El
sueño de la humanidad de viajar al espacio comienza a transformarse en
realidad. A partir de 1957, con el lanzamiento del Sputnik, una nueva era
comienza: la era espacial.
La Carrera Espacial
El estudio acerca del origen del Universo,
así como su evolución, su estructura a gran escala y su futuro, ha sido una de
las interrogantes que más ha concitado el interés del hombre a lo largo de su
historia.
La
humanidad ha soñado con viajes espaciales miles de años antes de que éstos
empezaran a llevarse a cabo. Pruebas de ello las encontramos en los textos
babilónicos, alrededor del año 4000
a.C.
Dédalo e Ícaro, antiguos mitos griegos, también
representan el deseo universal de volar.
Ya en el siglo II d.C. el escritor
griego Luciano escribió sobre un imaginario viaje a la Luna.
A principios del
siglo XVII, el astrónomo alemán Johannes Kepler escribió una sátira científica
de un viaje a la Luna.
El
filósofo y escritor francés Voltaire cuenta en su obra Micromegas (1752) los
viajes de unos habitantes de Sirio y de Saturno. Y en 1865, el escritor francés
Julio Verne describe un viaje espacial en su famosa novela De la Tierra a la Luna.
El sueño del vuelo
espacial continuó en el siglo XX, especialmente en los escritos del inglés H.
G. Wells, que en 1898 publicó "La guerra de los mundos" y en 1901 "Los primeros
hombres en la Luna". En
los últimos tiempos la ciencia ficción ha desarrollado nuevas fantasías en
torno a los vuelos espaciales.
Primeras teorías
Durante
siglos, cuando los viajes espaciales eran tan solo una fantasía, los
científicos dedicados a la astronomía, química, matemática, meteorología y
física desarrollaron un concepto del Sistema Solar, del universo estelar, de la
atmósfera terrestre y del posible entorno espacial.
En los siglos VII y VI a.C.
los filósofos griegos Tales de Mileto y Pitágoras se dieron cuenta de que la
Tierra era una esfera.
En el siglo III a.C. el astrónomo Aristarco de Samos
afirmó que la Tierra giraba alrededor del Sol. Hiparco de Nicea, también
griego, recogió datos sobre las estrellas y los movimientos de la Luna en el
siglo II a.C. Ptolomeo de Alejandría, en el siglo II, situó la Tierra en el centro del Sistema Solar,
en su concepción cósmica, llamada sistema de Ptolomeo.
Descubrimientos
científicos
Tuvieron
que pasar 1.400 años hasta que el astrónomo polaco Nicolás Copérnico descubrió
que los planetas, incluida la Tierra, giraban alrededor del Sol.
Más tarde, en
el siglo XVI, el astrónomo danés Tycho Brahe desarrolló las leyes de la
rotación de los planetas de Kepler.
Galileo, Edmund Halley, William Herschel y
James Jeans fueron otros astrónomos que hicieron importantes contribuciones a
la astronomía.
Físicos
y matemáticos también ayudaron al desarrollo de la astronomía. En
1654, el físico alemán Otto von Guericke demostró que el vacío podía
mantenerse, refutando la antigua teoría de que la naturaleza
"aborrecía" el vacío.
Más tarde, en el siglo XVII, Newton formuló las
leyes de la gravitación universal y del movimiento. Las leyes de Newton sobre
el movimiento establecieron los principios básicos que regulan la propulsión y
el movimiento orbital de las modernas naves espaciales.
En
el siglo XX, el gran cambio se produce con la exposición de Albert Einstein de su
Teoría de la Relatividad. Puesto que el tiempo va más lento a una
velocidad cercana a la de la luz, la relatividad especial nos proporciona un
medio para alcanzar las estrellas.
Sin
embargo, los viajes espaciales sólo fueron posibles cuando se desarrollaron los
actuales medios de propulsión de naves espaciales con cohetes dirigidos.
Propulsión por
cohetes
Las
técnicas de propulsión por cohetes se desarrollaron hace mucho tiempo.
Antiguamente se usaba pólvora como combustible, de un modo muy parecido a los
fuegos artificiales. Se tienen noticias de que en 1232, en China, la ciudad de
Kaifeng se defendió de los ataques de los mongoles con la ayuda de cohetes.
Desde el renacimiento hay numerosas referencias al uso de cohetes, unas veces
real y otras sólo en proyectos, en las batallas que se libraron en Europa.
Ya
en el año 1804 el ejército británico creó un cuerpo equipado con cohetes que
podían alcanzar una distancia de unos 1.830 metros.
En
Estados Unidos, un profesor de física de la Universidad de Clark, Robert
Goddard, fue el pionero en la propulsión por cohetes. Comenzó experimentando
con combustibles líquidos para cohetes en la década de 1920, y realizó su
primer lanzamiento con éxito el 16 de marzo de 1926.
Durante esa época ya se
investigaba en varias partes del mundo sobre cohetes y naves espaciales.
Alrededor del año 1890, Herman Ganswindt, un estudiante de derecho de
nacionalidad alemana, concibió una nave espacial propulsada con combustible
sólido, que demostraba sus avanzados conocimientos sobre el problema de la estabilidad.
Konstantin Eduardovich Tsiolkovski, un maestro de escuela
ruso, publicó en 1903 "Un Cohete al espacio cósmico", en donde
proponía el uso de combustibles líquidos para las naves espaciales.
En 1923, un
matemático y físico alemán llamado Herman Oberth, publicó "Los cohetes en
el espacio interplanetario". Este libro tuvo su continuación "La
posibilidad de llegar a los cuerpos celestes", publicado en 1925 por el
arquitecto alemán Walter Hohmann, que contenía los primeros cálculos detallados
de las órbitas interplanetarias.
La Segunda Guerra Mundial influyó en el desarrollo de
cohetes suborbitales de largo alcance. Estados Unidos, la URSS, Gran Bretaña y
Alemania desarrollaron simultáneamente cohetes para usos militares. Los
alemanes fueron los que tuvieron más éxito y desarrollaron el V-2 (un cohete de
combustible líquido con el que bombardearon Londres) en Peenemünde, un pueblo
cerca de la costa báltica.
Al acabar la guerra, Estados Unidos conservó algunos
V-2 que emplearon para la investigación de los vuelos verticales. Algunos
ingenieros alemanes se trasladaron a la URSS al terminar la guerra, pero los
expertos en cohetes acabaron en Estados Unidos, estando entre ellos Walter
Dornberger y Wernher von Braun.
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