La
vestimenta, que se desarrolló en un principio para protegerse o adaptarse al
medio ambiente, con la llegada de la Revolución Industrial
comenzó a transformarse en un producto de consumo a nivel masivo. A partir de la Primera Guerra Mundial ,
y después de cinco siglos, reapareció la silueta natural de la mujer con la
posibilidad de dejar ver las piernas.
Probablemente la ropa se desarrolló en un principio para
protegerse o adaptarse al medio ambiente. En climas cálidos la ropa tradicional
masculina y femenina es una indumentaria suelta y drapeada tipo saya.
En los
países árabes y africanos esta ropa suelta adopta la forma de túnica. Los
habitantes de climas muy cálidos es raro que lleven ropas de más de dos capas.
En los climas fríos es tradicional llevar vestidos cosidos y ajustados de
varias capas para conservar mejor el calor del cuerpo. Estas dos tradiciones no
se diferencian de forma clara al incluir ambas una capa exterior de abrigo como
protección contra los elementos climáticos.
En
la cultura occidental la interacción entre estos dos estilos ha dado lugar a
una historia del vestido más variada que en otras partes del mundo. En el mundo
no occidental se ha mantenido la tradición antigua hasta la reciente llegada de
la era industrial occidental y, con ella, su forma de vestir.
Hasta
hace algunos siglos solamente la aristocracia cambiaba de modo habitual su
forma de vestir, mientras que la indumentaria del pueblo permanecía
prácticamente invariable.
Por otra parte, la historia del vestido ha podido
reconstruirse en gran parte gracias a retratos, por lo general de
personalidades que intentaban dejar constancia de su importancia posando con
sus mejores y más impresionantes atuendos. Pero incluso entre la clase alta los
vestidos eran lo suficientemente caros como para merecer ser cuidados,
modificados y reutilizados de generación en generación.
Los
cambios radicales en la forma de vestir no eran frecuentes hasta que en los
siglos XVIII y XIX la llegada de la Revolución Industrial
abarató y simplificó la fabricación de telas y vestidos.
Las
guerras y las revueltas sociales trajeron los últimos cambios radicales de la
historia del vestido europeo.
En
1900, durante la "belle époque", el corsé ajustaba la cintura hasta
quedar casi sin respiración. Los vestidos eran largos y ampulosos; y la máxima
audacia era usar un generoso escote redondo y dejar los hombros al descubierto.
La
lucha de la mujer contra las limitaciones sociales y políticas fue acompañada
de la desaparición del corsé y de sus limitaciones físicas.
A
partir de la
Primera Guerra Mundial , y después de cinco siglos, reapareció
la silueta natural de la mujer con la posibilidad de dejar ver las piernas.
Durante la contienda, la incomodidad de trabajar con traje largo impuso un
cambio y, como suele ocurrir con todos los cambios repentinos, el ajuste fue
brutal, ya que a mediados de 1920 las faldas habían subido hasta la rodilla.
Fuera
de la esfera de influencia de Europa occidental la forma de vestir tiende a ser
tradicional y las pequeñas variaciones locales se deben a la influencia de
conquistas o migraciones.
Cuando
las culturas no occidentales entran en conflicto con las ideas occidentales, a
menudo son las ropas tradicionales las que son sustituidas, como en el caso de la ropa precolombina
en América Central y del Sur. Sin embargo en África, en Oriente Próximo y en el
sur de Asia han sobrevivido muchos aspectos del traje tradicional y se aprecia
la influencia, especialmente de las conquistas musulmanas, en la forma de
vestir de diferentes áreas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario