris.
La
Primera Guerra Mundial estimuló enormemente la fabricación de aeronaves,
dirigibles, globos y aviones. Éstos últimos se utilizaban
principalmente para
dos tipos de misiones: la observación y el bombardeo. La exploración de
los
frentes de batalla fijos se llevaba a cabo mediante pequeños globos con
cuerdas; los dirigibles servían para realizar reconocimientos en el mar,
y los
aeroplanos para sobrevolar las zonas costeras. Con respecto a las
operaciones
militares terrestres, los aeroplanos se empleaban para observar la
disposición
de las tropas y defensas del enemigo y bombardear sus líneas o a sus
fuerzas
cuando entraban en combate.
1918: el final
Los
primeros meses de 1918 no resultaron favorables para las potencias aliadas.
Rusia firmó la Paz de Brest-Litovsk, por la que se ponía fin oficialmente a la guerra
entre esta nación y los Imperios Centrales; Rumania firmó el Tratado de Bucarest,
según el cual debía ceder la región de Dobrudja a Bulgaria, los pasos de la
cordillera de los Cárpatos a Austria-Hungría y conceder a Alemania un
arrendamiento a largo plazo de los pozos de petróleo rumanos.
Sin
embargo, el resultado de la lucha en el frente de los Balcanes durante 1918 fue
catastrófico para los Imperios Centrales. Una fuerza de unos 700.000 soldados
aliados, compuesta por franceses, británicos, griegos, serbios e italianos,
comenzó una ofensiva a gran escala contra las tropas alemanas, austriacas y búlgaras
en Serbia. El éxito del ataque fue tal que a finales de mes los búlgaros
estaban completamente derrotados y firmaron un armisticio con los aliados.
Rumania volvió a intervenir en el conflicto en noviembre en favor de la causa
aliada, apoyada por las tropas aliadas que habían entrado en el país tras la
capitulación de Bulgaria. Los soldados serbios del Ejército aliado continuaron
avanzando después de que se firmara la tregua con los búlgaros y ocuparon
Belgrado el 1 de
noviembre; el Ejército italiano invadió y ocupó Albania.
Tras
una fallida ofensiva austriaca, los aliados obtuvieron la
victoria definitiva en el frente italiano durante octubre y noviembre, cuando
derrotaron a los austriacos en la batalla de Vittorio Veneto (del 24 de octubre
al 4 de noviembre). Los italianos tomaron finalmente Trieste el 3 de noviembre y ocuparon Fiume
(actual Rijeka) el 5
de noviembre.
La conmoción de la derrota provocó alzamientos revolucionarios en
el Imperio Austro-Húngaro. Los checos y los eslovacos ya habían constituido en
octubre un Estado independiente, Checoslovaquia; los eslavos del sur
proclamaron su independencia y fundaron el Reino de los
Serbios, Croatas y Eslovenos, que más tarde pasaría a denominarse Yugoslavia
(actualmente Serbia y Montenegro).
Los húngaros etambién stablecieron un gobierno independiente.
Las autoridades austro-húngaras establecidas en Viena firmaron un armisticio
con los aliados el 3
de noviembre y Carlos I, el último emperador de los Habsburgo, abdicó días
después; al día siguiente se proclamó la República de Austria.
Los
aliados también pusieron fin a la guerra en el frente turco de forma
satisfactoria en 1918. Según
las condiciones establecidas, el Imperio otomano debía retirar sus ejércitos,
romper relaciones con los Imperios Centrales y permitir a los buques de guerra
aliados cruzar el estrecho de los Dardanelos.
El
gobierno alemán inició las conversaciones con los aliados en octubre, pero
éstas fracasaron cuando el
presidente Wilson insistió en negociar únicamente con
regímenes democráticos. Mientras tanto, los británicos realizaban importantes
progresos en el norte de Francia y a lo largo de la costa belga, y las tropas
francesas y estadounidenses llegaron a Sedan el 10 de noviembre. La Línea Hindenburg
había sido completamente aniquilada a comienzos de este mes, y los alemanes se
retiraban con rapidez de todo el frente occidental.
La
derrota del Ejército alemán tuvo repercusiones en el interior del país que
afectaron de forma muy negativa al gobierno establecido. La flota alemana se
amotinó, el rey de Baviera fue destronado por un levantamiento y el emperador
Guillermo II abdicó en noviembre y huyó a los Países Bajos. El día 9 de ese
mismo mes se proclamó la República de Weimar en Alemania, cuyo gobierno envió
una comisión para negociar con los aliados. A las cinco de la mañana del 11 de
noviembre tuvo lugar en el bosque de Compiègne la firma del armisticio entre
Alemania y los aliados; este documento estaba basado en las condiciones
establecidas por los vencedores; esa misma mañana cesaron las hostilidades en
el frente occidental.
Las
fuerzas destacadas en las colonias alemanas de África y el océano Pacífico, a
excepción de las que se encontraban en África oriental a finales de 1917 y
durante 1918, fueron
derrotadas con rapidez en unos casos y gradualmente en otros, pero
prácticamente todas se habían rendido a los aliados hacia el final de la
guerra.Cuando
se firmó el armisticio en Europa en 1918, las tropas alemanas del África
Occidental seguían aún luchando, a pesar de que la mayor parte de la
colonia se encontraba en poder de los aliados. Lettow-Vorbeck se rindió tres
días después de que se terminara la guerra en Europa.
En
el Pacífico, una fuerza neozelandesa conquistó la zona alemana de Samoa en
agosto de 1914, y los archipiélagos alemanes de Bismarck y Nueva Guinea fueron ocupados
por tropas australianas en setiembre. Las fuerzas japonesas tomaron la
fortaleza de Qingdao, un puerto alemán situado en la provincia china de
Shandong, en noviembre de 1914, y las islas Marshall, las islas Marianas, el archipiélago de Palau y las islas
Carolinas entre agosto y noviembre de ese año. Cuando la guerra terminó, Japón
conservó Qingdao hasta 1922 y consiguió un mandato sobre las islas Marshall, Marianas, Palau y Carolinas.
De
acuerdo con los términos del armisticio, los alemanes debían entregar a los
aliados la mayor parte de su flota, compuesta por 10 acorazados, 17 cruceros,
50 lanchas torpederas y más de 100 submarinos
El
Tratado de Versalles (1919), que puso fin a la guerra, estipulaba que todas las
naves retenidas pasaban a ser propiedad de los aliados; los alemanes habían de
entregar los restantes buques de guerra que se encontraran en su poder; además,
el tamaño de la futura flota alemana quedaba drásticamente reducido. Como
represalia ante estas condiciones, los alemanes hundieron el 21 de junio de
1919 sus propias naves de Scapa Flow.
Resumen de guerra
La
Primera Guerra Mundial duró cuatro años, tres meses y catorce días.
El
conflicto representó un costo de 186.000 millones de dólares para los países
beligerantes.
Las bajas en los combates terrestres ascendieron a 37 millones, y
casi diez millones de personas pertenecientes a la población civil fallecieron
indirectamente a causa de la
contienda.
A pesar de que todas las naciones confiaban en que
los acuerdos alcanzados después del conflicto restablecerían la paz mundial
sobre bases estables, las condiciones impuestas promovieron un conflicto aún
más destructivo (que se inició en 1939 y que, no en vano, fue denominado
Segunda Guerra Mundial).
Los
Imperios Centrales aceptaron los catorce puntos elaborados por el presidente Wilson como
fundamento del armisticio, esperando que los aliados los adoptaran como
referencia básica en los tratados de paz. Sin embargo, la mayor parte de las
potencias aliadas acudieron a la Conferencia de Paz de París (celebrada en
Versalles) con la determinación de obtener indemnizaciones en concepto de
reparaciones de guerra equivalentes al costo total de la misma y de repartirse
los territorios y posesiones de las naciones derrotadas según acuerdos
secretos. Durante las negociaciones de paz, el presidente
estadounidense Wilson insistió en que la Conferencia de Paz de París aceptara
su programa completo, pero finalmente desistió y se centró en conseguir el apoyo de los aliados para la
formación de la Sociedad de Naciones.
Las potencias vencedoras permitieron que se incumplieran ciertos términos establecidos en los tratados de paz de Versalles, Saint-Germain-en-Laye, Trianon, Neuilly-sur-Seine y Sèvres, lo que provocó el resurgimiento del militarismo y de un nacionalismo agresivo en Alemania y desórdenes sociales en gran parte de Europa.
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