jueves, 28 de junio de 2012

Arte entre guerras: el Dadaísmo


El movimiento dadaísta surgió en Suiza durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Un grupo de artistas y escritores desconformes con el sistema de valores imperante eligió una palabra sin sentido: "dada", ,para designar su actividad de protesta y sus obras antiestéticas.
El dadaísmo representó la antítesis del racionalismo de Mondrian y otros teóricos de la abstracción. Se convirtió en el movimiento de ruptura más radical del arte contemporáneo.

"El beso". Max Ernst (1891-1976
 Los artistas y escritores más conocidos) asociados a esta corriente fueron Tristan Tzara y Marcel Duchamp, inventor del ready-made, esto es, la consideración de objetos cotidianos como obras artísticas, generalmente esculturas. El más célebre de éstos fue el famoso urinario titulado "Fuente", expuesto en Nueva York en 1917. Otros artistas implicados en el Dadá fueron los franceses Jean Arp y Francis Picabia, el estadounidense Man Ray y los alemanes George Grosz y Max Ernst.


Marcel Duchamp

Man Ray

Arte entre guerras: El futurismo


Al parecer, resultó imposible a los hombres de la generación que precedió a la guerra de 1914, no rebelarse.
Los primeros en llevarlo adelante fueron los futuristas, y como se comprobó después, no conocían ni querían conocer el "sentido" de su rebeldía. Comprendieron, no obstante, que el escándalo era necesario.
 Gino Severini - "Retrato de Arttur Cravan" (1912)

Con Filippo Marinetti a la cabeza, suponían que el maquinismo debía ser su fuente de inspiración. Desde el punto de vista político es polémica su filiación, pero en lo que respecta a Marinetti, se podría decir de alguna manera que fue un admirador de la violencia. El Programa Político futurista publicado en 1913 glorificó "la guerra, única higiene del mundo". El futurismo contenía elementos reaccionarios y prefascistas, como también elementos revolucionarios. Constituyó la expresión extrema de la ambición nacional italiana a principios del siglo XX, una Italia que quería imponerse en un mundo capitalista en expansión, no por su pasado y sus antiguas estructuras, sino por su dinamismo económico y militar.
"Declaramos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un automóvil de carreras, con su cuerpo adornado con grandes tubos como serpientes y aliento explosivo... Un automóvil rugidor, que parece correr sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia"
Gino Severini - "Guerra" (1915)


El objetivo estético era representar la "sensación dinámica": "Dada la persistencia de la imagen en la retina, los objetos se multiplican y se deforman, proyectándose como vibraciones precipitadas en el espacio que recorren. Así, un caballo que corre no tiene cuatro patas, sino veinte, y sus movimientos son triangulares..." (Manifiesto técnico de la pintura futurista).

Giacomo Balla -"Acechanzas de guerra" (1915) 

Giacomo Balla - "Cifras enamoradas" (1924-1925)


lunes, 25 de junio de 2012

El arte entre guerras


El surgimiento de nuevos hallazgos científicos así como los conflictos políticos recientes, influyeron decisivamente en todas las áreas del arte: un sentimiento de crisis cultural, estimulante e inquietante al mismo tiempo, abrió nuevos horizontes a las capacidades humanas y cuestionó todos los medios aceptados hasta el momento para el estudio y la evaluación de las nuevas ideas.

El cambio de siglo fue un momento clave en la historia de la cultura, Con el surgimiento de nuevos hallazgos científicos como la teoría cuántica de Max Planck (1900), las teorías sobre el inconsciente de Sigmund Freud (La interpretación de los sueños, 1900) y la teoría de la relatividad de Einstein (1905), surgió también todo un movimiento cultural que resultó estimulante e inquietante al mismo tiempo, en la medida en que abrió nuevos horizontes a las capacidades humanas y cuestionó todos los medios aceptados hasta el momento para el estudio y la evaluación de las nuevas ideas.
Este movimiento denominado "modernismo" está claramente marcado por la experimentación, principalmente formal, razón por la cual el término fue efímero, ya que se desarrollaron movimientos tendencias y estilos con nombre propio, como el parnasianismo, el simbolismo, el art noveau y otros, que participan del pensamiento moderno pero añaden algo específico y por lo tanto la crítica prefiere estos nombres.
Otra característica fundamental de este modernismo es la convicción de que el conocimiento no es absoluto.
Marx, Freud y Darwin se ocuparon de desalojar al ser humano del lugar seguro que hasta entonces había ocupado en el universo y revelaron su dependencia involuntaria de leyes y estructuras que escapan a su control y en ocasiones a su entendimiento.
El determinismo histórico y material, las teorías psicoanalíticas que revelan el yo como una marioneta cuyos hilos son movidos por fuerzas inaccesibles e inconscientes, y un concepto de la evolución y la herencia que sitúa a la humanidad en el último eslabón de la cadena de la selección natural, urdieron una conspiración que acabó por derribar la confianza del ser humano en sí mismo y generó un sentimiento de incertidumbre ideológica. Al mismo tiempo, propició la aparición de una estética de la experimentación, la fragmentación, la ambigüedad y el nihilismo.

El sentido de pérdida de la tradición, por ejemplo, era un tema común entre los escritores modernos, aunque algunos lo lamentaban desde una posición extremadamente conservadora, y otros lo celebraban como medio de liberación de las asfixiantes prácticas del pasado. Revolución y conservadurismo coexistían, no siempre pacíficamente, bajo el paraguas de la modernidad.
La conmoción que provocó la Primera Guerra Mundial colaboró también en generar este sentimiento.
 Poetas como T. S. Eliot en "Tierra baldía" (1922) y Ezra Pound en "Cantos" (1917-1970) expresan las inquietudes expuestas anteriormente rompiendo radicalmente con toda la tradición poética anterior. Del mismo  modo, novelistas como Virginia Woolf (La señora Dalloway, 1925) y James Joyce (Ulises, 1922), exploran la desintegración y fragmentación de la conciencia de sus protagonistas, adoptando un estilo que refleja la desconexión de la experiencia y el triunfo de lo aleatorio y contingente sobre lo estructurado y unificado.

 
La disolución del significado, la incoherencia de los personajes o la ausencia de 'tramas' reconocibles, son rasgos que no sólo transmiten sino que constituyen en realidad el 'tema' de la obra de arte. El célebre deseo de Flaubert de escribir "un libro que no trate de nada", jamás llegó a materializarse en la obra de este autor, pero algunos de sus sucesores parecen haberse acercado bastante a este objetivo en la medida en que el lenguaje, que nunca puede liberarse por completo de su significado, así lo permite.
Los escritores, así como los artistas en las más diversas áreas, concebían la obra de arte más como objeto estético que como representación de la realidad.
Entre las corrientes que surgen en esta época, de algún modo como continuación de las vanguardias de principio de siglo, encontramos el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo y la bauhaus; que en las diferentes áreas del arte ejercerán su influencia.

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