El conflicto del
canal de Suez
Segunda guerra
árabe-israelí
Todos
los intentos por convertir los acuerdos del armisticio entre árabes e israelíes
en un tratado de paz permanente fracasaron.
Los árabes insistían en que se
permitiera regresar a los refugiados a sus hogares, que Jerusalén fuera
administrada por la comunidad internacional y que Israel realizara concesiones
territoriales antes de iniciar cualquier conversación o negociación para la paz. Los israelíes
alegaban que si se satisfacían esas peticiones se pondría en peligro su propia
seguridad y se negaron a aceptarlas.
La guerrilla palestina realizó numerosas
incursiones y las tropas árabes emprendieron numerosos ataques, ante los cuales
Israel respondió con enérgicas represalias. Egipto se negó a permitir que los
buques israelíes utilizaran el canal de Suez y bloqueó los estrechos de Tirán
(el acceso de Israel al mar Rojo), lo que Israel consideró como un acto de
agresión. Los incidentes fronterizos a lo largo de la frontera con Egipto
fueron en aumento hasta provocar el estallido, en octubre y noviembre de 1956,
de la segunda guerra árabe-israelí.
Gran
Bretaña y Francia se unieron al ataque debido a su disputa con el presidente de Egipto,
Gamal Abdel Nasser, que acababa de nacionalizar el canal de Suez. Nasser se
hizo cargo del canal después de que Gran Bretaña y Francia rechazaran la oferta
egipcia de financiar la construcción de la gran represa de Asuán.
Israel
obtuvo una rápida victoria y en pocos días conquistó la franja de Gaza y la
península del Sinaí. Cuando el Ejército israelí llegó a orillas del canal de
Suez, los franceses y británicos iniciaron su ataque sobre la zona del canal.
Tras unos pocos días, la lucha fue interrumpida por la actitud contraria de
Estados Unidos y la
Unión Soviética, que forzaron el envío de Fuerzas Especiales
de la ONU (UNEF) para garantizar el cumplimiento del alto el fuego en la zona
del canal. Ante esta situación Gran Bretaña y Francia paralizaron su acción
conjunta. A finales de ese mismo año sus tropas se retiraron de Egipto, pero
Israel se negó a abandonar Gaza hasta comienzos de 1957 y sólo después de que
Estados Unidos le prometiera resolver el conflicto y mantener abiertos los
estrechos de Tirán.
Los últimos años
del gobierno de Ben Gurión
Israel
continuó modernizando su Ejército, prestando especial atención a las Fuerzas
Aéreas, que recibieron modernos aviones franceses. La situación económica
mejoró y se creó un sistema de distribución de agua para facilitar el
desarrollo de las poblaciones de la parte meridional del país. Aunque la
inmigración había descendido en comparación con las cifras que alcanzó durante
los primeros cuatro años de independencia, volvió a aumentar en la década de
1960 con una nueva oleada proveniente de Marruecos. Uno de los principales
problemas a los que se enfrentaba el país era el de la absorción económica y la
integración de los recién llegados desde los países musulmanes. El abismo
social y económico existente entre éstos y los primeros colonizadores que
llegaron de Europa continuaba siendo una de las mayores dificultades del país.
Los
principales movimientos políticos experimentaron grandes transformaciones
durante esta época, con sucesivas divisiones y reunificaciones. Ben Gurión dimitió
en 1963 y le sucedió Leví Eshkol. En 1965, el antiguo primer ministro abandonó
el partido Mapai para ayudar a formar un grupo de oposición llamado Rafi. Ese
mismo año el Mapai y el Ahdut Avodá (otra formación laborista) se unieron para
formar la Alineación
Laborista, que gobernó hasta 1977. Las dos principales
formaciones políticas conservadoras de la oposición, el partido liberal y el
Herut, también se unieron en 1965, formando el bloque Gahal, dirigido por
Menachen Begin.
La guerra de los
Seis Días y sus consecuencias
Tras
la segunda guerra Árabe-israelí, la imagen del presidente egipcio Nasser salió
fortalecida en todo el mundo árabe, que asistió al crecimiento de un ambiente
nacionalista en el que los deseos de revancha contra Israel ocupaban un lugar
muy destacado.
La formación de un comando militar árabe unificado que concentró
sus tropas en torno a las fronteras, junto con el cierre de los estrechos de
Tirán por parte de Egipto y la insistencia de Nasser, en 1967, de que la UNEF
abandonara la zona del canal, hicieron que Israel se adelantara a los
preparativos ofensivos árabes y atacara Egipto, Jordania y Siria,
simultáneamente, el 5 de junio de ese mismo año.
La
guerra de los Seis Días finalizó con la decisiva victoria de Israel. Las
fuerzas aéreas israelíes, equipadas con modernos aviones franceses, fueron el
principal instrumento de la destrucción de los ejércitos árabes.
Tras
la guerra de los Seis Días, Israel anexionó la franja de Gaza y la península
del Sinaí que había conquistado a Egipto, la parte árabe del Jerusalén oriental
y Cisjordania, que ocupó a Jordania, y los Altos del Golán, arrebatados a Siria. El territorio que
quedó bajo jurisdicción israelí después de la guerra de 1967 era
aproximadamente cuatro veces superior al área que se le había otorgado tras el
armisticio de 1949. Los territorios ocupados tenían una población árabe de
aproximadamente 1,5 millones.
Los territorios
ocupados y la resistencia árabe
A
partir de 1967, los territorios ocupados se convirtieron en la principal preocupación
política de Israel. La derecha y los líderes de los partidos religiosos
ortodoxos del país se oponían a la retirada de Cisjordania y Gaza, que
consideraban parte de Israel. En la Alineación Laborista,
las opiniones estaban divididas: unos estaban a favor de la retirada y otros
defendían el mantenimiento sólo de aquellas zonas que se consideraran de vital
importancia para la seguridad militar. Muchos partidos pequeños, entre ellos el
Partido Comunista, también se oponían al mantenimiento de la ocupación de los
territorios conquistados. Sin embargo, la mayoría de los israelíes apoyaban la
postura de la anexión de Jerusalén oriental y de su unión con el sector judío
de la ciudad, y el gobierno, dirigido por los laboristas, unió formalmente
ambos sectores pocos días después de que finalizara la guerra de 1967.
Tras la guerra de 1967 se produjo un aumento del
nacionalismo palestino. Varias organizaciones guerrilleras de la Organización
para la Liberación de Palestina (OLP) cometieron actos terroristas contra
escuelas, mercados, estaciones de autobús y aeropuertos israelíes, con el
objetivo manifiesto de "liberar Palestina".
Los ataques terroristas
contra los israelíes, en su patria o en el extranjero, hicieron que la opinión
pública se opusiera al reconocimiento de la OLP y a cualquier tipo de
negociación con ésta, pero por la situación del pueblo palestino, y la política de su principl líder Jasser Arafat, el
grupo consiguió ganar un amplio apoyo internacional, e
incluso el reconocimiento de la ONU, como "único representante legítimo de
los palestinos".
el mapa antes de 1967 |
el mapa después de 1967 |
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