El 15 de mayo, los ejércitos de Egipto, Transjordania (Jordania desde enero de 1949), Siria, Líbano e Irak se unieron a los palestinos y a otras guerrillas árabes que habían luchado contra los judíos desde noviembre de 1947.
El enfrentamiento se convirtió entonces en un conflicto internacional; durante la primera guerra árabe-israelí, llamada por Israel guerra de la Independencia, los árabes no pudieron evitar la creación del Estado judío, y el conflicto terminó con un armisticio, dispuesto por la ONU, entre Israel por un lado y Egipto, Líbano, Jordania y Siria por el otro. Las fronteras que se definieron en el armisticio se mantuvieron hasta 1967, año en que fueron modificadas por las conquistas que Israel llevó a cabo durante la guerra de los Seis Días.
Los primeros años
del Estado de Israel
El
equilibrio de la población del nuevo Estado sufrió fuertes alteraciones durante
la guerra de 1948. Los acuerdos de armisticio supusieron un aumento del
territorio bajo control de Israel más allá de los límites establecidos por la
división de la ONU, que eran de unos 15.500 km2 a 20.700 km2. En la pequeña franja de Gaza, en la
frontera entre Egipto e Israel, se mantuvo la ocupación egipcia y Jordania se
anexionó Cisjordania. De los más de 800.000 árabes que vivían en el territorio
controlado por Israel antes de 1948, sólo unos 170.000 permanecieron en él. El
resto se trasladó a los países árabes vecinos, viviendo como refugiados, y
poniendo fin de este modo a la amenaza de un Estado israelí con una mayoría de
población árabe.
En
1949, el Consejo Provisional del Estado de Israel convocó elecciones para
elegir la
primera Kneset. Hayyim Weizmann, el líder sionista más
destacado del periodo anterior a la guerra, se convirtió en el primer
presidente del país.
El primer ministro Ben Gurión
El
primer jefe de gobierno fue David Ben Gurión, dirigente del Mapai (Partido
Laborista Israelí), que había dirigido el Yishuv durante los últimos días del
Mandato y tuvo una gran influencia en los diez primeros años de la historia de
Israel.
Hizo hincapié en la seguridad nacional y en la expansión y desarrollo
de un ejército modernizado. Fueron reclutados tanto hombres como mujeres y el
Ejército se convirtió en un centro para formar en la cultura hebrea a cientos
de miles de inmigrantes que acababan de llegar al país. Las organizaciones
armadas que estaban ligadas a diferentes movimientos políticos se disolvieron o
se unieron al Ejército israelí.
Inmigración
Nada
más conseguir su independencia, Israel se abrió a los inmigrantes judíos de
todo el mundo; hacia 1952, la población se había duplicado. La mayoría de los
nuevos ciudadanos eran supervivientes de los campos de concentración de Adolf
Hitler. Sin embargo, en la década de 1950 cambió el modelo de inmigración, pues
se produjo un aumento del número de judíos provenientes de países musulmanes de
Oriente Próximo y del norte de África. A finales de la década de 1960, los
judíos provenientes de estas zonas comenzaron a superar en número a los
europeos. En tres décadas la población de Israel se quintuplicó y
aproximadamente dos tercios de este crecimiento se derivaba de la inmigración
judía.
Debido
a que gran parte de los inmigrantes que llegaron a Israel no tenían un oficio o
la preparación adecuada para participar en el desarrollo del país, a la pesada
carga de los gastos de defensa y a la necesidad de una rápida expansión
agrícola e industrial que absorbía gran cantidad de fondos gubernamentales, el
país se enfrentó a graves problemas económicos.
Al
iniciarse la década de 1950 la economía se vio conmocionada por la recesión y
por la devaluación monetaria. El pueblo judío de todo el mundo, y el gobierno
de Estados Unidos en particular y de modo oficial, proporcionó un gran apoyo
económico, mientras que Ben Gurión negoció acuerdos con Alemania Occidental,
que estipulaban el pago por parte de esta última de indemnizaciones tanto a los
judíos que fueron víctimas de los nazis como al propio Estado de Israel.
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