En la
década de los años '90 se intensifica el conflicto entre India y Pakistán por el
dominio del estratégico territorio de Cachemira. Muchos pobladores locales, sin
embargo, reclaman su autodeterminación. La amenaza de uso de armas nucleares acrecienta el
peligro en la región.
¿Hacia
una nueva guerra indio-paquistaní?
La disuasión nuclear no ha impedido
una nueva escalada en el conflicto indo-paquistaní por el control de Cachemira.
Tres meses después de la histórica Cumbre de Lahore para la Paz y la
Reconciliación, India y Paquistán han vuelto a bombardearse en su frontera de
Cachemira. Por primera vez en veintisiete años, India ha utilizado su Fuerza
Aérea en estas escaramuzas iniciales, y más de cien soldados indios han muerto
ya en las operaciones terrestres.
Los medios de comunicación presentan
el conflicto militar en Cachemira como un simple problema de fronteras entre la
India y Paquistán, ignorando las aspiraciones y la lucha continuada de los
pueblos de Cachemira para ejercer su derecho a la autodeterminación.
Rodeado por China, India, Paquistán,
Afganistán y Rusia, Cachemira es un territorio estratégico en una parte del
mundo especialmente delicada.
La mayoría del agua de los ríos que
fertilizan Paquistán tienen su origen en Cachemira. China, además de ser una
potencia nuclear, ocupa también una parte del territorio y ha apoyado
permanentemente a Paquistán en su confrontación con la India tras la guerra
chino-india de 1962. Estados Unidos. también ha apoyado usualmente a Paquistán.
Las clases dominantes de Paquistán y
la India reconocieron inmediatamente la importancia estratégica de Cachemira en
1947 tras la descolonización británica.
Paquistán, creado en nombre de la
religión islámica, tenía como objetivo proveer una zona exclusiva de
explotación a la burguesía musulmana, en oposición a sus competidores hindúes
que controlaron el resto del subcontinente. Con la excusa de que el 80% de la
población de Cachemira era musulmana, Paquistán invadió el territorio en 1947.
En
respuesta, el Maharaja feudal hindú que gobernaba el territorio bajo el Imperio británico, unió Cachemira a la India en busca de protección.
respuesta, el Maharaja feudal hindú que gobernaba el territorio bajo el Imperio británico, unió Cachemira a la India en busca de protección.
La guerra de 1948 dividió el
territorio en partes iguales. Hubo nuevas guerras en 1965, en 1971 y en 1972 se
trazó la actual linea de control, que ha provocado desde entonces innumerables
discusiones, la militarización del territorio y continuos choques armados.
Tras negar al pueblo de Cachemira el
derecho a la autodeterminación en 1949, la ONU ha considerado que se trataba de
un asunto bilateral entre la India y Paquistán, que nunca han
querido sentarse
a la mesa de negociaciones.
La población de Cachemira ha estado dividida sobre
su futuro. Un sector, en nombre de la religión musulmana, ha apoyado una
unificación con Paquistán, encontrando en los servicios de inteligencia
paquistaníes su principal aliado. Pero a pesar de ello, otros sectores
importantes han seguido apoyando la aspiración al derecho de autodeterminación,
en especial la Unión de Estudiantes de Jammu y Cachemira. Pero cualquier lucha
por la democracia se ha encontrado con la represión brutal de las fuerzas
fundamentalistas islámicas que han establecido un régimen de terror armado que
ha empujado fuera del territorio bajo control paquistaní a unos 300.000 hindúes
y a más de 400.000 musulmanes.
Aunque la India dice que el conflicto
está restringido a su lado de la "línea de control", como se llama la
frontera provisional que divide a Cachemira entre ambos Estados, Paquistán ha
denunciado que en repetidas ocasiones las bombas han caído en su lado del
territorio.
Ambos Estados se acusan de romper la
letra y el espíritu de la Declaración de Lahore del pasado 21 de febrero de
1998 y del Acuerdo de Simla firmado después de la guerra de Bangladesh en 1971.
Ambos países reclaman la soberanía sobre el conjunto de Jammu y Cachemira, y
viven una constante tensión temiendo la capacidad militar y la política
exterior de la otra parte.
El actual conflicto estalló cuando el
Ejército Indio detectó la presencia de infiltrados armados en el lado indio de
la línea de control. Paquistán afirma que se trata de guerrillas mujaheedines
cachemires que luchan por la independencia del único Estado de mayoría
musulmana de la India.
Estas infiltraciones han sido casi
rutinarias en los últimos años, especialmente en primavera, cuando se derriten
las nieves. Ambos países han intercambiado en más de 350 ocasiones fuego de
artillería en los últimos seis meses, tras las explosiones nucleares de prueba
de mayo de 1998.
La novedad en el caso actual es el
relativamente importante número de guerrilleros que ha cruzado la línea de
control y que fuentes indias estiman entre unos mil y mil quinientos hombres,
así como el éxito que han tenido en una operación que les ha permitido
establecer una cabeza de puente siete kilómetros en el interior del territorio
indio. La guerrilla ha establecido una serie de campos de base, relativamente
bien equipados en una zona de unos quince kilómetros cuadrados. Aparentemente,
las operaciones rutinarias del Ejército indio no han podido desalojar a los
combatientes musulmanes. Según el Ejército indio es la primera vez en cincuenta
años que las guerrillas musulmanas han conseguido establecer el control
permanente sobre una zona de territorio indio.
El Ministro de Interior indio,
Advani, ha declarado que entre los infiltrados se encuentran tropas regulares
paquistaníes y mercenarios. La India no habría tenido otra opción que utilizar
su aviación para cortar las líneas de aprovisionamiento de los guerrilleros y
evitar que se hagan fuertes en la zona. Cualquier retraso de estas operaciones
hubiera alentado a Paquistán a hacer más firme su apoyo. India también
argumenta que el establecimiento permanente de esta cabeza de puente cambiaría
en su contra en la práctica la línea de control, amenazando el eje de comunicaciones
estratégico entre Srinagar y Leh, permitiendo nuevas infiltraciones de
guerrillas musulmanas.
En ausencia de información
verificable, todo parece indicar que el Ejército indio no ha sido capaz de
desalojar a los guerrilleros musulmanes y que tras fuertes bajas habría
decidido utilizar su aviación. Los ataques aéreos están a cargo de helicópteros
de ataque y de reactores Mig 21 y Mig 27, con los más modernos Mig 29
asegurando cobertura aérea. Estos ataques añaden un elemento de rapidez a la confrontación
militar e implica el riesgo de violaciones de frontera por parte de la Fuerza
Aérea india, además de los inevitables errores en los objetivos de bombardeo.
La línea de control carece de
cualquier tipo de identificación sobre el terreno, lo que aumenta las
posibilidades de errores estratégicos y de operaciones de represalia alegando
que se realizan en el propio territorio. Los errores estratégicos han sido un
elemento constante en el conflicto indo-paquistaní. En 1965, el general
paquistaní Ayub Kahn, pensó que bastaba con lanzar paracaidistas en Cachemira
para iniciar una revuelta popular contra la India. Lo que ocurrió fue que
estalló una cruel guerra que Paquistán perdió.
En 1986-87 y de nuevo en 1990, la
India llevó a cabo ejercicios militares que sirvieron para convencer a los
generales paquistaníes de un inminente ataque. En 1990, el Gobierno de
Paquistán situó una fila de camiones en la planta de enriquecimiento de uranio
de Kahuta, para demostrar su voluntad de escalar el conflicto hasta un
enfrentamiento nuclear.
La actual confrontación plantea una
serie de cuestiones: si el Ejército paquistaní está implicado, ello despierta
dudas tanto sobre la viabilidad como la buena fe de los Acuerdos alcanzados en
Lahore y la capacidad del Gobierno de Nawaz Sharif de mantener bajo su control
a un Ejercito todopoderoso y árbitro final de las decisiones políticas en
Paquistán.
Por otra parte, si lo que la India
afirma es falso, la duda debe recaer sobre la transparencia del sistema
democrático que la India se enorgullece de poseer. Pero esta transparencia ha
sido muy opaca en el caso de Cachemira, sin acceso de la prensa y sin medios
independientes para verificar las declaraciones oficiales.
Los acuerdos de Lahore no son en
realidad un sistema serio de control de armamentos y medidas de buena fe. Son
más bien una serie de declaraciones de buenas intenciones para mejorar las
relaciones bilaterales e introducir una serie de elementos limitados de
transparencia. La India y Paquistán no han acordado medidas bilaterales para
reducir el peligro de guerra nuclear, sino solamente unas ambiguas medidas
nacionales para reducir accidentes o el uso no autorizado de las armas
nucleares bajo su control respectivo. Acordaron también mantener las
respectivas moratorias unilaterales para la conducción de pruebas nucleares, a
menos que una de las partes decida que acontecimientos extraordinarios amenazan
sus supremos intereses.
El momento escogido por la India para
utilizar su aviación puede ser reflejo de las tentaciones que acosan al
Gobierno provisional de Vajpayee (que ha perdido la confianza del Parlamento) y
que intenta sobrevivir utilizando todo tipo de maniobras contra sus oponentes
políticos. La coalición gobernante se encuentra en abierta crisis y el
principal partido de la Oposición, el Congreso, se encuentra en ascenso tras la
designación por segunda vez de Sonia Ghandi como su Presidente. (Sonia Ghandi
había dimitido recientemente después que parlamentarios de su propio partido
afirmaron que sus orígenes italianos la descalificaban como posible dirigente
del país).
El Congreso, y otros partidos de
Oposición han criticado al gobierno por su gestión del conflicto y se han
negado a dejarse arrastrar por la petición de unidad nacional incondicional. En
Paquistán el Gobierno Sharif ha reprimidido sin contemplaciones tanto a
periodistas críticos como a ONGs y grupos de mujeres mientras intenta
justificar su corrupción e incompetencia apelando a la lucha por el Islam.
Pero sobre todo, el actual conflicto
pone de manifiesto la falsedad del argumento según el cual la nuclearización
del subcontinente permitiría introducir estabilidad y madurez en las relaciones
indo-paquistaníes, reduciendo el peligro de guerras convencionales. En
realidad, la nuclearización ha creado más inseguridad.
La negación de los derechos de los
pueblos de Cachemira comenzó en enero de 1949, cuando las Naciones Unidas
aceptaron la enmienda paquistaní a la Resolución de agosto de 1948 que
reafirmaba el principio: el pueblo de Cachemira determinara su futuro. La
enmienda de 1949 limita esa elección a escoger entre la India y Paquistán.
Ambos
países han mantenido su ocupación de diferentes sectores de Cachemira por la
fuerza desde 1947. Desde 1989, la presión de guerrillas fundamentalistas
islámicas tras la guerra de Afganistán, ha supuesto una oleada de asesinatos,
violaciones y terror sistemático en la región. Las pruebas nucleares de India y
Paquistán a su vez han contribuido a escalar el conflicto con un nuevo
horizonte a su vez más mortal, todo ello a pesar del Tratado de No
Proliferación Nuclear impulsado por las cinco grandes potencias nucleares
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