Lentamente, desde los últimos
años de Mao Tsé-tung, y sin afectar la estructura política, la economía china
fue transformándose gradualmente hacia formas capitalistas.
Los últimos años de
Mao y la peculiar "vía china al capitalismo"
Mao
emergió victorioso de la
Revolución Cultural y su presencia en la vida diaria china
fue absoluta.
El IX Congreso del Partido Comunista Chino celebrado en abril de
1969 intentó restablecer su organización central. Mao fue reelegido presidente
señalándose que su pensamiento inspiraría al partido y a toda la nación; el
ministro de defensa Lin Biao, fue nombrado su sucesor eventual, una elección
personal de Mao. Sin embargo, las figuras más destacadas no fueron los maoístas
sino los moderados: altos oficiales militares seguidores de Lin Biao y
personalidades caracterizadas por su pragmatismo como el primer ministro, Zhou
Enlai.
En
1971 la desaparición de Lin Biao (que oficialmente falleció en un accidente de
aviación) y a quien se acusó posteriormente de planear el asesinato de Mao,
supuso la hegemonía en el partido de Zhou.
El X Congreso del Partido, que tuvo
lugar en agosto de 1973, eliminó la supuesta herencia de Lin como sucesor de
Mao y se reafirmaron las posiciones de Mao y Zhou.
El compromiso de Mao para la
movilización de las masas y su arraigada desconfianza en la burocracia fueron
expresadas en 1973 y 1974 en una nueva campaña de reforma ideológica que
atacaba tanto al confucionismo como a Lin Biao.
El pensamiento radical de Mao
se reflejó en una nueva Constitución que, muy simplificada, fue adoptada por el
IV Congreso Nacional
Popular en enero de 1975; pero el moderado Deng Xiaoping, una
víctima rehabilitada de la Revolución Cultural, fue nombrado primer
viceprimerministro y vicepresidente del Partido.
Durante
este periodo las relaciones
exteriores de China mejoraron en gran manera, en especial con
Estados Unidos, que en 1971 retiró su veto a la incorporación de la República Popular China
en las Naciones Unidas, tras lo cual fue admitida en sustitución de la
República de China (Taiwan).
En 1972 el presidente estadounidense Richard M. Nixon
realizó una visita oficial a China, durante la cual se planteó la necesidad de
establecer contactos diplomáticos entre ambos países como paso previo para una
eventual retirada de las tropas de Estados Unidos de Taiwan. Con este fin, se
crearon oficinas de enlace en Pekín y Washington en 1973; anteriormente, en
1972 se establecieron relaciones diplomáticas con Japón.
Tanto
el primer ministro Zhou como el
presidente Mao murieron en 1976, dejando un vacío de poder.
La muerte de Zhou precipitó la lucha por el mismo entre los dirigentes
radicales y los moderados. Los radicales obtuvieron su primera victoria al
impedir que Deng Xioaoping fuera elegido primer ministro y al lograr que fuera
expulsado de sus cargos en el gobierno y en el partido.
Como solución de
compromiso, Hua Guofeng, un administrador sin lazos cercanos con ninguna de las
facciones enfrentadas, se convirtió en primer ministro. Bajo su gobierno se
impusieron las políticas moderadas. Para consolidar su posición hizo arrestar y
acusó de varios crímenes a la
"Banda de los Cuatro" -nombre dado por los
moderados a la viuda de Mao Jiang Qing y otros tres dirigentes radicales-. En
ese tiempo fue nombrado sucesor de Mao como presidente del Partido Comunista
Chino.
Hua
se centró en desarrollar una política de estabilización, en ayudas para superar
los efectos de los terremotos que habían devastado Tangshan y otras regiones
del norte en julio de 1976 y en favorecer el desarrollo económico. Para llevar
a cabo su programa nombró a dirigentes moderados para ocupar altos cargos. En
1977 se reinstauró a Deng como primer sustituto del primer ministro y también en
los otros cargos de los que había sido expulsado, mientras seguidores de la "Banda de los
Cuatro" fueron depurados. El XXI Congreso del Partido Comunista Chino,
celebrado en agosto de 1977, estuvo dominado por el presidente Huan, el
vicepresidente Deng y Ye Jianying. Nuevamente la dirección fue ocupada por los
militares y oficiales veteranos del partido.
El
énfasis puesto en la moderación política y en la modernización económica del
gobierno se reflejó en el V Congreso Nacional Popular, que
se reunió en febrero y marzo de 1978. Hua fue reelegido como primer ministro,
con Deng como sustituto del primer ministro, y fue nombrado presidente del
Comité Permanente del Congreso Nacional, un cargo que, según la nueva Constitución,
equivalía a la jefatura
del Estado.
Mientras
se realizaban estos reajustes internos, las relaciones con Vietnam empezaron a
ser tensas. Para disgusto de China, la influencia soviética en Vietnam iba en
aumento y la minoría china se veía obligada a cerrar sus negocios privados en
el sur recién conquistado. El resultado fue un éxodo de chinos que se
establecieron en el sur de China, colapsando la situación interna de esas
regiones; hacia julio de 1978 China cerró sus fronteras. Cuando más adelante
Vietnam invadió Camboya y en enero 1979 derrocó al gobierno de ese país, que
estaba respaldado por los chinos, China tomó represalias y un mes después envió
tropas a Vietnam.
Por
miedo a quedar rodeados por los soviéticos y los vietnamitas, China aumentó sus
contactos exteriores. En enero de 1979 se establecieron relaciones diplomáticas
con Estados Unidos y en julio se realizó un acuerdo comercial. También se
estrecharon los lazos con Japón y Europa occidental.
Deng
Xiaoping fue la figura dominante en China a lo largo de la década de 1980 y los
primeros años de la de 1990, manteniendo su influencia de forma oculta incluso
cuando cedía sus títulos públicos. Favoreció una política que permitía el
desarrollo comercial e industrial, atrayendo inversiones extranjeras. Deng y la
envejecida cúpula dirigente de China tenían una posición mucho menos dogmática
sobre la política económica que sobre los temas políticos.
En
1980, Hua Guofeng renunció a ser primer ministro y le sucedió Zhao Ziyang, un
seguidor de Deng. A comienzos de 1981, fueron declarados culpables los miembros
de la "Banda
de los Cuatro" e ingresaron en prisión. En junio, otro de los aliados de
Deng, Hu Yaobang, sustituyó a Hua como dirigente del partido. En 1982 se
adoptaron una nueva Constitución y una nueva reorganización del Partido
Comunista Chino. La primera restableció el cargo, en gran manera
representativo, de presidente de la República (anteriormente presidente de
Estado), que en 1968 había sido abolido por Mao.
La
política desarrollada por Deng generó un rápido desarrollo económico, pero también
desencadenó una crisis social considerable (las grandes urbes crecieron a un
ritmo mayor que el resto del país, lo que originó graves desequilibrios entre
el campo y la ciudad, así como dentro de las ciudades) y aspiraciones políticas
entre los grupos sociales más beneficiados por la apertura de consecuencias
imprevisibles, pues enseguida se puso de manifiesto que los máximos dirigentes
del país no tenían la menor intención de comprometer el poder absoluto del
Partido Comunista.
En
enero de 1987, Zhao Ziyang fue nombrado secretario general del Partido
Comunista y Hu Yaobang fue obligado a dimitir, en tanto que Li Peng fue
nombrado primer ministro. Los cambios en la jefatura llegaron tras una ola de
manifestaciones estudiantiles que reclamaban una mayor democratización y
libertad de expresión.
La
muerte de Hu en abril de 1989 inició una nueva ola de manifestaciones a favor
de la democracia, que aumentaron en mayo cuando el dirigente soviético Mijail
Gorbachov visitó Pekín para poner fin a las desavenencias entre la URSS y
China, que ya duraban treinta años.
Los manifestantes ocuparon la plaza de
Tiananmen en Pekín hasta la mañana del 4 de junio, en que las tropas armadas
tomaron al asalto el centro
de la ciudad, matando al menos a cuatrocientos civiles. Gran parte de la
comunidad internacional criticó la forma violenta en que se resolvió el
conflicto y la posterior vulneración de los derechos humanos que tuvo lugar
contra aquéllos que participaron en la protesta. En el posterior periodo de represión
política, Zhao Ziyang fue despojado de sus cargos en el partido y Jiang Zemin
se convirtió en secretario general. La VIII reunión de la Asamblea Nacional Popular
eligió en marzo de 1993 a
Jiang como presidente de China y reeligió a Li Peng como jefe de gobierno.
Jiang
Zemin tuvo que enfrentarse, como máximo dirigente del país, a graves problemas:
pérdida de influencia del Partido Comunista, incremento de la inflación y del
déficit comercial, aumento de las diferencias económicas entre las distintas
regiones (lo que lleva aparejado diferencias sociales), corrupción generalizada
entre los empleados públicos y empeoramiento de las relaciones con algunos
países occidentales, debido fundamentalmente al quebrantamiento de los derechos
humanos. En este sentido, la entrega o devolución (según el punto de vista) de
Hong Kong a China es un posible elemento de tensión entre las potencias
occidentales y el ‘gigante asiático’.
Jiang
desarrolló grandes esfuerzos para resolver estos asuntos, realizando una
gestión en la que la eficacia fue el principio básico de actuación. En abril de
1995 consiguió que el Comité Central destituyera por el cargo de corrupción al
poderoso alcalde de Pekín, Chen Xitong. La inflación se redujo del 22% en 1994 a menos del 15% en
1995, gracias a la aplicación de medidas tales como el control de precios y el
incremento de la producción agrícola. Jiang fortaleció su base de apoyo
nombrando aliados en Shanghai, si bien el respaldo hacia su figura dentro del
estamento militar fue considerado menos firme.
Aunque
Jiang ha seguido la línea ideológica marcada por Deng (que podría resumirse en
el principio de ‘apertura económica sin cambio político’), ha procurado, no
obstante, dejar su impronta en la acción de gobierno y reafirmarse como líder
por derecho propio. Así, en el campo económico, favoreció la liberalización en
la línea establecida por Deng, pero a un ritmo más moderado, prestando mayor
atención a las consecuencias negativas que el desarrollo económico puede tener
entre la población.
Con
la muerte de Deng Xiaoping el 19 de febrero de 1997, Jiang Zemin, en su
condición de presidente de la República y jefe de las Fuerzas Armadas, se
convirtió en la figura indiscutible de la escena política china.
Durante
ese mismo año, la colonia británica de Hong Kong, rica y capitalista, fue
devuelta por Gran Bretaña a China, en cumplimiento del compromiso firmado en
1984.
Por
este convenio, Gran Bretaña devolvía la soberanía sobre la isla y los
territorios anexos al cabo de trece años, y China se comprometía a gobernar la
zona como una región administrativa especial, conservando (por lo menos durante
medio siglo) sus leyes democráticas, la lengua inglesa y el mercado libre. A
cambio, Hong Kong contribuiría al enriquecimiento de su nuevo gran propietario.
El día de la transición no pareció tan traumático para sus habitantes como en
algunos círculos se preveía.
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