Un robo
inexplicado paralizó al gobierno de los Estados Unidos y abrió la caja de
Pandora de los secretos de la Casa BIanca. Por primera vez en la historia del
país un presidente es obligado a renunciar y sus asesores más cercanos son
enviados a prisión.
Watergate, fue el nombre dado al mayor escándalo
político estadounidense, iniciado con el allanamiento e intervención de las
líneas telefónicas del cuartel general electoral del Partido Demócrata, que
sirvió para acusar posteriormente al presidente Richard
Nixon y a muchos de sus colaboradores de haber llevado a cabo una serie de
actos ilegales. El escándalo culminó con la primera dimisión de su cargo
efectuada por un presidente de Estados Unidos.
Por
entonces, el presidente
Richard Nixon, abanderado de los republicanos, parecía destinado a obtener una
fácil victoria sobre el candidato demócrata, el senador George McCovern.
Aun
cuando uno de los asaltantes resultó ser James McCord, un agente de seguridad
del Comité para la Reelección del Presidente (CRP), Nixon aseguró que "la Casa Blanca no estaba
de ninguna manera involucrada en esto". Pero Lawrence F. O'Brien, director
nacional de los demócratas, denunció que el asalto era "un descarado acto
de espionaje político" y demandó al CRP por un millón de dólares. Más y
más líneas de investigación Ilevaban hacia la Casa Blanca.
El allanamiento fue cometido el 17 de junio de 1972 por
cinco hombres que fueron detenidos en las oficinas del Comité Nacional del
Partido Demócrata en el
edificio Watergate de la ciudad de Washington.
Con el paso
del tiempo, su arresto reveló un plan de espionaje promovido por la Casa Blanca contra sus
oponentes políticos, que implicó a altos cargos del país, como el antiguo
fiscal general John Mitchell, el consejero presidencial John Dean, el jefe de
Personal de la Casa
Blanca H. R. Haldeman, el asesor especial de la Casa Blanca para
Asuntos Nacionales John Ehrlichman y el propio presidente Nixon.
El
9 de mayo de 1969, pocos meses después de la primera toma de posesión de
Richard Nixon, éste se enfureció cuando el diario The New York Times informó
que los Estados Unidos bombardeaban en secreto bases norvietnamitas en Laos y
Camboya.
Se ordenó intervenir los teléfonos de los sospechosos de dar esta
información. Dos años después, el 13 de junio de 1971, el mismo diario publicó
fragmentos de un informe confidencial del Pentágono acerca del papel de los
Estados Unidos en Vietnam. Era claro que alguien del gobierno entregó el estudio de 7.000 páginas,
pues sólo existían 15 ejemplares. Luego se supo que el informe fue entregado
por Daniel Ellsberg, un exanalista que trabajaba en el Departamento de Defensa.
Decidido a que las deliberaciones privadas de su administración no se
ventilaran públicamente, Nixon habló con sus dos asesores más allegados, H.R.
Haldeman y John D. Ehrlichman. Ordenaron a Egil Krogh, asistente de Ehrlichman,
que formara un grupo secreto encargado de "tapar goteras", que se
Ilamaron a sí mismos "plomeros". Hunt y un fiscal de provincia
aficionado a las armas Ilamado G. Gordon Liddy se unieron a este proyecto, pero
fallaron en su primera misión. Queriendo desacreditar a Daniel Ellsberg,
contrataron a cubanos anticastristas para que entraran a la oficina de su
psicoterapeuta, pero los ladrones no hallaron el expediente de su tratarniento.
El 30 de abril de 1973, Nixon aceptó la dimisión de
Haldeman y Ehrlichman, y anunció el cese de Dean. El procurador general Richard
Kleindienst también presentó la
dimisión. Su sucesor, Elliot Richardson, nombró un procurador
especial, Archibald Cox, para que dirigiera una investigación sobre las
escuchas del Watergate.
En mayo de 1973 el Comité del Senado sobre Actividades
Presidenciales inició las comparecencias, que dieron como resultado una serie
de asombrosas revelaciones. Dean testificó que Mitchell ordenó el allanamiento
y que se había intentado encubrir la implicación de la Casa Blanca. Además,
manifestó que el presidente
había autorizado el pago a los asaltantes para que guardaran silencio. La administración Nixon
negó vehementemente esta acusación.
Las
cintas magnetofónicas de la
Casa Blanca
El 16 de julio de 1973, Butterfield, asesor de la Casa Blanca, testificó
que Nixon había ordenado la instalación en la Casa Blanca de un
sistema para grabar automáticamente todas las conversaciones; de este modo
podría ser verificado lo que el
presidente hubiera dicho.
Cox exigió la entrega inmediata de
ocho grabaciones, que confirmarían el testimonio de Dean. Nixon se negó a
entregarlas y el sábado 20 de octubre de 1973 ordenó a Richardson que cesara a
Cox. Richardson presentó su dimisión y fue el fiscal general del Estado quien
cesó a Cox. La destitución provocó la unánime protesta de la opinión pública.
En respuesta, Nixon nombró otro procurador especial, Leon Jaworski.
De las nueve
cintas requeridas por los investigadores, Nixon sólo entregó siete, una de las
cuales tenía un lapso de silencio de 18 minutos. La leal secretaria
presidencial, Rose Mary Woods, afirmó haber borrado sin querer esa parte al
poner el pie en un botón de control. Pero cuando trató de demostrar lo ocurrido
a los periodistas, no pudo hacerlo. Las cintas tenían otras interrupciones que,
en muchos casos, fueron aumentadas electrónicamente por expertos en sonido.
Así, suficiente material incriminatorio se hizo audible y uno de los abogados
de Nixon, al oír las cintas por primera vez, murmuró: "Se acabó
todo."
Nixon estaba grabado en una discusión del encubrimiento hecha el 23
de iunio de 1972, sólo seis días después del robo y mucho antes de lo informado
por John Dean. En julio de 1974, la Suprema Corte de Justicia afirmó, por unanimidad,
el derecho de la corte a oír las demás cintas. El Comité Judicial, que inició
una investigación de inculpación, recibió 19 cintas, pero pidió 42 más, con
conversaciones sostenidas entre junio de 1972 y junio de 1973.
Durante el
proceso de inculpación, Nixon fue el primer presidente que recibió un citatorio
del comité. La Casa Blanca
entregó las cintas y una transcripción de unas 1 200 páginas. Nixon explicó
que, debido al lenguaje vulgar y asuntos de seguridad nacional, la
transcripción era más una versión editada que un recuento textual. Cuando se
supo cuánto se había editado y se comparó la transcripción con las cintas, su
credibilidad se desgastó aún más. El comité, luego de audiencias públicas, votó
el 30 de iulio de 1974 a
favor de transmitir a la
Cámara de Diputados tres causas de inculpación (impeachment): obstrucción de justicia,
abuso de poderes presidenciales e intento de impedir el mismo proceso de
inculpación.
En marzo de 1974, el Gran Jurado acusó a Mitchell,
Haldeman, Ehrlichman y otros cuatro funcionarios más de la Casa Blanca de
participar en el encubrimiento del caso Watergate y consideró a Nixon como
'conspirador sin encausar'. El Tribunal Supremo ordenó a Nixon la entrega de la
totalidad de las grabaciones.
Más
revelaciones
Tan pronto como el escándalo Watergate salió a la luz,
fueron develadas una serie de actividades ilegales paralelas: desde 1971 un
grupo perteneciente a la
Casa Blanca, había intentado obstaculizar las filtraciones de
información a los medios de comunicación. El Gran Jurado acusó a Ehrlichman, al
consejero especial de la
Casa Blanca, Charles Colson y a otros funcionarios de
irrumpir en el despacho de un psiquiatra a fin de obtener documentos para ser
utilizados en contra de Daniel Ellsberg, quien había publicado los denominados
'papeles del Pentágono'.
Además, los investigadores descubrieron que la administración Nixon
había solicitado grandes cantidades de dinero durante una campaña ilegal de donativos
(utilizadas para financiar el espionaje político y para pagar más de 500.000
dólares a los asaltantes del edificio Watergate) y que ciertos funcionarios
gubernamentales habían mentido sistemáticamente sobre su participación en la
intervención de las comunicaciones y en el posterior encubrimiento de los
hechos. Por otra parte, funcionarios de la Casa Blanca
testificaron que en 1972 habían falsificado documentos para implicar al presidente John
Fitzgerald Kennedy en el asesinato del presidente survietnamita Ngô Dinh Diêm
(1963) y para acusar al senador Hubert Horatio Humphrey de conducta inmoral.
La
dimisión de Nixon
Todo este proceso erosionó la imagen de Nixon. El 5 de
agosto de 1974, tres nuevas grabaciones revelaron que el presidente había
ordenado que el FBI (Oficina Federal de Investigación) dejara de investigar las
escuchas del Watergate. También demostraban que el propio Nixon estaba
involucrado de forma directa en el encubrimiento de la participación de la
administración en el escándalo.
Nixon
aseguró públicamente que lo sucedido en el asunto de Watergate y sus propios
actos no justificaban un acto tan extremo como su renuncia. Pero intervino la
amarga realidad. Algunos de los más viejos amigos políticos de Nixon,
incluyendo al senador conservador Barry Goldwater, le advirtieron que podría
ser inculpado por la
Cámara. Le dijeron que sólo la renuncia le evitaría el
vergonzoso espectáculo de ser juzgado ante todo el Senado. La noche del 9 de
agosto, Nixon apareció en televisión nacional para anunciar que renunciaría al
mediodía siguiente. Lejos de admitir su culpa o expresar remordimiento, explicó
que su decisión era necesaria solamente por carecer de una base política en el
Congreso.
La amenaza de ser
procesado pendió sobre él hasta que un mes más tarde su sucesor, el presidente Gerald Ford,
proclamó una amnistía "por todos los delitos" que Nixon cometiera
contra los Estados Unidos durante su periodo presidencial. Nixon quedó entonces a salvo de cualquier
acusación.
La cordial
rectitud de Ford le produjo una inmediata popularidad en la Casa Blanca, pero su
acto -que bien pudo estar motivado por su compasión hacia un ser humano
deprimido y caído en desgracia- fue visto por muchos con suspicacia. Algunos
piensan que esto contribuyó en gran medida a que fuera derrotado en 1976 por
Jimmy Carter. Ford esperaba "cerrar y sellar firmemente este libro"
al dar el perdón, pero en realidad espoleó el misterio aún más. El legado de
Watergate fue en realidad una mayor desconfianza por parte del pueblo
estadunidense hacia los altos funcionarios. A falta de pruebas, algunos
votantes prefirieron creer lo peor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario