Resurgimiento
del Expresionismo
Tras la Primera Guerra Mundial,
Flandes y los Países Bajos presenciaron el resurgimiento de la corriente
expresionista.
Los pintores volvieron a la antigua tradición
neerlandesa representada por Brueguel y las primeras obras de Van Gogh, en las
que la vida de los campesinos eran representadas con colores pesados y
sombríos.
Constant Permeke era el jefe del grupo expresionista
flamenco, para el cual tras la ocupación de Bélgica en la Segunda Guerra Mundial,
su tierra natal y el campesinado se convertirán en los símbolos de un nuevo
mito.
Max Beckmann (1884-1950)
Maestro del expresionismo de posguerra, el arte de Max Beckmann se
convirtió en una respuesta a los dolorosos tiempos que corrían.
Su traumática experiencia como ayudante en el cuerpo
médico durante la
Primera Guerra Mundial le llevó a pintar obras enérgicas y de
gran dramatismo, caracterizadas por contornos muy marcados, colorido fuerte y
violencia implacable.
Al igual que las obras del movimiento la "Nueva Objetividad"
-caracterizado por su pesimismo existencial, y una actitud ante la sociedad
sumamente satírica y cínica- sus cuadros expresaban una crítica
social a la Alemania de posguerra.
En sus telas, cargadas de monumentalidad, las cosas
emergen como proclamando su deseo de poseer el espacio.
En la década de 1930, Beckmann reflejó su consternación
por el ascenso del nacionalsocialismo en nueve trípticos, que son gigantescas
alegorías figurativas con colores estridentes, como "La partida"
(1932-1933). Beckmann pintó esta obra inmediatamente después de que los nazis
le destituyeran del cargo de profesor de arte en la Escuela de Arte Städel de
Frankfurt por considerarlo degenerado.
En 1937 emigró a Amsterdam al enterarse de que su obra
iba a incluirse en la exposición nazi de arte degenerado, y en 1947 se trasladó
a los Estados Unidos, donde murió en 1950.
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