lunes, 24 de junio de 2013

Noticias cortas: Mundial de Fútbol. El "maracanazo"



El 16 de julio de 1950, el fútbol uruguayo realiza su mayor hazaña: el "maracanazo". Ante una multitud de 200.000 personas, enfervorizada y segura de la coronación de los suyos, el equipo celeste asombra al mundo y estremece a todo Brasil, sumiéndolo en la tristeza y la frustración.


La Segunda Guerra Mundial supuso un alto en la mayoría de las actividades deportivas internacionales y la Copa del Mundo no volvió a jugarse hasta 1950, en Brasil.
Inglaterra participó por primera vez, pero sufrió la humillación al perder 1-0 contra Estados Unidos y ser eliminada en la primera ronda.
Uruguay volvió a ganar el torneo batiendo en la final a Brasil.
El 16 de junio de 1950, el fútbol uruguayo vuelve por sus fueros y conquista una de las más impactantes hazañas. Ante una multitud que se estimó en 200.000 personas, enfervorizada y segura de la coronación de los suyos, el equipo celeste asombra al mundo y estremece a todo Brasil, sumiéndolo en la tristeza y la frustración.
Jugando mejor el equipo brasileño, el primer tiempo termina cero a cero. A los seis minutos del segundo tiempo, tiembla Maracaná al convertir Friaca. Todos creyeron que era el inicio de la victoria. Ante el asombro general a los 16 minutos Schiaffino alcanza el empate. Ese resultado beneficiaba al equipo local, que de esa manera se coronaría por primera vez en su historia campeón del mundo. Pero a los 37' Ghiggia pone el 2 a 1. Un profundo silencio invade el monumental estadio.
Apenas terminó la final de Brasil '50, Jules Rimet, el presidente de la FIFA, se llevó una desagradable sorpresa. Tras la derrota de los locales frente a Uruguay, el creador de los mundiales tuvo que improvisar un confuso acto de entrega de la copa a los ganadores. Y es que los dirigentes brasileños lo habían dejado solo: ante la inesperada caída de su equipo, se habían fugado todos del Maracaná.
"Todo estaba previsto, menos el triunfo de Uruguay. Al término del partido yo debía entregar la Copa al capitán del equipo campeón. Una vistosa guardia de honor se formaría desde el centro del campo, donde estaría esperándome el capitán del equipo vencedor (naturalmente, Brasil). Preparé mi discurso y me fui a los vestuarios pocos minutos antes del final (estaban 1 a 1 y el empate clasificaba campeón a los brasileños). Cuando caminaba por los pasillos se interrumpió el griterío infernal. A la salida del túnel, un silencio desolador dominaba el estadio. Ni guardia de honor ni himno nacional ni discurso ni entrega... En el tumulto, descubrí a Obdulio Varela, el capitán uruguayo, y casi a escondidas, le entregué la estatuilla de oro, estrechándole la mano, pero sin poder decir una sola palabra". (Relato de Jules Rimet, presidente de la FIFA, recordando la ceremonia del "Maracanazo" uruguayo en el Mundial de 1950).



Noticias cortas: Los jeans, inventados en 1853, se imponen como moda en los años 50



Los jeans, inventados como ropa resistente para los mineros durante la "fiebre del oro" en California, en la década del 50 se imponen como moda entre los jóvenes.

Los jeans nacieron en 1853, en Estados Unidos, inventados por el emigrante alemán Oscar Levi Strauss.


Era la época de la "fiebre de oro" californiana y los mineros necesitaban ropa resistente. Strauss tuvo más suerte que ellos: con su invento, en 20 años hizo su primer millón de dólares.












Marlon Brando en "El Salvaje" y James Dean en "Rebelde sin Causa" imponen entre los jóvenes la moda de los jeans. Vistiéndolo en su vida privada, Marilyn Monroe completó el respaldo que Hollywood le dió a la industria del jean. 



lunes, 17 de junio de 2013

Panorama de la literatura latinoamericana. El boom latinoamericano de los años 60. Cortázar, Vargas Llosa, Borges, Fuentes, Roa Bastos



Julio Cortázar (1914-1984)
Gran parte de su obra constituye un retrato, en clave surrealista, del mundo exterior, al que considera como un laberinto fantasmal del que el ser humano ha de intentar escapar.
Una de sus primeras obras, "Los reyes" (1949), es un poema en prosa centrado en la leyenda del Minotauro. El tema del laberinto reaparece en "Los premios" (1960), una novela que gira alrededor del crucero que gana un grupo de jugadores en un sorteo, y que se va convirtiendo a lo largo del relato en una auténtica pesadilla.
La publicación de "Rayuela" (1963), la obra que despertó la curiosidad por su autor en todo el mundo, constituyó una novela de ruptura precisamente en un momento histórico de grandes convulsiones a nivel mundial y que coincidía con ese clima de inquietud y de cuestionamiento que se estaba viviendo.
Cortázar implica al lector en un juego creativo en el que él mismo puede elegir el orden en que leerá los capítulos, ordenados de un modo poco convencional.
En "Rayuela", Cortázar se enfrenta al problema de expresar en forma novelada las grandes interrogantes que los filósofos se plantean en términos metafísicos. Se trata de representar el absurdo, el caos y el problema existencial mediante una técnica nueva. El autor pretende echar abajo las formas usuales de la novela para crear ex profeso una antinovela, sin trama, sin intriga, sin descripciones ni casi cronología. Él mismo dice que quiere superar el falso dualismo entre razón e intuición, materia y espíritu, acción y contemplación para alcanzar la visión de una nueva realidad, más mágica y más humana.
Entre sus restantes obras se encuentran numerosos relatos breves cuya atmósfera fantástica retoma la de los relatos de su compatriota Jorge Luis Borges. Como "Las armas secretas" (1969), uno de cuyos relatos, 'El perseguidor', se ha convertido en un referente obligado de la obra de Cortázar. A diferencia de las restantes novelas de su autor, su compromiso con las revoluciones cubana y sandinista lo llevaron a escribir acerca de temas políticos y humanistas como por ejemplo "El libro de Manuel" (1973).
Mario Vargas Llosa (1936- )
El escritor peruano Mario Vargas Llosa es básicamente un realista, y a veces un regionalista, cuyas obras reflejan la convulsa realidad social peruana (y en algún caso, latinoamericana), sacudida por conflictos de tipo racial, sexual, moral y político. Su representación artística de esa problemática no es, sin embargo, mimética o naturalista, sino que incorpora las técnicas narrativas más innovadoras de la novela contemporánea (multiplicidad de focos narrativos, montaje de planos espacio-temporales, efectos expresionistas, monólogo interior). Es, por la fecundidad, riqueza y hondura de su obra creadora y por su continua presencia en el debate sobre asuntos relativos a libertad, violencia, censura y justicia, una de las personalidades intelectuales más activas e influyentes de la actualidad.
La destreza técnica y el virtuosismo de su lenguaje narrativo son todavía mayores en las dos siguientes novelas: "La casa verde" (1966), que aprovecha memorias de sus años en Piura para componer un gran mural de acción y degradación sexual; y "Conversación en la Catedral" (1969), que transcurre durante los oscuros años de la dictadura de Manuel A. Odría (1948-1956) intentando un vasto análisis de los círculos del poder, el mundillo del periodismo amarillo y los cabarés de mala muerte. En 1967 publicó su notable relato "Los cachorros".
La rigurosa objetividad y la indeclinable tensión con las que plantea sus conflictos, cede un poco en la segunda etapa de su producción novelística, que se distingue por toques de humor grotesco, como en "Pantaleón y las visitadoras" (1973), o por retratarse a sí mismo en su relato, como en "La tía Julia y el escribidor" (1977), en la que narra episodios de su primer matrimonio y sus comienzos literarios. "La guerra del fin del mundo" (1981) es una vuelta al estilo de composición épica de su primera etapa y una rara incursión en el mundo sociopolítico del Brasil de fines del siglo XIX, siguiendo el modelo de gran reportaje establecido por Euclides da Cunha.
Jorge Luis Borges (1899-1986)
Escritor argentino cuyos desafiantes poemas y cuentos vanguardistas lo consagraron como una de las figuras prominentes de las literaturas latinoamericana y universal.
Aunque es más conocido por sus cuentos, se inició en la escritura con ensayos filosóficos y literarios, algunos de los cuales se encuentran reunidos en Inquisiciones.
La historia universal de la infamia (1935) es una colección de cuentos basados en criminales reales.
En 1955 fue nombrado académico de su país y en 1960 su obra era valorada universalmente como una de las más originales de América Latina. A partir de entonces se suceden los premios y las consideraciones. En 1961 comparte el Premio Fomentor con Samuel Beckett, y en 1980 el Cervantes con Gerardo Diego.
A lo largo de toda su producción, Borges creó un mundo fantástico, metafísico y totalmente subjetivo.
Su obra, exigente con el lector y de no fácil comprensión, debido a la simbología personal del autor, ha despertado la admiración de numerosos escritores y críticos literarios de todo el mundo.
Describiendo su producción literaria, el propio autor escribió: "No soy ni un pensador ni un moralista, sino sencillamente un hombre de letras que refleja en sus escritos su propia confusión y el respetado sistema de confusiones que llamamos filosofía, en forma de literatura".
"Ficciones" (1944) está considerado como un hito en el relato corto y un ejemplo perfecto de la obra borgiana. Los cuentos son en realidad una suerte de ensayo literario con un solo tema en el que el autor fantasea desde la subjetividad sobre temas, autores u obras; se trata pues de una ficción presentada con la forma del cuento en el que las palabras son importantísimas por la falsificación (ficción) con que Borges trata los hechos reales. Cada uno de los cuentos de "Ficciones" está considerado por la crítica como una joya, una diminuta obra maestra. Además, sucede que el libro presenta una estructura lineal que hace pensar al lector que el conjunto de los cuentos conducirán a un final con sentido, cuando en realidad llevan a la nada absoluta. Otros libros importantes del mismo género son "El Aleph" (1949) y "El hacedor" (1960).

Carlos Fuentes (1928-2012 )
Carlos Fuentes, escritor mexicano nacido en Panamá y crecido en diversos países americanos, a causa de la profesión diplomática de su padre, estudió en Suiza y Estados Unidos aunque la carrera de abogado la realizó en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde conoció al profesor exiliado español Manuel Pedroso, que ejerció una gran influencia en su vocación literaria.
Empezó a publicar en la revista Medio siglo con sus compañeros de generación, Salvador Elizondo, Flores Olea, González Pedrero y Sergio Pitol. Fundó y dirigió con Emanuel Carballo la Revista Mexicana de Literatura (1955-1958) y fue codirector con Luis Villoro, Francisco López Cámara y Jaime García Terrés de "El espectador" (1959-1960), una importante revista política.
Desde la publicación de la colección de cuentos "Los días enmascarados" (1954) empieza a definirse su narrativa y su popularidad: lo fantástico colinda con lo real y empieza a fusionar el mundo prehispánico con el actual. Su primera novela, "La región más transparente" (1958), lo consagró de inmediato en los medios literarios mexicanos; en ella trata el tema de la ciudad de México en franco futuro apocalíptico, superpone distintas técnicas literarias y diversas clases sociales, así como diferentes épocas y culturas.
En "Las buenas conciencias" (1959) explora otra vena más realista y planea una nueva comedia humana mexicana. En su tercera novela, "La muerte de Artemio Cruz" (1962), -donde adquiere su perfil característico y muestra la asimilación de técnicas modernas, como el monólogo interior y la alternancia de narradores, propias de la literatura norteamericana-, reconstruye cincuenta años de la vida nacional a través de su personaje principal y enjuicia la Revolución Mexicana.
En otros títulos ha continuado trazando un gran fresco de la sociedad mexicana contemporánea: "Aura" (1962), una narración breve y uno de sus mejores textos, a caballo entre lo histórico y lo fantástico, es una versión singular del eterno tema del vampiro. Otros libros de cuentos son "Cantar de ciegos" (1964), "Chac Mool y otros cuentos" (1973). Con "Zona sagrada" (1967), "Cambio de piel" (1967) regresa a lo épico y esboza una cosmovisión carnavalesca irreverente.
"Terra nostra" (1975) es una empresa colosal, un trabajo intrincado con el lenguaje y la historia, uno de los textos más atrevidos que se hayan construido en español en donde entrelaza distintos tipos de ficción y mitos entrecruzados.

Augusto Roa Bastos (1917-2005)
Augusto Roa Bastos, el destacado autor paraguayo, es uno de los escritores más complejos y talentosos de la contemporáneo al boom de los novelistas latinoamericanos. Roa Bastos, un hombre sencillo que ha pasado gran parte de su carrera en una relativa oscuridad, se caracteriza a sí mismo, sin rencor, como un perpetuo exiliado. Ha vivido medio siglo fuera de su país natal, por razones tanto políticas como personales. Si bien sus cuentos y novelas se concentran principalmente en la trágica y fascinante historia de su país, en última instancia trascienden el regionalismo y la cultura y transmiten un mensaje universal.

Entre sus distintos trabajos, Roa Bastos logró producir una colección de diecisiete cuentos, publicados en 1953 con el título "El trueno entre las hojas".
Los cuentos, que tratan de la opresión política, el choque de culturas indígenas y extranjeras y la lucha por sobrevivir la guerra y otras catástrofes, reproducen la experiencia paraguaya en términos simbólicos y míticos.

La primera novela escrita en el exilio, "Hijo de hombre", se publicó en 1960. Comienza con acontecimientos ocurridos en el época de Francia y en la Guerra de la Triple Alianza, preludios de tragedias posteriores, como la Guerra del Chaco y la explotación de los campesinos, en particular los que trabajan en la miseria de los cañaverales y los yerbales.
Como lo sugiere su título, la novela tiene fuertes reminiscencias religiosas, en la que un campesino sugiere la figura de Jesucristo y un oficial militar la de Judas. "Hijo de hombre" ganó varios premios.

En 1967 Roa Bastos empezó el que habría de ser su gran libro sobre el dictador Francia.
El proyecto surgió como una invitación de Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa para que escribiera un capítulo sobre el déspota paraguayo como parte de un libro que se llamaría Los padres de la patria. El proyecto, concebido como una colección de perfiles de dictadores latinoamericanos, no llegó a materializarse, aunque originó tres libros memorables: "El otoño del patriarca" de García Márquez, "El recurso del método" de Alejo Carpentier y "Yo el Supremo" de Roa Bastos.

Su obra maestra, "Yo el Supremo", es una intrincada y a la vez equilibrada y gratificante meditación sobre el tema del poder. El Supremo, el epíteto que se asignó a sí mismo José Gaspar Rodríguez de Francia, se declaró dictador perpetuo del Paraguay, país que gobernó como un hermético feudo durante la primera mitad del siglo XIX. El autor se asigna a sí mismo una perpetuidad similar, identificándose fuertemente con el sentido de aislamiento y soledad de Francia: el escritor encerrado fuera de su patria, en forma similar al tirano, encerrado dentro de ella.
"El tema del poder, para mí, en sus diferentes manifestaciones, aparece en toda mi obra, ya sea en forma política, religiosa o en un contexto familiar. El poder constituye un tremendo estigma, una especie de orgullo humano que necesita controlar la personalidad de otros. Es una condición antilógica que produce una sociedad enferma. La represión siempre produce el contragolpe de la rebelión. Desde que era niño sentí la necesidad de oponerme al poder, al bárbaro castigo por cosas sin importancia, cuyas razones nunca se manifiestan".

Esta novela, una obra densa y multifacética, puede resultar abrumadora si no se tiene un sentido preliminar de su estructura. Esencialmente, el autor recopila documentos a través de los cuales habla El Supremo: anotaciones privadas, partes de una circular perpetua que narra la historia de su país, un registro de sus orígenes familiares, transcripciones de textos dictados a su secretario privado Policarpo Patiño, y un pasquín en el que se exige que el dictador sea decapitado y sus seguidores ahorcados. Este último está supuestamente escrito por el propio Supremo, acto subversivo que persigue al dictador a lo largo de todo el libro. Algunos comentaristas desconocidos también interrumpen la narración criticando a Francia. En algunas notas se describe la condición de los documentos (incompletos, rotos, quemados) y se transcriben narraciones contemporáneas de la época, reales y apócrifas, que con frecuencia contradicen la versión de los hechos que narra El Supremo. El texto, de puntuación no convencional, no es fácil de leer, ya que con frecuencia los relatos combinan varias voces en una. desafiando la subjetividad en todo momento, Roa Bastos presenta varios narradores, mientras que el dictador juega con los tiempos de los verbos, hablando a veces en presente, en pasado e incluso en futuro cuando ocasionalmente habla desde la tumba.

sábado, 8 de junio de 2013

Panorama de la literatura latinoamericana: El "boom" latinoamericano de los años 60. II.



Gabriel García Márquez (1928- )
Colombiano escritor, periodista y premio Nobel, se formó inicialmente en el terreno del periodismo.
Fue redactor de El Universal, un periódico de Cartagena de Indias durante 1946, de El Heraldo en Barranquilla entre 1948 y 1952, y de El Espectador en Bogotá a partir de 1952. 
Entre 1959 y 1961, trabajó para la agencia cubana de noticias, La Prensa, en su país, en la Habana y en Nueva York. Debido a sus ideas políticas de izquierda, se enfrentó con el dictador Laureano Gómez y con su sucesor, el general Gustavo Rojas Pinilla, y hubo de pasar las décadas de 1960 y 1970 en un exilio voluntario en México y España.
Sus novelas más conocidas son "Cien años de soledad" (1967), la mayor novela épica de la literatura hispanoamericana, y en la cual se pueden rastrear las influencias estilísticas del novelista estadounidense William Faulkner, y "El otoño del patriarca" (1975), en torno al poder y la corrupción políticos.
"Crónica de una muerte anunciada" (1981) es la historia de un asesinato en una pequeña ciudad latinoamericana, mientras que "El amor en los tiempos del cólera" (1985) es una alucinante historia de amor que se desarrolla también en Latinoamérica.
"El general en su laberinto" (1989), por otro lado, es una narración ficticia de los últimos días del personaje histórico Simón Bolívar.
También es autor de varios libros de cuentos como "La increíble y triste historia de Eréndira y de su abuela la desalmada" (1972) o "Doce cuentos peregrinos" (1992).
García Márquez ha despertado admiración en numerosos países occidentales por la personalísima mezcla de realidad y fantasía que lleva a cabo en sus obras narrativas, situadas siempre en Macondo, una imaginaria ciudad de su país.
Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982 y fue formalmente invitado por el gobierno colombiano a regresar a su país, donde ejerció de intermediario entre el gobierno y la guerrilla a comienzos de la década de los ochenta. Su discurso es memorable [en breve lo publicaremos].

Panorama de la literatura en Latinoamerica: el "boom de la literatura latinoamericana en los años 60



Las circunstancias políticas, sociales y económicas que se vivían en la década de los '60, en especial en América Latina con la revolución cubana, fomentaron una mayor atención y preocupación acerca de lo que acontecía en el continente.

En el campo de la literatura, esto tuvo como consecuencia el lanzamiento a través de diversas casas editoriales -en especial españolas- de grandes escritores latinoamericanos que a partir de ese momento se transformaron en éxitos editoriales, y dieron a conocer el fértil panorama de la literatura latinoamericana contemporánea.

La decadencia en que se encontraba la literatura de las grandes metrópolis y el ascenso de un público lector constituido por intelectuales de clase media, favoreció el éxito de ventas.

El término "boom" está básicamente asociado a la economía, y al éxito comercial promovido por importantes casas editoriales, premios literarios como los de Biblioteca Breve y Formentor, revistas como Mundo Nuevo y Libre (ambas de París), etc.; pero no constituyeron una generación o un movimiento literario específico.
Sin embargo, puede constatarse en ellos algunas reformas técnicas provenientes del surrealismo y de la literatura estadounidense del siglo XX (en particular la influencia notoria de William Faulkner), así como la ruptura con el realismo naturalista de la literatura hispanoamericana de las primeras décadas del siglo XX con soluciones formales nuevas y una nueva visión de lo real llamada realismo mágico, como una actitud ante la realidad, donde lo principal no es la creación de seres imaginados, sino el descubrimiento de la misteriosa relación que existe entre el hombre y su circunstancia. Otro elemento característico de muchos de estos escritores fue que, por razones de exilio político o de distanciamiento cultural, vivieron largas temporadas en Europa, sobre todo en París y Barcelona.
Aunque la figura central del boom es Gabriel García Márquez y su obra "Cien años de  soledad", publicada en 1967, hay muchos autores y obras anteriores a esa fecha, que se han vinculado a este fenómeno.
El cubano Alejo Carpentier, por ejemplo, o el argentino Julio Cortázar, ya estaban consagrados como escritores. Sin embargo, no habían sido "masificados", fenómeno que sólo ocurrió a partir de los '60.
Juan Rulfo, de México; José María Arguedas, de Perú; Guillermo Cabrera Infante y José Lezama Lima, de Cuba; Manuel Rojas de Chile; Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, de Argentina; y Juan Carlos Onetti y Felisberto Hernández, de Uruguay, entran en la renovación temática y estilística de nuestra literatura.

Dos grandes escritores protagonistas de este fenómeno editorial, el mexicano Carlos Fuentes y el peruano Vargas Llosa, consideran al uruguayo Juan Carlos Onetti como el iniciador de la novela contemporánea latinoamericana.
Educado en la escuela de William Faulkner y Céline, Onetti hace ingresar a la literatura latinoamericana en la modernidad con mano tan segura como lo habían hecho para la poesía, Pablo Neruda y Octavio Paz. Con su rigor literario y su concepción de la novela como un organismo autónomo cuyas leyes narrativas son tan fatales como las de la naturaleza para el ser humano, se transforma en referente y figura central de los nuevos novelistas.

Juan Carlos Onetti (1909-1994)
El mundo que crea Onetti con sus narraciones es el de la ciudad rioplatense de este siglo; Llámese Montevideo (como en "El pozo"), Buenos Aires (como en "Tierra de nadie") o Santa María (como en casi todas las demás novelas). Esa ciudad se ha convertido en el personaje central de toda su obra.

Onetti está situado a la entrada de una etapa decisiva: la del descubrimiento del nuevo mundo de la gran ciudad, de sus hombres, sus proyectos, sus muertes. Así como los grandes novelistas de la tierra y la selva (Rivera, Gallegos, Güiraldes, Alegría) marcaron la línea central de un telurismo hondamente enraizado en la nostalgia o en la protesta, es con Onetti y sus pares que el nuevo hombre latinoamericano, el hombre que se ve obligado a ingresar a una modernidad caótica, angustiosa, asume el primer plano.

En la obra narrativa de Onetti hasta la década del 60 se pueden distinguir claramente tres momentos. En su primera novela "El pozo" (1939) surge una especie de existencialismo autóctono, rioplatense, que es anterior al movimiento existencialista francés, y a través del cual enuncia lo que será toda su obra posterior; explora la realidad profunda de Buenos Aires en dos novelas ("Tierra de nadie"; "Para esta noche") y deja la mejor marca de su maestría en un par de cuentos (el mejor es "Un sueño realizado").

En una segunda época Onetti produce su obra más ambiciosa y compleja, "La vida breve", que no sólo marca la culminación de un cierto realismo exasperado sino que abre una nueva perspectiva.

Sin abandonar el realismo, Onetti se compromete cada vez más en la fabricación de un universo onírico: la Santa María que inventa el personaje Brausen de "La vida breve". "Los adioses" y algunos relatos breves marcan la transición hacia sus obras mayores en toda su madurez narrativa: "El astillero" y "Juntacadáveres" son novelas en las que la poesía y un hondísimo humor negro alcanzan perfecciones nuevas.

La crisis política en Uruguay que termina con el golpe militar del año 1973 da un vuelco trágico a su vida. En marzo de 1975 se ve forzado a emigrar y a buscar refugio en Madrid. Habiéndolo perdido todo, parte hacia un destino incierto: "De hecho, ya no me interesaba mi vida como escritor". En el exilio, sin embargo, rompe todas las fronteras: comienzan las reparaciones culturales (reediciones, traducciones, homenajes, etc.) y la proyección inernacional de su obra es ya incuestionable.

Cuando en 1981, los reyes de España le hacen entrega del premio Cervantes (a la fecha sólo había recibido un primer premio a nivel nacional, en 1963), Juan Carlos Onetti dirá en su discurso: "es conveniente que se sepa que el Jurado del premio 'Cervantes' ha tenido, en esta ocasión, la quijotesca ocurrencia de otorgar esa gran distinción a alguien, que, desde su juventud, estaba acostumbrado a ser un perdedor sistemático; a un permanente segundón, que, hasta entonces, sólo había pagado a placé -o colocado, como se dice en España- y que no tenía ninguna victoria en su palmarés".

En su narrativa asoma la huella indeleble de algo que fue puro y que ya no es. En la entraña de sus cuentos duros, cínicos, agresivos, se encuentra una sensibilidad que se resiste a aceptar que la vida sea sólo corrupción y sordidez, y vuelve empecinado al recuerdo de una frescura.

En "Dejemos hablar al viento" escrita desde el exilio, su personaje dirá "Ahora yo quiero una ola, pintar una ola. Descubrirla por sorpresa. Tiene que ser la primera y la última. Una ola blanca, sucia, podrida, hecha de nieve y de pus y de leche que llegue hasta la costa y se trague el mundo... Tengo que descubrir una ola que se parezca a la última. No pido demasiado... Tengo que descubrirla ... la cresta de blancura sucia que lo diría todo. Nunca la vida y su revés, la franja que nos muestra para engañarnos."; y como apoteosis del dolor incendiará Santa María.

domingo, 2 de junio de 2013

Panorama de la literatura en Estados Unidos: Nabokov / Salinger / McCullers / Generación Beat: Kerouac, Ginsberg, Burroughs



La literatura que surgió en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial se puede dividir en dos grupos: la de los escritores realista-naturalistas y la de los que utilizan el humor negro y una fantasía basada en el absurdo para describir el horror tecnológico de la guerra.
Dos de las novelas más impresionantes de la Segunda Guerra Mundial, referidas a la adaptación del individuo a la restrictiva vida militar, fueron "De aquí a la eternidad" (1951), de James Jones, y "Los desnudos y los muertos" (1948), de Norman Mailer.
Al igual que las novelas de la Segunda Guerra Mundial parecían subrayar la individualidad, las novelas escritas en las décadas siguientes continuaron esa tendencia.
Por otro lado, escritores decididos a afirmar su individualidad trabajaron en una gran variedad de estilos y se ocuparon de una amplia variedad de asuntos.
Entre los escritores más originales se cuenta Vladimir Nabokov que, aunque nacido en Rusia, se convirtió en uno de los grandes maestros de la prosa de lengua inglesa
Sus novelas de ambiente estadounidense, como "Lolita" (1955) y "Pálido fuego" (1962), escritas muchos años después de que se convirtiera en ciudadano estadounidense, son dos destacados ejemplos.
La novela de la juventud rebelde, "El guardián entre el centeno", de J. D. Salinger, es humorística y posee observaciones agudas; escrita en 1951 sigue siendo muy popular. Lo mismo pasa con "Trampa 22" (1961), de Joseph Heller, una sátira sobre la mentalidad militar de la Segunda Guerra Mundial.
Un escritor que también utiliza un estilo sardónico e imaginativo en sus diatribas contra la autoridad es Kurt Vonnegut. Basa una de sus muchas innovadoras novelas, ("Matadero 5"de 1969, por ejemplo), en sus experiencias como prisionero en un campo de concentración alemán durante la guerra. Alternando de modo surrealista entre ese ambiente y un planeta ficticio, consigue una narración en muchos niveles que combina elementos de ciencia ficción, un género que se hará popular en las décadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial.
Entre los escritores sureños de posguerra que continuaron la tradición de Faulkner -a veces denominada 'gótico sureña'- están Carson McCullers ("El corazón es un cazador solitario", 1946), Truman Capote ("Otras voces, otros ámbitos", 1947), Eudora Welty ("El corazón de los Ponder", 1954) y Flannery O'Connor ("Los profetas", 1960).
Más conocido por su novela ganadora del Premio Pulitzer, "Todos los hombres del rey" (1946), una poderosa caracterización de un político sureño, Robert Penn Warren fue también un notable poeta, crítico e historiador de la literatura.
Dos de los más importantes novelistas de fines del siglo XX, John Cheever y John Updike, comparten un interés similar al abordar de un modo abiertamente satírico la vida de las clases medias altas de las afueras de las ciudades del noreste estadounidense. La carrera novelística de Cheever se extiende desde la relativamente bondadosa, "Crónica de los Wapshot" (1957), que es la historia de una familia excéntrica, hasta la desolada narración de un fratricida, "Falconer" (1977). Updike probablemente sea más conocido por sus libros, que se inician en 1960, sobre un hombre que huye de la desilusión.
Truman Capote

Beat Generation
La "Beat Generation" alude a un grupo de escritores estadounidenses de la década de 1950 caracterizados por el anticonvencionalismo de su obra y su estilo de vida, que reflejan un profundo desencanto ante la sociedad contemporánea y el deseo de escapar de los opresivos valores de la clase media. Se decantaron así por la improvisación artística y la revelación visionaria, que en su opinión se alcanzaba a través de las religiones orientales (como el budismo), las drogas, el sexo y el alcohol.
Su literatura es enormemente personal y subversiva. La poesía y la prosa de Jack Kerouac, Allen Ginsberg, William S. Burroughs y Lawrence Ferlinghetti hallaron eco en el mundo del arte y de la música, e inspiraron también un activo movimiento de protesta social que marcó los inicios de la contracultura, cuyo impacto en años posteriores fue sin duda notable.
El término beat, con su doble connotación de deprimido y beatífico, lo utilizó por primera vez Kerouac alrededor de 1952.
La novela más famosa y en gran parte autobiográfica de Jack Kerouac, "En el camino" (1957), es un relato espontáneo sobre unas gentes que fundamentalmente viajan mucho por Estados Unidos con desplazamientos rápidos, viviendo esa experiencia como fin en sí misma y en medio del alcohol, el sexo, las drogas y el jazz. "Los vagabundos del Dharma" (1958), una novela más convencional, aborda el tema del desarrollo personal a través del budismo Zen. Siguieron "Ángeles de desolación" (1958), quizá su obra más intensa, y "Tristesse" (1960). "Big Sur" (1962), describe la retirada de un líder beat a la costa californiana en un intento de rehacer su vida. Kerouac escribió también "Mexico City Blues" (1959), un libro de poesía en el que experimenta con los ritmos y sonidos de la palabra y el jazz, y libros de viajes como "El viajero solitario" (1960).
La poesía de Allen Ginsberg es informal, discursiva, incluso repetitiva; su inmediatez, honestidad y su explícito contenido sexual le proporciona a menudo una cualidad improvisada. "Aullido" (1956) constituye una crítica furiosa contra las falsas esperanzas y  promesas rotas de la historia de su país. Otros libros de poesía son "Kaddish" (1961), "Sandwiches de realidad" (1963) y "Noticias del planeta" (1968). Sus "Cartas del Yagué" (1963) interrelacionadas con "TV baby poems" (1967) expresan con un lirismo casi místico sus sentimientos anarquistas y nacionalistas.
En el caso de William S. Burroughs, sus amistades, su adicción a las drogas y la muerte accidental de su mujer en 1951 configuraron sus primeros escritos literarios. En 1949 abandonó su país y llevó una vida de artista exiliado en México, Tánger, París y Londres. Regresó a Nueva York en 1974 y en 1981 se estableció en Lawrence (Kansas).
La experimentación literaria está presente en todas las novelas de Burroughs, donde la fuerza visionaria se combina con la sátira social y el uso del montaje, el collage y la improvisación. Fue el inventor de la rutina (una fantasía satírica improvisada), el corte (una técnica de collage aplicada a la prosa que consiste en cortar y mezclar el texto) y las mitologías pop (creadas a partir de la cultura popular).
Entre sus novelas de esta época destacan "Yonqui" (1953), "El almuerzo desnudo" (1959), "El aparato blando" (1961), "El billete que explotó" (1962), "Nova Express" (1964), "Los chicos salvajes" (1971).
"El almuerzo desnudo", basada en sus experiencias con las drogas, está considerada una obra clave. El explícito lenguaje sexual de la novela, así como la evocación de imágenes grotescas, provocaron la prohibición del libro en Boston (Massachusetts). Esta prohibición se levantó tras un juicio que tuvo lugar en 1965 y 1966 y que supuso el fin de la censura en Estados Unidos. Burroughs escribió también prosa experimental, relatos, novelas cortas y ensayos. 
Aquí les dejamos imágenes de la adaptación para cine realizada por el propio Burrroughs junto al director canadiense David Cronenberg:

Otro nombre a destacar en la literatura norteamericana de los años sesenta es el de Charles Bukowski (1920-1994), creador de una literatura provocadora y sórdida, cargada de gran emoción y sentimientos.
Empezó a escribir cuentos muy joven pero, tras un primer relato publicado por una revista en 1944, abandonó la literatura por un espacio de diez años, en los que sentó los cimientos de su leyenda alcohólica.
Sus primeras obras se publicaron en la década de 1960 en editoriales y revistas underground; a esta época pertenecen colecciones de poemas como "Crucifijo en una mano muerta" (1965) o la que para muchos es su mejor obra en verso, "Los días pasan como caballos salvajes sobre las colinas" (1969). La poesía de Bukowski, al que le gustaba vanagloriarse de haber escrito su primer poema con 35 años, está marcada por un realismo descarnado y lírico a un tiempo, explícito, tierno en ocasiones y brutal en otras, abundante en datos autobiográficos, personalísimo y pleno de humor ácido y desencantado. Nunca abandonó su producción en verso que, con los años, se fue haciendo más directa, como en "El amor es un perro del infierno" (1974).
El alcohol, el sexo, la soledad y los aspectos más absurdos y sórdidos de nuestra civilización ocupan un lugar de honor en la obra de Bukowski, que siempre evitó los ambientes literarios; prefería los bares y las habitaciones lúgubres.
La narrativa étnica y regional
El interés por su herencia étnica y su papel en la sociedad estadounidense ha caracterizado la obra de gran número de escritores judíos y negros.
Al examinar su vida como judíos en Estados Unidos del siglo XX, unas veces con desesperación y otras con humor, varios escritores han creado un destacado corpus de narrativa introspectiva a partir del período de posguerra. El principal, Saul Bellow, autor de "Las aventuras de Augie March" (1953) y "Herzog" (1964), entre otras notables novelas, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1976. Otros escritores judíos importantes son Bernard Malamud y Philip Roth.
Varias novelas que se desarrollaron en el período entre la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial trataron a escala personal los prejuicios raciales estadounidenses.
La autobiográfica "Chico negro" (1945), de Richard Wright, escrita con un estilo realista, es una de las más intensas. Una indignación apasionada sobre la experiencia de ser negro aparece en "Hombre invisible" (1952), de Ralph Ellison, y en "Ve y dilo en la montaña" (1953), de James Baldwin. 
La larga tradición de la escritura regional estadounidense continuó en la última parte del siglo XX. Escribiendo desde el punto de vista de mujeres y negras, muchas novelistas de talento han recreado ambientes y vidas que conmueven a un amplio público. Una de ellas, Toni Morrison en "Ojos azules" (1969) y "Canción de Salomón" (1977) se ocupa de la experiencia de los negros del sur. Su novela "Beloved" (1987), obtuvo el Premio Pulitzer, y Morrison recibió el Premio Nobel de Literatura en 1993.

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