Algunos
escultores de las primeras décadas del siglo XX compartieron los postulados del
cubismo y otras vanguardias.
Entre ellos destacaron Alexander Archipenko, Raymond
Duchamp-Villon y Jacques Lipchitz,
debido sobre todo a sus representaciones de la figura humana por medio de los
planos geométricos.
El español Julio González destacó por sus estructuras de hierro soldado, delgadas construcciones de varillas y barras de hierro conectadas por arcos de metal que definen la forma como espacio vacío.
En 1930, González ayudó a Picasso a construir esculturas soldadas, por lo que se ha señalado una influencia de Picasso, que también realizó interesantes esculturas, sobre la obra de su amigo. En la misma línea expresiva cabe destacar al escultor Pablo Gargallo.
En Rusia, los constructivistas edificaron sobre el espacio vacío, en lugar de tallar la masa escultórica. Los principales artistas fueron Vladimir Tatlin, famoso por su propuesta de Monumento a la III Internacional (1919, maqueta, Museos Estatales Rusos, San Petersburgo), Aleksándr Rodchenko y El Lissitsky, quien divulgó las teorías constructivistas por Europa occidental en los años veinte.
Las obras de los hermanos Naum Gabo y Antón Pevsner
ejercieron una gran influencia en el arte abstracto estadounidense, así como
las del artista húngaro László Moholy-Nagy.
Duchamp comenzó, en la segunda década del siglo XX, a
recoger objetos cotidianos para sus ready-mades, como portabotellas, palas de
nieve o una percha para colgar abrigos.
Por la misma fecha, otros escultores como Picasso, Ernst y Man Ray también empezaron a incorporar objetos de deshecho a sus obras, que adoptarían aspectos extraños y surreales.
Por la misma fecha, otros escultores como Picasso, Ernst y Man Ray también empezaron a incorporar objetos de deshecho a sus obras, que adoptarían aspectos extraños y surreales.
En 1938, el artista catalán Óscar Domínguez sembró el
desconcierto entre el público asistente a la inauguración de la Exposición Internacional
del Surrealismo en París con su "Taxi lluvioso". Se trataba de un
viejo automóvil en cuyo interior había situado dos maniquíes: uno de ellos era
un chofer con cabeza de cocodrilo y el otro, situado en la parte posterior, era
una mujer rubia en traje de noche sentada sobre un lecho de verduras sobre la que
caía constantemente un copioso aguacero. A todo esto se añadían numerosas
plantas y 200 caracoles vivos.
Sin embargo, no todos los escultores surrealistas usaron
objetos cotidianos; El artista francés Jean Arp creó abstractas fantasías
orgánicas que simbolizaban la vida y el crecimiento, y Alberto
Giacometti desarrolló sus características figuras alargadas que expresan el
aislamiento del individuo contemporáneo.
Los principios abstractos y geométricos del
neoplasticismo fueron recogidos por Alexander Calder, cuyas primeras construcciones
abstractas de cobre y el uso de colores puros primarios en sus móviles muestran
la herencia de Mondrian. Otros escultores también produjeron obras siguiendo las corrientes abstractas de las vanguardias históricas, como el nipón-estadounidense Isamu Noguchi, el inglés Anthony Caro y los españoles Jorge Oteiza y Eduardo Chillida.
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